Capítulo 84
1157palabras
2022-12-02 00:01
GRACIE
Una vez más estaba en la oscuridad; el sonido de su risa tenebrosa y repulsiva resonaba, en tanto yo corría lo más rápido que podía y mi corazón latía con fuerza contra mi pecho.
Entonces, vi a Melissa luchando por liberarse. Una sonrisa cruel se deslizó por los rasgos del malvado.
¡Oh Dios! Él iba a matarla.
Mi puño sostenía con fuerza una navaja que se clavaba directo en su pecho.
Había mucha sangre en todas partes, en el suelo, en mis manos; ese olor rancio, metálico y enfermizo, me daba ganas de vomitar. Un grito aterrorizado salió de mi boca cuando vi una mirada muerta observándome desde el suelo.
En ese momento, escuché mi nombre, aunque la voz sonaba como si viniera de lejos.
Otra vez sentí que me llamaban, en esa oportunidad, con tono firme y autoritario; eso me obligó a despertarme de mi aterradora pesadilla. Cuando abrí los ojos, frente a mí, había un par de luceros color verde oscuro, mirándome preocupados.
"Hayden...", lo reconocí.
"Chist, es solo un sueño", murmuró él, con dulzura. Todavía temblando, exhalé, pues las pesadillas no se detenían; cada vez se presentaban más aterradoras.
Sus dedos comenzaron a acariciarme el cabello y de alguna manera me calmaron lo suficiente como para relajarme contra él.
Si ya habían pasado unos días, ¿por qué continuaba el espanto?
"Todo estará bien", musitó él, rozando mis sienes con sus labios delicados.
"¿Lo crees? Todavía veo todo; solo sigue reproduciéndose una y otra vez", susurré, casi inaudible, abriendo mi mirada para encontrar la suya.
"¿Te arrepientes de salvarte a ti y a nuestra hija?", inquirió, dedicándome toda su mirada tan inquebrantable que me tomó como rehén.
"Hayden yo...".
"Es solo una pregunta simple", me interrumpió.
"No... no me arrepiento. Lo volvería a hacer dada la situación, pero cada vez que cierro los ojos solo lo veo a él; todavía siento su sangre, Hayden... Me persigue, yo... yo... soy una asesina". Mi voz quebrada solo me permitía hablar en un susurro apagado.
Sus músculos se tensaron y se pusieron rígidos; su mirada ardió con emociones que reconocí en cuanto una de sus manos agarró mis hombros con decisión y usó la otra para inclinar mi barbilla y mirarnos directo a los ojos.
"Tú no lo mataste, yo fui quien lo hizo", articuló él, destacando cada sílaba.
Mi aliento quedó retenido en mi garganta, mientras él continuaba: "Podrías ser cualquier cosa menos una asesina Gracie, yo soy la única mala persona aquí... Siempre lastimo a la gente".
Sus últimas palabras me abrieron el pecho y llenaron mi interior con severos remordimientos renovados.
"Hayden, en verdad, no quise decir eso, lo dije porque...", comencé a justificarme. Sin embargo, él puso su dedo índice sobre mis labios, cortando mis excusas.
"Eso no lo hace menos cierto; nada puede borrar eso. Si alguien merece esas pesadillas, entonces debería ser yo, no tú. Fuiste fuerte, hiciste lo que pudiste para mantenerte con vida... Nada más debería importar", sentenció con dureza, sosteniéndome en una mirada magnética. La intensidad de esos ojos me mantenía cautiva, obligada a creerle.
"Nadie se merece eso Hayden... ni tú, ni nadie", consideré.
Luego, me acerqué un poco más para presionarme contra su pecho; rocé mis labios sobre los suyos, chupando su carnoso labio inferior, inhalando su familiar aroma almizclado. Yo anhelaba esa cercanía; mi piel ardía con la necesidad de ser consumida por sus caricias.
Sentí su lengua dentro de mi boca; me conquistaba, celebrando. Demandante, él tomó el control del beso. Mis dedos se hundieron en su cabello; entretanto, yo bebía de su boca, en busca de la conexión que solo él podía darme.
"Haz que me olvide de todo... menos de ti", supliqué, casi sin aliento.
Su lengua ya se daba un festín en mi cuello y la base de mi garganta; dejaba su marca en todos los lugares que tocaba, haciéndome enloquecer de pasión.
"Me vuelves loco", refunfuñó él, también. Intercambiamos nuestras ubicaciones, hasta que yo quedé debajo de él y su peso me atrapó en la posición.
Apenas escuché cuando me arrancaba la ropa, antes de sentir su toque sereno sobre mi piel ardiente y dolorida.
Sus dedos alcanzaron el área entre mis piernas; luego, un sonido estrangulado escapó de mi garganta cuando un dedo separó mis pliegues.
La intensidad del placer me hizo cerrar los ojos.
"Mírame", ordenó, ronco y lleno de excitación.
Mis ojos se abrieron para encontrarse con su ardiente mirada.
"¡Dime que me quieres!", exigió, vehemente, introduciendo otro dedo en mí.
Un gemido escapó de mi boca cuando rodeó mi protuberancia con sus dedos, llevándome cerca del éxtasis.
"¡Dime!", insistió; esta vez su aliento salía en ásperos jadeos. Mi cuerpo palpitaba de deseo ante su erección que presionaba con fuerza contra mis muslos.
"Te necesito. Ahora, aquí mismo. Quiero que me poseas", jadeé, empujándome contra sus dedos. Mi cuerpo anhelaba la liberación que solo él podía darme.
Con cada expresión, su mirada se cargaba más de voluptuosidad, su aliento salía en jadeos ásperos.
"Te poseeré", anunció, brusco cuando me deshice en sus manos, gritando su nombre en el momento que él me arrancaba un org*smo.
HAYDEN
"¡Eres mía!", reclamé, vibrando desde mi pecho.
Mi p*lla palpitaba, dura e hinchada mientras la hundía en su más dulce profundidad, aún húmeda y resbaladiza por su orgasmo. Los suaves gemidos que ella daba con cada poderoso empuje casi me hicieron perder el control.
"J*der", gemí cuando me estrellé más enérgico contra ella empujando más hondo, ansiándolo todo de ella, dándole todo lo que tenía.
"Hayden...".
"Sí. Este soy yo poseyéndote. ¿Me sientes dentro de ti?", jadeé cada vocablo, sin aliento.
En lugar de esperar una respuesta, le robé un fuerte beso de los labios, eliminando el oxígeno de nuestros pulmones, extendiendo una de mis manos para apretar sus pechos y rozar sus pezones arrugados.
"Me encanta lo apretada y mojada que estás". Bombeé más intenso, sabiendo que me iba a correr duro.
La base de mi columna se calentó; sabía que ambos estábamos al borde, con un último empujón, explotamos como dinamita. Con firmeza, sostuve su cuerpo en tanto me vaciaba por completo dentro de ella...
Un gruñido de deleite escapó de mi boca junto con su grito de liberación.
"Te amo", declaró, apasionada, intensificando mi placer.
"Mírame", requerí, en voz baja.
Aunque se le caían los párpados por el sueño, aún sostuvo mi mirada.
"Eres la única a la que amaré, Gracie. No sé por qué me elegiste después de todo...".
"Hemos enterrado el pasado detrás de nosotros Hayden; todavía tenemos un futuro por delante", murmuró contra mi pecho. Yo solo me atraganté, cuando sus brazos me rodearon, a la vez que sus ojos soñolientos se cerraban.
Cuando ella se apagó tan rápido como una luz, las comisuras de mis labios dibujaron una sonrisa; así me quedé, preguntándome si en realidad ella había querido decir esas palabras o solo las había dicho porque necesitaba su sueño reparador.
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