Capítulo 63
1419palabras
2022-08-27 00:00
El hombre fijó sus ojos en Eleonora, quien permanecía desmayada.
Ella estaba acostada en la cama grande y llevaba una pijama de seda color púrpura.
Su piel se veía cada vez más blanca, y su cabello negro y espeso estaba esparcido por la almohada como si fueran algas.

Quentin alargó la mano, puso los dedos entre su cabello y se lo arregló con suavidad. De pronto, un rastro de ternura brilló en sus ojos. "¿Por qué mi corazón sufre tanto cada vez que te lastimo? ¿Por qué tenias que ser la hija de Simon? Si no fuera así, tal vez las cosas serían diferentes", susurró con la voz ronca.
Cuando se acordaba del hombre que dañó a su padre, su estado de ánimo volvía a decaer.
Pronto, retiró la mano, caminó hacia un lado de la cama y sacó un cigarrillo de la pitillera. Luego, abrió la puerta de cristal y se asomó al balcón.
Al salir, hubo una ráfaga de viento que dejó su cabello hecho un desastre.
Entonces, encendió el cigarrillo y permitió que su ira se estabilizara.
No estaba seguro de cuánto tiempo había estado de pie allí, pero no fue hasta que el celular sonó muchas veces en el dormitorio que él volvió en sí.

Cuando revisó el número, notó que era del empresario con el que estaba negociando en el Reino Unido.
A continuación, contestó la llamada y habló con la secretaria intérprete de la otra parte.
Ella le comunicó que su jefe lo invataba a un baile mañana al mediodía y que discutirían todos los asuntos allí.
Parecía que esta vez había habido algún progreso en la negociación, así que él accedió felizmente.

Después de terminar la llamada, volvió a mirar a su ex esposa sobre la cama.
Todavía no mostraba señales de recuperar el conocimiento, pero en ese momento, estaba tan tranquila como un hermoso ángel.
Minutos más tarde, el hombre llamó por teléfono a la tienda donde pidió ropa a medida para Eleonora. Entonces, les solicitó que eligieran un vestido decente antes de mañana por la mañana, y que sea de la misma talla anterior. Además, les encargó que eligieran la misma serie de zapatos, bolsos y accesorios. Por supuesto, el diseñador personal de la tienda estuvo de acuerdo sin dudarlo.
Como era de esperarse, a Quentin le gustó la idea de asistir a la fiesta con Eleonora.
Una vez que arregló todo, fue al baño, se duchó y, tras salir, se acostó suavemente junto a la chica.
La fragancia familiar de su cuerpo y su respiración superficial hicieron que él se deprimiera.
Por lo tanto, se le acercó y la abrazó con fuerza.
Mientras tanto, Yvonne ya estaba en el avión con dirección a Londres. Ella iba sentada en la cabina de primera clase llena de pensamientos.
Como sabía que su prometido había llevado a Eleonora al Reino Unido por negocios, no pudo calmarse más y tomó el primer vuelo a Inglaterra.
Mientras viajaba, se cubrió con una manta delgada y se recostó débilmente en el asiento.
Después de todo, solo faltaban unas pocas horas antes de que llegaran a su destino.
A continuación, tomó la nota con la dirección de la villa privada de Quentin en Londres y la abrió. Luego, la dobló y desdobló de nuevo, pensando en si debía presentarse allí como la prometida o no.
Aunque tenía ambas opciones, si se presentaba como la prometida, probablemente las cosas no saldrían como ella esperaba.
¡Todo era un verdadero caos!
¿Qué debería hacer?
No podía hacerse la tonta.
Sin embargo, le resultaba muy desfavorable atravesar directamente esa capa tan fina.
No fue nada fácil para ella escalar hasta la posición en la que estaba. Había esperado muchos años para comprometerse con Quentin, así que no podía destruir todo eso por un impulso momentáneo.
Si ahora fuera oficialmente la Joven Señora de la familia Lance, podría presentarse allí con derecho e incluso cuestionar a Quentin como esposa.
Mas, ella no podía hacerlo ahora. Su posición no se había consolidado por completo, por lo que no podía arriesgarse.
Pensar en ello, solo hizo que se sintiera más confundida, así que no pudo evitar sostener su cabeza y frotarla.
"Señorita, ¿se encuentra bien? ¿Necesita ayuda?", le sonrió cortés y gentilmente una azafata.
Yvonne se dio cuenta de que había perdido la compostura y rápidamente agitó la mano. "Oh no, nada... por favor, tráeme una taza de café caliente".
"¡De acuerdo, espere un momento!".
Minutos después, la chica le trajo una taza de café caliente, de la cual Yvonne bebió un poco y se calmó.
"Disculpe, ¿qué hora será cuando lleguemos a Inglaterra?", le preguntó.
"Bueno, son más de las dos de la mañana en Londres".
"¡Oh, entiendo!", respondió con la voz apagada.
Siendo de madrugada, su prometido debía estar durmiendo ya.
¿O estaría abrazando a la p*rra esa de Eleonora?
La mujer sintió un dolor agudo en el corazón al pensar en eso, así que se mordió los labios para reprimir sus tristes emociones.
Por otro lado, a pesar de que había estado volando por más de diez horas, ella no había cerrado los ojos y, por ende, no había podido dormir.
Cuando el avión llegó a Londres, ella decidió buscar un hotel donde pasar la noche. 
Ahora que estaba allí, tenía que ser más cautelosa; por lo tanto, se ocuparía de todo al día siguiente.
No podía cometer ni un solo error, o perdería todo el juego.
Mientras planeaba sus acciones, detuvo un taxi y encontró un hotel cercano.
A las nueve de la mañana siguiente, Eleonora despertó y, al abrir los ojos, notó que la cama estaba vacía.
En ese instante, la loca escena de la noche anterior todavía estaba viva en sus ojos.
Su cuerpo estaba herido y adolorido, por lo que luchó mucho para poder levantarse.
Cuando lo logró, vio sobre la cama un juego de ropa de casa hecha de algodón y se la puso.
Entonces, justo cuando estaba a punto de ponerse de pie, la señora Qin llamó a la puerta y entró.
"Srta. Balton, está despierta. El Joven Amo me pidió que le preparara la comida medicinal para nutrir su sangre y Qì. Puede comer un poco después de asearse".
Mientras la mujer hablaba, puso un plato de sopa y algunos bocadillos al lado de la cama.
"Gracias. ¿Dónde está él?".
"El Joven Lance está abajo", respondió la Sra. Qin con cara de pocos amigos. "Bueno, Srta. Balton, ¿necesita algo más?".
Eleonora negó con la cabeza, así que ella se fue.
Una vez sola, caminó con mucha dificultad hacia el baño y se aseó de forma sencilla.
Cuando se miró en el espejo, se dio cuenta de que había vuelto al estado en el que estaba en la Mansión Lance; tan pálida como el fantasma de un alma.
Ella se tomó el rostro entre sus manos y se miró con algo de dolor en el corazón.
Al final, no consiguió librarse de Quentin.
¡Tal vez, este era su destino!
Tener eso en mente hizo que sintiera ganas de llorar, pero ya no tenía lágrimas.
Después de salir del baño, miró la sopa medicinal y los bocadillos en la mesa y apenas comió.
Evidentemente, ella no quería bajar y ver al hombre que le hacía tanto daño.
Sin embargo, pronto la señora Qin volvió a llamar a la puerta y entró sosteniendo una hermosa caja de regalo.
"Srta. Balton, el Joven Amo ha sido invitado hoy a una fiesta realizada por su socio. Él la llevará a usted, así que ha ordenado este vestido y estas joyas para que las use. ¡Yo la ayudaré a cambiarse y arreglarse!".
"¿Una fiesta? Sra. Qin, hágame el favor de decirle al Sr. Lance que no iré", dijo negándose de inmediato.
"¡Me temo que no depende de ti!". Una voz profunda y clara se escuchó de pronto.
Quentin llevaba un rato detrás de ellas, por lo que, cuando escuchó que su ex esposa no estaba dispuesta a ir con él, una pizca de ira se reflejó en sus ojos.
"¡Joven Amo!",  exclamó la Sra. Qin.
El hombre le hizo una seña para que dejara la ropa y luego se fuera.
Por lo tanto, ella puso la ropa en la cabecera de la cama y luego salió de la habitación con respeto.
"Quentin, yo no tengo nada que ver contigo. Lamento no poder acompañarte al baile".
No obstante, él se acercó, le levantó el mentón y le dijo de manera dominante: "¡Tú eres mi mujer! ¡Debes ir al baile conmigo!".