Capítulo 5
620palabras
2022-08-08 16:49
Eleonora respiró profundamente.
Durante los últimos meses, el mal genio de Quentin había crecido día con día.
Se terminó de vestir y salió del dormitorio con su maleta.

La campana del reloj sonó a las doce en punto.
Su sonido pesado parecía haber golpeado profundamente sus corazones en esa noche silenciosa. El ambiente se había tornado asfixiante.
Eleonora dejó escapar un largo suspiro de alivio. Eran las doce. Muy pronto dejaría de ser la esposa de Quentin. Ya no sería la Cenicienta de la familia Lance.
Antes de partir sus miradas se encontraron, el hombre se había sentado en el sofá.
Estaba fumando. El humo se arremolinaba a su alrededor generando una sensación de silencio y frialdad.
"Me voy...", dijo la mujer con seguridad.

"Querías irte desde hace mucho tiempo, ¿no es así?. De lo contrario, ¿cómo pudiste empacar tan rápido?". Quentin exhaló una bocanada de humo. Su voz era tan fría que parecía que el aire podía congelarse.
"Tu me lo dijiste desde un principio. Si tu me lo ordenabas, debía salir de la casa en cualquier momento. Así que yo estaba lista", respondió Eleonora en voz baja.
"Sí, como dije, si yo te lo pedía, debías salir en cualquier momento". Quentin se mordió los labios. 
"Entonces ya no te molestaré". Eleonora tomó sus cosas y se dirigió hacia la puerta, estaba lista para salir.

"¡Detente!". Quentin quería saber adónde iría ya que era muy tarde. Deseaba que ella se fuera por la mañana, pero no sabía cómo expresarlo. Estaba acostumbrado a tener un comportamiento sumamente indiferente.
La joven se quedó sorprendida. "¿Tienes algo más que decirme?", preguntó.
Quentin la miró, ella estaba de pie en el pasillo. Traía puesto un elegante vestido rosa hasta la rodilla, que estaba de moda en París ese año.
El vestido pertenecía a una colección que le encantó a primera vista cuando estuvo en Francia. Era muy adecuado para el refinado temperamento de Eleonora. En cuanto lo vio, inmediatamente le pidió al señor Sampson que le consiguiera ropa de esa marca.
La ropa más popular del mundo siempre llegaba en exclusiva a su guardarropa. El señor Sampson siempre estaba al pendiente de la comida, el vestuario y el alojamiento de Eleonora.
Durante ese año, había vivido una vida extravagante y con muchos lujos, pero era tan infeliz que estar ahí era un verdadero infierno.
Para ella, solo eran posesiones mundanas.
Quentin miró a Eleonora, que estaba a punto de irse, lo que provocó un vuelco en su corazón.
Sintió una gran pena, pero aun así dijo en contra de su voluntad: "¿No dijiste que no querías nada de la familia Lance? ¿Te vas así?".
Eleonora no sabía a qué se refería. Se agachó, abrió la maleta y la puso cerca de los pies de Quentin. "No te preocupes, no me llevo nada de tu familia. Estas son mis cosas personales que traje antes de casarme. ¡Si desconfías, puedes revisar lo que me llevo!".
No esperaba que esta mujer se lo tomara tan en serio, sino le molestaba que se fuera tan tarde. 
Quentin se levantó y pateó la maleta con fuerza. Las cosas volaron por los aires.
Eleonora, que estaba en cuclillas en el suelo, se sintió nerviosa. Ella ya se había acostumbrado a su temperamento y tenía la costumbre de ser sumisa.
"Si no quieres que me lleve esta maleta, puedo irme con las manos vacías".
Quentin estaba tan enojado que sus labios temblaban ligeramente.
Eleonora se levantó con ganas de irse de una vez por todas. Estaba dispuesta a dejarlo todo.
¿No se podía esperar?
"Eleonora, no creas que eres tan inocente y que no te llevas nada mío. ¡No olvides que estás usando la ropa interior de la familia Lance!".