Capítulo 5
1485palabras
2022-10-31 15:56
5
Ya era lunes, pero deseaba que nunca hubiese llegado. Sin embargo, no siempre logramos lo que queremos.
No había podido dormir desde el sábado. Mi mente reproducía una y otra vez, la imagen de Hayden haciéndome sentir ese gran org*s*o. No podía describir, lo avergonzada que me sentía, al recordar esa escena.

¿Quizá, debería inventar que estaba enferma, para no ir a la escuela. ¿Pero cuánto tiempo podría utilizar esa excusa? En algún momento tendría que verlo, a menos que me cambiara a otro colegio, lo cual no me parecía nada descabellado, en ese momento.
Agarré mis libros, y bajé las escaleras. Como pensé que se revolvería el estómago al verlo, decidí no desayunarme.
"Estás muy callada hoy. ¿Te sientes bien?", me preguntó Lyn, de camino a la escuela.
"Es que no dormí bien".
Y no estaba mintiendo, porque en realidad, no me sentía totalmente bien, y menos cuando el auto se detuvo de golpe, produciendo un ruido horrible.
Tenía el estómago en un hilo, a causa de los nervios. Por eso, respiré profundo, a fin de tranquilizarme.

Cuando íbamos entrando a la escuela, sentí que alguien me estaba mirando. Volteé, y efectivamente, él me estaba viendo de manera insistente. Al instante, se levantó del grupo de deportistas con el que estaba discutiendo algunas cosas en voz alta.
De inmediato, desvié la vista, sintiendo que la sangre se me agolpaba en la cara, y me fui corriendo hacia el pasillo, con la sensación de que me estaba clavando unos dardos en la espalda, con la mirada.
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Mordí la parte inferior del bolígrafo, mientras la Sra. Clark explicaba la clase de historia. Mentiría si dijera que estaba prestando atención, cuando me percaté de que unos ojos azules me estuvieron viendo insistentemente, durante toda la sesión. 

Sólo deseaba que la clase terminara, lo más pronto posible. Por eso levante la vista, al escuchar mi nombre.
"Señorita Evans, ¿podría venir a mi oficina, al terminar la clase?", me preguntó ella, y yo asentí con la cabeza.
Apenas sonó el timbre, recogí mis cosas, y mientras caminaba detrás de la Sra. Clark, en dirección a su oficina, evité en todo momento ver hacia donde estaba Hayden.
"Gracie, siempre has sido una excelente estudiante, pero he observado que estás bajando tus calificaciones, tanto en los exámenes, como en las asignaciones. ¿Tienes algún problema?"
"En realidad, me gustaría mucho ayudarte, porque eres mi mejor alumna, pero inclusive hoy, te noté distraída durante toda la clase. ¿Qué te sucede? ¿Acaso tu actitud tiene algo que ver con la reincorporación de Hayden McAndrew?", preguntó la profesora.
Abrí los ojos, asombrada por sus palabras.
"Por supuesto que sí, porque no estoy ciega. Me di cuenta de que él te estuvo observando con gran interés. ¿Acaso estás saliendo con Hayden, y por eso estás bajando tus calificaciones?", añadió ella.
"¡No!", grité yo.
"No tengo ninguna relación con él. Por lo menos, no del tipo que usted está pensado. Lo que sucede es que él me intimida, porque todo el tiempo me está molestando", le expliqué.
La profesora me miró con dulzura, al escucharme, y me dio una palmadita en el hombro.
"Realmente lo siento mucho, pero estas cosas suelen suceder con frecuencia en las escuelas. Pero no debes permitir que te afecten tanto, porque antes de lo que imaginas, él no te fastidiará más.
"¡Sí lo hará!", grité.
Luego añadí: "Usted no lo conoce. ¿De verdad, quiere ayudarme, Sra. Clark?, entonces hable con él, o haga algo, como por ejemplo...".
"Cálmate, y respira profundo, Gracie. Está bien, voy a ver qué puedo hacer, para ayudarte", prometió ella.
Exhalé con fuerza, pues creí que tal vez, eso resultaría, y me sentí aliviada, por el momento.
"Pero debes esforzarte en subir esas notas, en las próximas clases, ¿porque tú quieres ir a una buena universidad, verdad?"
"Muchas gracias", le dije agradecida, antes de despedirme.
Como ya casi había terminado la hora del almuerzo, no fui al cafetín. Sin embargo, a decir verdad, no quería estar en el mismo lugar donde estaba él.
Entré al baño para refrescarme un poco, y me vi con detenimiento en el espejo. Últimamente, había estado comiendo menos, pero aún no se notaba la diferencia, pues seguía igual de gorda y fea.
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Afortunadamente, él no estuvo en las dos clases siguientes. Al final, sonó el timbre de la salida, coloqué mis libros en el casillero, y salí a encontrarme con Lyn en el lugar acordado. Pero aún no había llegado ahí, cuando de pronto sentí que alguién me sujetaba con fuerza por un brazo.
"¡Hayden, suéltame!", exclamé.
Sin decir una palabra, me arrastró hasta un costoso automovil, el cual supuse, sería suyo.
"Lárgate de aquí" le dijo groseramente a Brittany, quien estaba parada, justo en la puerta del auto.
Me vio con rabia, antes de voltear hacia Hayden, y le preguntó: "Qué estás haciendo aquí con ella?"
"¡Sin preguntas, sólo quiero que te vayas de inmediato!", dijo él, y ella suspiró molesta, pero se marchó.
"Escucha, no pienso ir a ninguna parte contigo. ¿Qué te has creído?", le dije.
Me metió de un empujón, en el asiento de adelante, y cerró con seguro la puerta, para evitar que me bajara. Luego se sentó frente al volante, y arrancó.
"¡A dónde me llevas!", le grité.
"No pensé que fueses tan tonta. De verdad, fuiste a quejarte de mí," me dijo con un tono peligrosamente bajo.
Al ver cómo me miraba, las palabras se me quedaron atoradas en la garganta, pues sus ojos parecían un par de antorchas, que me estaban quemando intensamente. Sin embargo, no podía descifrar lo que estaba pensando en ese momento.
"Yo... yo... sólo hice...."
"¿Qué pensaste? ¿Creíste que te librarías de mí, con decirle una cuantas  estupideces, a esa mald*ta profesora? Pues quiero que sepas, que apenas estamos comenzado, y voy a amargarte la vida, una y otra vez, hasta que te esfumes, por completo"
Dejé escapar un sollozo, al escuchar sus palabras.
"¡No llores, c*rajo! Quería ser amable contigo, pero tenías que ir a abrir la boca", dijo furioso.
"¿Qué vas a hacer? Tienes razón no debí denunciarte. Lo siento mucho", susurré, como la chica debilucha que era.
"¿Lo lamentas? Cuando acabe contigo, de verdad, te vas a arrepentir de haberlo hecho", me amenazó, con una expresión siniestra en la cara, y luego hundió el pie en el acelerador, haciendo chillar las llantas del auto.
Miré a mi alrededor desesperada, al percatarme de que estábamos en medio de la nada. Se detuvo a un lado de la carretera, y sólo vimos pasar unos pocos autos.
Si realmente quisiera hacerme daño, podría hacerlo en ese instante, porque creo que nadie se daría cuenta de ello.
"H..Hayden p..por favor, realmente lo siento. Es más, haré cualquier cosa que me pidas, pero llévame a mi casa", le supliqué, mientras él me veía con expresión mezquina en el rostro.
"¿Quieres irte a casa?", me preguntó, y yo asentí con la cabeza, con firmeza.
"Bueno, como tú misma lo dijiste, ¿no crees que deberías pagar por lo que hiciste?"
En ese instante, sentí una lágrima rodar por mi mejilla, cuando él comenzó a acercarse.
"Cuando te vi el primer día que regresé, pensé que ahora sí tenías agallas para defenderte. Nunca creí que aún fueses una tonta, que sólo sabe lloriquear. Pero, está bien, voy a dejar que te vayas a casa", sentenció él.
Respiré aliviada, pero esa paz no duró mucho.
"Pero sólo te irás, después de cumplir tu penitencia. ¡Quiero que me lo chupes!", ordenó él.
"¿Q... qué quieres decir con eso?", pregunté confundida.
Parecía gratamente sorprendido, con mi pregunta.
"¿Me estás diciendo que una p*ta* como tú, no sabe lo que significa chupar el mi*bro? Sencillamente, te estoy pidiendo que me chupes el p*ne".
"¿Qué me estás pidiendo?"
Lo miré sorprendida, y luego negué con la cabeza, con firmeza.
"¡Qué me lo chupes ya, y te dejo ir!", repitió Hayden.
"No, por favor... j... ¡Déjame ir, y ya!"
Intenté abrir la puerta del auto, porque había olvidado que la había cerrado con seguro.
Pegué un grito, al sentir que me haló con fuerza, por la cola de caballo.
Después me dijo: "No te voy a obligar a hacerlo, pero ¿acaso no quieres que olvidé todo? Si haces lo que te estoy pidiendo, no te molestaré más", prometió Hayden.
¿Acaso me estaba pidiendo algo tan asqueroso, para no acosarme más?
"Pero si no me complaces...", se detuvo, sin concluir su amenaza.
Si hacía lo que me estaba pidiendo, ¿de verdad, me iba a dejar en paz?
"¿En serio, me dejarás ir?", le pregunté respirando fuerte.
"Claro, terminemos ya con esto", respondió.
Mis manos comenzaron a temblar, mientras él me veía atentamente.
"Apúrate, antes de que cambie de opinión", me amenazó, y me sobresalté al escucharlo.
"No sé cómo hacerlo", susurré.
"Baja la cremallera de mi pantalón, saca mi p*n*, y ch*palo. ¡No es tan difícil de hacer! ¿No crees?