Capítulo 51
2139palabras
2022-11-12 00:01
Punto de vista de Hayden
*
En cuanto me apeé del automóvil al llegar al vecindario donde ella vivía algo dentro de mí se alteró. Cada fibra de mi cuerpo se puso tensa.

Pocas personas caminaban por las calles a esa hora.
Moviéndome con mucha cautela me aproximé a su casa. Yo sabía cuál era su casa.
Ahora me hallaba de pie frenta a la casa de ella.
Yo ya estaba muy cerca de ella. Lo único que debía hacer ahora era entrar en su casa.
De repente alguien que estaba a solo unos cuantos metros de donde yo estaba captó mi atención. Sentada en el piso había una pequeña niña con dos colas ocupada en dibujar algo en un libro.
Yo aún no había visto su rostro. Ella estaba de espaldas a mí pero yo no conseguía avanzar. 

Creo que aquella fue la primera vez en mi vida que me dejé intimidar al momento de hacer algo.
Seguramente aquella pequeña niña era la hija de ella.
Seguramente ella advirtió mi presencia, pues se volvió. En el momento en el que nuestras miradas se cruzaron el mundo pareció detenerse.
En ese momento tuve la impresión de que esa chiquilla y yo éramos las únicas dos personas en el mundo entero.

No sé si ella también habrá tenido esa impresión, pero al menos esa fue la sensación que yo experimenté.
Miré a la criatura que estaba frente a mí y ella me devolvió la mirada. Su mirada traslucía curiosidad. Sus rasgos infantiles eran muy semejantes a los de ella. Sentí que se me cortaba la respiración.
La mirada de aquella niña hizo que yo cayera en una especie de trance.
Había algo de mí en ese par de ojos. Era algo que saltaba a la vista.
Yo estaba segura de que ella era mi hija. Tenía que ser mi hija.
En mi mente no cabía la menor duda al respecto. Así que ahora teníamos una hija. 
Al percatarme de que yo era el padre de su hija me sentí embargado por una gran cantidad de emociones. No podría describir con palabras lo que sentí pero en todo caso cada fibra de mi cuerpo se estremecía.
Cerré mis ojos por un instante y luego volví a abrirlos. Esto era algo muy real.
"¿Se siente usted bien, señor?", me preguntó la chiquilla al advertir mi intensa reacción ante su presencia,
Su melodiosa voz infantil me devolvió al presente. Una vez más yo solo tenía ojos para ella.
Yo tenía tantas cosas que decirle pero al mismo tiempo no sabía exactamente qué palabras debía emplear. Sentía un nudo en la garganta por tantas emociones que me embargaban y no podía articular palabra alguna.
"¿Te gustaría jugar conmigo?", me preguntó con una sonrisa tan encantadora que logró cautivar mi alma prohibida.
Solo acerté a asentir lentamente. Miré a mi alrededor y no vi a nadie cerca de allí. 
En ese momento me sentí un poco enfadado al pensar en que era una actitud muy imprudente dejar sola a una niña tan pequeña.
Y además no era una niña cualquiera: era mi propia hija.
Aquella inocente chiquilla era mi propia hija. Yo la había engendrado. 
Esa niñita era carne de mi carne y sangre de mi sangre.
Era un sentimiento nuevo y bastante extraño, pero las emociones que se agitaban en mi corazón con una intensidad cada vez mayor eran completamente reales.
"¿Cómo te llamas, pequeña?", logré decir finalmente mientras me agachaba para quedar a su altura.
"Me llamo Hazel", respondió ella sin mostrarse intimidada por mi presencia.
Hazel era un nombre perfecto y encantador, y aquella pequeña niña también lo era. Su voz, sus rasgos, su nombre, cada aspecto de ella era ahora, pese a su corta edad, una parte de mi corazón.
Yo quería saber más acerca de esa pequeña. De hecho, quería saberlo todo acerca de ella y seguramente pronto tendría la oportunidad de saciar mi curiosidad.
"Me gusta mucho tu nombre. Hazel es un nombre verdaderamente encantador", la elogié.
Ella soltó una risa y pude ver dos hoyuelos en sus mejillas. Sentía el corazón oprimido, como si un puño firmemente cerrado lo estuviera sosteniendo.
"¿Podría decirme cuál es su nombre, señor?", me preguntó la chiquilla.
Por primera vez en muchos años mis labios se curvaron en una sonrisa verdadera y tomé sus manos con ternura.
Quizá hice aquello solo para convencerme de que aquel pequeño milagro estaba ocurriendo realmente.
Sus ojos se abrieron desmesuradamente, dándole un aspecto casi cómico, como si ella acabara de recordar algo.
"¡Oh! Mamá me advirtió que no debía hablar con extraños", exclamó ella en tono de sorpresa al tiempo que se cubría la boca con sus pequeñas manos. Debo confesar que aquel gesto suyo me pareció encantador. No pude dejar de reirme.
"Pues ella tiene mucha razón, Hazel. Deberías haber obedecido a tu madre", repuse.
Un pequeño surco se formó en su frente mientras ella tomaba mi mano con delicadeza como si me hubiera conocido toda su vida. No actuaba como si me hubiera conocido solo diez minutos antes, que era el tiempo que yo había estado con ella.
"Pero de todos modos quiero saber tu nombre", insistió la pequeña niña.
Su insistencia me demostró que definitivamente ella era una chiquilla muy curiosa.
"Me llamo Hayden. Por favor llámame Hayden", contesté.
Ella me lanzó una sonrisa triunfante como si acabara de recibir la noticia más maravillosa de su vida.
"¡Pues entonces te llamaré tío Hayden!", exclamó.
"Me complacería mucho que me llamaras así, Hazel", repliqué encantado.
"¿Quieres ser mi amigo?", me preguntó al tiempo que extendía hacia mí sus pequeñas manos.
De nuevo sentí que la garganta se me cerraba ante la oleada de emociones que me embargaba en ese momento. Me preguntaba si ella se mostraba tan amable con todas las personas o solo conmigo.
Paseé la mirada por los alrededores y noté que aún no había nadie cerca de nosotros.
"¿Dónde está tu madre, pequeña?", le pregunté aprovechando la confianza que me demostraba.
"¿Acaso conoces a mi madre?", respondió la chiquilla con curiosidad.
"Bueno, verás, lo que sucede es que hace mucho tiempo soy amigo de tu mamá y decidí venir a hacerle una visita", expliqué.
"¿Piensas darle una sorpresa? Pero ella aún no ha regresado a casa", respondió la chiquilla mientras miraba alrededor con ansiedad.
Las comisuras de mi boca se torcieron en ese momento. "Sorpresa" no era la palabra más adecuada.
La palabra "impresión" sería igualmente inadecuada para describir aquello.
"¿Te gustaría que fuéramos a alguna parte, Hazel?", le pregunté.
Punto de vista de Grace
Ya eran tres los días que habían transcurrido hasta ese momento. 
Aquel era el tercer día desde el momento en el que yo había regresado.
Yo me había librado de él aquella noche mientras él aún yacía inconsciente. Podría decir que tuve mucha suerte o que fue un verdadero milagro. Desde entonces, sin importar cuánto me esforzara, no había logrado vencer aquella persistente sensación de temor que se originaba en lo más profundo de mi estómago.
Ese temor no desaparecía. No lograba liberarme de ese temor que me acompañaba dondequiera que iba.
Desde entonces no he dejado de cuidarme las espaldas. Cada cinco minutos me vuelvo para ver si alguien me sigue.
No logré encontrar mi bolso. Deduje que debía haberlo perdido en algún punto a lo largo del camino después de que Ashley me drogara.
No quería pensar en las consecuencias que traería el hecho de que mi bolso se hubiera quedado en el interior de la mansión.
Llegué apresuradamente a nuestro vecindario y me aproximé rápidamente a la casa de la Sra. Paula. Ansiaba estar junto a Hazel en ese momento y sentir su suave y tranquilizante calidez infantil para estar segura de que todo estaría bien. 
Para estar segura de que aún no nos habían descubierto.
No me había gustado mucho la idea de dejar a Hazel con la Sra. Paula, pero no quería llevarla conmigo al supermercado. 
En aquella época siempre me cuidaba las espaldas dondequiera que iba, así que no quería que ella pensara que algo no andaba bien y por eso yo demostraba tanta preocupación.
Ver a Hazel era lo único que me hacía sentir convencida de que en realidad ambas estábamos a salvo.
Cuando me aproximé a su patio delantero supe que algo andaba mal. Incluso antes de entrar tuve esa sensación. Pude escuchar a la Sra. Paula diciendo algo entre sollozos y la voz de Shawn prometiéndole que él la encontraría.
Me preguntaba a qué se refería. ¿A quién iba a encontrar él?
¿Acaso él se estaba refiriendo a mi pequeña? ¿Acaso mi pequeña niña había desaparecido?
Las palmas de mis manos comenzaron a sudar. Si hubiese estado caminando en un terreno lleno de agujas no habría sentido el menor dolor en mis pies, pues en lo único en lo que podía pensar era en mi pequeña niña. 
Presa del pánico, irrumpí en su sala y tras dirigirle una mirada a Shawn le lancé una mirada furiosa a la Sra. Paula, que estaba enjugándose las lágrimas con un pañuelo. Sus ojos estaban hinchados y enrojecidos por el llanto.
"¿Qué le pasa, señora Paula?", pregunté sin aliento y con una voz débil que ni siquiera yo misma podía reconocer. 
Ella me miró con los ojos llorosos y le dirigió una mirada rápida a su nieto antes de lanzarme una mirada a mí.
"De verdad lo siento mucho, Grace. Yo no... yo no...", dijo ella en tono vacilante en medio de sollozos.
Mi mente estaba muy agitada en esos momentos pero me rehusaba a creer que aquella pesadilla realmente fuese una realidad.
"¿Dónde está Hazel?", pregunté histérica presa del pánico. Quería saber de inmediato dónde estaba mi pequeña Hazel.
Busqué a Hazel con la mirada por todo el lugar antes de volver a clavar los ojos en ella y en Shawn.
"¿Dónde está Hazel? ¿Dónde está mi pequeña?", repetí con más fuerza, poniéndome cada vez más histérica.
Shawn me puso una mano en los hombros pero yo me aparté de él. Conocía esa mirada que ahora tenía Shawn; la había visto innumerables veces cuando algo malo le había sucedido a otras personas.
"La hemos estado buscando durante dos horas. Por favor cálmate y espera, Grace", me dijo.
"¡No me digas que no pueden encontrarla! ¡Tienen que hallarla como sea!", grité presa de la desesperación.
La Sra. Paula estaba llorando a mares y sentía pánico, al igual que yo, aunque la palabra "pánico" realmente no puede describir el sentimiento que yo experimentaba en ese momento.
"Juro por Dios que ella solo estaba jugando afuera y yo la estaba vigilando. Solo entré por un minuto y cuando salí ... Ella ... Ella ya no estaba allí ... La busqué por todas partes pero ella simplemente ... simplemente había desaparecido", explicó ella.
"¡No me digas que desapareció! La dejé contigo, ¿verdad? ¡Dijiste que ibas a cuidarla! ¿Por qué no lo hiciste?", grité sintiéndome cada vez más desesperada.
"¡Cálmate, Grace!", comenzó a decir Shawn. Seguramente él iba a decir algo más pero no le di la oportunidad de hacerlo.
"¡No me voy a calmar! ¡Mi hija lleva dos horas desaparecida y me estás diciendo que me calme! ¡Oh, Dios! ¿Dónde estará?", sollocé.
No podía creer lo que estaba sucediendo... Me negaba a creer que él...
"No te preocupes, seguro que la encontraremos. No puedes pedir que la busquen porque aún no han pasado veinticuatro horas, así que aún no es considerada una persona desaparecida, pero te ayudaré en todo lo que esté a mi alcance", prometió él.
No quería una promesa, yo solo quería encontrar a Hazel.
Él sacudió la cabeza con una mirada comprensiva mientras avanzaba para mostrarme algo de color blanco.
"Había estado jugando con esto según dice la abuela", señaló él.
Me quedé petrificada al ver aquello. Lo que él me acababa de mostrar me llenaba de terror.
En sus manos tenía un muñeco de aspecto inofensivo. Al menos para un extraño no era peligroso en absoluto.
Lo que él tenía en las manos en esos momentos era un conejito blanco.
En ese instante el aire pareció escaparse de mis pulmones.
De manera que había sido él el responsable de la desaparición de Hazel.
Meneé la cabeza negándome a admitir tal posibilidad, aunque todo apuntaba a que él se la había llevado.
¡No, no, no! ¡No podía haber sucedido aquello! ¡Eso nunca debería haber sucedido!
Y lo peor de todo es que había sido mi culpa. Todo era culpa mía.
Él nos había encontrado; había logrado dar con nuestro paradero y se había llevado a Hazel.
Y quiso que yo supiera que fue él quien se la llevó. 
"¿Estás bien, Grace?", oí que decía Shawn, pero su voz sonaba muy lejana.
"Él se la llevó", fue lo último que dije antes de que el mundo entero comenzara a girar a mi alrededor.