Capítulo 24
1231palabras
2022-11-02 14:01
Supe cuándo fue el momento en que finalmente se relajó lo suficiente como para dormirse al lado mío. Entonces, saqué mi celular del bolsillo y le hice una llamada rápida a Sebastian para darle los detalles de la situación.
Sabía que iba a hacer preguntas...
Sobre qué m*erda estaba haciendo yo.
No se suponía que debía estar protegiéndola...
Pero no podía tomarme esas amenazas de muerte que ella había recibido a la ligera. Cuando averiguara quién estaba detrás de eso, me aseguraría de que se iban a arrepentir por cada una de sus lágrimas.
Cada momento en el que sintió miedo.
Parecía que la persona no era tan inteligente como para usar el mismo número más de una vez.
No estaba haciendo esto porque me preocupaba por ella, que era seguramente lo que Sebastian pensaba.
Ella era mía y nadie tenía el derecho a meterse con algo de mi propiedad, incluso si quisiera matarla, sería solamente bajo mis propios términos.
Se veía tensa incluso hasta cuando dormía; sus hombros estaban rígidos y me hizo pensar en si era por miedo a las amenazadas o por miedo a mí. Quizás fuera una combinación de ambos.
Estábamos tan cerca; su cuerpo, tan cálido y elástico, estaba apretado contra el mío.
Yo también debía dormir, pero no podía dejar de mirarla como un hombre obsesionado, sí, esa era la palabra correcta.
Me obligué a cerrar los ojos; estaba completamente seguro de que iba a volver a tener la misma pesadilla que desde hacía años que me acechaba.
La oscuridad...
Tenía siete años de nuevo.
Me aplasté contra la pared, apretando con fuerza el arma que tenía en mis manos mientras miraba al hombre macizo que tenía en frente.
Matteo. Era uno de los ayudantes de confianza de papá.
Nunca fue uno de los nuestros; uno de los enemigos de papá lo había puesto a su lado por muchos años, pero papá lo descubrió demasiado tarde.
Demasiado tarde.
"Déjalos ir", grité, mirando a mis padres que tenían ambos una pistola en la cabeza.
"¡Dije que los dejes ir!", volví a gritar con todas mis fuerzas. Él se detuvo e inclinó la cabeza para mirarme. "¿Qué vas a hacer, niño? ¿Dispararme?", dijo riéndose y mis ojos ardieron de ira. Mi padre nos había entrenado a mí y a mi hermano para saber disparar y ese era el momento para poner a prueba esa habilidad.
"Lo haré si tengo que hacerlo", dije moviendo mi arma hacia arriba.
"Baja eso, niño. Si no lo haces, ella muere".
Mi corazón, el de un niño de siete años, dio un vuelco cuando puso a Jenny, de cinco años, en frente suyo y con el cañón del arma presionado contra su cabeza.
Tenía lágrimas en sus ojos y sus labios temblaban del miedo.
Mamá no dejaba de llorar mientras me miraba a mí y a Jenny.
Papá me miró y asintió brevemente, entonces, hice lo que me dijo.
Me dolía el corazón. Se suponía que era el aniversario de bodas de mamá y papá, pero se había convertido en una pesadilla que yo quería terminar.
Todo sucedió tan rápido; algunos de los hombres de papá entraron corriendo...
Se escuchaban tiros y gritos por todos lados.
Entonces, todo terminó. Un silencio desgarrador había poseído el lugar.
Había tanta sangre; nuestra alfombra, que en su momento había sido de un blanco impoluto, estaba ahora cubierta de sangre.
Mamá estaba tirada con un tiro en la cabeza; su hermosa y blanca bata estaba cubierta de sangre.
No se movían, ni ella ni Jenny...
Muertas.
La palabra se registró en mi cabeza cuando corrimos hacia ellas; Jenny seguía respirando.
Apenas.
Pero no llegó al hospital; la bala había alcanzado uno de sus órganos vitales.
Había sufrido tanto y yo no podía hacer nada para ayudarla.
Entonces, se abrieron mis ojos; me toqué la cara y estaba mojada.
¿Mojada?
Luego de eso, papá no volvió a ser el mismo. Se volvió un hombre distante y nos mudamos a un estado completamente diferente.
Nunca nos dejaba llorar porque no cambiaría absolutamente nada, y tenía razón. Sin embargo, eso no me frenaba, lloré cada una de las noches. Así y todo, no calmaba el dolor que sentía dentro mío.
Ni siquiera un poco.
Quería venganza, pero todos los responsables estaban muertos. Papá se había asegurado de eso.
Y luego la encontré.
¿Cómo podía dormir tan plácidamente luego de habernos arruinado la vida?
Mi corazón ardía por un odio renovado que sentía hacia ella.
Era la hija del responsable de que yo haya perdido la poca felicidad que en un momento tuve...
Su cuello delicado estaba expuesto mientras roncaba suavemente. Sería fácil estrangularla. Pero incluso aunque lo pensara, sabía que no podría hacerlo.
Nunca podría hacerlo.
No debería desearla del modo en que lo hacía; sentía como si estuviera traicionando a mamá, a Jenny... e incluso a mí mismo.
Todo lo que quería sentir era odio, pero fui mucho más a fondo que eso.
Y como si hubiese estado consciente del peligro que la acechaba, sus ojos se abrieron lentamente.
"¿H...Hayden?".
Fue un susurro muy suave. Cuando vi la confusión en su rostro, me atravesó una punzada de ira.
"¡Todo es tu culpa!", grité envolviendo su cuello con mis manos, no muy fuerte, pero lo suficiente como para dejarle una marca.
Mi arrebato repentino la sorprendió y yo apreté aún más.
Que ella empezara a llorar hizo que me enojara más y más.
"¿Por qué actúas como si fueras frágil? ¿Para ganar mi simpatía? ¡Solo hace que te odie más!".
Entonces, la solté y ella se alejó dejando una buena distancia entre nosotros...
"No quiero tu simpatía, ya te dije que no quiero nada de ti. Y nunca lo querré".
Una risa oscura escapó por mi boca.
"No tienes que quererlo, pero tomarás todo lo que yo te de. Y esta vez, no habrá vuelta atrás entre nosotros", dije con los labios formando una línea apretada.
"¿Qué quiere decir eso?".
"Ya lo verás".
Noté que me observaba atentamente... Y no me gustaba para nada porque sentía como si ella estuviera intentando leer a través de mí...
"¿Qué?", pregunté ya impaciente por su mirada.
"Hayden, ¿estuviste llorando?".
Su pregunta me tomó por sorpresa.
"Tus ojos están rojos y... y...".
"¿Parezco como si tuviera algún motivo para llorar? Tú serás la que llorará... Si yo fuera tú, estaría preocupado por mí, porque tu tiempo se está por terminar", dije de golpe. Y tuvo el efecto que esperaba porque ya no estaba enfocada en mirarme a mí, al menos no en el modo en que lo había hecho antes...
"¿Tiempo para... qué?", tartamudeó.
"Te van a coger y fuerte. Deberías prepararte porque no habrá salida", dije con una pausa entre cada palabra para no dejar lugar a dudas.
Ella visiblemente empalideció ante mis palabras. Sus ojos parecían más grandes gracias al miedo que sentía al mismo tiempo que intentaba respirar.
Sabía que ella me estaba entendiendo.
Pero no sería simple como ella pensaba, porque nunca podría imaginarse las cosas que iban a pasar.
Su vida estaba por cambiar. Y para mal.
En dos días iba a comprender...
Nadie estaba realmente preocupada por ella, ni siquiera su supuesta familia. De lo contrario, él no hubiera hecho ese acuerdo conmigo años atrás...
Ella había sido mía desde el principio...
Ella simplemente estaba esperando a que me la ofrecieran en bandeja.
Y no faltaba mucho.