Capítulo 73
1402palabras
2022-11-26 00:01
HAYDEN
Observaba el motel frente a mí, era bastante tarde y solo había unas pocas personas alrededor. Una lluvia ligera caía sobre mi piel mientras yo hacía reconocimiento de la zona; se veía como el lugar perfecto para encontrarnos.
Antes, el teléfono de Gracie había recibido un mensaje de texto de un número desconocido, pidiéndole de reunirse allí; no tuve que preguntarme dos veces, pues intuía quién lo había enviado.
Era perfecto para mí porque tenía muchas ganas de conocerlo. Lástima para él que la persona que él había citado no era quien lo esperaba.
Mi bota hizo crujir la grava cuando me detuve; esperé unos segundos justo detrás del motel, pero nada; empezaba a impacientarme.
"¿Vas a seguir escondiéndote? ¿Por qué no sales?", lo desafié en voz alta.
Escuché un sonido detrás de mí y me di vuelta de inmediato; allí me encontré con el cañón de un arma; mi mirada viajó para encontrarse con la suya, sin revelar nada en mi expresión remota.
Por un momento nos miramos, evaluándonos en silencio.
"Lo mantendría bajo si fuera tú, detective" sugerí, incapaz de mantener las gélidas aristas fuera de mi tono.
Examiné al hombre que nos había estado siguiendo durante algunas semanas. Según parecía, no había podido ocultar su rastro bastante bien como para no ser descubierto. En particular, Sebastian había querido deshacerse de él, pero por alguna razón yo dudaba. No sabía si debía llamarlo valiente o estúpido por tratar de encontrarse con Gracie, pero no quería saberme nada al respecto.
Y pensar que ella no había sido del todo honesta conmigo acerca de su encuentro. El pensamiento dibujó en mi boca una línea sombría; ella debía haber pensado que iba a lastimarlo o algo peor.
Sin embargo, ella no habría estado tan equivocada sobre eso, en especial cuando él me apuntaba con un arma en mi cara.
"Te estoy pidiendo j*didamente que bajes eso", reclamé de nuevo, esta vez mi paciencia se agotaba.
"No estoy intimidado por ti", replicó, y tensó aún más sus dedos.
Sin duda, él era duro; lástima que ese atributo no lo llevaría a ninguna parte en esa oportunidad.
Como eso se ponía mucho más interesante de lo que había pensado, una lenta y siniestra sonrisa se extendió por mi rostro.
"Bueno, deberías estarlo, porque en cualquier momento a partir de ahora serás un j*dido hombre muerto".
Su mirada se estrechó con sospecha hacia mí por un segundo, antes de captar la vista detrás de mí.
"Hijo de p*ta...". Una bala pasó silbando junto a su cabeza interrumpiendo lo que fuera que estaba a punto de decir.
"Estás superado en número, el próximo no fallará, te lo aseguro", anuncié, con tranquilidad, satisfecho cuando dejó caer su arma. "Ahora vayamos al grano, ¿de acuerdo?".
Su mirada furiosa se volvió una expresión en blanco; sabía que no era como los otros policías a quienes podía comprar con facilidad. Él había interrumpido nuestros planes un par de veces; lo que no calificaría como inteligente, pues había encendido la ira de mi hermano.
"La contactaste hoy", comenté con total naturalidad, a la vez que levantaba el teléfono celular adonde él había enviado un mensaje de texto para reunirse con ella y tratar el importante asunto que le había contado esa tarde.
"¿Qué cosa importante tienes para decirle?".
"¡No te voy a decir una m*erda!", espetó y luego continuó. "¿Por qué las tienes? Descubrí que ella se había estado escondiendo de ti. Esa es la razón por la que cambió su identidad, me niego a creer que ella fue contigo por su propia voluntad".
"¿Así que querías rescatarla?", una risa baja y oscura escapó de mi boca. Con claridad, no era tan inteligente como parecía.
Eché un vistazo rápido a mi alrededor, me negaba a perder más tiempo allí con él.
"Aléjate de mis asuntos... y de ELLA", articulé con frialdad cada palabra, pues no sería responsable de nada de lo que sucediera si se involucrara más en nuestros asuntos. Tal vez no corría peligro conmigo, pero no diría que estaba a salvo de Sebastian.
"Es solo cuestión de tiempo antes de juntar suficiente evidencia contra ti", advirtió, como si eso fuera suficiente para asustarme; yo era el único depredador allí.
"Eso podría ser cierto, pero ¿no crees que deberías seguir con vida para eso?".
Su mirada recorrió rápido los alrededores, como si mis hombres fueran a saltar sobre él en cualquier momento.
"No hay necesidad de estar alerta. Si quisiera, entonces no estaría parado aquí hablando contigo, ya estarías j*didamente muerto", expuse, en un tono impaciente.
"¿Y se supone que debo estar agradecido contigo? No te tengo miedo, sé que primero secuestraste a Hazel y luego la obligaste a ir contigo".
No me perdí ningún matiz repentino en su mirada cada vez que hablaba de Gracie; empezaba a entender por qué echaba pestes y daba tantas vueltas.
"Incluso si eso es cierto, no es asunto tuyo, son mi familia. Gracie es MÍA, así como nuestra hija, no tienes que preocuparte por ella, ¡porque está bien cuidada conmigo!".
Una mirada de ira y algo más brilló en sus ojos, una mirada que conocía muy bien: celos.
Le clavé la vista, fría e imperturbable; yo tenía razón en que él no se comportaba así por su deber o por la bondad de su corazón; él guardaba un pequeño secreto.
"¡No te creo!", objetó él. Otra risa baja y oscura escapó de mi boca.
"Como si me importara un c*rajo. Deberías mantenerte en tu nivel, lejos de nuestros asuntos y, lo que es más importante, lejos de ella. Ni siquiera deberías mirar en su dirección o yo podría simplemente...". Inhalé profundo para permitir que el resto de mis palabras se apagaran; lo dejé para que me mirara marcharme.
De alguna manera, ella lo consideraba su amigo; si alguna vez se enteraba de que yo le había hecho algo, ella se sentiría herida; no quería arriesgarme en eso.
Él podía considerarse afortunado, a pesar de que una parte de mí quería destrozarlo en pedazos por atreverse a albergar sentimientos por ella.
Mis pensamientos fueron interrumpidos por el fuerte sonido de un disparo, seguido de un grito; siguió otro disparo y todo mi cuerpo se tensionó en alerta máxima.
Con mi arma bien apretada en mis manos, despacio y con cautela vigilé mi camino. Para empezar, mi mirada se posó en el cuerpo en el suelo; era el policía.
Me acerqué con pasos apresurados, mi mirada se lanzaba hacia cada rincón en alerta. Me agaché junto a él; apenas respiraba; mi mano hizo contacto con algo húmedo en su camisa.
Era sangre
M*erda.
Golpeé sus hombros con brusquedad.
"¿Quién hizo esto?... Resiste. ¡Busca ayuda!", le grité a uno de mis hombres que me había seguido.
¿Cómo había sucedido eso tan de repente?
Estaba a punto de enderezarme cuando apretó mi mano con una fuerza sorprendente.
Sus siguientes palabras fueron incomprensibles, solo pude distinguir una oración.
"Yo no era e-el único s-siguiendo e-ese día, t-también está ella, ... peligro". El resto de sus palabras se desvanecieron; cuando se quedó quieto contra mí, vi cómo la vida se escurría de sus ojos.
Hice una rápida inspección de nuestro entorno. De seguro, quienquiera fuera el asesino ya se habría ido hacía mucho tiempo. La pregunta era ¿por qué él? Si la persona había estado detrás de mí, ¿por qué no vino por mí?
A no ser que... alguien hubiera estado allí, observándonos todo el tiempo, quizá esperando a que me fuera.
Miré el cuerpo ahora sin vida en mis brazos.
Aunque no éramos amigos, me hacía hervir la sangre pensar que algún hijo de p*ta lo hubiera usado como una advertencia para mí.
¿Qué había sido lo importante que había querido decirle a Gracie? ¿Podría ser que era otra cosa y no tratar de ayudarla a escapar de mí?
*
*
A distancia, observé cómo la ambulancia y la policía colocaban cintas en la escena; después, entré en mi auto, listo para partir.
Él había asegurado que alguien más, aparte de él, nos había estado siguiendo y se había referido a esa persona como "ella".
Encendí la ignición y el automóvil vibró a la vida; estaba a punto de presionar el acelerador cuando mi mirada captó algo al otro lado de la calle: un BMW negro con vidrios polarizados; lo reconocería en cualquier lugar, pertenecía a Melissa. ¿Qué podría estar haciendo ella allí a semejante hora?
*
*