Capítulo 69
1112palabras
2022-11-24 00:01
GRACIE
Allí, entre Hayden y Hazel, se encontraba la persona que yo había visto por última vez hacía seis años: Sebastian, el hermano mayor de Hayden.
Mientras caminaba hacia ellos, mi mirada viajó de Hazel a Hayden y por último se posó en él. Lo miré fijo por un momento... Él había cambiado desde la última vez que lo había visto; si no hubiera conocido su personalidad, hubiera pensado que se veía un poco nervioso. Bueno, tenía todo el derecho de sentirse así, considerando lo que me hizo.
"¡Mami, mira! ¿Sabías que yo también tenía un tío?", exclamó Hazel, rompiendo el silencio.
Mi mirada se encontró con la de Hayden por un momento, las comisuras de sus labios se curvaron apenas en una sonrisa mínima... una real; se me cortó la respiración, hasta que la niña habló de nuevo, rompiendo nuestro pequeño trance.
"Entonces, ¿quieres ir conmigo a ver mis muñecas ahora? Compré una nueva la semana pasada. Mami incluso cosió una ropa nueva para ella", expuso ella, con orgullosa emoción; según parecía, Sebastian no podía corresponder a ese sentimiento. Él tenía tal mirada de consternación que casi me hizo estallar de risa; incluso casi me hizo olvidar que todavía tenía cuentas por saldar con él.
Cuando la pequeña lo tomó de los pantalones, cerrando su manita en un puño, él tragó saliva. Quizá, la inquietud inicial captada en su mirada no se debía a mí; él parecía ausente en tiempo y en espacio... Juraría que hasta se puso un poco pálido cuando se dedicó a separar de a poco los deditos. ¿Acaso le tenía miedo a una niña de cinco años? Encontré la idea divertida.
"J*der", maldijo él, sin querer, cuando ella siguió insistiendo sin soltarlo. La niña soltó una risita en voz alta y se tapó la boca con las palmas de las manos.
"¡Uy! ¡El tío Sebastian dijo una mala palabra!", se asombró ella. Otra maldición se le escapó cuando logró poner algo de espacio entre ellos. Hayden lo miró fijo y en realidad tomó a la niña para traerla a su lado.
"¡Sacaré a mi hija de aquí, antes de que la corrompas oficialmente!", protestó él.
"¡Quiero desayunar!", chilló ella, al tiempo que se alejaba, tomada de la mano de su papá y dando brincos. Los miré marcharse hacia donde supuse que sería la cocina.
Cuando ambos estuvieron fuera de mi vista, mi atención se dirigió al tío. Nos miramos el uno al otro por un momento; un brillo relampagueó en su mirada, yo solo podía asumir que se trataba de culpa; al menos, él todavía tenía la gracia de sentirse así.
"¡Me dijiste que no me encontrarían!", protesté; él solo se quedó en silencio por un momento.
"Hice lo que consideré correcto para los dos en ese momento", alegó. ¿Para los dos?
"Y de repente consideraste correcto romper la promesa. Supongo que también hiciste lo que asumiste como adecuado, entonces, ¡qué hay de mí! ¡Podría haber resultado herida o algo peor!", reclamé.
"Sabía que no te iba a lastimar, y también fue tu elección regresar aquí ese día, podrías haber elegido no regresar", mencionó, en voz baja. ¿Era esa su excusa? ¿Me echaba la culpa por haber regresado?
"Usaste a Ashley para engañarme, ¡porque sabías que definitivamente caería en la trampa!... y si no hubiera regresado, ¿habrías dejado pasar todo?", inquirí. Él sostuvo mi mirada por un momento, antes de encogerse un poco de hombros.
"No... supongo que no... Además, estás bien y de una sola pieza, ¿no?", se defendió él. Si no hubiera estado tan enojada, podría haberme dado cuenta de lo mucho que se parecían ambos... Siempre fueron honestos, incluso cuando una mentira podía encajar mejor en la situación.
Ya se me estaba por ocurrir una respuesta, cuando Hazel regresó con una taza en los dedos; la acepté de su mano extendida; cuando el olor a chocolate caliente se infiltró en mis fosas nasales, me percaté del hambre que tenía.
En presencia de la niña, yo no podía continuar la discusión; no obstante, aproveché para lanzarle una mirada anunciándole que no había terminado. De todos modos, se notaba como volvía su inquietud y él se esforzaba para mantener la distancia.
Unos segundos después, apareció Hayden, con otra taza humeante en una de sus manos. Su mirada encontró la mía y la sostuvo; después de la noche anterior, en verdad, no habíamos tenido oportunidad de hablarnos; con su mirada me decía que estaba pensando exactamente en lo mismo...
Nunca antes, yo había experimentado ese aspecto suyo. ¿Por cuánto tiempo duraría? Yo esperaba que siguiera así, pero algo me decía que no sería una tarea fácil. Sí, habíamos progresado hasta allí... más allá de lo que hubiera imaginado, pero todavía teníamos un largo camino por recorrer.
Una vez más, nuestra conexión silenciosa se rompió. Sonó un teléfono celular y Sebastian lo arrebató de la mesa; compartió una mirada secreta con Hayden, quien asintió en forma sutil. Después de eso, ambos salieron de la sala dejándonos solas a mi hija y a mí. Me senté en el sofá a reflexionar sobre qué había sido todo eso.
"No creo gustarle mucho al tío Sebastian", lamentó ella, con ambas cejas juntas en un ceño fruncido. Parecía que ella también se había dado cuenta.
"Eso no es cierto", la contradije, tranquilizándola, pero su mirada permanecía dudosa.
"Entonces, ¿por qué no hablaría ni jugaría conmigo?", preguntó ella.
"Eso es porque está muy ocupado, solo no tiene tiempo para las cosas de los niños todavía", expliqué.
"Pero tú y papá hacen cosas de niños todo el tiempo, ¿eso significa que ambos son niños?", insistió ella.
Todavía recordaba las palabras de Hayden hacía años, cuando dijo que a Sebastian no le gustaba nadie, que él siempre había sido así. Ese no era el caso, yo creía que ellos solo ignoraban cómo interesarse por alguien. A juzgar por sus acciones, en ese momento, parecía no tener idea de qué hacer con Hazel; así que optaba solo por alejarse de ella, de la misma manera que Hayden había tratado de mantenerse lejos de mí para no lastimarme.
Mis pensamientos se interrumpieron cuando la puerta se abrió; miré hacia arriba esperando ver a Hayden o a su hermano, pero no era ninguno de ellos. En cambio, había una sorprendente mujer desconocida que parecía tener más o menos mi edad. Su cabello era lacio y negro; la curva de su pómulo, pronunciada; el tono rojo brillante del lápiz labial le daba un aura de confianza.
La observé entrar y posar su mirada en la niña y en mí. Comenzaba a preguntarme si había algún pariente que Hayden no hubiera mencionado, cuando ella misma se presentó:
"Hola, soy Melissa".