Capítulo 64
1033palabras
2022-11-21 00:01
GRACIE
"¡Ámame, Gracie!", su voz se quebró en crudo, llena de emociones; su mirada se tornó más oscura y tormentosa.
"Te amaré…", susurré, embriagada de pasión.
Él no hizo ningún movimiento para tocarme, solo me sujetaba con firmeza contra su duro pecho... Mientras tanto, yo podía sentir la tensión que irradiaba de sus músculos... Su dificultosa respiración evidenciaba la batalla interna librada consigo mismo: sin duda, trataba de contenerse.
Poco a poco, me di cuenta de que él estaba respetando mi tiempo; así, me daba la oportunidad de elegir si lo quería o no... Ese pensamiento me dejó sin aliento pues, al mismo tiempo que me hacía sentir... necesaria, me infundía una sensación de libertad.
Su mirada sostenía la mía como un hechizo, como un tipo de magia peligrosa y delirante. Mi corazón latía con ansias, consumido por un apetito inexplicable e inidentificable. Tan denso se volvió el aire que se hizo difícil respirar. Un manantial de necesidad surgió como un géiser desde la parte inferior de mi vientre e inundó cada parte de mi cuerpo. Lo necesitaba, anhelaba sus caricias en mi piel.
Aún sosteniendo su mirada, me puse de puntillas y pasé mis brazos alrededor de su cuello para rozar mis labios contra los suyos. Entonces, sentí que algo en él se rompía; su pecho vibró en una nota grave, como si él hubiera estado conteniéndose durante demasiado tiempo. Esta vez, su mano tocó mis caderas y me levantó mientras su lengua abrasadora tomaba el control. Apenas si escuché la puerta del dormitorio abrirse; solo noté cuando mi espalda golpeó la cama.
Su lengua exploró mi boca, navegando alrededor; nuestros labios se movían en sincronía, hasta fundirse en candentes respiraciones y gemidos. Sus dedos jalaron de mi blusa quitándomela por la cabeza. Luego, el sonido de la rotura de mi sostén anunció mi pecho desnudo ante su mirada hambrienta y ardiente. Sus ojos parpadeaban como antorchas calientes encendiendo mi piel.
Un grito escapó de mi boca cuando sus labios húmedos se daban un festín con uno de mis pezones endurecidos. Él siguió jugando hasta que me convertí en un desastre gimiente debajo de él. Despacio, sus labios fueron descendiendo hasta detenerse por un instante en mi vientre.
"Tan femenino, tan perfecto", susurró. Su cálido aliento sobre mi piel subió mi temperatura, pero también desencadenó un escalofrío por mi cuerpo.
"No soy perfecta Hayden... ni mucho menos", intenté corregirlo. Su mirada encontró la mía por un momento mientras sus dedos se posaban entre mis muslos, jugando con la cinturilla de mis bragas.
"¿Ah no? Entonces, permíteme mostrarte", me desafió. Primero, rompió mis bragas; luego comenzó con su ropa; el sonido de su cremallera llenó el aire antes de que su p*ne endurecido saltara libre y palpitante, la punta ya goteaba de excitación.
Con una de sus rodillas, empujó mis muslos hasta separarlos, pero él no entró en mí como esperaba mi cuerpo, sino que deslizó sus dedos sobre mi entrada, jugueteando con la dura protuberancia de mi clítoris hasta que no pude soportarlo más.
"Necesito... necesito...", mi voz demandaba, estrangulada, casi sin aliento.
"Dime lo que quieres, Gracie", suspiraba su cálido aliento, sobre mis hombros.
"Sabes lo que quiero", gemí.
"Dame las palabras. Dime que necesitas mi p*lla dentro de ti...", gruñó contra mis oídos. "Dímelo", insistió su voz, aún más áspera y exigente esta vez.
"Quiero tu p*lla dentro de mí", gemí, cuando la necesidad se volvió insoportable. Su mirada solo se oscureció con satisfacción.
"Eres mía, solo puedes pertenecerme a mí", reclamó. Su mirada exponía tanta necesidad y posesividad que un quejido involuntario escapó de mi garganta. "Dilo", exigió.
"Soy tuya, Hayden".
"Buena chica", aprobó. Su erección era dura e hinchada mientras la metía profundo dentro de mi cuerpo húmedo, robándome el aliento por completo. "J*der. Te sientes tan bien", murmuró y enterró su rostro en el hueco de mi cuello, mientras empujaba con fuerza, una y otra vez. Yo lloraba sobre sus hombros, jadeando por aire, cuando una ola de éxtasis me golpeó. Un gemido escapó de mi boca mientras arañaba con fuerza sus hombros.
"Es demasiado, no puedo soportarlo", grité en forma áspera, cuando estalló otro orgasmo feroz.
"¡No es suficiente! ¡Dame todo de ti!", gruñó contra mi garganta.
"J*der. Me voy a correr. No puedes acabar dentro de mí.... Podría quedar embarazada de nuevo", logré advertir sin aliento.
"¿No estás tomando la píldora?", preguntó él.
Incluso si la estuviera tomando, todavía no era tan seguro; ya seis años antes, había estado tomando la píldora, pero eso no me impidió quedar embarazada. Sin darme tiempo a responder, su semen caliente ya rociaba mis entrañas, llenándome hasta el borde, un fuerte gruñido escapó de su boca mientras empujaba unas cuantas veces más hasta vaciarse por completo dentro de mí.
"Entonces, esta vez estaré allí para ti", aseguró en un suspiro intenso, antes de colapsar contra mí. Sus brazos me rodearon y me sujetaron con fuerza. Se aferraba a mí como un hombre que se ahogaba; presionaba su rostro contra mi cabello y todo su cuerpo temblaba. Deslicé mis brazos alrededor de él y besé sus hombros desnudos.
"No me iré a ninguna parte, Hayden, todo va a cambiar... para mejor", musité, esperanzada. De nuevo, besé sus hombros, pero con más pasión.
Sus manos sobre mi cara, levantaron mi boca hacia la suya. Me besó con ferocidad; su hambre, pasión y desesperación se manifestaron en ese beso, hasta que tuvimos que detenernos, jadeando por el oxígeno que tanto necesitábamos los dos.
Rodó sobre su espalda y cerró los ojos; su pecho subía y bajaba en forma lenta y uniforme, aunque podía adivinar que no estaba dormido. Sin reservas, mi mirada viajó a través de sus rasgos, preguntándome qué pasaría por su mente.
Entonces, esta vez estaré allí para ti... Él había asegurado. ¿Pero quería yo volver a quedar embarazada de él? No compartíamos ninguna relación, pero al mismo tiempo lo que había entre nosotros era mucho más profundo que eso...
El sonido uniforme de su respiración funcionó casi como una pastilla para dormir sobre mí. Muy pronto descubrí que mis ojos se cerraban; mis músculos agotados reclamaban por su reposo, mientras yo me alejaba flotando lento, en un sueño profundo.