Capítulo 70
1331palabras
2022-11-25 00:01
GRACIE
Apreté con firmeza el libro en mi mano; todavía reflexionaba sobre lo sucedido antes, cuando esa mujer se había presentado como Melissa. Si no me equivocaba, ella lucía ansiosa por hablar conmigo; la mirada en sus ojos parecía casi como si me conociera; bastante extraño; no nos habíamos visto antes. Justo cuando estaba a punto de explayarse, otro hombre de mediana edad entró.
Según parecía, venían juntos; ella lo había llamado padre y ambos daban la impresión de ser cercanos al padre de Hayden, porque él mismo les había dado la bienvenida. Antes de desaparecer todos ellos dentro del estudio, ella me lanzó una última mirada. ¿Acaso me estaba obsesionando con eso? Ella era solo una extraña al azar, seguro que la habría recordado si alguna vez la hubiera visto antes.

Con un pequeño suspiro, volví a colocar el libro en el estante con cuidado; no obstante, no podía dejar de preguntarme por qué se me había presentado en primer lugar. Me di la vuelta cuando escuché el sonido de la perilla al abrirse; segundos después, la puerta se abrió y ella entró; casi sentí como si ella se hubiera materializado de mis pensamientos.
¿Me estaba siguiendo aquí? Eso se estaba volviendo incluso más insólito y alarmante. La observé caminar hacia uno de los estantes para seleccionar un libro; pronto ella comenzó a hojear las páginas.
"¿Qué quieres?", pregunté, incapaz de ocultar mi inquietud. Entonces, me miró fijo, con sus ojos como granos de café sin revelar nada; ni siquiera se podía adivinar lo que podría estar pensando. "¿Por qué me sigues aquí?", pregunté, en forma directa, con más firmeza. Su mirada parpadeó con una emoción desconocida, sin darme tiempo a averiguar de qué se trataba. Cerró el libro en sus manos y lo devolvió al lugar de donde lo había sacado.
"¿Por qué te seguiría hasta aquí? No pienses demasiado en las cosas", comentó en un tono entrecortado. Me miró por un momento y después desvió su mirada; me pareció observar cierta curiosidad en sus ojos. "Me preguntaba quién eres, no te he visto aquí antes, ¿cómo estás relacionada con ellos?", quiso averiguar.
"Yo podría decir lo mismo, yo tampoco te he visto antes", repliqué. Ante mis palabras, un resoplido escapó de su boca. Su forma de dirigirse a mí me hizo preguntarme quién era ella y cómo se relacionaba con esa familia. Solo sabía su nombre y que se había mostrado ansiosa por hablar conmigo antes, empero parecía haberme equivocado. La curiosidad en su mirada se desvaneció, reemplazada por una expresión severa y gélida.
"¿Tú eres la madre de esa niña? Es hermosa, deberías cuidarla". Me dejó desconcertada su abrupto cambio de tema; todavía más me impactó la repentina crispación en el tono de su voz. ¿Era solo una manera de decir? Sonaba como una notificación directa; no, sonaba casi como una amenaza.

"¿Qué tratas de decir?", indagué. Ella solo se encogió un poco de hombros, pero alcancé a captar una ligera vacilación en su mirada.
"Pareces una buena persona, y la gente buena siempre sale lastimada, ¿no es así?", explicó ella. Después de eso, ella salió; me quedé mirando la puerta entreabierta, a pesar de que ella había desaparecido por completo de la vista. Sus últimas palabras se repetían dentro de mi cabeza; la advertencia en su tono había sido clara, aunque un poco vacilante.
Desde la primera vez, su forma de acercarse a mí, luego su comportamiento entrando en donde yo estaba, muchos aspectos sobre ella parecían cuestionables; había tenido una actitud rara, pero por alguna razón no parecía dañina.
Mis pensamientos se calmaron cuando Hayden entró por la puerta; lo observé, atenta a la forma en que su mirada recorría cada rincón de la habitación antes de aterrizar en mí una vez más.

*
*
HAYDEN
Todo el día estuve distrayéndome; había mucho trabajo por hacer, teniendo en cuenta que me había tomado unas pocas semanas libres. Sin embargo, todos mis pensamientos volvían a la noche anterior; cuando me dijo que no me odiaba, sentí que algo en mí se rompía; más aún, cuando me dijo que me amaba, me sentí como un hombre diferente. En ese momento, incluso si hubiera muerto, habría sido la p*ta manera perfecta de hacerlo.
Ella me había clavado la mirada diciéndome que me necesitaba tanto como yo la deseaba. Si bien eso no era cierto, nadie jamás sentiría lo que yo sentía por ella; ni siquiera ella sería capaz de corresponderme con la misma pasión tormentosa que me consumía. Aún así, nunca había tenido tanto miedo de equivocarme; no quería cometer ningún error con ella.
Una parte profunda de mí se arrepintió cuando ella dijo que se había acostumbrado a todo, a mi obsesión y a mi oscuridad; a la vez, otra parte más interna mía se estremeció; yo debía reprimir ese aspecto mío, mantenerlo bajo control. Ella no debería haber tenido que acostumbrarse a eso; antes no me daba cuenta de que la había estropeado más de lo pensado.
Ahora todo mi cuerpo palpitaba anhelante por verla; necesitaba ver esa mirada en sus ojos otra vez; necesitaba escuchar esas palabras pronunciadas en voz baja... Seguro como el infierno, yo no me merecía nada de eso; tal vez, nunca me lo merecería.
Desde el principio no fui un m*ldito santo, cualquier cosa menos eso... Un j*dido villano sería la manera adecuada de describirme. Deseaba no tener que arrastrarla a mi mundo, siempre había sido egoísta cuando se trataba de ella; no creía que eso cambiara pronto, en especial, cuando sabía que ella me quería y que me había aceptado.
No podía reprimir la ola de protección que sentía hacia ella; siempre había sido así para mí. Ella solo podía pertenecerme a mí; solo podría ser arrancada de mi vida cuando mis dedos estuvieran helados y sin vida.
Escuché voces mientras me acercaba, la de ella y otra más. Me detuve justo a tiempo, antes de chocar contra un cuerpo camino a la sala de la biblioteca. Para mi sorpresa, ¿era Melissa? ¿Aquí? M*ldito Robert.
Había algo que no podía señalar sobre él y su hija; a pesar de haberlos conocido y haber manejado negocios sin problemas con ellos durante tantos años, todavía sentía que algo andaba mal entre ellos. Con todo, papá no parecía ver nada malo en su amigo más cercano y socio comercial.
No se trataba de Robert, se trataba de su hija. Me resultaba rara, solo la había oído hablar un par de veces en un montón de años; era tan buena como su padre, mejor expresado, efectiva en hacer cosas malas.
Siempre se había comportado de ese modo, así que, ¿cómo d*ablos podía estar hablando con Gracie, a quien conocía desde hacía solo unos minutos? Reprimí una oleada de sospechas y entré por la puerta que había quedado entreabierta. Apenas la miré a los ojos a Gracie, supe que algo andaba mal.
"¿Qué ocurre?", pregunté. Ella parecía un poco vacilante y comenzó a jugar con sus dedos. Tal vez ella no se percataba todavía, pero siempre hacía eso cada vez que buscaba las palabras o estaba a punto de decir una mentira.
"Uh... No es nada", intentó una sonrisa, sin éxito. Di un paso hacia ella y la agarré con fuerza por los hombros, aunque no lo suficiente como para lastimarla. Algo había pasado entre ellas que la había dejado tan conmocionada; ese pensamiento desencadenó una oleada de rabia en mis venas, intensificada por el hecho de que ella dudaba en vez de decírmelo. La inmovilicé con una mirada de aviso para que no me mintiera.
"¿Ella te dijo algo?", pregunté, señalando hacia la puerta.
"Nada, supongo que me estoy obsesionando demasiado. ¿Quién es ella, Hayden?".
"¿Con qué te obsesionas, dime?", indagué, ignorando su última pregunta; lo único importante era que obviamente se sentía molesta y parecía ser por ella.
"No sé... ¿Creo que solo me estaba pidiendo que tuviera cuidado?". Ante sus palabras, fruncí el ceño. ¿Cuidado?
"¿Y por qué ella haría eso?".
*