Capítulo 65
1019palabras
2022-11-22 00:01
GRACIE
En un abrir y cerrar de ojos, pasaron dos semanas. Aunque él en verdad se esforzaba por ser una mejor persona para mí y Hazel, algunos días solo se mostraba seco y brusco, para luego disculparse. No era fácil, pero lo entendía; estaba dispuesta a ser paciente hasta el día de la liberación de sus demonios.
A pesar de sus esfuerzos, yo todavía podía sentir una presencia oscura allí, enterrada dentro de él, esperando la más mínima oportunidad para salir de su encierro temporal. Por ejemplo, se había vuelto más posesivo; parecía que nunca me iba a dejar fuera de su vista, ni por un minuto; esa actitud me producía regocijo y susto al mismo tiempo.

Algunas noches me despertaba y lo encontraba despierto, estudiándome con su mirada. Él nunca me había hecho daño y sabía que no lo haría; sin embargo, no podía predecir, con certeza, su reacción si yo intentara irme; aunque esa no era mi intención, me inquietaba su exagerada obsesión conmigo.
Aparte de eso, no había tenido otras preocupaciones, hasta el día de ayer, cuando me dio la noticia de que su padre quería vernos. La tensión que sentí por dentro me resultó incontrolable en ese momento, y persistió allí.
A juzgar por nuestra relación pasada, no podía estar segura de qué esperar; antes nunca había conocido a su padre ni sabía nada de él, excepto que odiaba a mi padre, contra quien había buscado venganza por la muerte de su esposa y única hija.
Aunque Hayden y yo todavía nos esforzábamos por olvidar el doloroso pasado, no podía estar segura de que el resto de su familia sintiera lo mismo por mí y por Hazel. Ignoraba qué tan profundo podría ser ese odio. No se trataba solo de mí; yo de ningún modo permitiría que Hazel saliera dañada; anhelaba que ella siguiera siendo feliz, desconocedora de las crueldades del mundo por tanto tiempo como pudiera.
En cuanto él entró en la habitación, el aire cambió, como si mi cuerpo estuviera siempre en alerta, entrenado para reconocer su presencia. Su mirada sostuvo la mía mientras él se acercó con pasos seguros.
"Dime qué anda mal", preguntó él, en forma directa, para mi sorpresa. No me lo esperaba; cuando había salido de la sala de desayunos, no pensé que se hubiera dado cuenta de que algo andaba mal; creía ser buena para disimular mi nerviosismo por conocer a su familia, pero nunca había podido ocultarle nada. Crucé mis dedos y mentí:

"Estoy bien".
"No, no lo estás", me contradijo, en forma rotunda, clavándome una mirada paralizante. Luego, continuó: "Has estado así de callada desde ayer, sé que te inquieta conocer a papá". Sin duda, él se daba cuenta de todo; incliné mi mirada para encontrarme con la suya una vez más; ya no tenía sentido negar mi desasosiego.
"Estoy muy preocupada. ¿Qué significa todo esto? ¿No podemos solo quedarnos aquí contigo? Sé que tu familia hace cosas peligrosas y no quiero que mi hija se involucre en nada de eso", explicité, de manera tan convincente como pude. Bueno, eso no salió muy bien; cierta intransigencia relampagueó en su mirada y él se acercó hasta no dejar espacio entre nosotros.
"Yo, nunca la pondré en ningún peligro", puntualizó cada palabra, alargando vocales y pronunciando muy lento. "Sabes lo mucho que significan ambas para mí", agregó, sus intensos y brillantes ojos buscando los míos.

Se podía sentir la tensión irradiando de su cuerpo; casi estiré mi mano para tocarlo, pero me abstuve pues no lo creía conveniente en ese momento. Su mirada decía la pura verdad, instándome a confiar en él; de modo que creí cada una de sus palabras, pero eso no alcanzaba para disipar mis angustias.
"Sé que no lo harás. Nunca permitirías que la lastimaran en forma intencional, pero tienes enemigos. No quiero que le pase nada como...", interrumpí mis palabras antes de dejar escapar más. A pesar de eso, él ya lo había entendido a la perfección; la tristeza y el dolor cubrieron su mirada antes de dejarla en blanco por completo.
"Eso es parte de lo que soy... No puedo cambiar el hecho, Gracie, aunque quisiera", musitó. Sin dejarme pronunciar una palabra, él salió de la habitación dando un portazo detrás de él.
Entonces, me quedé allí, observando el lugar vacío, con un sabor amargo persistente en mi boca y en la boca del estómago. Yo había herido sus sentimientos. ¿Acaso podría haberme comportado de otra manera? El instinto maternal en mí no me permitiría soportar si algo le pasara a nuestra pequeña.
Durante esas últimas semanas con él, yo casi había olvidado que él tenía una vida fuera, una a la que tarde o temprano debería volver. Tal como lo había dicho, él no podía cambiar ese hecho, aunque quisiera...
Un suspiro escapó de mi boca, mientras mis dedos recorrían mi cabello; me sentía frustrada, como si hubiéramos dado un paso atrás de todo el progreso de la semana anterior.
HAYDEN
Mi puño golpeó con fuerza contra la pared de azulejos, pero no sentí ninguna sensación de hormigueo. Mis músculos estaban todos tensos. Ella tenía razón, pero eso no hacía que la verdad doliera menos.
A menudo, sucedía en nuestro negocio; no era raro que alguien saliera herido, como mamá y Jenny, a quienes ella evitó nombrar. J*dería a cualquiera antes de dejar que les hicieran daño a alguna de ellas. Aún así, se sentía como si ella me estuviera condenando, como si, en caso de salir lastimada nuestra hija, sería por mi culpa. Eso se había sentido como un puñetazo en el estómago. Exhalé con energía, sintiendo la necesidad de destruir cosas, el espejo frente a mí se veía tan tentador... Todo había ido bien, lo último que necesitaba era una ruptura.
Ya había anticipado esto durante la semana anterior. A veces me había despertado durante la noche para mirarla preguntándome cómo lo tomaría... ser presentada al mundo en el que yo vivía.
"J*der". Respiré con frustración y salí del baño; tenía que encontrar una manera de hacerle entender que no había una maldita forma de salir de esto.
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