Hayden
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"¿Cuándo p..puedo irme?", preguntó.

"Ya te lo dije antes y no lo diré de nuevo. ¡No te vas a ir!", dije con más dureza de lo que pretendía.
Ella se estremeció un poco y me di cuenta de que se había vuelto una reacción habitual últimamente, incluso ante el mínimo roce de mi piel.
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Su labio inferior tembló mientras parpadeaba para contener las lágrimas.
La observé por un momento; se veía tan pequeña, frágil e inocente ante toda la m*erda que le había pasado. Una situación que yo mismo causé.

Entonces, comprendí que ella tenía razón, realmente era un monstruo, no podía negarlo... no. Sin embargo, me encantaba que la gente me temiera, porque solo entonces me obedecían. Pero me había destrozado los nervios escucharlo directamente de sus propios labios anoche.
Descubrí que no quería que ella pensara en mí de esa manera. 
Me había lastimado en un lugar prohibido, que no sabía que aún existía.
Me había hecho sentir tan vulnerable y débil...

En ese momento me pregunté cómo podría haber sido su vida si yo no hubiese irrumpido en ella para arruinarla; la manché con mi odio.
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La había doblegado, pero no había sido anoche, fue mucho antes de eso.
pero no había sido anoche,
fue mucho antes de eso.
Murmuré una maldición por lo bajo mientras me abría paso a la cocina.
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En gran parte, sabía que ella era ingenua y quedó atrapada en todo esto.
Aun así, no podía dejarla ir. Era una maldita luz, pero la manché con mi oscuridad. Ahora no había escapatoria para ninguno de los dos... Siempre estaríamos atrapados el uno con el otro. La mantendría conmigo a toda costa.
Al pensarlo más, comprendí que incluso sin la venganza que le juré a su padre, Matteo, ella todavía me habría pertenecido.
Aún así, la habría encontrado y la habría reclamado como mía.
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Sin embargo, estaba muy diferente después de lo que pasó anoche; podía sentir el miedo que irradiaba de ella, incluso parecía más asustada que antes.
Debía admitir que le di suficientes razones para sentirse así.
Anoche, quizás llevé las cosas un poco al extremo.
Diablos, no.
Sobrepasé todo límite.
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Aunque no habría podido evitar tomarla anoche; no me arrepentía de eso. Era algo que sucedería, puesto que lo deseaba desde el primer momento en que la vi, pero debería haber sido un poco más gentil. 
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Sin embargo, en el último momento, cuando dijo esas palabras, perdí el control por completo.
Finalmente, hice unos simples huevos revueltos y pan para el desayuno. Sí, sabía cocinar porque fue lo único que aprendí de mi madre antes de que falleciera. Una vez listo, regresé al comedor.
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No levantó la vista cuando me acerqué; siguió jugando con sus dedos nerviosamente mientras yo dejaba los platos frente a ella.
"Come." Le ordené.
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Su labio inferior volvió a temblar ligeramente, pero hizo lo que le dije.
La observé mientras comía en silencio; no levantó la vista ni una sola vez y tuve la sensación de que estaba tratando de fingir que yo no estaba allí.
Ese pensamiento me molestó; me dejó una sensación de tensión en la boca del estómago.
Ella masticó lentamente los huevos. En un momento, su lengua salió disparada para lamer su labio inferior y sentí calor acumulándose en mis partes bajas. Quería inclinarla sobre la mesa y embestirla profundamente; follar hasta que se nos salgan los sesos a ambos.
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"¿Q... qué hay de tu hermano?", preguntó de repente.
Arqueé las cejas sorprendido, puesto que no pensé que quisiera iniciar una conversación conmigo. Además, no podía adivinar por qué preguntaba sobre él.
A menos que ella pensara...
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"¿Te refieres a Sebastian...? Oh, él sabe que estás aquí... contra tu voluntad." Añadí la última parte para asegurarme de que lo entendiera perfectamente.
Ella asintió con la cabeza lentamente como si entendiera y luego hizo un gesto hacia la comida.
"¿Lo preparaste tú?"
Volví a levantar las cejas sorprendido, ¿qué le pasaba?
"Me gusta, está delicioso." Dijo lanzándome una pequeña sonrisa que dejó sus hoyuelos expuesto.
Qué diablos...
Mi corazón dio un vuelco; por un momento solo pude mirarla, ¿qué le ocurría?
"Entonces, lo prepararé para ti todos los días," dije.
Para mi sorpresa, ella solo asintió y siguió comiendo. ¿No se suponía que debía estar gritándome para que la dejara ir? No serviría de nada, pero igual...
Ella debería haber reaccionado de otra manera.
No así...
Sin embargo, se veía tan hermosa cuando sonreía que hizo que mi corazón se apretara con fuerza y casi me cortó la respiración.
Me di cuenta que quería verla así más seguido.
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Sebastian tenía razón, algo andaba mal. Caminábamos en silencio por la casa, ahora vacía.
Cuando dije que sus padres no se interesaban por ella era la pura verdad. Sin embargo, el asunto urgente por el que Sebastian me había llamado antes eran ellos;
Se trataba de sus padres, o más bien, su tío y su esposa e hija.
o más bien, su su tío y su esposa e hija.
Se habían mudado de su casa tan apresuradamente, que ni siquiera se llevaron ninguna de sus pertenencias.
Pero no se trataba solo de eso, sino de la última llamada telefónica que había hecho su tío a un amigo suyo. Obviamente, sabíamos todo aquello porque su conversación telefónica fue intervenida. ¿De qué otra manera habríamos podido mantenerlo bajo control todos estos años?
Toda su conversación había sido sospechosa.
Él había dicho:
"Se llevaron a Gracie sin sospechar nada, todo finalmente va a terminar."
Me quedé mirando los papeles desplegados frente a mí.
"¿De qué crees que se trata todo esto?", pregunté y nos miramos el uno al otro brevemente. No podía sacar una conclusión todavía, pero existía la posibilidad de que...
"Creo que Matteo todavía está vivo." Sebastian expresó el pensamiento que había formulado en mi mente.
"Está muerto," dije con poca convicción.
Aunque había visto cómo papá le metía una bala en la cabeza. Lo había visto morir allí mismo en el acto.
"¿A menos que otro gemelo muriera en su lugar?", sugirió con un leve encogimiento de hombros.
Pero, ¿cómo?
¿Habíamos cometido un error todos estos años?
Todavía faltaba mucha información, había muchas lagunas en toda esta situación. Sin embargo, si la persona que murió hace años no fue Matteo, sino su hermano gemelo, las cosas se complicarían mucho más.
Pero entonces, esa teoría explicaría perfectamente todo lo descripto en el informe médico frente a mí.
"Hay una manera de averiguarlo," dije significativamente.
"Vamos a por él."
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