Capítulo 4
1698palabras
2022-10-31 15:29
Hayden, Jasper y yo llegamos a la dirección.
"Entonces, ¿me podría decir qué fue lo que pasó?", preguntó el director, mirándonos a través de sus enormes lentes para leer, que le cubrían gran parte del rostro.
"Él empezó todo", afirmó Jasper, mirando hacia donde se encontraba Hayden, quien estaba sentado cómodamente, cerca de la ventana, sin la menor señal de alteración, por lo que acababa de suceder.
Acto seguido, esbozó una sonrisa, y preguntó: "¿Yo empecé?" Luego añadió, encogiéndose de hombros, con indiferencia: "Pero, si toda la cafetería es testigo de que yo no hice nada".
"Si eso es cierto, eso quiere decir que ustedes, Jasper Owens y G...", había comenzado a hablar el director, cuando de pronto salí corriendo hacia él.
"¡Nosotros no hicimos nada, señor! Él fue quien me bañó de leche, y..", pero no pude terminar la idea, porque el señor Hillman me interrumpió.
"Gracie, estoy realmente decepcionado de ti, ya que esperaba ese comportamiento de ellos dos, pero nunca de ti. Siempre fuiste una estudiante ejemplar", expresó, moviendo la cabeza, desilusionado.
"¡Pero si yo no hice nada! Yo...", pero no pude seguir, porque me volvió a interrumpir.
"Ya escuché suficiente, y todos deberán permancer despúes del horario regular para realizar asignaciones correspondientes", concluyó, agitando la mano con desdén.
No estaba segura de si había escuchado bien, y por ello volteé a ver a Hayden, quien parecía no estar preocupado, por lo que acababa de decir el director Hillman.
Sentí pánico, porque nunca había sido sancionada, ni mucho menos penalizada, mediante la realización de asignaciones, después del horario escolar.
No podía darme el lujo de quedarme en el colegio, para cumplir esa sanción, porque eso afectaría mis calificaciones, y no tendría cómo justificarlo, ante mis padres.
Sin pensarlo dos veces, corrí hacia Hayden, y lo agarré por la camisa, mientras le pedía:"¡Di lo que me hiciste. Acepta tu responsabilidad!"
Él no respondió, y sólo se limitó a quitarse mis manos de encima, como si yo fuese un insecto insignificante.
Jasper caminó hacia mí, pero antes, vio fijamente a Hayden.
"Todo va a estar bien, Gracie. Salgamos ya de aquí", dijo tomándome de una mano, con expresión de preocupación.
"Creo que esta vez, lo dejaré pasar, señor director", dijo Hayden, dándole un empujón a Jasper, para abrirse paso entre nosotros, con una sonrisa en la cara. ¿Cómo era posible que se hubiera librado, tan fácil de ser sancionado?
Él había empezado todo, y ni siquiera iba a ser penalizado. El director se despidió de él, y volvió a enfocarse en los documentos, que tenía sobre su escritorio.
"Y ustedes dos, ¿qué están esperando para irse?", preguntó, acomodándose los lentes, para ajustárselos bien.
Hayden sólo tenía dos días de haber regresado a la escuela, y ya había comenzado a cambiar mi vida, pero de manera negativa.
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Me miré al espejo, y suspiré, al ver una chica de rizos castaños, y ojos grises tristes. Luego me dije por qué no era delgada como las porristas de los juegos, o tener, por lo menos, el cuerpo de Brittany. Mi figura era más curvilínea, y mi busto un poco más grande, que el de las demás chicas. Luego, decidí recoger mi cabello, en una cola de caballo un poco floja, y me puse mis audífonos. Mi atuendo se veía bien, para una salida nocturna informal.
Ya estaba oscureciendo, pero también era bastante aburrido quedarme sola en casa. Por eso, en ese momento sentí la necesidad de tener más hermanos, que el vecindario fuera completamente seguro, y que sólo fueran inventos de mi mamá.
Entré a mi restaurante favorito, para comprarme algo de tomar, e iba por la mitad de mi vaso de jugo de naranja, cuando la puerta se abrió, y entró un grupo de personas, pero no presté mayor atención. De pronto, escuché una voz que me pareció conocida.
Volteé, y casi derramé mi vaso, pues era Brittany, la porrista principal, y una de las más populares de la escuela, pero yo nunca había estado muy pendiente de ello.
Ahí estaba él de nuevo...
¿Pero qué estaba haciendo Hayden en ese lugar?
Afortunadamente, aún no me había visto, ya que decidieron unir dos mesas, para sentarse todos juntos.
Mi corazón comenzó a latir aceleradamente, y sentí que me faltaba el aire. Se suponía que podría disfrutar en paz de mi fin de semana, pero...
Respiré profundamente, para calmarme un poco, ya que el restaurante estaba lleno, y no estábamos en la escuela. Por ende, él no podía molestarme, pero aun así, yo no tenía fuerzas para levantarme, e irme, a pesar de que ya había terminado de beberme el jugo.
No obstante, ya había oscurecido bastante, y ellos estaban sentados, como cinco mesas después de mí.
En ese momento, pensé que podía salir sin que vieran.
Me pregunté si valía la pena correr el riesgo, y tomé mi decisión.
Me levanté de la mesa, y empecé a caminar hacia la salida, pero no tuve tanta suerte como pensaba.
"Hey, ¿acaso ésa no es Gracie, la que estudia con nosotros?", escuché a Josh, cuando le preguntó a los demás.
Todos voltearon hacia mí, pero el único alcanzó a verme, fue Hayden. Por un momento, pareció sorprenderse, pero al instante, esbozó esa sonrisa, que yo conocía muy bien.
Decidí ignorarlos, y salí de prisa. Luego, empecé a respirar rápidamente, y me reproché el haber ido a ese lugar, ya que quedarme aburrida en casa, era una experiencia mucho mejor, que la que acababa de vivir.
Finalmente, llegué al callejón cerca de mi casa, y en ese momento, escuché unos pasos.
"¿Otra vez tienes prisa, conejita?", oí su voz detrás de mí, y me paralicé por completo.
Volteé lentamente para enfrentarlo, y respondí: "No estoy corriendo". Sin embargo, hablé tan bajo, que no soné muy convincente.
Él dio un paso al frente, y yo retrocedí por instinto.
"¿Qué te pasa?", le pregunté.
¿Por qué no me dejaba en paz, de una vez?
Luego, decidí ignorarlo, y comencé a caminar, pero fue una gran equivocación, pues al instante, sentí que mi espalda se estrellaba contra la pared, y mi cuerpo quedaba aplastado contra el suyo. Mis senos chocaron contra su pecho de roca, y estábamos tan cerca el uno del otro, que empecé a percibir el aroma de su colonia.
Sentí su cálido aliento en mi mejilla, y le dije, luchando para zafarme: "!Suéltame!" "¡Déjame ir!"
Sin embargo, él hizo caso omiso de mis palabras.
"Te ves muy bien, totalmente indefensa, entre mis brazos", afirmó.
Respiré profundo, cuando bajó la cabeza, y empezó frotar su mejilla contra la mía. Luego se detuvo, parpadeó, volvió a mirarme, y se humedeció los labios con la lengua. En ese instante, sentí un apretón en el estómago, pero estaba tan pegada a él, que no podía moverme. Estiró la mano, y empezó a acariciar mi rostro, pero se detuvo de repente, parpadeó, y me vio otra vez con ojos de malicia. Acto seguido, me apartó tan bruscamente, que perdí el equilibrio, y caí al piso.
Empecé a llorar, a causa del dolor que sentí.
"¡Eres patética y repugnante!", dijo con expresión de odio en el rostro.
Su mirada estaba tan llena de rabia y repulsión, que en ese instante me pregunté, qué podía haberle hecho yo, para que me detestara de esa manera.
Mis ojos comenzaron a llenarse de lágrimas, y eso me daba sencillamente mucha rabia, porque él tenía razón, al decir que yo era patética.
"¿Por qué? ¿Por qué me haces esto?", dije ahogada de ira.
"Porque eres fea, gorda, y una p*ta, que anda acost*ndose con todo el mundo. ¿Quieres que te dé más razones?", arremetió él.
¿Por qué estaba diciendo eso? Yo aún era virgen, y ni siquiera me habían besado la primera vez.
"No soy ninguna p*ta", dije, tratando de incorporarme.
"¿En serio? Entonces, ¿por qué no lo verificamos ahora mismo?", contestó con mirada burlona. Y antes de que pudiera entender lo que me decía, me haló por un brazo, para traerme hacia él, y una vez más, quedé inmovilizada, contra su pecho.
"¡Qué crees que estás haciendo!", exclamé, mientras lloraba alarmada. Luego comencé a jadear, apenas empezó a chup*rme el cuello, a la vez que deslizaba su mano debajo de mi falda, y después dentro de mi ropa interior.
"Quizá te sientas un poco mojada", susurró exitado, mientras sentía su aliento cálido en el cuello.
Negué con la cabeza, con fuerza, al escuchar las cosas abe*rant*s, que decía, y comencé a forcejear con él, cuando empezó a tocar mi cl*tor*s.
"Suéltame por favor...", le supliqué.
Luego grité, ante la repentina sensación de placer, que inundó mi cuerpo. Nunca había experimentado algo parecido, e involuntariamente, mis caderas comenzaron a moverse, restregándose contra su cuerpo.
No entendía, por qué, mi cuerpo estaba reaccionando de esa forma, si yo no deseaba hacerlo.
"¿Quieres que siga? Para mí, ya estás lo suficientemente mojada", susurró exitado.
Cerré los ojos, y contuve un sollozo, al sentí que me apretaba con más fuerza.
Quería decir que no, pero sólo me salió un gémido.
En ese instante, empecé a experimentar un placer, cada vez más intenso, y dejé escapar otro gemido, mientras él introducía sus dedos en mis partes más íntimas, hasta llevarme a alcanzar un org*smo involuntariamente.
Me temblaban tanto las piernas, que tuve que apoyarme en él, para no caerme.
Entonces me invadió una ola de vergüenza, y me pregunté por qué había perdido el control de esa manera. Afortunadamente, todo estaba muy oscuro, y no había nadie más en ese lugar. Sin embargo,...
De pronto, él sacó la mano, y se apartó de mí, sin dejar de mirarme. Luego observé con horror, cómo se pasaba los dedos humedecidos con mis jugos, por los labios.
"Eres una z*rr*, Gracie", dijo burlándose, mientras se alejaba.
Me odié a mí misma, al igual que a él, pues debí haber sido mucho más fuerte, para no rendirme ante él.
Llegué a casa, y cerré la puerta. Luego me fui directamente a mi habitación, diciéndome a mí misma, que debía ponerle fin a esa situación de una vez por todas, aun cuando no sabía cómo.
Tenía que acabar con eso, antes de que Hayden arruinara por completo mi reputación.