Capítulo 55
1099palabras
2022-12-15 00:01
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El punto de vista de Stella.
No sé si lo que estaba haciendo estaba bien. Sigo enojada con él por haberme humillado delante de Debra y otros estudiantes, al decir que no quería que todos supieran que era amigo de un nerdo feo.

Sin embargo, me salvó de nuevo, y eso fue suficiente para que me rindiera ante él.
Pensé que Tyler iba a dormir en el sofá y yo en su cama, pero me equivoqué.
Porque ahora mismo, justo en este momento, estaba sentada en su regazo, frotando mis nalgas con su entrepierna y comiéndomelo a besos.
Sus manos recorrían mi espalda y yo le envolvía el cuello con mis brazos, mientras su lengua estaba dentro de mi boca, explorando, saboreando, degustando. Luego, sus manos se arrastraron por debajo de la camisa que me prestó y atravesaron la piel de mi espalda desnuda, electrificándome las vértebras.
Este beso era diferente al que le dio a la nerda, a mí, la nerda. En la forma en que me besó antes, pude ver la piel del profesor. Sin embargo, ahora, en este beso, sentía su deseo de manera inequívoca. Nuestras lenguas bailaban en pareja y, en cuanto sentí su mano envolviendo mi pecho por debajo de mi camisa, me aparté.
“Tyler…”, dije en un gemido, y él se limitó a gemir también y a mordisquear la piel de mi cuello.

"¡Oh, Dios mío!", dijo en tono áspero. "Me vas a provocar la muerte". Se mordió el labio inferior, mientras me manoseaba el pecho y con la otra mano me sujetaba el cuello, para poder seguir besándome en los labios.
Lo siguiente que hice fue una cosa sorprendente. Me aparté del beso y me quité la camisa, para que tuviera libre acceso a mi cuerpo. Inhaló sobre mi pecho, como si este fuera una especie de adicción, y me desabrochó el sostén, dejándome el torso desnudo.
"¡Oh, Dios mío!, Tyler". Gimoteé cuando metió mi pezón en su boca y me besó una de las mamas con la boca abierta. Me sentí extraña, e increíblemente bien. Tyler me hizo sentir como si hubiera miel caliente brotándome del corazón y cayendo entre mis muslos.
Mis dedos se aferraron de su cabello cuando me l*mió el pezón. Luego, le dio a mi otro seno la misma atención. ¡Qué felicidad! ¡Qué bien me hizo sentir!

"Bebé, dime que pare", me dijo pegado a mis labios, en un susurro de agonía, como si no tuviera control de lo que estaba haciendo.
Lo que me infundía miedo era que no tenía ganas de detenerlo. Incluso, moriría si él parara, porque solo serviría para alimentar los deseos que tengo de él.
Negué con la cabeza, para indicarle que continuara. Me miró con expresión grave y lo besé con fuerza, tomándole las mejillas con mis dos manos. Quería quitarle todas sus preocupaciones.
Desde que lo conocí, he estado soñando con hacer este tipo de cosas con él a pesar de que hace poco tiempo que me conoce, por Red.
Me levantó y me acostó en la cama pausadamente, y mi cabello rojo quedó desplegado sobre la almohada. Su mandíbula se puso tensa, antes de arrodillarse entre mis piernas y pedirme permiso con la mirada. Tragué saliva y asentí con la cabeza, lentamente.
Agarró el bóxer que llevaba puesto, por la pretina, y se lo bajó despacio. Mis mejillas se calentaron. Sabía que le había mostrado mi cuerpo anteriormente, pero esta vez era diferente.
"No te preocupes", dijo. "Sé que te haré sentir bien, que la pasarás de co*ones y vas a rogar me que te dé más".
Luego, sin previo aviso, me l*mió los l*bios menores.
Lancé un gemido estruendoso cuando pasó su lengua por mi c*ítoris y lo ch*pó, tentándome. Cerré los ojos, pero su voz me hizo abrirlos de nuevo.
"Bebé, mírame", susurró.
Apoyé los codos en la cama, bajé la mirada y lo vi com*éndome. Sus ojos ardían de deseo cuando nuestras miradas se encontraron. Con su boca aún pegada a mi c*ítoris, introdujo, delicadamente, su dedo en mi apretado agujero, y casi me atraganto con la nueva sensación que me sacia.
"C*ño, ¡qué cerrada eres, bebé!", dijo con voz áspera, y luego entró y sacó el dedo despacito.
Sentí lágrimas en los ojos, no de dolor sino de placer. Era una tortura, pero era el tipo de tortura que quería que me diera.
"Tyler". No pude evitar que se me escapara su nombre y, al decirlo, transmití vulnerabilidad.
Aquí estaba yo, desnuda delante de él, que aún no se quitaba el bóxer. Pero me gustaba lo que le estaba haciendo a mi cuerpo. Me gustaba que pensara, primero, en darme placer.
Podíamos escuchar cuán húmeda estaba cuando, continuamente, me metía y sacaba el dedo de mi núcleo. Y continuaba besándome y c*upándome el c*ítoris, lo que me sonrojaba sobremanera.
"¿Escuchas eso, Red?". A Tyler se le endureció el rostro. “¿Escuchas lo bien que te hago sentir? ¿Escuchas la humedad que te he provocado?
Más lágrimas me inundaron los ojos y mis muslos temblaban de impotencia estando cerca de él. Presentí que algo se acercaba, que algo estaba a punto de explotar, como oleadas de placer arrojándose sobre mí como un vendaval.
Pero luego, antes de que ese clímax pudiera acertarme, Tyler, de repente, retiró la boca de mi c*ítoris y sacó el dedo. "¡Tyler!". La repentina pérdida estuvo a punto de hacerme lloriquear.
Soltó una risita, pero antes de que pudiera descargar mi frustración sobre él, me dio un suave beso en los labios que me indujo a saborear mis propios labios.
Salió de encima de mí y se quitó el bóxer, le dio un puntapié y se dirigió a su mesita de noche. Apenas vi su m*embro enorme y duro, desvié la mirada, tratando de calmar los latidos de mi corazón.
Espero que me quede bien.
Le devolví la mirada cuando sacó un paquete de condones del cajón de su mesita de noche. Lo abrió con los dientes, se lo puso y se me acercó.
Su mirara se enterneció al ver la preocupación en mi rostro. Suspiró y se acostó a mi lado, atrayéndome a sus brazos. "¿Es esta tu primera vez, Red?".
Asentí y metí la cara en la articulación de su cuello.
"¿Todavía quieres hacerlo?", me preguntó con una voz muy suave, mientras me abrazaba de manera protectora. Sentí que me derretía en sus brazos. “No tenemos que hacerlo. No quiero hacerte daño".
Se apartó y sus ojos se encontraron con los míos. Trataba de leerme, de saber si estaba lista o no.
"Estoy lista, Tyler...".
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