Capítulo 85
1284palabras
2022-09-15 00:01
El especialista de té lo preparó y se lo sirvió.
Después Yvonne hizo un gesto con la mano y le pidió que se fuera para poder quedarse a solas con Eleonora en la acogedora habitación privada.
"Eleonora, ¿sabes lo que representa el azul en Blue London? Representa lo decadente, la pesadumbre, el desánimo... Así ha sido mi estado de ánimo estos días en Londres". Los dedos delgados de la mujer levantaron suavemente la taza morada de acabado fino mientras olía el té que contenía.
Eleonora comprendió de inmediato el dolor que albergaban aquellas palabras, ya que cuando ella y Quentin estaban en Londres, Yvonne también estaba allí.
Estaba segura de que ella lo había seguido sin que lo supiera. ¿Quentin lo sabría?
Entonces, ¿fue allí solo para darle un ultimátum?
Eleonora no paraba de hacerse preguntas. Sin embargo, había una cosa que tenía clara. Las intenciones de Yvonne no eran buenas.
"Eleonora, bébete el té. ¿A qué esperas?", le sonrió Yvonne. Para Eleonora, esa sonrisa era un arma con miles de bordes afilados que la atravesaban sin posibilidad alguna de defenderse y haciendo que todo su cuerpo llegara a un dolor extremo.
¿Cómo podría estar de humor como para beber té? En ese momento, lo único que quería era terminar aquella aparente conversación pacífica lo antes posible.
"Yvonne, ya sé por qué me invitaste hoy aquí. No obstante, hay muchas cosas que no puedo controlar, como el fracaso en mi matrimonio o el caos que hubo dentro y fuera de él. ¡Todo eso se sale de mi control!", dijo Eleonora con impotencia.
Si tan solo pudiera controlar su propio destino, Quentin no le daría órdenes. Él ya la había llevado hasta el límite de su paciencia. El alboroto que ocasionó la última publicación de tendencias en internet aún no se había apaciguado, y esta era la represalia que había tomado con ella.
Al escuchar lo que dijo Eleonora, Yvonne se burló con frialdad.
"Eleonora, ya que sabes por qué te invité aquí, iré directa al grano. No me gusta lo que acabas de decir. ¿Me estás diciendo que seguiste a Quentin hasta Londres para vengarte de mí? Eleonora, nadie te ha dado velas en este entierro. Has intentado boicotear nuestra relación desde el principio. Si no hubiera sido por ti, habría sido la Sra. Lance hace ya mucho tiempo. Formas parte de su pasado, así que, por favor, compórtate y mantente alejado de él. ¡Para un hombre tan extraordinario como él, lo normal es que alguna mujer lo esté esperando, pero no que esa mujer sea alguien a quien él abandonó!" Tras agitarse, el hermoso rostro de la joven se volvió agresivo.
"Además, creo que, en el mejor de los casos, tú eres su juguete. Si realmente te quisiera, ¿por qué se divorciaría de ti? ¡Eleonora, yo, Yvonne, soy su verdadero amor!" Yvonne enfatizó palabra por palabra mientras se daba golpes en el pecho. Eleonora vio que su imponente pecho subía y bajaba rápidamente a medida que aumentaba el tono de voz, que era una mezcla entre sarcasmo agresivo y advertencia.
Ya se había cansado de su rol de persona obediente, así que le contestó: "Yvonne, ya que tienes tanta confianza conmigo, ¿por qué te molestaste en buscarme?".
Entonces, Yvonne se levantó, se inclinó sobre la mesa de té y se le acercó para decirle. "¡Estoy aquí para recordarte que es mejor que te mantengas alejada de mi prometido, o dejaré de tener este trato educado contigo!".
Ella miró a Yvonne. Sus ojos grandes como platos y delineados con elegancia estaban llenos de una sedienta intención asesina.
"Deberías estar cuidando a tu hombre y no estar aquí hablando conmigo. ¡Espero sinceramente que regreses y le digas a tu prometido que no me vuelva a acosar! ¡Está siendo una pesadilla! Espero de todo corazón que tú, la verdadera Sra. Lance, ¡acabes con este tormento y me dejes vivir en paz!".
Yvonne rechinó los dientes y frunció el ceño al oír aquello. A juzgar por su expresión, no le gustó mucho lo que dijo.
Entonces, se preguntó a sí misma: "¿Qué quiso decir realmente? Vine aquí para advertirle, pero en lugar de eso, me está cuestionando porque no cuido bien de mi prometido".
"Yvonne, creo que es hora de dar por finalizada nuestra conversación. ¡Adiós!" Eleonora se levantó y se marchó.
Pero, Yvonne, que aún no había terminado, la detuvo. "¡Espera un momento! Todavía no he terminado de hablar contigo".
Ella se volvió con una sonrisa fría en su rostro dulce y angelical. "Yvonne, no tenemos nada más de qué hablar. Si tienes tiempo para mí, ¿por qué no lo empleas en cuidar a tu joven maestro? Dile que deje de ser codicioso. Puede que te preocupes por él, pero en cambio yo, ¡quiero evitarlo a toda costa!".
"¡Chof!" Antes de que Eleonora pudiera reaccionar, le echó una taza de té caliente en la cara.
El té fluyó por los mechones de cabello de su frente.
Ahora sabía que estaba en un lío y todo por culpa de su padre.
Por eso, Quentin le hizo pagar todas las deudas e infortunios que su padre le había causado.
"Eleonora, esta taza de té es lo que te mereces. ¡Una p*rra hipócrita y maquinadora como tú debería pudrirse en el infierno!" Yvonne finalmente no pudo controlar la ira que tenía acumulada y acabó maldiciéndola sin pensar en su imagen pública.
Entonces, Eleonora recogió la taza de té intacta de la mesa y se la bebió. "Yvonne, ¿acaso no imaginabas que llegaría el día en el que sabría que te metiste en el matrimonio de otra persona sin ningún remordimiento y coqueteaste con su esposo? Si vamos a hablar de una p*rra maquinadora, ¡creo que eres tú la que se merece el título de maestro! ¡A su lado, él es un ángel!".
Después de que Eleonora dijera estas palabras, ni siquiera ella podía creer lo que le había dicho. ¿En realidad le importaba tanto que Yvonne y Quentin coquetearan cuando ellos ya estaban casados? Eso era imposible. A ella no le importaba Quentin lo más mínimo.
Yvonne se quedó atónita por el repentino contraataque de Eleonora. La dejó completamente aturdida.
Por otro lado, Eleonora tomó una servilleta de papel para limpiarse el té en la cara y luego salió de la tetería.
Lo último que esperaba era que Eleonora se defendiera. Ya no era la Eleonora que permitía que otros se aprovecharan de ella, había cambiado y no dejaría que nadie lo volviera a hacer.
Después de que Eleonora se marchara, Yvonne, que reaccionó unos minutos después, gritó de ira.
El camarero de la tetería estaba tan asustado que entró para ver qué ocurría.
La huésped, que había sido decente y noble hasta ahora, se encontraba en un lío.
¡Y por lo que se veía era una guerra entre dos mujeres!
"Señorita, ¿necesita nuestra ayuda?" El mesero le preguntó con timidez a Yvonne, ya que estaba cubierta de té.
"¡Eleonora, quiero verte morir!", gritó Yvonne con pesar.
Eleonora se apresuró en salir de la tetería. La compostura que se le había obligado tener desapareció en un instante. Ya no pudo contenerse y estalló en lágrimas de pena.
Entonces, murmuró para sí misma: "Quentin es un verdadero idiota. ¿En qué tipo de situación quiere verme para estar satisfecho?"
“Cuando nos casamos, creó el chisme de estar con otras mujeres a propósito para irritarme y vengarse de mí”.
“Y ahora que estamos divorciados, todavía no me deja ser feliz. Ha cambiado mi identidad de la típica mujer abandonada a la de una amante, una palabra que me hace sentir sucia”.
Y, para colmo, hoy la había humillado Yvonne.
En ese momento, el dolor que se apoderaba de su corazón era inconmensurable.