Capítulo 11
1443palabras
2022-11-01 16:15
"Ahora los voy a juntar en parejas para su proyecto de clase de excursión artística", dijo la Sra. Clarke sacando una lista que contenía todos nuestros nombres. Ese proyecto era muy importante para mí porque era la última oportunidad que tendría para compensar las bajas calificaciones que había obtenido la última vez.
"Wendy Harper y Josh Oscar son la primera pareja", anunció la Sra. Clarke.
"Brittany Walters y Jasper Adams son la segunda pareja", continuó la Sra. Clarke.
"Un torpe... que no me toque a mí", dijo ella en voz baja, pero su voz fue lo suficientemente audible para que todos la escucharan y se echaran a reír.
"Y la última pareja la conforman... Gracie Evans y Clarissa Parker", señaló ella finalmente.
Clarissa me lanzó una sonrisa y yo se la devolví.
Mis compañeros de clase comenzaron a quejarse de las parejas que les habían tocado en suerte y le pidieron a la Sra. Clark que les permitiera cambiar de pareja.
"Ambos integrantes de la pareja deberán llevar a cabo este proyecto. Si uno de los miembros de la pareja fracasa en el desarrollo de la tarea que se les haya asignado, entonces el otro también habrá fracasado. Y no me pidan que cambie las parejas. Bien, si no hay ninguna otra objeción entonces me marcha...", declaró la Sra. Clark.
"¿Y qué hay de mí? Espero que no te hayas olvidado de mí", la interrumpió alguien en voz alta.
Él traspasó el umbral de la puerta y entró caminando con aire despreocupado.
"Hayden, tú...", escuché que decía la Sra. Clark al advertir la presencia de Hayden.
Sin embargo, no logré escuchar el resto de lo que la Sra. Clark dijo, pues en ese momento yo solo pensaba en alejarme de él.
"La quiero a ella", dijo al tiempo que me miraba fijamente con sus ojos verdes.
Se hizo un silencio mientras todos los que se encontraban a mi alrededor me miraban.
“Quiero que ella sea mi pareja”, repitió él. Estaba empecinado en que fuéramos una pareja.
¡Aquello no podía estar sucediéndome! Yo seguramente fracasaría si él era mi pareja, lo que arruinaría mi última oportunidad de mejorar mis calificaciones.
"Yo... ya estoy emparejada c.. con ella", dije en tono vacilante y las comisuras de sus labios se torcieron. Él se volvió hacia la señora Clark, que ahora parecía estar un poco nerviosa. Incluso se le había formado una gota de sudor en la frente.
¿Acaso ella le tenía miedo o algo así? Pero si él solo era un estudiante, así que no podía obligar a su maestra a hacer lo que él quisiera.
"Te asociarás con él, Gracie. Ven conmigo Clarissa; te emparejaré con otra persona", explicó la Sra. Clark.
Palidecí intensamente al oír sus palabras, pues no podía creer lo que ella estaba diciendo.
"Ella había accedido a ayudarme a librarme de Hayden antes, así que ¿por qué ahora me emparejaba con él?", me preguntaba sorprendida.
"Pero señora Clark, lo que sucede es que ya estoy...", comencé a explicar pero ella no aceptó mis reparos.
"¡No voy a aceptar objeciones, Gracie! Y ahora todos ustedes pónganse a trabajar, pues solo tienen una semana para completar y presentar el proyecto", señaló la Sra. Clark.
Tras haber dicho aquello, ella salió de la clase, dejándome estupefacta y llena de temor.
"Bebé, ¿por qué te emparejas con esta perdedora?", dijo Brittany haciendo un puchero y abrazándolo.
Ignorándola, Hayden la soltó y salió por la puerta. Ella me lanzó una mirada antes de irse tras él.
"¿Qué fue todo ese asunto de Gracie? ¿Y por qué te ves tan pálida?", preguntó Jasper parándose frente a mí.
Al ver que yo guardaba silencio, él puso una mano sobre mis hombros.
"¿Todavía te está causando problemas? Lyn me dijo que él ha estado haciéndolo durante mucho tiempo. ¿Cuándo vas a hacerle frente, Gracie? No puedes permitir que siga haciendo contigo lo que le venga en gana", continuó Jasper.
"¡Pero si ya lo he intentado antes! Tú... Tú no lo conoces, él...", repuse.
"¡Tienes razón! No lo conozco, ¡pero esto tiene que terminar! ¡Lo confrontaré al respecto!", dijo en tono decidido.
Tras haber hecho esa afirmación él salió de la clase y yo corrí tras él gritando su nombre.
"¡Detente, Jasper, no puedes hacer eso!", exclamé llorando, pero él no me prestó atención.
Hayden me había estado ignorando toda la semana y definitivamente creo que es mejor no despertar a un perro que duerme.
Estaba parado justo al lado de su casillero cuando Jasper lo alcanzó, fijó su mirada en nosotros y mis piernas me fallaron, lo que hizo que avanzara con lentitud.
'¡Dios mío! ¿Acaso Jasper no se daba cuenta de que me estaba metiendo en graves problemas?', pensaba yo. Tenía ganas de echarme a llorar ruidosamente debido a la frustración que me embargaba.
"Quiero hablar contigo", le dijo Jasper a Hayden en tono desafiante.
Una de las cejas de Hayden se arqueó hacia arriba mientras cruzaba los brazos y se recostaba contra su casillero adoptando una actitud relajada.
"Adelante, dime lo que tengas que decirme, te escucho", replicó tranquilamente Hayden.
"Jasper, vámonos de aquí, por favor", dije en tono de desesperación, pero él me ignoró por completo.
"Quiero que la dejes en paz. Ya deja de molestarla", dijo él mirando a Hayden directamente a los ojos.
"¿Y quién te crees que eres para decirme lo que debo o no debo hacer? ¿Eres su guardaespaldas o su novio?", replicó Hayden.
"Ambas cosas", respondió Jasper, lo que me sorprendió bastante.
"¡Así que aléjate de ella, McAndrew! ¡Ya estás advertido!", le espetó.
Hayden se burló y luego miró rápidamente a Jasper antes de lanzarme una mirada.
Deseé que la tierra se abriera y me tragara cuando advertí que habíamos llamado la atención de algunos espectadores.
Ahora la mirada de Hayden había dado paso a una sonrisa de autosuficiencia que yo conocía muy bien, pues era la clase de sonrisa que siempre se dibujaba en sus labios antes de que hiciera algo para lastimarme.
"Te espero mañana en mi casa, conejita. Espero que no llegues tarde", me dijo.
Su sonrisa me había dejado claro que estaba urdiendo un plan malvado en mi contra, por lo que no pude evitar que me embargara una sensación de desesperación.
Sin moverme de mi sitio observé cómo él se alejaba de allí.
"¿Por qué hiciste eso? ¡No deberías haber hecho lo que hiciste!", protesté llorando.
"Tarde o temprano ibas a tener que enfrentarte a él, así que cuanto antes, mejor", señaló en tono serio.
Dejé caer mis hombros al oír aquella declaración. Él no parecía ser consciente de que su actitud me estaba metiendo en serias dificultades.
"¿Por qué dijiste que eras mi novio?¿Por qué lo hiciste?", pregunté desconcertada.
Me lanzó una mirada de confusión pero luego el dolor asomó a sus ojos.
"¿Por qué estás tan disgustada? Solo dije eso para que supiera que no estás sola, que tienes a alguien que te respalde y que ese alguien soy yo. ¿O es que acaso te gusta él o algo por el estilo? Supongo que no quieres que él malinterprete la situación", comentó él.
"¡No! ¡Él no me gusta!", repuse llorando al sentirme ofendida por el hecho de que él pensara que yo quería tener alguna relación con Hayden y que él me gustaba.
"No siento afecto por él. Lo único que siento por él es odio", dije haciendo énfasis en la última parte de la frase.
Él asintió al escuchar la declaración que yo acababa de hacer.
"No te enojes tanto. Después de todo lo único que él puede hacer es colocar algunos carteles. Te llevaré a casa", comentó.
Ojalá las cosas fueran tan sencillas como lo planteaba él.
Solo pude asentir con la cabeza, pero era incapaz de dominar el temor que me invadía.
Mientras caminábamos por el estacionamiento lo busqué con la mirada y advertí que estaba junto a su automóvil con un cigarrillo encendido en los labios. Su mirada fría se cruzó con la mía y un temblor me sobrecogió.
"¿Qué estás mirando?", me preguntó Jasper al notar que estaba mirando a Hayden.
Entonces aparté mi mirada de Hayden de inmediato.
"No te preocupes. No sucede nada. Solo vámonos", respondí.
Él asintió y ambos entramos en su automóvil. Nos marchamos dejando atrás su mirada vigilante.
Mi celular sonó para avisarme que acababa de recibir un mensaje de texto, así que lo saqué del bolsillo de mis pantalones vaqueros.
Noté que yo no conocía el número desde el cual el mensaje de texto había sido enviado. Sin embargo estaba segura de quién era el remitente del mismo.
El mensaje que acababa de recibir rezaba: "Estás en serios problemas, conejita". "¡Oh, Dios!", exclamé.