Capítulo 80
476palabras
2022-11-30 00:01
"¡P*rra ingrata, qué estás haciendo!", exclamó él. Todavía tenía esa confianza en su voz, como si estuviera seguro de que ella no sería capaz de apretar el gatillo.
"¡No dejaré que me mates porque vas a morir primero!", anunció ella; aunque su voz temblaba, su mano se mantenía firme.
Él debió haber visto el odio y la determinación en su mirada, porque la navaja se deslizó despacio de sus manos y cayó al suelo con un sonido metálico. Por fin, yo podía respirar una vez más, sin poder evitar sentir admiración por su coraje. Quizás, ella solo había conocido el abuso; a pesar de todo, ella de ninguna manera se había convertido en una mera muñeca rota.
"¡Tranquilízate, niña! ¡Esta es la última y única advertencia!", insistió él.
Ella se rio en voz alta y su expresión se volvió un poco loca.
"Solo quiero sobrevivir más tiempo; eso es todo lo que he estado haciendo, ¡no quiero morir como ella! Por eso vas a tener que morir tú".
"¡Soy tu padre, yo te crie! ¡No puedes matarme! Además, ¡nunca encontrarás a la niña si lo haces!", alegó él, muy confiado.
"No te preocupes padre, encontré dónde la tenías y está a salvo. ¡Lejos de ti!", informó ella.
La miré sin poder ocultar mi sorpresa.
¿Acaso había planeado ayudarme desde el principio? ¿Pero por qué? ¿Por qué estaba tan interesada en ayudarme?
Sus dedos se tensaron alrededor del gatillo y luego ella disparó, peo no pasó nada.
Un tren de maldiciones escapó de su boca mientras lo intentaba una y otra vez, sin éxito.
¡El arma no estaba cargada!
Sin demora, Robert se lanzó hacia ella; él conservaba su fortaleza y agilidad a pesar de la edad. Su intención asesina oscureció su mirada cuando sus manos la tomaron del cuello y apretaron, asfixiando su vida.
"¡Te mataré! ¡Te mataré!", gritó él hasta desgañitarse, su gestos enloquecidos y psicóticos. Sus manos le apretaban más y más el cuello. Aunque ella luchaba, era en vano, pues él era demasiado fuerte para su frágil estatura. Su femenina cara de a poco se volvía blanca como el papel.
Él iba a matarla; la sola idea me hizo hervir la sangre e hizo que mi corazón se acelerara.
Yo tenía que detenerlo. ¿Pero cómo?
Mi mirada se posó en la navaja de bolsillo que él antes había sostenido contra mi garganta; sin pensarlo dos veces, me arrastré hacia ella y la apreté entre mis dedos.
Las manos me temblaban; sin embargo, tenía que hacerlo, pues muchas vidas contaban conmigo: Hazel... Shawn, Hayden... y yo. También lo haría por esa mujer resistente que había dado todo para protegerme, con una resolución fortalecida apreté mis dedos alrededor del arma blanca. Él estaba tan ofuscado que no me oyó acercarme.
"Querías salvar a tu hermana, ¿por qué no mueres primero p*rra?", gruñó él.
¡Espera!
¿Qué?