Capítulo 8
1800palabras
2022-10-31 17:16
"Ashley dijo que el otro día, te había traído un chico a casa", comentó mi madre, rompiendo el silencio, y por poco, me atraganté, con lo que me estaba comiendo. Luego, le lancé una mirada acusadora a mi hermana, y ésta me respondió con una sonrisa.
"No tienes que ponerte así, porque pronto, vas a cumplir dieciocho años, y sólo estoy un poco preocupada, por tu vida social. De hecho, últimamente, apenas sales con tus amigos", añadió mamá
Quería decirle que no me sentía bien, porque había en la escuela, un acosador malvado, enfermo, y manipulador, que me estaba haciendo la vida a cuadritos, y al parecer, no pensaba dejarme tranquila. Sin embargo, me limité a responder, con una leve sonrisa.
"Lo que sucede es que me han asignado muchas tareas en el colegio, pero no te preocupes, que no me pasa nada", le expliqué.
"¿Y entonces, quién es ese muchacho? ¿Cómo se llama?", preguntó.
¿Pero, por qué seguía hablando del tema?
"Su nombre es Hayden McAndrew, pero no somos amigos", dije, levantándome de la mesa.
Me pareció ver una ráfaga de luz, atravesar su mirada, y creo que hasta palideció, pero quizá yo estaba equivocada.
"¿Dijiste McAndrew?", preguntó.
Asentí lentamente con la cabeza, pues me intrigaba, que me estuviera preguntando su nombre, aunque no dijo nada más.
"Mamá, ¿sucede algo con él?", le pregunté.
"Estoy cansada, y quiero irme ya, a mi habitación", comentó, sin dar mayores explicaciones, y después se levantó bruscamente, y se retiró a su cuarto.
Ashley y yo nos miramos extrañadas, porque mamá nunca se iba a la cama antes que nosotras. De hecho, era la primera vez que lo hacía.
Supuse que de verdad, estaba muy cansada.
Al entrar a mi habitación, decidí darme una ducha, porque seguía pensando en él, por más que intentaba no hacerlo. Aún me estaba preguntando, qué habría pasado, si Jasper no se hubiera interpuesto entre los dos. Sin embargo, todavía no había pasado el peligro, ya que debía verlo mañana. Sólo me restaba, pedirle a Dios, que todo saliera bien.
Salí de la ducha, me envolví en una toalla, y regresé a mi habitación. Tanteé la pared, para ubicar el interruptor, y encendí la luz, ya que no me había molestado en prenderla, cuando subí a bañarme.
De inmediato, vi que estaba recostado en mi cama, y sentí que mi corazón me dio un vuelco. No obstante, me contuve justo a tiempo, para no gritar, porque si no mi madre, se habría dado cuenta de lo que sucedía.
Me quedé paralizada, y casi me oriné, al ver su mirada de depredador, recorrer mi cuerpo, de pies a cabeza, y detenerse en mis pez*nes, que sobresalían de la toalla. Su mirada se acentuó, al ver mis muslos expuestos.
"¿Cómo entraste?", le pregunté, con un leve chillido.
Nuestras miradas se volvieron a cruzar.
"Cierra la puerta", ordenó en voz baja, mientras yo sentía que me erizaba toda, al escuchar su voz iracunda.
Cerrar la puerta, era cavar mi propia tumba, pues quedaría atrapada y sin salida, pero no quería hacerlo enojar aún más.
Mientras me dirigía a la puerta, mis piernas temblaban como una gelatina.
"Cierra, y ven acá", dijo con tono frío, acompañado de un gemido que lancé ante tanta impotencia.
Tranqué la puerta, pero no me acerqué, pues sabía que él iba a herirme y a castigarme, por lo que había pasado antes.
"Si tengo que venir a buscarte, te juro que no te va gustar lo que voy a hacerte", me amenazó.
Ante la amenaza, di un paso al frente, y seguí caminando hacia dónde se encontraba, con el rostro lleno de lágrimas.
"Siento mucho lo..lo ..que sucedió hoy, pero no me hagas daño, por favor", atiné a decir entre sollozos.
La fría expresión de su rostro, se transformó en una mueca, y afirmó: "Estoy cansado de tus lloriqueos, porque aún, ni siquiera te he tocado un cabello".
Me paré junto al borde de la cama, donde él yacía echado. Su gran estatura hacía lucir el lecho diminuto. En ese instante, Hayden observaba con detenimiento todos mis movimientos, como un verdadero depredador.
Estaba temblando de pies a cabeza, presa de miedo, pero al mismo tiempo, experimentaba cierta tensión, en la boca del estómago, que no lograba entender.
Se sentó, y colocó la bota en la alfombra.
Luego dijo, dándole una palmadita a su pierna: "Acércate más", pues realmente, no esperaba, que le hiciera caso, ¿o acaso sí?"
"¡Hazlo ya!", gritó, apretando los dientes, y le obedecí, de manera automática. Luego, tomó un mechón de mi cabello, mientras me respiraba con fuerza, en la nuca.
"Hasta podría decir que detesto lastimarte, pero te estaría diciendo una mentira evidente. No obstante, ¿estás lista para recibir tu castigo?"
En ese momento, ya no podía contener las lágrimas. De pronto, sentí algo frío en mi garganta. Sentí pánico, al percatarme de que era un cuchillo.
Acto seguido, empecé a forcejear con él, pero empezó a sujetarme con fuerza, con el otro brazo. Sin embargo, no me rendí, hasta que lo oí gemido, y sentí algo duro, que golpeaba mi trasero.
"En este instante, tu vida me pertenece, conejita", dijo él.
Suspiré al escuchar sus palabras, y todo mi cuerpo empezó a temblar de pánico, cuando me apretó el brazo, acercándose peligrosamente.
"¿Quieres seguir viviendo?", me preguntó.
¿Cómo podía preguntarme eso?
Asentí con la cabeza, con fuerza.
"Entonces, comienza a rogarme, ya..", afirmó con frialdad.
¿Qué había querido decir con eso?
No tuve tiempo de averiguarlo, porque de repente, me hizo una herida dolorosa en el cuello, y tenía la certeza de que estaba sangrando.
"Hayden p..por favor. De verdad, siento lo que pasó. Te ruego que me perdones. No me hagas más daño", le supliqué.
Cerró los ojos por un instante, e inhaló profundamente, como si estuviera experimentando un placer muy grande.
"¿De qué estás arrepentida?", preguntó.
"Discúlpame por haberte abofeteado", gemí casi sin poder respirar.
En ese instante, abrió sus ojos desmesuradamente.
"¿Eso es todo lo que vas a decirme?", preguntó.
Intenté recordar algo más, pero no se me vino nada a la mente.
"¡M*ld*ta sea, de verdad pensaste que ese hijo de p*ta iba a salvarte de mí!", dijo con tono de burla.
¿Se estaba refiriendo a Jasper?
"¿Acaso eres su novia?" preguntó él.
"¡No!", le respondí.
"De ahora en adelante, no deberías seguir frecuentándolo, porque de lo contrario, si te veo de nuevo en su compañía, ¡qué Dios tenga piedad de ustedes dos", amenazó, con una voz peligrosamente baja.
"Si supieras todo lo que quiero hacerte, te alejarías lo más rápido posible de mí, Gracie, pero igual no puedes hacer nada", añadió, mientras sus dedos jugaban, con la parte superior de mi toalla.
De pronto, cambió de posición conmigo, y al instante, caí de espaldas en la cama, y una vez más, quedé atrapada, debajo de él.
"¿Qué castigo crees que mereces? Quizá, debería f*ll*rt*, con mucha fuerza, hasta que te desangres. Sé que a una p*rr* como tú, le encantaría eso", me dijo.
Estaba atrapada entre sus fornidos brazos, y aplastada contra la cama, por el peso de sus caderas.
"Hayden, ... lo siento", volví a suplicarle.
Una sonrisa cruel se dibujó en su cara, mientras sus dedos palpaban con fuerza mis muslos, y su lengua se posaba en mi cuello, para chupármelo, y morderlo bruscamente. Luego, me arrancó la toalla, revelando mi coño y mi trasero, ante su mirada de placer y lujuria. Al instante, sus manos sujetaron con firmeza mis nalgas, y dejé escapar un gemido de dolor.
Quería pedirle que se detuviera, pero sabía que no me escucharía. Una vez más, mientras abusaba de mí, las lágrimas brotaban de mis ojos, y caían sobre el suave colchón. Quizá debía gritarle a mi madre, y a mi hermana, quienes estaban abajo, pero sencillamente, no pude. No salió una palabra de mi boca, porque en ese momento, me sentía arruinada, y hasta pensé que yo era culpable, de lo que estaba pasando, porque debí haberme resistido a su acoso.
Si tan sólo le hubiese hecho caso y me hubiera sometido a él, quizá él no se habría ensañado tanto conmigo. A lo mejor, si intentaba complacerlo, no sería tan despiadado, ¿verdad?
Lentamente llevé mis dedos a su cremallera, y la bajé. En ese instante, él se detuvo, y me miró fijamente.
"De verdad, lo lamento. Prometo que de ahora en adelante, te obedeceré en todo, pero por favor, no me lastimes más. Haré lo que pidas", sollocé, mientras sacaba su p*n*. Aún no entendía por qué era tan grande. Luego, lo sujeté con mis manos, y empezamos a frotarnos, el uno contra el otro.
Comencé a acariciarlo, pero sin saber lo que estaba haciendo en realidad. Sin embargo, ya no parecía estar tan molesto conmigo.
"¿Puedo chupármelo?", tartamudeé, sollozando en voz alta.
Pareció realmente sorprendido por mis palabras, porque me soltó, y se sentó en la cama. Yo respiré profundo, y miré fijamente la cabeza de su p*n*, que seguía expulsando un líquido casi transparente.
Lamí el líquido nacarado, y un fuerte gemido escapó de su boca. Apenas había empezado a introducir el grande, y sentía que mi boca se iba a derramar, pero no quería decepcionarlo, para que no me hiriera más.
Comencé a arquear, al tratar de insertarlo todo en mi cavidad bucal, pero seguí tragándome ese líquido salado, que brotaba como un manantial.
Él tenía los ojos cerrados, y su respiración era irregular. Lamí su p*n*, desde la base hasta la punta, como si estuviera comiéndome un helado. Luego, acaricié sus test*cul*s, y su respiración se agitó aún más. Hayden sujetó con fuerza mi cabeza, e introdujo su p*n*, hasta la garganta, pero cada intento, era más doloroso que el anterior. De hecho, no podía respirar, y mis ojos se llenaron de lágrimas, ante su falta de delicadeza. Él continuó gimiendo de placer, ante mi sufrimiento, mientras que yo sólo deseaba que todo acabara de una buena vez.
Su p*n* empezó a hincharse en mi boca, y al instante sentí un primer disparo, que llegó directamente a mi garganta, antes de que él apartara mi boca. Después, él prosiguió, hasta que mis párpados y mi cabello empezaron a gotear el viscoso liquído.
Luego me apartó bruscamente.
"De verdad, eres una p*rr*", se burló de mí, con odio.
Momentos después, salió por la ventana, mientras yo me quedaba inmóvil, en la misma posición. Ya no tenía más lágrimas que derramar, de tanto llorar. Me sentí usada, arruinada y lo peor de todo, es que tenía el alma destrozada.
Miré con detenimiento el cuchillo que él había lanzado a un rincón de la habitación. Después me acerqué, y lo agarré con cuidado.
Yo sólo era una chica gorda y fea, pero nunca había entendido, ¿por qué él me trataba de esa manera?
¡Z*rr*!
¡P*t*!
¡Gorda!