Capítulo 29
999palabras
2022-11-02 14:51
"¿Qué estás haciendo aquí?", murmuró, luciendo claramente irritado por la repentina interrupción.
No tenía ninguna duda de que ese era su hermano, el que había visto cuando hice mi investigación en Internet el otro día.
Me volví consciente de mí misma; llevaba una toalla que a penas cubría mis muslos, sin mencionar que los brazos de Hayden todavía estaban sujetos posesivamente alrededor de mi muslo expuesto.

Sabía el tipo de imagen que representábamos, pero no era como si tuviera una opción en el asunto.
"No quise interrumpir tu pequeña diversión pero tengo algo urgente," dijo.
Nos miró de hito en hito; ni siquiera parecía sorprendido de encontrarnos así.
"Es importante, necesito hablar contigo hermano. A solas," agregó dándome otra mirada rápida.
Había algo oscuro y melancólico en él. Aunque era igual de alto, bien formado. También emitía esa vibra peligrosa de Hayden.
Pero sus ojos: ese par verde esmeralda, estaba completamente vacío.

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Su mirada se demoró en mí brevemente y sentí que un escalofrío me recorría.
Percibí que le desagradaba. De hecho, simplemente lo supe.
Él también debía querer vengarse de mí.
Al igual que Hayden.
Hayden lo acompañó y salieron de la habitación, cerrando la puerta detrás de él, dejándome sola.
Intenté abrir la puerta en dos oportunidades, pero me había encerrado.
Mis hombros se desplomaron, no era como si pudiera ir a ningún lado de todos modos.
No con la amenaza de muerte que le hizo a mi familia.
Lentamente tomé nota de lo que había en la habitación. Finalmente, mis ojos se posaron con un teléfono que descansaba sobre su mesita de noche.
Lo miré por un momento antes de acercarme.
No podía llamar a la policía, puesto que no podía arriesgarme; la confianza con la que me había amenazado me asustaba. Sin embargo, nunca dijo que no podía llamar a mi familia.
Contuve la respiración cuando el teléfono comenzó a sonar y la llamada fue respondida en el segundo timbre.
"¿Hola?" Sonó la voz de Ashley. Cerré los ojos brevemente al oírla.
"¿Hola?" preguntó de nuevo
"Soy yo" susurré.
"¿Gracie?" preguntó sorprendida.
"Sí, Ashley. Yo..."
"¿Por qué llamas? ¿Quieres meternos a todos en problemas?" espetó con tono enojado y temeroso.
"No, pero... ¿Por qué suenas así? Apenas logré llamarte y..."
"Bueno, no deberías haberlo hecho", dijo ella.
Sentí una fuerte punzada en mi pecho ante sus palabras.
"¿Puedo hablar con m... mamá y papá?"
"No. No quieren hablar contigo, no te molestes en llamarnos de nuevo"
"Ash..."
La llamada terminó abruptamente antes de que pudiera pronunciar otra palabra, ¿por qué me estaban haciendo esto?, todavía era su hija.
Pensé que al menos me amaban, ¿había sido todo una mentira?
¿Por qué no me habían contado que no eran mis padres? ¿Que mi verdadero padre era en realidad mi tío?
Era una amarga verdad que todavía no podía procesar.
De improvisto, recordé haberle hablado a mamá de Hayden, ¿por qué no dijo nada? Ellos también sabían que me iba a llevar... ¿por qué habían actuado como si nunca fuera a suceder?
No intentaron ayudarme ayer.
Solo vieron cómo me llevaba. Cierto, debían haber estado bajo amenaza, pero ¿acaso no deberían haberlo intentado, al menos?
¿Era realmente tan insignificante para ellos?
Me abandonaron con demasiada facilidad.
Sentí un dolor abrasador en el pecho que amenazaba con asfixiarme.
'A ellos les importas una m*erda', había dicho Hayden la otra noche que pasó en mi casa.
Nunca me he sentido más traicionada en toda mi vida.
Y dolía profundamente.
Incluso más de lo que Hayden me había hecho todos estos años.
El teléfono se deslizó de mis dedos lentamente y me acurruqué en una bola apretada, mis rodillas presionadas contra mi barbilla.
Momentos después, la puerta se abrió y me incorporé, ¿cuánto tiempo había pasado desde que se fue?
Su mirada se detuvo en la mía mientras se acercaba lentamente.
"¿Has estado llorando?"
¿Acaso tenía motivos para no hacerlo? Quería darle esa respuesta mordaz, pero decidí no hacerlo puesto que cualquier cosa podría molestarlo y no quería que se repitiera lo de anoche, todavía tenía mis partes ardiendo de dolor.
"Vístete", dijo al tiempo que arrojaba unas prendas sobre la cama.
Reconocí instantáneamente que eran mías, ¿significa esto que...?
"Fuiste a mi casa", dije y sentí que mi ritmo cardíaco se aceleró por el miedo.
"Solo para traerte estas cosas", respondió, encogiéndose de hombros y sonando casual al respecto.
Mis dedos jugaban inconscientemente con el dobladillo de mis toallas.
"No les haré daño. Al menos, mientras hagas lo que te digo. Sino, no tendré más remedio que hacerles daño. Ahora, vístete"
Su mirada inquebrantable era desconcertante. Lentamente, comencé a caminar hacia el baño, pero su voz me detuvo.
"¿A dónde vas? Te cambiarás aquí mismo... frente a mí", su tono serio no daba lugar a protestas.
Tragué saliva y aparté la mirada de sus penetrantes ojos verdes.
Dejé caer la toalla al suelo; sentí su mirada ardiente en mí todo el tiempo, por lo que me vestí lo más rápido que pude y, cuando levanté la vista, efectivamente, él todavía estaba mirándome.
Una vez que acabé, parpadeó un par de veces dejando en evidencia algunas emociones desconocidas, pero no pude descifrar cuáles eran y, finalmente, apartó la mirada.
"Vamos", dijo tomando mi mano y guiándonos hacia la puerta.
Pensé que iríamos a algún lugar afuera, pero nos condujo al interior de un comedor bellamente decorado.
"Debes tener hambre, te traeré el desayuno"
"No tengo hambre", murmuré, sinceramente convencida de que no podría darle un bocado a nada, puesto que mi estómago estaba hecho un nudo y no tenía apetito. ¿Realmente esperaba que me sentara y fingiera que todo estaba bien?
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"No estaba preguntando, conejita", afirmó y luego caminó hacia donde supuse que estaba la cocina.
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"Cu.. ¿cuándo podré marcharme?" expresé conteniendo la respiración. Él hizo una pausa a mitad de camino, pero no se volvió para mirarme.
"Ya te lo dije y no lo volveré a repetir, ¡No te vas a ir!"