Capítulo 56
1246palabras
2022-12-16 00:01
*Prepara tu agua bendita*
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Punto de vista de Stella.

Tyler me miró, después de escuchar lo que acabé de decir. Luego de unos segundos de silencio, le tomé la mano y puse la suya sobre mi corazón, para mostrarle cuán asustada estaba.
"Lo deseo, Tyler. Solo estoy nerviosa", dije, y exhalé un trémulo suspiro.
Inclinó la cabeza, con expresión grave, y puso mi mano en su pecho. Jadeé, conmocionada, cuando sentí lo fuerte que su corazón latía contra la palma de mi mano, más fuerte que mi propio corazón.
"Supongo que no eres la única". Sonrió y eso, de alguna manera, me hizo soltar una risita en medio de este abrumador momento.
Me tomó la mejilla con sus manos y me prodigó muchísimos besos tiernos en el rostro, tan dulces y suaves que mi corazón quería estallar. Luego, se colocó encima de mí y me miró a los ojos.
"No sé por qué tus ojos me resultan tan familiares", masculló, y sentí a mi corazón latir dos veces. ¿Me habría reconocido? “Tal vez sea porque siempre te veo en mis sueños”.

Suspiré de alivio, para mis adentros, mientras me reía y jugaba de manos con él.
“Pero en serio, va a doler”. Su expresión se tornó seria. “No obstante, no debes tener miedo. Si no puedes soportarlo, nada más tienes que mirarme y decirme que no lo aguantas, y me detengo. ¿Entiendes?".
Sonreí y asentí, en señal de que comprendía.
Volvió a apoderarse de mis labios con otro beso apasionado. Deslizó la lengua en mi boca y, al encontrarse, las dos lenguas se unieron en un baile frenético que tuve que interrumpir para poder respirar. "Quiero más de ti". Me gimió al oído y acto seguido me besó, comenzando en mi oreja y terminando en mi mandíbula, recorriendo todo el trayecto hasta mi garganta.

Lo observé mientras orientaba el m*embro en dirección a mi orificio, entrando en contacto con mi chorreante humedad, y me preparé para lo que estaba por venir.
“Uno, dos, tres, mírame", susurró. Seguí su instrucción.
Sentí la punta de su m*embro rozando mi orificio y contuve la respiración cuando me penetró, despacio. A pesar de que me había humedecido con la alucinante estimulación, tenía que admitir que me dolía.
“C*ño, bebé, ¡qué bella eres!", dijo en tono áspero, mientras manteníamos los ojos cerrados.
Su m*embro ahondó en mi interior, poco a poco. Era tan duro y tan grande que me sentí a punto de estallar y las lágrimas se me salieron.
“Red, co*ones, eres hermosa. Desde que te conocí, siempre fantaseé que te haría esto”. Su voz tenía el mismo matiz de dolor, como si estuviera sintiendo, exactamente, lo mismo que yo.
Cuando, finalmente, estuvo dentro de mí en toda su dimensión, gimió. Cerró los ojos, mientras yo gimoteaba. Cuando volvió a abrir los ojos, me besó en los labios para aliviarme el dolor que sentía.
"Lo siento, bebé". Me secó la cara con ambas manos y me besó en los ojos. "Si te duele mucho, dime que pare".
Negué con la cabeza. "Continúa, por favor".
Tyler comenzó a moverse y a mecerme suavemente, al tiempo que me mordía duro el labio inferior.
Después de acariciarme la cara, el cuello y los senos con suaves besos, me chupó los pezones; todo para darme placer y para que pudiera amoldarme más fácil a su m*embro.
Me retorcí debajo de él cuando lo tuve completo dentro de mí, mientras él mantenía su ritmo ininterrumpido. Después de un rato, mis gemidos se convirtieron en suspiros de placer, y él aceleró la cadencia.
“¡Qué bárbaro! Eres lo máximo, bebé”, dijo como salmodiando, sin dejar de moverse. Sabía que, cuanto más se moviera, menos dolor yo iba a sentir y, por ende, mayor sería mi disfrute. “Tu pequeña ch*cha se siente muy bien sirviéndole de abrigo a mi p*ja. Se está adaptando muy bien a ella”. Siguió lanzándome malas palabras, como una forma de aumentar, aún más, mi deseo por él.
Mis gemidos se hacían más fuertes a medida que me hacía el amor. Entrelazó sus dedos con los míos sobre mi cabeza y, apretando los dientes, me dijo que no me contuviera, que quería oírme y que le mostrara lo bien que me hacía sentir. 
 
Aunque quisiera, no podría contenerme.
“¡Tyler…Tyler!”. Gemí. Plañí mientras decía su nombre una y otra vez. Él sabía lo mucho que me había hecho perder la cabeza. “¡Oh Dios, Tyler!”, dije sollozante y jadeante. "Yo... ¡Mi*rda!".
Continuó adentrándose, más rápido y con más fuerza.
"Sí, bebé". El sudor le rodaba por la frente a la vez que sus caderas se movían intensamente.
“Tyler... casi me estoy viniendo”. Mis palabras fueron interrumpidas por mis sollozos. Él continuó arremetiendo. "¡Ay, Dios mío…!".
“Bésame cuando te vengas, bebé. Bésame…".
Exhalé un débil suspiro, preguntándome cómo diantres iba a hacer eso, en un momento en que tenía cero control sobre mi cuerpo.
Captó mi vacilación y aceleró el ritmo. Aumentó la velocidad de sus embestidas, llevó la mano derecha a mi c*ítoris, lo presionó con la yema de dos de sus dedos y lo friccionó, en un movimiento en espiral.
"Sí, bebé... Regálame un suspiro de excitación".
Lo hice. Sí que lo hice. Clavé las uñas en la piel caliente de su espalda y seguí gritando en éxtasis, al punto que los sonidos salían por segundo, sin cesar, y se mezclaban con su respiración pesada y con el ruido que hacían nuestros cuerpos, al chocar uno con otro. Estaba cerca, estaba a punto de lograrlo.
"¡Mi*rda!", susurró. Probablemente sentía que mis paredes comenzaban a contraerse, lo cual era un claro indicador de lo que estaba a punto de suceder. “Dámela ya, bebé. Sé que quieres". Mantuvo la velocidad estable, pero estaba yendo más al fondo e hizo diana.
El acto me arrancó un grito y cerré las piernas alrededor de sus caderas para evitar que se saliera por completo. Lo necesitaba dentro de mí, justo ahí, haciendo uso de sus poderes mágicos.
Tyler sonrió encantado, emocionado por su hallazgo, y continuó embistiendo ese punto en particular hasta que, con un largo grito, pude sentir toda su palpitante erección y su mano.
Tenía los ojos cerrados. Vi la luz de la luna y aterciopeladas nubes mágicas pintadas en el interior de mis párpados, y me derrumbé, caí debajo de él, hecha pedazos. Fue tan fuerte lo que me hizo sentir, que tuve suerte de no desmayarme.
Me soltó las manos, me abrazó por los hombros y me levantó, ligeramente, de su cama. Lentamente, estiré las manos para agarrarle el rostro, sintiendo que mi desenfrenado orgasmo ya estaba llegando.
Cuando finalmente llegó, todo mi cuerpo tembló con mucha fuerza. Me esforcé al máximo para besarlo, introduciéndole la lengua con suavidad en su boca. Me devolvió el beso y no dejó de moverse dentro de mí para que me durara más el orgasmo.
"¡Mi*rda! Oh, mi*rda...!", dijo cuando su movimiento se convirtió en una suerte de espasmo, en un movimiento involuntario. “Yo tampoco voy a durar”. Dicho esto, se liberó y ambos jadeamos fuerte, antes de que se desplomara encima de mí.
Por un momento, hubo absoluto silencio en la habitación, a excepción de nuestra pesada respiración; luego reímos a la misma vez.
Cerré los ojos, sin creer que acababa de tener mi primera vez con él. Estaba hecha polvo, totalmente. Y antes de que pudiera viajar por una hermosa ensoñación, murmuré algo que deseé que no hubiera escuchado. “Te amo, Tyler...”.
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