Capítulo 40
1147palabras
2022-11-03 14:25
Gracie
Todo ocurrió lentamente para mí, como si lo estuviera observando desde la distancia.
Matteo apuntándome, Hayden empujándome fuera del camino.
Inmediatamente, se escuchó un disparo.
La bala le había dado en el pecho, y aunque no soy médico sabía que no era nada bueno.
Inevitablemente, un grito escapó de mi boca cuando cayó al suelo con un ruido sordo...
De prisa, observé su camisa llena de sangre, y luego su expresión de dolor, no podía hacer ni decir nada, el shock comenzaba a filtrarse lentamente hacia mi cerebro.
En ese momento, comencé a desconectarme del mundo, podía escuchar gritos... voces... y distinguir algunos movimientos, pero todo sucedía como si yo estuviera demasiado lejos...
De reojo pude observar que Sebastian estaba apuntando a Matteo, para luego efectuarle cinco disparos rápidos y certeros.
De hecho, la escena fue terriblemente sangrienta.
De pronto, mi cuerpo comenzó a apagarse lentamente hasta que su voz ronca me devolvió a la realidad.
—Estás bien —murmuró en voz baja, extendiendo un dedo tembloroso para acariciar mi rostro, pero se detuvo a mitad de camino, cuando un suspiro de dolor se escapó de su boca.
Rápidamente, un sollozo se escabulló entre mis labios, mientras tomaba sus dedos con fuerza.
—¡No deberías haber hecho eso! No deberías haberme salvado... ¡Por qué! —Mi voz sonaba tensa, y algunas lágrimas oprimidas habían comenzado a deslizarse por mis ojos.
Sin embargo, su mirada brillaba con una emoción tan intensa, que estaba a punto de consumirme por completo.
—¿Estás llorando por mí? Sin ti no podré vivir de todos modos.
De repente, un sollozo sofocado se escapó de mi boca, mientras sacudía la cabeza frenéticamente hacia él.
¿Por qué estaba tan obsesionado conmigo?
Definitivamente, aquella situación era una clara advertencia de que él era la única persona que me quería.
Y aunque estuviera atrapado en aquella oscura obsesión, continuaba siendo el único que se preocupaba por mí.
Ya no podía obligarme a odiarlo nunca más.
O tal vez era demasiado débil para odiarlo aun con mayor intensidad.
De pronto, una leve sonrisa se esbozó en su rostro.
—No llores, finalmente serás libre... siempre has querido eso.
Enseguida, observé su mirada vidriosa, parecía como si apenas estuviera aguantando.
—Yo... yo...
Entonces, suspiré, a medida que apretaba sus dedos alrededor de los míos con sorprendente fuerza.
—Ni siquiera te atrevas a soñar con eso, me perteneces y no moriré tan fácilmente —Me apretó con fuerza, mientras su mirada ardía intensamente con posesión.
Por lo cierto, aquellas palabras, aunque se escaparon entre pesados jadeos, no perdieron el efecto que causaron en mí.
Debo admitir, que a partir de ese momento, una gran parte de mi ser se sintió aliviado, ya sus palabras me devolvieron la tranquilidad de que él estaría bien. Tal vez en algún lugar dentro mío sabía que no me libraría de él tan fácilmente, pero la idea ya no me repugnaba tanto como antes.
En efecto, no deseaba que él muriera, no sería capaz de soportarlo.
Luego, me soltó de repente y sus ojos se cerraron.
A continuación, pude ver que Sebastian se dirigía hacia nosotros.
—¡Muévete! —me gritó, mientras me apartaba para inclinarse cerca de Hayden, que estaba inconsciente.
En ese momento, mis hombros se hundieron por el cansancio, todo empezaba a dar vueltas en mi cabeza.
De prisa, miré a Sebastian, podía escuchar las sirenas desde la distancia, quería decirle que ayudara a Hayden.
Sin embargo, no fue necesario, y advirtiendo que él ya se había hecho cargo de la situación, solo entonces me dejé caer sin fuerzas.
*
*
En tanto, Sebastian caminaba de un lado a otro mientras esperábamos las noticias de los médicos, en medio de lo que parecía una eternidad.
Por lo cierto, nunca antes había visto tantas emociones desplegadas en sus ojos, ya que siempre se había mostrado frío y prohibido hasta ese momento.
Sin dudas, estaba realmente preocupado por Hayden.
De pronto, detuvo su marcha, y su mirada recayó sobre mí como si acabara de advertir mi presencia, mientras una expresión asesina mezclada con una intensa ira se apoderó de sus ojos por un momento, antes de dirigirse hacia mí.
—¡Qué haces todavía aquí! —exclamó.
Antes de que pudiera decirle algo, sus dedos se retorcieron en mi cuello, y aunque mi vida no corría peligro, me sentí incapaz de respirar.
—¡Está en esta condición gracias a ti! —Gritó, con su voz áspera por tantas emociones.
Ciertamente, sus dedos comenzaron a presionarme aún más, a medida que pronunciaba cada palabra.
—¿Por qué tuvo que salvarte?... ¡Deberías haber sido tú la que tendría que estar luchando por su vida ahora mismo!
Seguidamente, Inhaló con fuerza como si estuviera tratando de controlar sus emociones, luego me soltó y dio un paso hacia atrás, por lo que finalmente pude respirar.
—Esto tenía que pasar tarde o temprano, eres demasiado peligrosa para él.
¿Yo era peligrosa para Hayden?
Quizás debería haber dicho lo mismo pero al revés.
Él siempre había sido el lobo feroz, ¿y yo? Siempre fui el conejo al que atrapaba.
—¿Realmente piensas eso? —Lo escuché decir, y rápidamente enfoqué mis ojos en los suyos.
¿Lo habría dicho en voz alta?
De inmediato, su mirada, tan parecida a la de Hayden, se posó en la mía.
—No lo entiendes, ¿verdad? Él haría cualquier cosa por ti... Cualquier cosa —y expresó aquella última parte como si fuera un insulto.
—Como él no puede hacerlo, lo ayudaré a deshacerse de ti —agregó con una mirada decidida.
—¿Qué vas a hacer? ¿Me vas a matar? —pregunté en voz alta.
Luego, me observó fijamente por un momento, por lo que supuse que tenía esa misma opción en su mente.
—Ojalá pudiera —admitió antes de darme la espalda.
—No puedo hacerle eso, tampoco permitiré que lo arruines. Te marcharás. Te irás muy lejos, me aseguraré de que nunca te encuentre, le tomará algún tiempo, pero solo entonces lo hará. Él será capaz de olvidarte y mirar hacia un futuro extraordinario por delante. Él es el heredero del gran imperio de nuestro padre. Estoy haciendo esto por su bien, no dejaré que su futuro se arruine por un simple enamoramiento.
Al instante, sus palabras se anclaron profundamente en mi cabeza.
Solo podía observarlo en silencio.
¿Por qué me sentía tan superficial y vacía?
Y aunque sus palabras deberían haber sido un gran alivio... entonces, ¿por qué me sentía así...?
¿Por qué no me había pasado esto antes? ¿Por qué no se habría presentado esta oportunidad cuando todavía me quedaba algo de fuerzas para luchar?
Entonces, me di cuenta de que probablemente había comenzado a aceptar mi destino.
¿O tal vez había empezado a sufrir el síndrome de Estocolmo?
—¿Escuchaste lo que dije? Vas a desaparecer —su voz impaciente me arrebató de mi estado de aturdimiento.
¿De verdad había pensado en estar con Hayden? Mis emociones estaban en un terrible lío en ese momento.
Finalmente, observé Sebastián mientras expresaba mi respuesta...