Capítulo 42
1182palabras
2022-08-11 11:09
"¿Cómo que viajar al extranjero? Quentin, ¿crees que esto es divertido? ¡Por Dios! Tienes una prometida y ya no soy tu esposa. ¿Por qué debería acompañarte al extranjero? Además, ¿no crees que ya me has castigado lo suficiente? Ahora ni siquiera puedo mirar a alguien, o tomar el trabajo más simple. Muchas empresas me han pedido que vaya a una entrevista solo para ver si tu ex esposa abandonada era una mujer extraña, no para reclutarme. Por favor, es suficiente, déjame ir. ¿Podemos volver a tomar nuestros caminos separados?".
Eleonora sintió que el hombre no actuaba en absoluto según la rutina.
Hace dos días, la había echado de la familia Lance sin dudarlo, como si estuviera ahuyentando a un monstruo feroz; pero ahora, se atrevía a provocarla. ¿Acaso intentaba avergonzarla y hacerla infeliz?

"¿Dejarte ir? Por favor, firmaste el acuerdo. ¿Qué te pasa? ¡Lo has olvidado tan pronto!".
"Quentin, no estoy a favor de ese divorcio ni de ese irrazonable acuerdo. Por cierto, puedes hacer lo que quieras, incluso demandarme. No creo que la ley proteja un acuerdo tan ridículo por muy rico que seas".
"Eleonora, ¿no me dejaste por solo dos días? ¿Dónde está la antigua mujer obediente? La que ni siquiera quería decir una palabra. En verdad no me había dado cuenta de que eras tan difícil de entender. ¿Qué más tienes que yo no sepa?". El hombre la miró y se burló; "Para ser honesto, estoy mucho más interesado en la Eleonora actual que en la de antes, que parecía una zombi. ¡Cuanto más actúas así, más quiero tenerte a mi lado todos los días para satisfacer mis necesidades físicas!".
"Pero...".La mujer no esperaba que él fuera tan desvergonzado.
No se imaginaba que su serio rostro, el cual parecía de abstinencia, hiciera que la gente se sonrojara tanto después de escuchar lo que decía.
¡Era todo un descarado! ¡Pícaro!

La chica se dio la vuelta y, antes de irse, dijo; "Quentin, ahora solo soy tu ex esposa. Así que no puedes restringir mi libertad personal".
Entonces, abrió la puerta y estaba a punto de salir cuando dos guardaespaldas la detuvieron sorpresivamente.
"¡Si el Joven Amo no lo ordena, usted no puede irse!".
Ante esto, ella trató de apartar sus brazos; pero después de mucho tiempo de intentarlo y de patear sus piernas con fuerza, descubrió que no se movían ni cambiaban su expresión en absoluto.

Efectivamente, estaban hecho de hierro.
Eleonora sintió que se estaba volviendo loca, así que metió la mano en su bolso y buscó su celular para llamar a la policía.
Claramente, ¡el secuestro de Quentin había sido muy descarado!
Sin embargo, no encontró su teléfono móvil en su bolso.
Acto seguido, al no poder salir por la puerta, retrocedió y subió rápidamente las escaleras para buscarlo.
Como resultado, volcó la cama y el baño, pero no lo halló.
Eleonora bajó las escaleras con tristeza y se paró frente a Quentin, quien con mucha calma, comió el último bocado de fideos y se limpió la boca de manera elegante con una servilleta.
"Si estás buscando tu celular, lo tengo aquí conmigo". El hombre sacudió el teléfono móvil mientras hablaba.
En ese momento, ella se apresuró a agarrarlo, pero lo único que consiguió fue caer accidentalmente en los brazos de su ex esposo.
Entonces, él la levantó y sonrió juguetonamente. "Eleonora, acabamos de tener s*xo. ¿Por qué te lanzas sobre mí tan pronto? ¿Acaso no quedaste satisfecha?".
La mujer sintió que le ardía toda la cara y el cuello debido a lo roja que se había puesto.
"Te gusta jugar así, ¿verdad". Ella lo apartó con pánico y lo miró fijamente.
"¡Eleonora, yo soy quien pone las reglas del juego! Así que puedo jugar todo lo que quiera. ¡No esperes que te deje ir si el Sr. Lance no mejora!".
Cuando Quentin pensó en su padre acostado en la cama, no pudo evitar enojarse y poner su tono más serio.
Si no fuera por los Balton, su familia no habría sufrido un accidente tan grande.
Además, aparte de que su padre estuviera paralizado en la cama, él casi había pasado por el desastre de ser encarcelado.
Con eso en mente, el joven Lance no mostró una buena expresión, y su actitud juguetona se convirtió rápidamente en odio.
Por su parte, cuando esuchó el nombre del Sr. Lance, Eleonora sintió de repente que estaba en deuda con él.
Mientras recordara que el anciano maestro llevaba más de un año tumbado en la cama y sin poder moverse, la culpa en su corazón aumentaría infinitamente.
Y aún más, sabiendo que todo lo que había sucedido era gracias a su padre, la persona a quien había admirado durante más de veinte años.
Por lo tanto, si el anciano amo no mejoraba, ella también se vería afectada por la culpa.
"Quentin, ¿no tienes miedo de que Yvonne se entere de esto?". 
Eleonora reveló su último as bajo la manga, pues no había pasado ni un día desde que él se comprometió con la hermosa Yvonne.
¿Acaso ella no lo había amado durante muchos años?
"¿Qué? ¿Quieres decírselo? ¡Si quieres hacerlo, hazlo! No te detendré".
Al oírlo, la mujer sintió que había perdido por completo.
"Quentin, sé que me odias; pero, ¿qué ganas torturándome así? ¿Te sentirás mejor en tu corazón o tu padre mejorará? ¿Por qué hacer todo esto?", dijo casi llorando.
"Eleonora, no mereces mencionar a mi padre. Si él muere, ¡tú morirás con él! Además, será mejor que seas obediente. ¡Regresaré en una hora!". El hombre palmeó con fuerza la cara de la chica, y continuó; "Más te vale que te contengas y no pienses en huir. Sabes perfectamente que no puedes escapar. También, me gustaría deirte que no pienses en morir, porque si lo haces, ¡haré que mueras de una manera incómoda!".
Cuando terminó de hablar, se dio la vuelta y dejó a su ex esposa temblando por dentro.
Tan pronto como se fue, Eleonora se derrumbó en seguida.
"No tengo mi celular, y la puerta está vigilada. ¿Qué puedo hacer?", pensó.
De pronto, vio el teléfono fijo en la sala de estar, así que se levantó rápidamente y corrió hacia él. Sin embargo, este estaba bloqueado y no se podía hacer ninguna llamada.
La mujer jaló el teléfono con fuerza mientras pensaba en lo cruel que era Quentin. ¿En verdad la iba a llevar al extranjero?
Minutos más tarde, ella recorrió la villa durante mucho tiempo y, finalmente, logró asomarse a la ventana francesa.
¡Eso era! ¡Podía escapar por la ventana!
A Eleonora le costó mucho esfuerzo saltar por allí, mas, tan pronto como lo hizo, el silencioso guardaespaldas se puso en frente. En ese instante, ella solo atinó a patearle en la entrepierna, dejándolo en cuclillas muy adolorido. Entonces, corrió hacia la puerta de la villa lo más rápido que pudo.
Inesperadamente, antes de acercarse a la puerta, se detuvo y se quedó inmóvil mientras un escalofrío recorría su espalda.
Resultó que en la puerta de la villa, había un Husky blanco como la nieve de aspecto feroz, sentado con su lengua afuera, y observándola detenidamente.