Capítulo 19
1625palabras
2022-11-02 11:30
Apreté mis t*tas una contra la otra mientras él deslizaba su reluciente p*ja sobre ellas y untaba líquido preseminal que se escapaba hasta mi estómago...
Era tan degradante y humillante, y el gruñía de placer mientras dejaba su semilla por mis pechos y mi estómago.
Juntó un poco de su semen de la punta de mis pezones y me lo llevó a los labios. Al hacerlo me sentí tan sucia, sentía como si fuera suya, de su propiedad... y él me estuviera reclamando...
Sentí un espasmo involuntario que hizo todo el recorrido hasta mi centro...
Odiaba esto, pero al mismo tiempo palpitaba de deseo y mis jugos desbordaban y caían por mis muslos.
¿Cómo volveré a mi vida luego de que todo esto termine?
No podría hacerlo, no luego de todo esto; además, algo me decía que todavía faltaban cosas...
Había algo en su mirada, algo que decía que quería que lo desobedeciera para tener un motivo por el que castigarme...
Pero de nuevo, él nunca necesitaba tener un motivo.
Le lamí el dedo como a él le gustaba y sentí su sabor detrás de mi garganta.
El gesto de su boca mostraba una oscura satisfacción.
"Sí que eres una maldita z*rra...
Te ves realmente tan bien así, de rodillas. La próxima vez debería sacarte una foto, ¿no te parece?".
¿Estaba esperando a que yo respondiera a su sonrisa sádica?
Mi pregunta se respondió cuando, de golpe, me agarró fuerte del pelo.
"Me... me estás lastimando", gemí mientras se formaban lágrimas en mis ojos.
"Te mereces todo lo que obtienes porque a una p*ta como tú, solo se la pueden coger", dijo apretando más su agarre, y yo sentí como si fuera a arrancarme la cabeza.
"¡Suéltame! Por favor... ¡suéltame", grité ya con lágrimas cayendo por mis mejillas... Pero él parecía disfrutar de mi dolor...
Su p*ja se endurecía cada vez más y palpitaba como amenazando hincharse aún más.
Se estaba excitando con mi dolor. ¿Qué tan enfermo estaba?
"Tengo tantas ganas de c*gerte en este momento, de metértela hasta bien al fondo y que tu conchita virgen sangre y manche toda mi p*ja. Quiero ver cómo tus t*tas rebotan mientras te c*jo de nuevo... y de nuevo... y cubro tus paredes con mi s*men que luego va a salir de ti chorreando.... ¡Eres mía, maldita sea!". La última oración fue un gruñido.
Entonces, su mirada psicótica, esa que parecía atravesarme hasta llegar a mi alma, me hizo estremecerme del miedo.
"No... no soy tuya, soy una p-persona libre", pude llegar a decir bajo su mirada.
Una risita malvada escapó de su boca mientras me acariciaba las mejillas con sus nudillos...
"No sabes cuánto quiero mostrarte lo que realmente en este momento... Realmente duele esperar... pero seguramente sucederá, conejita", fue lo último que dijo.
Entonces, me tiró del pelo con muchísima fuerza, amenazándome con arrancarme el cuero cabelludo. Luego, me soltó bruscamente.
Me tambaleé para ponerme de pie nuevamente mientras me ahogaba con mis lágrimas. Me cubrí con mis brazos lo más que pude para esconderme de su ardiente mirada, aunque era inútil...Tenía el cuerpo manchado con su s*men.
Apestaba a él, por todas partes.
Entonces, comencé a buscar mi ropa.
Pero de pronto, él me agarró por los brazos con fuerza y me quedé sin aliento.
"¿Qué quieres? Ya has tomado todo, incluso yo siento desprecio por mí misma en este momento. ¿No estás satisfecho? ¡Te odio tanto!", dije sintiéndome que me ahogaba por el odio y la desesperación que sentía por dentro...
Su mirada destelló por un momento antes de volverse oscura y dura una vez más. Entonces, él me empujó para alejarme y yo casi pierdo el equilibrio.
Encontré mi camiseta y mi sostén que habían sido arrojados a una esquina, pero la camiseta estaba toda rota porque él me la había arrancado...
No podía usarla porque no me cubriría nada; sería lo mismo que caminar desnuda. Y todavía tenía dos clases más antes de que el horario de escuela terminara.
"Usarás una mía".
No era una sugerencia, era más bien una orden.
Ignoré por completo sus palabras; no quería nada de él.
Él dejó salir una risa divertida de sus labios.
"Puedes elegir no usarla. Estoy seguro de que prefieres caminar por la escuela mostrando tus tetas gordas", dijo sin sacar su mirada de mis pezones...
La palabra me estremeció y logró que lo poco que me quedaba de autoestima desapareciera por completo.
"Pero tampoco tienes ese derecho, porque no pueden mirarte otros. Solo yo tengo derecho sobre tu cuerpo, solo yo...".
Entonces, me tiró su camiseta en la cara y yo la agarré y la usé para cubrirme la parte de arriba.
"No conseguirás nada siendo así de terca, excepto más de mis castigos", dijo en voz baja; sin embargo, el volumen bajo tenía el mismo efecto que si me hubiera gritado.
Y yo me atraganté con una risa amarga.
"No importa, siempre encuentras modos de lastimarme incluso cuando no he hecho nada malo".
"Ciertamente tienes razón en eso".
Me estremecí instintivamente cuando sus nudillos acariciaron mi mejilla. Aunque tenía su mirada fija en mis ojos, no parecía estar mirándome realmente. Su mirada era distante, como si estuviera atrapado en algún tipo de trance.
"Toda tu existencia es un error, te llevaste todo... y luego te convertiste en mi mundo".
Mi respiración se detuvo... No eran solo palabras, había algo en el modo en que lo había dicho...
Sus palabras estaban cargadas de tanto odio.
Era asfixiante...
Sentía que me iba a ahogar con mi propio aliento, sentía que me chupaba la vida.
"¿Tu mundo entero? ¿Qué fue lo que te hice?".
Parpadeó dos veces como si se hubiera sorprendido por su propia confesión.
"¿Qué fue lo que hice? Si vas a lastimarme, ¡tengo el derecho de saber por qué!", repetí esta vez con voz más fuerte, una llena de la frustración que sentía por dentro.
Pero ignoró por completo mi pregunta, fue como si no hubiera siquiera hablado.
Comenzó a vestirse y supe que no diría nada...
Empecé a limpiarme su líquido pegajoso de mi cuerpo y mi cara; estaba secándose y por eso pegándose a mi piel. Deseaba poder limpiarme todas las cosas sucias que él me había hecho...
Lavar ese lado sucio de mi mente del que secretamente disfrutaba.
"Déjalo, te ves tan perfecta, tan mía".
Lo miré boquiabierta. Su expresión era muy seria, pero no podía estar hablando en serio y esperar a que yo caminara por ahí cubierta de su semen.
"No soy...tuya, nunca lo seré".
Entonces, me arrancó la camiseta que tenía agarrada y la pasó por mi cabeza para ponérmela. Me quedaba demasiado grande, me llegaba justo a la mitad del muslo; enseguida me sentí rodeada por él... Era todo demasiado.
Lo miré fijamente a los ojos y me di cuenta de que era justamente su intención...
Su mirada dura se mantuvo enfocada en la mía, de un modo que se sentía peligroso...
Era una mirada de pura posesividad y...
"Eres parte de mi mundo, Gracie, y nunca saldrás de él... Nunca, porque antes te mato", dijo con énfasis para asegurarse de que sus palabras entraran bien en mi cabeza.
Sentí como una ola de frío me recorría el cuerpo antes de que él aplastara sus labios contra los míos. Ese no era uno de esos besos castigadores...
Esta vez era diferente...
Sus labios, que buscaban los míos, eran suaves y gruesos...
Despacio, fue bien profundo en mi boca, saboreando y probando todo lo que yo tenía para ofrecer... Se sintió como el beso de un amante.
También despacio interrumpió el beso, se paró bien derecho y, antes de salir furioso por la puerta, me lanzó una última y profunda mirada.
Entonces, mis rodillas temblaron y caí sobre el piso duro. No tenía más fuerzas en mí como para pararme...
Esto no era un caso de acoso común y corriente. Me estaba dando cuenta de que Hayden Mcandrew estaba obsesionado conmigo.
*
*
Observé la fotografía de Hayden y de papá que estaba en mi mesa de luz. Había logrado arreglarla bastante.
Se había enfurecido cuando mencioné a su hermana. Me quedé mirando a esa pequeña niña y su bella e inocente sonrisa. Qué pena que se haya ido tan joven.
En ese momento, entonces, me di cuenta de que lo único que sabía de Hayden Mcandrew era que me odiaba intensamente...
¿Quién era él?
¿Dónde estaba su familia?
¿Qué quiso decir cuando me dijo que le había robado todo su mundo?
Todas esas preguntas que rondaban mi cabeza me hacían sentir que me estaba volviendo loca.
Entonces, saqué mi laptop para ver si podía encontrar algo sobre él en internet.
Cualquier cosa...
Escribí su nombre en el buscador y lo que encontré me dejó completamente impactada.
Era el segundo hijo de Lionel McAndrew, quien resultaba ser uno de los hombres de negocios más reconocidos mundialmente y dueño de una empresa multimillonaria. ¿También tenía un hermano? Tenía el mismo par de ojos verdes que Hayden; todos parecían haber heredado ese rasgo de su padre.
No se mencionaba una hermana por ningún lado, tampoco a su madre.
Era bastante extraño, aparte de este pequeño dato, no había nada más.
Me quedé con la mirada fija en la computadora.
Si eran así de millonarios, ¿por qué había Hayden vuelto a nuestro pueblito?
Además, ¿por qué se había ido hace dos años?
Dijo que el motivo de su regreso había sido yo, pero yo no lo creía. Debía haber algo más... algo que yo no sabía.
Mi mirada se posó en la foto que estaba en mi cama.
Había algo de papá que no estaba bien...
Algo que no había visto nunca.
¡Era el tatuaje!
En esa foto, papá tenía un tatuaje grande en su cuello.