Capítulo 9
1942palabras
2022-10-31 17:40
Me miré al espejo.
Parecía que venía de una guerra, pues estaba terriblemente pálida y ojerosa, y tenía la mirada triste y sin brillo.
Luego, me detuve a ver la herida que Hayden me había hecho la noche anterior.
Hasta anteayer, mi habitación había sido mi refugio seguro, ya que ahí podía llorar, y consolarme a mí misma, cada vez que él me hacía daño.
Pero anoche, al irrumpir en mi cuarto, él había derrumbado mi zona de seguridad.
Todavía recordaba el día que lo vi por primera vez a su regreso, para ese momento, a la escuela secundaria. Yo tenía apenas once años, y Hayden trece. Él era el chico nuevo, con unos hermosos ojos verdes, que se acababa de mudar a la ciudad, y todos querían ser amigos suyos.
Sin embargo, él permanecía callado, y apartado de los demás. De igual manera, casi todas las chicas del salón estaban enamoradas de él, y yo no era la excepción.
De hecho, yo también quería ser su amiga. No obstante, aún recordaba, como si fuese ayer, ese fatídico día en el cafetín, en que tropecé con él, y derramé, sin querer, mi jugo de naranja en su camisa, por no haber visto que venía en la misma dirección.
Apenas intenté disculparme por mi torpeza, él me empujó tan bruscamente, que me caí al piso.
"¡Acaso estás ciega!", gritó apretando los puños, con la mirada iracunda.
Me sentí mal en ese momento, porque todos se echaron a reír.
"Lo.. lo siento", susurré, con las lágrimas, a punto de brotar de mis ojos.
"La próxima vez, ve bien por dónde caminas, gorda", dijo en torno de burla antes de irse, pero sus últimos comentarios provocaron aún más risas entre la concurrencia.
Recordé que al llegar a casa, me pasé todo el día llorando, y sin querer comer nada, pues me culpaba a mí misma, por haberlo hecho enojar, al no haberme fijado por dónde iba caminando. Sin embargo, él tampoco tenía derecho a haberme insultado de esa manera.
Al día siguiente, los demás muchachos comenzaron a molestarme, poniéndome apodos horribles durante varios días, e incluso mis amigos empezaron a evitarme, ya que no querían verse involucrados con la gorda, o con la chica que Hayden detestaba.
Incluso, uno de los muchachos, cuyo nombre no recordaba, me golpeó con fuerza contra un escritorio, mientras los demás nos miraban, muertos de risa.
Recordé que había corrido al baño a llorar desconsoladamente, y que no salí de ahí, hasta que la maestra fue a buscarme.
Ese mismo día, un poco más tarde, Hayden peleó con el muchacho, que me había golpeado. Al instante, recordé que lucía muy enojado, mientras le daba golpes y patadas con mucha saña.
Me sentí aterrada, al ver la expresión de su rostro, pues parecía que estaba disfrutando cada dosis de dolor que le infligía al muchacho.
Acto seguido, anunció que nadie podía acosarme, ni hacerme daño, y por eso, pensé que era un héroe, o mi caballero de brillante armadura. Sin embargo, lamentablemente, me equivoqué.
De hecho, él sólo quería la exclusividad al momento de hacerme daño.
Al parecer, yo era la única persona que despreciaba de esa manera. Por ello, pasé muchas noches, preguntándome la razón, o de qué manera pude haberlo ofendido, además del episodio de haberle derramado el jugo encima, por el cual, ya me había disculpado.
Hayden se aseguró de ridiculizarme, y humillarme ante los demás, en cada ocasión en la que me encontraba sola, o cuando los profesores estaban descuidados, o sencillamente no les importaba lo que estuviese pasando. Por otra parte, mi papá siempre estaba de viaje, y las pocas veces que le conté algo a mi mamá, ésta no le dio mucha importancia, y me decía: "Eso forma parte de lo significa ir a la escuela, pero antes de que te des cuenta, ya todo se habrá solucionado".
No obstante, sucedió todo lo contrario, y Hayden fue cada vez más lejos.
Por ello, a partir de ese momento, decidí no decir una palabra más, y reservarme todas la cosas que me hacía. Incluso, cuando se terminaron las clases, pensé que me había librado de él, y que....Sin embargo, una vez más, fui muy inocente, y me equivoqué de nuevo.
Mi familia tenía una excelente situación económica, porque mi padre producía ingresos suficientes para sustentarnos. Por ello, una vez dije en casa que quería cambiarme a otra escuela, pero mis padres se negaron, pues insistían en que Waters High era la mejor secundaria de los alrededores, y que estudiar ahí, me garantizaba un gran futuro. Lamentablemente, lo que ellos no sabían, era que el verdadero motivo de mi petición tenía nombre y apellido: Hayden McAndrew.
Con el tiempo, la agresión se tornó física, ya que él empezó a empujarme, cuando estaba cerca de los casilleros y escritorios, o me derramaba encima lo que estuviera bebiendo. En secundaria, sólo me había acosado verbalmente, pero en este primer año de la preparatoria, su nivel de crueldad había ido en ascenso.
Después, me hice amiga de Harry, quien una vez se enfrentó a Hayden, para defenderme. Sin embargo, hasta ahora no sé, qué le pudo haber hecho éste, porque al día siguiente, ni siquiera se atrevía a mirarme a la cara, situación que duró varios días. Cuando lo confronté para entender lo que le sucedía, mi supuesto nuevo amigo me advirtió que me alejara de él. Al poco tiempo, se cambió a otra escuela, y yo perdí para siempre su amistad.
Llegué al punto de orinarme los pantalones, con tan sólo escuchar su nombre, y por eso, debía obedecerle, o de lo contrario, atenerme a las consecuencias.
Al principio, sólo me tropezaba, me empujaba, o me daba una paliza, si le desobedecía. Después, todo cambió.
Yo tardé un poco en desarrollame, y a los quinces años, aún no tenía casi senos. Sin embargo, en las vacaciones de verano, mi cuerpo cambió, y mi pecho crecía cada vez más, al igual que el trasero y las caderas, y Hayden se percató de eso.
Ahí fue cuando empezó la verdadera intimidación, pues a partir de ese momento, únicamente se dirigía a mí, utilizando palabras despectivas, como por ejemplo: p*t*, z*rr* y p*rr*.
Él también experimentó cambios físicos, pues estaba más alto, y su músculos se lucían desarrollados y bien definidos. Por otra parte, sus facciones también se veían más pronunciadas, y su voz se había tornado más grave, y espeluznante, al menos para mí. Las demás chicas del salón vivían prendadas de él, e incluso me tenían envidia, y hasta decían que me odiaban, cuando lo veían conmigo. Al parecer, nunca se percataron de que yo no quería su atención, y por ello, siempre me he preguntado por qué no se dieron cuenta de lo cruel que era conmigo.
Él siempre me veía como si me estuviera desnudando con la vista, y eso me incomodaba mucho, porque mi figura era muy diferente, a la de las demás chicas. Sin embargo, aunque nunca había podido descifrar esa mirada tan extraña, ahora entendía que era simple lujuria.
Aún recordaba la noche antes de irse, pues era el baile de graduación, y yo era la única perdedora, que no tenía pareja, pues todos me evadían, como si tuviese una enfermedad contagiosa. De hecho, yo no quería ir a la fiesta, pero mi mamá me obligó, e incluso me dio lo que ella denominó: "el vestido perfecto", y pagó para que me arreglaran el cabello, en la peluquería. Asimismo, insistió en que ese día debería utilizar lentillas de contacto, en lugar de los lentes que usaba normalmente.
Las chicas me miraron con hostilidad, al verme llegar con tanta timidez, mientras que los muchachos me miraron de una manera, que me hizo sentir muy incómoda.
Decidí quedarme tranquila en un rincón, lejos de las miradas perturbadoras. Pero a pesar de ello, Hayden notó mi presencia.
Al instante, me ubicó entre la gente.
Sentí su mirada persistente, y su expresión de rabia fría y calculadora. Luego se acercó, y me haló con tanta fuerza, que sólo atiné a susurrar algo.
"¡Qué hace una pobre p*t* como tú en esta fiesta!", exclamó burlándose.
Esquivé su mirada intensa e inquisidora, y mi actitud despertó el monstruo, que vivía en su interior.
"¡Mírame a la cara!", gritó impaciente, y yo obedecí de inmediato, temblando de pies a cabeza.
"Te juro que yo...yo no q..quería...", le dije llorando, mientras él me sujetaba con fuerza por los hombros, al punto de hacerme daño.
"¡Pero nosotros no necesitamos put*s aquí, y por lo que veo, estás vestida como una de ellas!, exclamó él.
Negué con la cabeza, y al instante, las lágrimas empezaron a correr por mis mejillas, pues creía que mi vestido era bello, y poco escotado, y a decir verdad, se veía mucho más discreto, que los trajes que llevaban las demás chicas.
Me empujó bruscamente contra la pared , y su aliento fuerte me pegó en la cara.
"Pero hasta te soltaste el cabello, y te pusiste lentes de contacto. ¿A quién quieres impresionar?", afirmó molesto, apretando aún más fuerte mis hombros.
"¡A nadie!", respondí sollozando.
Al instante, esbozó esa sonrisa malvada, que yo conocía muy bien.
"Por supuesto, ya que nadie quiere estar con una p*t* fea como tú. Por eso, ahora mismo, te arrepentirás de haber venido, a dañarme la noche con tu presencia", me amenazó.
Estaba esperando que me golpeara, como de costumbre, pero esta vez, hizo algo diferente, lo que me asustó, incluso más que sus golpes.
Se acercó tanto a mí, que mis s*nos quedaron aplastados contra su fornido pecho, y parecía que su nariz estaba encajada en mi garganta, cada vez que respiraba profundamente. No había entendido lo que pretendía hacer, hasta que sentí sus dientes rozar mi nuca, para luego sacar su lengua, y empezar a besarme, acariciarme, y mordisquearme el cuello, mientras yo permanecía de pie, indefensa y sin reaccionar. Luego, contempló por un rato mi expresión de terror, y me sujetó por la barbilla, para acercarme más a él.
"Tranquila ya me voy, pero recuerda que aún eres mía, y siempre lo serás", susurró con un tono de voz fuerte, y posesivo.
Después me estampó un beso, pero al sentir que no le correspondí, me mordió los labios con fuerza. Solté un gemido, y su lengua se abrió paso con dificultad hacia el interior de mi boca, para luego moverse de manera agresiva, como si fuese un animal hambriento que quería devorarme toda, mordiéndome, y absorbiendo hasta la última gota de aire, que tenía en los pulmones.
Empecé a forcejear con él, pero me sujetó las dos manos con fuerza, con una de las suyas, mientras continuaba mordiendo mis labios, hasta que al fin, se aparató lentamente, y ambos hicimos nuestro mejor esfuerzo, para serenarnos. Justo en ese momento, me percaté de que no había odio en su mirada, sino que por el contrario, me estaba observando, como si estuviera admirando mis facciones. De pronto, se marchó, dejándome más confundida que antes. Al final, me pregunté a mí misma, por qué me había besado, y me había mirado de esa manera.
Después caí en cuenta de que me había robado mi primer beso.
No había entendido a cabalidad lo que había querido decirme, hasta que llegué a la escuela al siguiente día, y escuché a los muchachos, diciendo que Hayden se había marchado, porque su familia se había mudado a otro estado.
Sentí un alivio impresionante, pero aún estaba latente, el pavor que me había hecho experimentar.
Viví con ese trauma durante un tiempo, y cuando ya había comenzado superar esos años de maltratos, la historia estaba a punto de repetirse.