Capítulo 53
1171palabras
2022-11-13 00:01
Punto de vista de Gracie
"Si la quieres volver a ver, vendrás conmigo en silencio y harás exactamente lo que yo te diga".
Sus palabras me helaron la sangre... ¿Ir de nuevo con él?
Su mirada era segura, como si no tuviera dudas de que yo haría lo que él me ordenara.
Cerré mis ojos por un momento. Ya no era esa chica de dieciocho años sino que tenía una hija. Hazel... una hija por quien debía pelear incluso con mi propia vida.
Me aparté de un empujón y milagrosamente me soltó, y yo, tomando cierta distancia de él, respiré de forma irregular y entrecortada.
"¡No, no iré contigo a ningún lado y definitivamente no haré lo que me digas!".
Por un momento, pude ver una expresión de sorpresa cruzar por su rostro, pero desapareció enseguida y la reemplazó una mirada dura y desafiante.
Mis piernas amenazaron con flaquear, sin embargo, me las arreglé para mantenerme de pie incluso cuando él dio un paso hacia adelante.
"Te reto a que repitas lo que acabas de decir".
Su oscura y ardiente mirada me mantenía cautiva...
"Ya no te tengo más miedo", intenté decir con voz fuerte, pero se debilitó al final de la frase.
Sus ojos brillaron con algo parecido a la diversión; una risa oscura escapó por su boca y levantó su dedo índice para sacarse un mechón de pelo que había caído sobre su cara.
"¿Estás segura? Para mí, todavía te ves como una conejita asustada... mi conejita", dijo alargando y alentando la última parte, y logrando que se me estrujara el estómago a la espera de una reacción inesperada.
"No tienes derecho a llevártela; ella no tiene nada que ver... contigo, y yo tampoco".
Entonces, con su dedo comenzó a rozarme el pelo y a bajar por mi cuello hasta agarrarlo con firmeza, aunque sin provocarme dolor.
"Incorrecto. ¿Estás diciendo que no fue mi pija la que salpicó tu vientre con mi semen, que no fue mi semilla la que se plantó dentro tuyo?".
Y cuando su mirada volvió a encontrarse con la mía, sentí que se cortaba mi respiración.
"No era yo a quien veías cada vez que la mirabas a los ojos. Ella tiene todo que ver conmigo. Y tú también".
Antes de continuar, una sonrisa siniestra apareció en su rostro lentamente.
"Nunca dije que tenías que querer venir conmigo porque siempre podré llevarte, de cualquier modo está bien para mí. Pero, si tengo que llevarte a la fuerza, tendré que castigarte. Tú eliges".
Comenzó a avanzar y yo a retroceder hasta que no hubo adónde ir. Entonces, dije lo único que pude en ese momento, pero resultó ser un gran error.
"Shawn está arriba... Voy a gritar si tú...", comencé a decir cuando me interrumpió bruscamente.
"¿Shawn? Ah, te refieres al policía".
Lo miré fijamente; ¿cómo sabía sobre Shawn o que era...?
No pude terminar lo que quería decir porque se abalanzó sobre mí y me agarró con fuerza de la barbilla.
Sus fosas nasales se agrandaron de la ira, como si recién hubiera recordado algo.
"Dejaste que él te agarrara... te consolara... ¿Le diste lo que me pertenece, Gracie?", dijo haciendo una pausa entre cada palabra, una que acentuaba el peligro detrás de cada una. Su voz cargada de posesividad y celos hacía que me temblaran las rodillas.
"No soy tuya, Hayden", pude decir bajo su oscura mirada.
Entonces, mis ojos comenzaron a arder cuando comenzó a apretarme el cuello más fuerte, tanto que sentí que me rompería la mandíbula.
"¡Respuesta incorrecta! ¿Te lo cogiste, Graciela?". El tono peligroso de su voz y la mirada asesina que proyectaban sus ojos me hicieron temblar de miedo.
"¡No lo hice!", grité.
Su mirada buscó la mía por un momento y, lo que sea que hubiera estado buscando, lo debió encontrar porque pude ver su mirada de satisfacción y de... hambre.
"Gracie, ¡me perteneces y no voy a permitirte que lo olvides jamás!".
Luego, bajó sus labios hacia los míos con fuerza y, por un momento, se dio un festín, para después continuar bajando hasta llegar a mi mandíbula y hasta los costados de mi garganta.
"¡Esto no es suficiente, quiero más, quiero probarte!", dijo casi sin aliento.
Pude ver la intención en sus ojos antes de que agarrara mis caderas con sus dedos y, luego de un par de rápidas zancadas, sentí mi espalda contra la cama.
Antes de que pudiera pensar en detenerlo, mi falda liviana y floreada se había abultado a la altura de mi cintura exponiendo así mis muslos desnudos ante su mirada intensa y deseante.
El chasquido de mi ropa interior rompiéndose retumbó en el ambiente por un momento mientras él ponía una de sus rodillas entre mis muslos.
"Veamos si sigues siendo tan dulce como recuerdo".
"No, Hayden...", comencé a decir, pero mis palabras se convirtieron en un grito ahogado cuando puso mis muslos sobre sus hombros. Sumergió su lengua entre mis labios vaginales y con la punta comenzó a jugar con mi clítoris. No pude evitar estremecerme. Fue una reacción puramente física.
Con las puntas de sus dedos, abrió mis labios y lamió mi clítoris, y lo succionó con sus labios y con su lengua.
En respuesta, un gemido espontáneo y no deseado sonó en mi garganta.
Grité debajo de las colchas y jadeé para recuperar aire mientras el continuaba rozándome con sus dientes mi zona sensible.
Entonces, escuché que me llamaban, pero parecía venir desde lejos.
Me tomó un momento darme cuenta de que el sonido venía del otro lado de la puerta de mi habitación.
"¿Dónde estás?", dijo, aunque esta vez se escuchó mucho más cerca.
Era Shawn y estaba acercándose.
"H-Hayden, yo..., por favor, él...", dije casi sin aliento.
Se detuvo un momento para mirarme; sus labios y comisuras brillaban cubiertos de mis jugos.
"Dame lo que quiero, conejita, y lo que quiero es saborear tu orgasmo".
*
*
Punto de vista de Hayden
Era tan dulce como la recordaba... incluso más.
La saboreé con toda mi lengua y enseguida ella comenzó a gemir y a jadear.
Quería poseerla.
Quería que se diera cuenta de quién era el dueño de esa concha y a quién pertenecería para siempre.
Con mis dientes jugué con su clítoris y la llevé a lo más alto del éxtasis. La lamí, la succioné y la hice... tener un orgasmo. Un grito tembloroso escapó de su cuerpo cuando el orgasmo explotó y me llenó la boca de su sabor cremoso. De todos modos, no paré; continué lamiéndola y jugando con su clítoris sensible, y succionando sus labios con avidez.
Ella volvió a jadear y tembló ferozmente cuando un segundo orgasmo se liberó, aunque esta vez, gritó aún más fuerte.
"Buena chica", murmuré dentro de su concha mojada y mientras succionaba sus jugos y la limpiaba con la lengua.
Entonces, mientras ella seguía recuperando aire, me aparté lentamente. En ese mismo momento, escuchamos la puerta que se cerraba de golpe.
Observé su ruborizada expresión de horror con satisfacción. "No sabía que teníamos público, mi amor".