Capítulo 58
1200palabras
2022-11-17 23:00
HAYDEN
Exhalé entrecortadamente; intentaba controlar esas turbulentas emociones que crecían dentro mío. Sentía que amenazaban con ahogarme desde adentro.
Ella lloraba fuerte ante mis duras palabras. Podía ver la confusión en su mirada, a pesar de que sus labios lo negaran.

Ella también me necesitaba, solo que no se había dado cuenta todavía. Yo no estaba solo en esa locura, de lo contrario, ¿por qué habría dado a luz a nuestra hija quien era un constante recordatorio de mi existencia?
Podía negarlo todo lo que quisiera, pero su cuerpo decía otra cosa.
Con suavidad, rocé mis labios contra los de ella; simplemente no podía evitarlo. No había espacio suficiente en el sofá para que mantengamos distancia entre nosotros.
M*erda.
Cuánto necesitaba esto... Esta cercanía... El contacto contra su piel suave.
Respiré hondo y exhalé con fuerza, y, en ese momento, fijé mi mirada deseante sobre ella. Tenía el rostro un poco pálido, sus ojos y la punta de su nariz estaban enrojecidos. Parecía estar a punto de desmayarse y yo no quería eso... Lejos de eso, yo quería que estuviera sana.

"Ve a dormir", murmuré soltándola y dejándome caer sobre el sillón a su lado.
Pero no hizo lo que le dije y continuó estudiándome con la mirada. Por un momento, pude ver sorpresa y confusión en su expresión. No había duda de que estaba tratando de comprender por qué de pronto la estaba dejando ir.
Dudaba de que fuera a pensar en algo porque yo tampoco entendía lo que sucedía.
Mi cuerpo ardía de necesidad por ella; mi erección contra sus muslos era evidente. En el pasado, me la habría cogido de cualquier modo, pero ahora era diferente. Había una parte de mí que quería consolarla porque ella iba a estar atrapada conmigo por el resto de su vida.

Sin siquiera llegar a probar la libertad, al conejo ya lo había atrapado el lobo y lo único que quedaba era que el conejo se consumiera por completo.
Pero eso podía esperar, tampoco es que podría irse a algún lado.
"Si sigues mirándome así, puede que cambie de opinión y te coja", dije un poco al pasar, porque enterrar mi pija bien adentro de su dulce concha y completar lo que no se había terminado esa mañana era lo que más deseaba mi cuerpo.
La rapidez con la que cerró sus ojos fue un poco cómica y las comisuras de mis labios formaron una pequeña sonrisa.
Había tenido un día difícil y se merecía un descanso... No iba a irse a ningún lado y definitivamente necesitaría de toda su fuerza. Haber estado así de cerca y haber sentido su calor sobre mi cuerpo tendría que ser suficiente... por el momento.
Pasó un tiempo hasta que su respiración se regularizó y supe que se había quedado dormida.
Estudié sus rasgos sin tapujos y le acaricié el rostro despacio con la punta de mi dedo.
"Lo siento... Pero no puedo darte lo que posiblemente tú quieres que te de. Lo que sea excepto eso", le susurré mientras dormía.
Luego de un rato, cerré los ojos para dejarme caer en el sueño.
*
*
Mis ojos se abrieron ante el suave golpe en mis hombros. Lo primero que vi fue una mirada muy parecida a la mía, solo que era la de un rostro dulce y regordete.
Le eché un rápido vistazo a Gracie que seguía durmiendo plácidamente y luego volví a mirar a mi pequeña que me miraba y me hablaba.
"¿Mami sigue dormida?".
Me levanté del sillón con cuidado para que no se despertara.
"Sí, princesa. ¿Necesitas algo?".
Debo decir que era muy amable; no importaba como se dirigiera a mí, no podía importarme menos. Lo único que me importaba era que ambas, ella y su madre, estuvieran aquí conmigo.
"Estoy bien, tío Hayden, tengo un poco... de hambre", lo dijo en voz tan baja como si no debiera estar diciéndomelo. No me equivoqué porque volvió a mirar rápidamente a Gracie.
"Está bien, ¿qué quieres comer? Yo te lo preparo".
Se me estrujó el corazón cuando sus ojos se abrieron de alegría. Debí haber estado allí cuando nació... O incluso antes de eso. Debí haber estado para ver su primera sonrisa, sus primeras palabras y todo... Pero decidí dejar de pensar en esas cosas porque ella estaba allí en ese momento conmigo.
"Me encantaría unos panqueques. ¡Mami hace los mejores panqueques del mundo!".
Lo que me dijo me hizo sonreír; no fue difícil imaginarme a Gracie en la cocina haciendo panqueques todas las mañanas.
"Panqueques serán, entonces. Vamos a prepararlos".
Asintió despacio con la cabeza y me siguió. De pronto, me tomó por sorpresa de la mano. Miré su mano agarrada a la mía, con tanta confianza e inocencia infantil.
Y allí supe que haría lo que fuera para protegerlas a ambas... Incluso si eso fuera morir mil veces.
*
GRACIE
Abrí mis ojos despacio; podía escuchar unas voces en la distancia... Ambas voces eran inconfundibles.
¡Hazel!
Mi corazón se detuvo y rápidamente salté del sillón. ¿Cómo pude haberme despertado tan tarde? Pensar en el hecho de que Hazel estaba sola con él empujaba a mis piernas en esa dirección.
De pronto, mis pies se detuvieron ante lo que estaba viendo.
Estaban los dos en la cocina. Ya no podía escuchar de qué hablaban, pero la expresión en el rostro de él me dejó anclada al piso.
Se reía...
Y lo hacía genuinamente; no era una de esas sonrisas aterradoras que me lanzaba a mí, generalmente cuando estaba por lastimarme.
Debo admitir que la risa le quedaba bien, hacía que se viera normal, incluso humano. No ese hombre que prometía entregarme todo... Toda su oscuridad.
Entonces, mi mirada regresó a Hazel.
Se la veía feliz con él y eso me estrujaba el corazón. Todo lo que siempre había querido era que ella fuera feliz. ¿Pero con Hayden? ¿Cuánto duraría?
¿Y si la lastimaba? Sin embargo, la expresión de su cara me decía que no lo haría... No lastimaría a alguien tan precioso e inocente.
¿Por qué no podía ser así conmigo? Así de suave y despreocupado...
La idea me hizo sentir anhelo en todo mi cuerpo.
Nunca había tenido una familia real... No me querían, ni siquiera sintieron algo de culpa por lo que me hicieron.
Pero ahora tenía una familia, Hazel me adoraba y también a Hayden... Él me quería, solo que no en el modo usual.
¿Por qué lo había llamado familia? La idea había pasado tan fácilmente y me había hecho sentir ansiedad.
Sus palabras de la noche anterior resonaban en mi cabeza. ¿Había regresado a nuestro pueblo natal a pesar del riesgo que implicaba que él me encontrara porque lo deseaba y lo extrañaba?
No...
No iba a dejar que esas palabras se quedaran dentro de mi cabeza.
Estaba completamente equivocado...
Me había lastimado durante tantos años que me asustaba más allá de lo humanamente posible. Entonces, ¿por qué querría que me encontrara?
"¡Mami! ¡Te despertaste!", el chillido adorable de Hazel interrumpió mis pensamientos.
"¿Cómo estás, mi amor?".
"¡Mira, el tío Hayden está haciendo panqueques!".
Elegí ese momento, entonces, para dirigir mi mirada hacia él. Y él me devolvió una mirada fija, una sin pestañear.
Una inquietante...