Capítulo 86
790palabras
2022-12-05 09:27
GRACIE
Después de que Hayden, refunfuñando por lo bajo, se hiciera a un lado, la hice pasar y la conduje dentro de la casa. 
Aunque la expresión de él podía incomodar a cualquiera, a Melissa parecía no importarle, o tal vez no le importaba lo que él pensara de ella.

Durante el último mes, nuestra relación se había acelerado en forma exponencial. Sin embargo, él todavía la desaprobaba, pues la continuaba considerando "potencialmente peligrosa".
Él estaba equivocado; ella también podía ser la persona más amable; por ejemplo, el primer mes, ella había estado ansiosa por saber sobre mí. A pesar de la incomodidad inicial entre nosotras, después de los primeros encuentros nos sentimos más a gusto. Seguro, se debía a que ambas crecimos sin experimentar el amor de una familia real. Ella ni siquiera parecía ofenderse por la evidente aversión de Hayden, incluso cuando su mirada de desaprobación nos vigilaba como un halcón.
"Hola", saludó a Hazel, con una pequeña sonrisa. Yo suponía que también ella se había enamorado de la pequeña, como todos lo hicimos.
"Tía Mel", la recibió la niña, dejando a Sebastian para venir hacia nosotras.
Se hizo un silencio molesto; podía adivinar lo incómoda que ella debía estar bajo la mirada de los hermanos. La mirada de Hayden mostraba, a las claras, que él no apreciaba su presencia; en cuanto a Sebastian, él estaba en blanco; no se podía adivinar lo que estaba pensando. No obstante, a quién le importaba, yo estaba feliz de tenerla allí.
"¿Sabes que nos vamos a casar?", anunció mi niña, con entusiasmo. 

Melissa pareció confundida por un momento; luego, cuando su mirada se posó en el anillo en mi dedo, sus ojos se abrieron en forma casi dramática y yo no pude contener una risita.
"¡Es tan hermoso! ¿Te vas a casar? ¿Cuándo es la boda?", indagó ella.
"En realidad aún no hemos fijado una fecha".
Como ya habíamos estado de pie lo suficiente, la llevé a sentarnos al otro extremo de la sala; eso nos daría además un poco de privacidad; según parecía, Hayden no había pensado que era educado darnos el espacio que necesitábamos, tampoco Sebastian.

Ambas nos sentamos en el sofá; su mirada brillaba emocionada, se veía genuinamente feliz por mí.
"Tienes una familia muy amorosa", comentó, con la mirada distante. 
Solo pude estar de acuerdo con ella en silencio; aunque Hayden y yo habíamos comenzado con el pie izquierdo, parecía que terminaríamos bien.
"¿Cuánto tiempo hace que los conoces?", le pregunté. 
Ella parpadeó y su atención volvió a mí.
"Desde que era pequeña, pero ellos luego se mudaron... Solo veo al hermano mayor con frecuencia, aunque no hemos sido nada más que...", dejó que sus palabras se apagaran... 
Mi mirada siguió la de ella hasta donde estaban sentados los dos hermanos, enfrascados en una discusión, si bien estábamos demasiado lejos para escuchar su conversación.
Sebastian eligió ese momento para enderezarse; su mirada se dirigió hacia nuestra dirección por un momento y la sostuvo. 
También noté la forma en que ella lo miraba hasta que él salió de la sala.
Divertida y curiosa, los observé a los dos hasta que su mirada volvió a la mía; podría jurar que vi un atisbo de rubor en ella, sin mencionar la sonrisa tímida que me dio. Pese a los indicios, decidí no preguntarle nada al respecto.
"¿Ya decidiste qué hacer con tu vida a partir de aquí?", pregunté, en cambio.
"Todavía no, pero el mundo es tan grande que seguro encontraré una o dos cosas", respondió, con un brillo en la mirada.
*
*
*
La pasamos bastante bien, junto con mi niña, hasta que se fue; prometí que pasaríamos más tiempo juntas. 
Un rato después, Sebastian también partió. 
Después de la cena, preparé un baño para Hazel y la arropé en la cama. Estaba feliz de saber que ella crecería amada y adorada; algo que Melissa y yo nunca habíamos tenido.
"Ella está creciendo muy rápido", estimó Hayden, detrás de mí. "Me perdí algunos aspectos de su vida, por eso esta vez quiero experimentar todo contigo", confesó, en un tono bajo, aunque con una mirada decidida.
"Sabes, en el pasado, nunca te hubiera tomado por alguien que adora a los niños", admití.
"No todos los niños, solo los que son míos... y por supuesto tuyos", bromeó, con una sonrisa. 
En un instante me jaló contra su pecho y dejé escapar un jadeo ante su mirada hambrienta.
"Mi necesidad es obsesiva, nunca saciada, ¿crees que encontraremos nuestro felices para siempre?", murmuró acariciando la sensible piel de mi cuello.
Cerré los ojos y presioné un suave beso sobre sus labios; para evitar que me alejara, él sujetó mis mejillas y profundizó el beso. 
Según parecía, ambos encontramos nuestras respuestas.
*
*