Capítulo 82
1160palabras
2022-12-01 00:01
GRACIE
"¡Mami!", gritó mi niña, mientras sus brazos se apretaban a mi alrededor. Yo también la abracé con fuerza, cerré los ojos inhalando su dulce aroma a talco de bebé; había tenido tanto miedo por ella..., por nosotras.
"¡Papá!", volvió a exclamar, cuando él se agachaba hacia ella mostrando su rostro aún tenso por las emociones.
"¿Estás bien, princesa?", preguntó él, estudiando sus suaves rasgos.
Ella asentía una y otra vez, sin dejar de abrazarme; tuve que parpadear para contener las lágrimas. Sentía que Hayden me observaba; también se le veía preocupado por mí; yo imaginaba que se relacionaba, en especial, con mi reacción después de apuñalar a Robert.
"¿Ese tipo malo te lastimó mami?". Su llanto se había calmado y se había convertido en un hipo silencioso.
"No me pasó nada cariño, los malos no me hicieron daño", aseguré. Sin embargo, ella no se veía de ninguna manera convencida; de seguro, los moretones en mi rostro no ayudaban a que ella creyera mis palabras.
"Ella me dijo que tú y papá vendrían a buscarme, pero pensé que te habían hecho algo malo; quería salvarte, pero el hombre malo...", relataba Hazel, con voz trémula y ojos otra vez vidriosos. ¿Acaso hablaba de Melissa? Por instinto, la busqué con los ojos alrededor de la habitación.
Noté la forma en que la expresión de él se endureció por un momento; cuando miró de nuevo a la niña, la culpa y la angustia se reflejaban con claridad en su rostro. Esperaba que no se culpara a sí mismo, ya que nada de eso había sido su culpa.
De a poco, mi mente recorrió todas las cosas hirientes que le había dicho, incluso lo había culpado por la muerte de Shawn.
"Fuiste tan valiente princesa, tu mamá y yo estamos muy orgullosos de ti", consideró el papá satisfecho, esparciendo suaves besos por toda su cabecita. Luego, él se enderezó y la tomó en sus brazos.
"¿Entonces podemos irnos a casa ahora?", celebró ella.
Mi mirada recorrió deprisa el lugar y luego volvió hacia ella. No parecía estar lastimada en la parte física; aunque todavía era una niña, de seguro los malos recuerdos la habían marcado; sería difícil para ella olvidar todo. Lo mismo sucedía conmigo; solo deseaba poder borrar la memoria de la sangre de Robert en mis manos. Había hecho lo que tenía que hacer para salvarme a mí y a Melissa, pero aun así...
Melissa.
Nos miramos a los ojos desde el extremo de la habitación; quizás nos estaba dando algo de espacio.
Yo necesitaba obtener respuestas a todas las confusas preguntas que habían surgido dentro de mí.
"Hayden, ¿puedes llevar a Hazel al auto? Estaré allí en un ratito", intenté.
Todo, su expresión y la forma en que de repente se inquietó, me hacía pensar que se iba a oponer a mis intenciones.
"Gracie...", comenzó a alegar él.
"Solo un minuto, no tomará mucho tiempo", agregué con rapidez, antes de que él pudiera negarse. Sabía que no le gustaba la idea; durante todo nuestro viaje hasta allí, había indicado en forma expresa que no confiaba en Melissa. Con certeza, todavía le guardaba rencor, a pesar de que ella había ayudado a salvarnos. Cuando por fin dio su breve asentimiento, un suspiro de alivio escapó de mi boca.
"Solo un minuto y vendré a buscarte. Y estaré esperando justo afuera", informó, a viva voz, en tanto le clavaba la vista a ella en clara y dura advertencia.
Quería decirle que estaba siendo grosero con la persona que había hecho todo lo posible por ayudarnos, más decidí no hacerlo. A juzgar por su expresión inflexible, él podría cambiar de opinión e insistir en que lo acompañara.
Apenas salió, me di la vuelta para mirarla; nos quedamos en silencio por un momento, tenía tantos interrogantes en mi mente que no sabía por dónde empezar.
Al menos debería comenzar por averiguar por qué Robert había odiado tanto al padre de Hayden. El odio en su rostro había sido crudo e intenso; solo una razón profunda podía justificarlo y solo ella podía explicármela.
"Gracias", reconocí.
Si aceptó mi agradecimiento, fue muy en su interior, pues no dio ningún indicio y solo se encogió de hombros.
"¿Qué quieres preguntar? Adelante", recomendó, sin rodeos.
Decidí posponer las cuestiones más importantes que roían el fondo de mi mente y comenzar, en cambio, por el motivo de mi secuestro en primer lugar.
"¿Por qué los odia tanto, pensé que eran amigos?", indagué.
Una de sus cejas formó un arco perfecto, como si esa fuera la más inesperada de todas las posibles preguntas.
"No eran más que socios comerciales. Nunca fueron amigos...", se detuvo; como permanecí en silencio, ella continuó.
"Desde que tengo memoria, Robert lo odiaba. Supongo que se relacionaba con la muerte de sus padres. Al día siguiente de que mis abuelos fueron encontrados sin vida, les robaron todos sus envíos; como meses después McAndrew se convirtió en el más rico y poderoso de la organización, no es difícil atar cabos, ¿verdad?".
Las razones expresadas eran por demás suficientes para odiar a alguien. Me preguntaba si el padre de Hayden había sido capaz de hacer algo tan... malvado.
"¿En verdad ese asunto estuvo relacionado con él?", pregunté.
Ella apenas se encogió de hombros.
"Tal vez sí... Tal vez no; nadie lo sabe. No había evidencia para probar si en realidad lo había hecho o no. Robert estaba furioso, lleno de odio y celos, pero lo escondió muy bien bajo la apariencia de una amistad. Él esperó durante años para vengarse de la familia; luego, envió a Matteo; no obstante, las cosas no salieron como planearon".
Me tensé un poco ante la mención de Matteo, el resto lo sabía muy bien.
Mi mirada sostuvo la de ella; ambas nos quedamos en silencio por un momento, hasta que no pude contenerme más y comenzaron a salir de mi boca todas las preguntas:
"¿Qué quería él de mí y por qué me ayudaste? ¿Quién eres con exactitud?, antes tu padre había dicho...". Sus ojos relampaguearon ante mi uso de la palabra "padre".
Sin alcanzar a leer todas las emociones que pasaban por su mirada oscura, me daba cuenta de que ella no era tan indiferente a todo como yo había pensado. Todo el asunto todavía la afectaba en profundidad, incluso si mantenía una expresión férrea.
"Ese primer día, te acercaste a mí en forma intencional. ¿Fue porque me conocías?", pregunté de nuevo.
"No fue difícil reconocerte, te pareces mucho a ella". Me tensé un poco, Robert también había dicho lo mismo, aunque una parte de mí estaba empezando a adivinar quién era ELLA, todavía necesitaba escucharlo de Melissa.
"¿Qué quieres decir?", la insté.
"Estoy hablando de NUESTRA madre", respondió, mirándome a los ojos. ¿Acaso había un rastro de amargura en su tono?
A pesar de esperar de alguna manera justo eso, no me golpeó menos cuando las palabras exactas salieron de su boca. Solo pude mirarla, sin palabras. ¿Nuestra madre? ¿Una hermana?