Capítulo 42
1143palabras
2022-11-03 14:46
Hayden
De pronto, parpadeé cuando las brillantes luces cegaron mis ojos.
En tanto, la imagen borrosa de Sebastian comenzó a aclararse lentamente.
Entonces, lo miré fijamente mientras se dirigía hacia mí.
—Estás despierto, ¿cómo te sientes?
Por consiguiente, me recosté sobre la cama, momentáneamente desorientado, mientras el olor inconfundible de antisépticos y desinfectantes se filtraba en mis fosas nasales.
—¿Por qué estoy en un hospital?
Y aunque intenté recordar qué había pasado, mi mente estaba en blanco, hasta que de repente transcurridos aproximadamente cinco segundos los recuerdos comenzaron a inundar mi consciencia.
Ella se había ido...
Ella me había dejado...
Con aquel pensamiento dando vueltas en mi mente, me las arreglé para sentarme, aunque el movimiento repentino provocó que, por un momento, aparecieran puntos oscuros en mi cabeza.
—¿Dónde está ella? —dije con voz ronca, incapaz de ocultar la desesperación en el tono de mi voz, mi garganta estaba seca y áspera, pero eso era lo que menos me importaba.
A continuación, su mirada se posó brevemente en la mía, en silencio caminó hacia el puesto más cercano para verter agua en un vaso antes de regresar nuevamente a mí.
De hecho, mis venas latían con tensión ante su silencio, era terriblemente insoportable.
—Toma un trago, has estado inconsciente por demasiado tiempo, seis días precisamente, los doctores dijeron que todo estaba bien, pero aun así no despertabas...
En consecuencia, tiré el vaso de su mano extendida, y lo envié volando al piso de baldosas del hospital, el sonido del cristal astillándose y partiéndose en pedazos resonó en toda la habitación.
—¡Déjate de tonterías! ¡Mie*¨*, te pregunté algo! —le contesté enojado, para luego terminar con un ataque de tos incontrolable.
De prisa, buscó otro vaso de agua y se paró a mi lado al segundo siguiente, lo acepté de mala gana, aunque mi garganta se alivió cuando finalmente lo bebí.
—Todavía te estás recuperando, ¿quieres que llame al médico? Papá estaba extremadamente preocupado, se fue hace un momento... yo también estaba bastante intranquilo. Tu vida estaba en riesgo solo por ella...
—¡Dónde está ella! —Repetí dirigiéndole una mirada endurecida.
—Creo que ya lo sabes. Ella se ha i...
—¡No lo digas, carajo! —Aquel sonido se escapó de mi garganta, mientras luchaba por levantarme de la cama.
Y aunque ya sabía lo que estaba a punto de confesarme, no podía soportar que me lo confirmara.
Ciertamente, su expresión era sombría, mientras continuaba con lo que estaba tratando de decirme.
—Quédate quieto, solo vas a reabrir tus heridas. Ella ya se fue, no volverá nunca, debes concentrarte en recuperarte ahora ...
A pesar de que se dirigió a mí con un tono cariñoso, ya no me importaba nada.
En efecto, sentía como si mi corazón estuviera siendo atravesado por un millón de agujas.
—¡No! —le expresé con un grito sofocado.
—Comprendo que estés triste, pero todavía tienes que recuperarte.
—No lo entiendes, este dolor no significa nada, solo la quiero a ella..ella no puede dejarme yo... yo…
Definitivamente, ella era la única persona que deseaba ver en ese momento... y aquel dolor tan desgarrador ni siquiera podía compararse con mi herida de bala, incluso aunque me dispararan mil veces más.
—Solo cálmate, tu condición solo empeorará si continúas de esta manera.
—No lo entiendes, mie***, no puedo vivir sin ella...
—Lo superarás, es tan solo una persona y es peligrosa para tu bienestar, te lo advertí antes, que lo que fuera que sintieras por ella no era saludable, te está arruinando.
—¡Maldito seas! —Me retorcí, e inmediatamente una gota de sudor se formó en mi frente, mientras me aferraba el borde de la cama con tanta fuerza que mis nudillos se estaban poniendo blancos.
Sin dudas, quería matar a alguien, destruirlo todo… cada nervio de mi cuerpo latía desesperado… pero todavía estaba demasiado débil, sentía como si estuviera perdiendo la poca fuerza que me quedaba,
Inevitablemente, yacer allí tan indefenso era peor que la muerte misma.
Al igual que la noche que me había dejado.
De pronto, sentí como si todo dentro mío estuviera cubierto por un humo oscuro que amenazaba con asfixiarme desde lo más profundo.
—¡No entiendes un carajo! Aunque no sea saludable, la quiero de vuelta conmigo, ¡es absolutamente mía! —Exhalé, en un profundo suspiro.
Mientras tanto, nuestras miradas acaloradas se entrelazaron durante un tiempo, ya que ninguno de los dos estaba dispuesto a romper aquel contacto.
—Fuiste tú. La ayudaste a irse, ¡¡se supone que eres mi hermano!!
Por lo tanto, me miró sin molestarse en negar aquel hecho.
—Lo hice porque eres mi hermano..., papá también estaba aquí, sabía que te habían herido por su culpa. Seguramente, él hubiera...
—¡Mie**! —le grité, interrumpiendo lo que estaba a punto de decir.
En realidad, nunca negó que la había ayudado a irse, pero probablemente me hubiera enfurecido si llegaba a escuchar cualquier maldita excusa que pudiera darme.
—No hay excusa y lo sabes. Ya habías planeado todo esto antes de que nos enfrentáramos a Matteo, y el hecho de estar inconsciente fue tu oportunidad perfecta, ¿no es así?
Definitivamente, su silencio fue la respuesta que necesitaba.
A continuación, respiró hondo, mientras deslizaba los dedos por su cabello, y de repente una mirada de frustración cruzó su rostro.
—Solo quería ayudarte a deshacerte de tu debilidad, podrías haber muerto, eres mi hermano, ¿cómo podría no preocuparme por ti? ¡Pudiste haber muerto, mie***! —expresó, mientras apretaba la mandíbula, y una vena se asomaba en su cuello.
De inmediato, cerré los ojos tratando de controlar mi respiración.
Incluso, hasta ese momento, la necesidad de verla y tenerla conmigo corría por mis venas.
Él estaba, terriblemente equivocado...
Me resultaba imposible evitar aquel anhelo, ... aquella obsesión y aquel oscuro deseo que intentaban quemarme por dentro.
Se habían arraigado demasiado profundo dentro mío, incluso hasta en mi lado más oscuro, no podría deshacerse de ellos tan fácilmente.
Nada de esto terminaría hasta que ambos fuéramos consumidos por las llamas
—Ella no te quiere, por eso eligió irse. ¿La quieres de vuelta? Entonces, tienes que levantarte de esta maldita cama y ponerte de pie una vez más.
—Iré a decirle a papá que estás despierto —luego dio media vuelta, y se fue con pasos rápidos, cerrando la puerta detrás de él.
En ese preciso instante, me volví a recostar en la cama, y cerré los ojos cuando la debilidad me venció.
Luego, sentí una sensación de ardor en la comisura de mis ojos, mis respiraciones se tornaron profundas y la oscuridad comenzó a cubrirme lentamente.
Al final fui yo quien termino lastimado, mi corazón se fue con ella aquella noche.
No obstante, debo admitir que Sebastian tenía razón en una cosa, necesitaba volver a ponerme de pie y recuperarme por completo.
Realmente, estaba decidido a encontrarla sin importar cuánto tiempo me llevara…
El mundo no es tan grande para ocultarla de mí para siempre.
Y cuando finalmente la encontrara...