Capítulo 29
858palabras
2022-12-15 16:35
Mi padre y yo nunca tuvimos una buena relación. Tal vez fuera un buen Alfa para la manada, pero cometía muchos errores. Era demasiado duro con la hija menor de su beta. ¿Cómo se llamaba? Carly... ¡No, Cassidy! En mi opinión, el Alfa la trataba como un pedazo de basura para desquitar su furia contra alguien por las traiciones de su padre. Era obvio que él engañaba a su pareja. ¿Qué tan cobarde podía ser? Estaba seguro de que sabía cuánto la afectaba sus constantes engaños. Mi padre tenía que castigar a alguien, y cometió el error de elegirla a ella. Pero cuando yo me convirtiera en Alfa, haría que Cassidy fuera tratada con respeto y cuidaría a su padre. Ya no sería la marginada que el Alfa y su hermana le hacían creer que era.
Cassidy era bastante dulce. Solo le había hablado pocas veces cuando iba a visitar a su hermano Jake. Todo lo que sabía de ella era que le encantaba el color verde, que tenía una belleza interna y externa, y que amaba cocinar. Una vez, cuando estuve en su casa, horneó un pastel; y puedo jurar que morí y fui al cielo apenas lo probé. Era un pastel de chocolate de tres capas, con glaseado de chocolate y rosas rojas comestibles. Creo que ese día me comí la mitad.
Cuando llegué a la escuela, percibí una vez más ese aroma seductor. Intenté seguirlo, pero fracasé apenas entré al recinto. El aroma era tan débil que no podía distinguirlo entre los pasillos llenos de gente. Me entristecía aún no poder encontrarla, pero sabía que estaba cerca y nada me alejaría de ella.
El resto del día transcurrió tan rápido que pronto regresé a mi habitación y me puse la camisa que mi madre había elegido para mi fiesta de esa noche. Toda la manada estaría presente; y con suerte, también mi pareja. La idea de que finalmente la conocería hizo que mi corazón diera un vuelco y mi estómago se revolviera con nerviosismo. Estaba impaciente por tenerla en mis brazos, amarla por siempre y darle mi marca. Suspiré de alegría con solo pensar en ella.
A toda velocidad, bajé las escaleras para reunirme con mis padres en el patio trasero, donde se celebraría la fiesta. Me emocioné al notar que el aroma de mi pareja se hacía más fuerte con cada paso que daba. Apenas entré al patio, varias personas se acercaron para cantarme feliz cumpleaños y tirarme confeti. No pude evitar sonreír ante la idea de que mi pareja se encontraba entre la multitud. Mi sonrisa se ensanchó cuando mi madre empujó un pastel gigante a mi dirección. Podía oler el chocolate y me acordé del pastel de Cassidy. ¿También había preparado este? ¡Sería perfecto!
Todos dejaron de cantar y soplé las velas. Luego, mi padre me pidió que me acercara al escenario, donde anunció que ya era mayor de edad y que entrenaría oficinalmente para convertirme en Alfa. A pesar de que había entrenado toda mi vida, era una tradición que se hacía cuando el hijo mayor cumplía dieciséis años. Fue en ese preciso momento que capté con la brisa el aroma de mi pareja. Mi mirada escaneó la multitud y se posó en la chica más hermosa que había visto.
Tenía preciosos ojos verdes con motas doradas y cabello de color rojo oscuro con un mechón rubio. Llevaba un vestido blanco que favorecía mucho sus curvas. Ni siquiera me di cuente que murmuré casi inaudiblemente la palabra 'pareja'. Por supuesto que la reconocía. Era Cassidy Knightlock, la chica de quien estaba enamorado. Era absolutamente perfecta en todos los sentidos.
De repente, escuché en mi mente la voz de mi padre. 'Reúnete conmigo en mi oficina ahora mismo'. No sonaba contento. ¿Cuál era su problema? Hice lo que me pidió y me dirigí a su oficina. El Alfa estaba muy enojado. Sus ojos se habían vuelto completamente negros, lo que significaba que su lobo estaba a punto de mostrarse. Me ordenó que hiciera lo impensable; y como era un joven lobezno estúpido y confiado, simplemente obedecí.
Deseaba regresar el tiempo a ese día, pero era imposible. Estaba caminando por los terrenos de la manada para aclarar mi mente cuando escuché un grito estremecedor. Siguiendo mi instinto, corrí hacia la izquierda y me encontré con lo inimaginable.
Un criminal tenía a una loba en la boca. Había llegado justo a tiempo para verlo romperle el cuello. La loba cayó al suelo y cambió a su forma humana.
Era mi madre
Lancé un fuerte gruñido para pedir refuerzos y ataqué al criminal sin pensarlo dos veces.
Punto de vista de Briella
Había cometido un terrible error.
Solo tuve un intento y fallé. ¿Ahora qué podía hacer? Necesitaba otra oportunidad, aunque era muy poco probable que la consiguiera. De repente, escuché dos terribles gruñidos. El primero era de Damen y parecía estar pidiendo refuerzos. Pero el otro venía de la oficina del Alfa.
Reconocía muy bien ese segundo gruñido. Era el aullido de dolor cuando un lobo perdía a su pareja. Eso significaba que nuestra Luna debía estar muerta.
Tal vez mi oportunidad se aproximaba.