Capítulo 62
1205palabras
2022-08-27 00:00
Henric salió de la casa de Anna y condujo tan rápido su motocicleta hacia un descampado, que el viento pasaba a toda velocidad por sus oídos.
En ese momento, el hombre sintió que cada una de sus células estaba sufriendo y no podía dejar de pensar en Eleonora...
Entonces, gritó su nombre por dentro y las lágrimas cayeron por su rostro.

Para ese instante, la noche, lo que más temía Eleonora, había caído en Londres.
Ella le colgó el teléfono a Anna de mal humor, se sentó abatida en el salón y miró tan fijamente el oscuro cielo nocturno que había a través de la ventana, que aunque la señora Qin estuviera en frente, no lo notaría.
"Srta. Balton, el joven amo la invita a subir".
"¡Ya voy!", respondió algo perdida y nerviosa.
Pronto, sujetó el celular de Quentin y se enfureció. Subió las escaleras paso a paso, y luego de una docena de peldaños, le resultó demasiado difícil caminar, como si aquello fuera un pasaje al infierno.
Cuando estuvo arriba, se dio cuenta de que la puerta del dormitorio estaba abierta, así que la empujó suavemente para abrirla.

Quentin estaba sentado en el sofá del dormitorio y tenía las piernas cruzadas con elegancia.
Al verla entrar, mostró una fría sonrisa y dijo; "Si no te pido que vengas, ¿cuánto tiempo llevarías hablando con él?"
"¿Con él?". Ella lo miró confundida y respondió con voz apagada; "No, estás...".
"No es necesario que te molestes en darme explicaciones. Solo ten presente el acuerdo que firmaste".

"¡Por favor! Sabes que nunca quise firmar ese tonto acuerdo". Eleonora se armó de valor para recalcarlo.
Cuando la escuchó, los sombríos ojos del hombre se posaron de inmediato sobre ella como dos espadas afiladas. "Bueno, ¡ya es demasiado tarde!".
"No, no es demasiado tarde. Este acuerdo es totalmente injusto. ¡No puede estar protegido por la ley en absoluto y no puede contarse como legal! ¡La sociedad actual no protegerá un maldito documento en el que vendes tu cuerpo! Joven Amo, espero que cuando volvamos, usted pueda abolir voluntariamente este acuerdo, de lo contrario...".
"De lo contrario, no me culpes por demandarte en la corte, ¿de acuerdo?". Quentin continuó la frase antes de que ella pudiera terminarla. "¿Por qué eres tan olvidadiza? Ya respondí tu pregunta en casa. ¡Yo soy tu ley! Tienes que escucharme todo el tiempo, ¡y te aconsejo que no intentes algo estúpido, Eleonora! Mientras tu maldito padre no aparezca, debes cargar con el castigo de su pecado en la familia Lance. ¡Su única hija debe pagar por él!", dijo haciendo hincapié en cada palabra.
Los ojos del hombre estaban llenos de odio, lo que hizo que Eleonora sintiera que iba a ser desmembrada cada vez que lo miraba.
"Joven Amo, quiero hacerte una pregunta. ¿Te sientes bien cuando me torturas? ¿Crees que haciendo esto el odio en tu corazón desaparecerá? ¿O que tu padre se curará así? Escucha, te estás engañando a ti mismo. Incluso si me torturas hasta la muerte, todo seguirá igual. Tú te has perdido por completo y ahora solo tienes odio en tus ojos; ni siquiera tienes la misma personalidad. ¿Sabes qué? No creo que puedas vivir mucho mejor que yo".
De pronto, antes de que pudiera terminar de hablar, él la abofeteó tan fuerte que un gran eco se escuchó en la enorme habitación.
La mujer se cubrió su adolorido rostro e hizo todo lo posible por contener las lágrimas que estaban a punto de estallar.
Entonces, miró con obstinación a Quentin, quien tenía la mano temblando ligeramente.
De hecho, él no lograba entender por qué le dolió tanto el corazón cuando la golpeó en la cara.
"¡Vamos! ¡Será mejor que me mates a golpes y acabes con mi tortura de una vez!". Eleonora finalmente estalló, así que se abalanzó sobre su ex esposo y lo golpeó.
Era suficiente. ¡Esto tenía que acabarse!
¿Cuándo se terminarían estos malditos días?
Por su parte, Quentin se quedó atónito cuando vio que ella se lanzó sobre él como una leona tratando de destrozarlo.
Por primera vez en más de un año, aquella mujer tan obediente, se resistió con locura a él.
Sin embargo, el joven Lance alargó la mano en seguida y sujetó con fuerza su brazo, logrando que ella no pudiera hacer nada más a pesar de su gran esfuerzo.
"Quentin, déjame ir. ¡Por favor! Ya no quiero seguir así. Me voy a derrumbar. ¡Eres una bestia! ¡Una bestia! ¡Contigo solo tengo deseos de morir!".
Bueno, si lo llamaba 'bestia', entonces sería una bestia con ella.
A continuación, él se mordió el labio con fuerza y rasgó la ropa de la mujer.
Cuando vio su falda totalmente rota, Eleonora estiró sus piernas y lo pateó insensiblemente.
No obstante, él la empujó hasta la esquina de la pared y la presionó contra ella con fuerza.
Entonces, le agarró la mano y la llevó hacia atrás para luego apoyarle también la cabeza contra la pared.
Ante esto, ella luchó con todas sus fuerzas, pero no pudo moverse ni un poco.
Era totalmente en vano. En ese momento, Quentin parecía como lo que ella había dicho hace un momento, una bestia loca.
Mientras tanto, los labios del hombre le mordieron su hombro lesionado y luego su espalda...
Era como si su cuerpo fuera un pedazo carne sobre la tabla de cortar.
A continuación, él le sacó su camisa blanca y le metió la mano en la parte inferior de su falda para quitarle la ropa interior.
Así, antes de que ella pudiera reaccionar, él ya había lanzado un feroz ataque por la espalda.
Eleonora sintió que todo su cuerpo se rompía en pedazos bajo su loco acto.
"Bestia, eres una bestia...", dijo de repente con la voz temblorosa.
El rostro de Lance, que podría llamarse 'el milagro del Creador', no mostraba ninguna emoción.
Mas, por supuesto, sus ojos totalmente sombríos seguían llenos de maldad.
"Eleonora, tu familia me debe un gran favor... Así que no podrás escapar de mí por el resto de tu vida... Tu cuerpo y tu corazón deben ser míos. ¡Nadie puede robarlos, ni pensar en ellos! ¡Solo te quiero a ti, y mucho!". Quentin, que estaba parado detrás de ella, se movió ferozmente mientras se mordía los labios.
Con dolor, ella solo atinó a cerrar los ojos y a romper en llanto por la humillación.
¿Dónde diablos estaba Simon?
¿No sabía que su hija estaba pagando sus deudas y sufriendo una tortura tan inhumana por él?
¿Por qué no regresaba?...
De repente, ella fue perdiendo su fuerza poco a poco hasta quedar inconsciente. En unos segundos, sintió que se deslizaba hacia un lugar en absoluta oscuridad.
¡Eso era! ¡Sería genial si pudiera morir así!
Quentin notó aquella anormalidad, así que se detuvo y estiró su mano para sostenerle el rostro, pero su débil cabeza cayó sobre sus palmas.
¿Qué sucedía? ¡¿Acaso estaba inconsciente?!
El hombre sintió como si le hubieran echado un gran balde de agua fría en la cabeza, por lo que se detuvo al instante.
Entonces, recogió a Eleonora, quien estaba cubierta de moretones y con el rostro pálido. Además, sus pestañas negras como terciopelo proyectaban dos sombras sobre su rostro.
Quentin la miró y su corazón no pudo evitar estremecerse.