Capítulo 62
1526palabras
2022-09-08 15:00
Vuelvo y leo el mensaje sin poder creer lo que dice.
“No ganaron…”
“Alex… puso todo su esfuerzo para conseguir ese contrato, y no ganaron.”
—Mierda… —le entrego el celular a Sam que está igual de sorprendida que yo.
—Ya sé…
—No puedo creerlo… Ellos son tan buenos.
—Ya sé… —Sam, consternada, vuelve y lee el mensaje.
—Tengo que ir a verlo. —me imagino a Alex pasando por semejante decepción solo y siento su dolor como si fuera mío.
—¿Qué? ¿A esta hora? Ni siquiera sabes si está en su casa.
—Un vuelo de la capital a aquí tarda una hora. Seguro ya llegó. Y si no, pues… espero hasta que vuelva.
—¿Y qué le vas a decir?
—No sé Sam… Llevo toda la semana tratando de averiguar cómo volver a hablar con él. Pero ese concierto le importaba demasiado. Me lo dijo muchas veces y no puedo solo irme a dormir e ignorarlo. Porfa no intentes retenerme.
—No. No lo are, pero deja que te lleve este mismo coche y ya luego yo sigo para mi casa.
Al ser un domingo en la madrugada, todas las calles están despejadas y llego al edificio donde vive Alex en quince minutos.
Me quedo de pie frente su puerta y trato de recoger valor para golpearla.
“¿Y si no está? O peor aún ¿Si no está solo?”
“No empieces con eso otra vez…”
“Pero ahora el cree que volví con Mateo. Nada lo detiene a buscar consuelo en otra chica.”
Apoyo mi oído en la madera y trato detectar algún sonido que me indique lo que está pasando hay adentro. Pero solo escucho música en un volumen muy bajo.
“Okey. Si está en casa.”
Inhaló y exhaló.
“Hazlo Ivana. Solo golpea la puerta”
Presionada por mí yo interior, doy dos golpes y me arrepiento inmediatamente.
El corazón me late a mil. No veo a Alex hace varios días.
“¿Y si no me quiere aquí? ¿Si está enfadado porque no le pedí que se quedara?”
Miro de un lado a otro y me veo tentada a salir corriendo, pero la puerta se abre y Alex aparece tras ella.
Solo lleva puestos unos Juans negros, Su cabello está suelto y desordenado, pero lo que más llama mi atención, son sus ojos.
“Dios... Está llorando.”
Me mira de arriba abajo como si fuera un fantasma.
Sus lágrimas me duelen incluso más que las mías y aria cualquier cosa para que dejaran de salir.
No espero que me invite a entrar o diga algo. Solo me acerco y lo abrazo. El no reacciona de inmediato, pero después de unos segundos termina envolviéndome en sus brazos.
—Alex… Los siento tanto —le digo sin soltarlo—. Sé lo importante que era para ti ganar.
Él no dice nada por un rato. Luego se pone tenso y se aparta de mí, mientras se limpia la cara y me da la espalda.
—¿Por qué estás aquí?
—Me enteré de lo que paso en el concierto y quería saber cómo estabas.
Camina dejándome atrás y se sienta en uno de los sofás con la cabeza agachada, evitando por completo mi mirada.
—No te preocupes. Estoy bien. Todas las bandas que asistieron son muy buenas. Los ganadores también lo merecían.
—Alex… No finjas conmigo. Tú querías ese contrato más que nada.
—Si —ríe de forma irónica— eso también creía yo.
—¿Eso que significa?
—Nada Ivana. Así es la vida. A veces se gana y a veces se pierde. No hay nada que hacer.
Me quedo de pie junto a la puerta, pensando qué más puedo decir o hacer para que se sienta mejor o para que por lo menos me mire. Pero no se me ocurre nada.
El silencio se vuelve incómodo y Alex no mueve ni un solo músculo.
“Él no quiere hablar. No me quiere aquí.”
—Okey… emmm, yo… mejor me voy —digo derrotada.
Me dirijo a la puerta, y antes de que alcance abrirla, Alex habla y hace una pregunta que no entiendo muy bien
—¿Cuándo te vas? —dice aún con la mirada en el suelo.
—¿Qué?
—Vanessa te vio en la administración de la Universidad… Dijo que pediste un traslado.
“Esa mujer y su bocotá”
—Sí, es verdad.
—Así que te vas a mudar a Australia…
—Alex…
—Iv… —mi derrotada estrella de rock, se pone de pie y comienza a caminar inquieto por el pequeño espacio— Sé que dije que me iba a ser a un lado, pero no puedo. Quiero pensar que si estás aquí es porque te sigo importando así sea un poco. Y por eso voy a atreverme y pedirte que por favor no te vayas. Yo sé que no puedo ofrecerte mucho, pero te prometo que voy a esforzarme para hacer las cosas bien. Ganar la batalla de las bandas dejo de importarme desde el momento en que supe que te había perdido. Yo quiero ser músico, quiero cumplir mis sueños, pero también quiero que tú seas parte de mi vida. Sé que nuestra historia es corta y no puede comprarse con la que tienes con él. Pero en poco tiempo he vivido contigo cosas de las que siempre hui por temor a sentirme así como me siento ahora, vulnerable y muerto de miedo por querer algo que se escapa de mi control tener o no. Tú me cautivaste desde el momento en que te vi en esa exposición y fui un cobarde al proponerte un juego que yo perdí desde el momento que te besé en ese camerino. Me he estado torturando con ideas del cómo pude haber hecho mejor las cosas, pero eso no me sirve de nada, porque no puedo volver el tiempo atrás. Por eso te pido la oportunidad de demostrarte que el futuro, aunque es incierto y asusta, puede ser mejor que el pasado… Solo dime… Dime que tengo que hacer para arreglar toda esta mierda y lo hago… —su voz se quiebra y mi corazón la sigue.
Camino hasta donde él está, pongo mis manos en cada lado de su rostro y por fin hacemos contacto visual.
“No puedo verlo así. Necesito aliviar su dolor.”
—No volví con Mateo —las palabras salen solas de mi boca. Alex deja de respirar por un par de segundos y me observa confundido— No voy a irme a Australia. —suelta el aire aliviado y cierra los ojos.
—Él estaba contigo en la casa de tu hermano y luego en tu apartamento. Yo pensé…
—Él y yo teníamos mucho que resolver. Apareció de sorpresa en casa de mi hermano y allí…
—No me digas. No quiero saber.
—Alex. Mateo y yo arreglamos nuestros asuntos pendientes y terminamos definitivamente. Pero él siempre va a ser parte de mi vida. Y aunque las cosas entre nosotros ahora están raras, necesito que sepas que yo guardo la esperanza de que algún día podamos volver a ser amigos.
—Entonces, si no están juntos y no me hablaste durante todos estos días, significa que no me crees y sigues molesta conmigo, por lo que paso con Susana… Iv te juro que todo es cierto. Cada palabra que dije esa noche en tu habitación, es verdad.
—Ya lo sé. —digo mientras acaricio su rostro.
—¿Entonces me crees?
La tormenta y el alivio en su miraba me vuelven loca. No puedo creer que Alex está así por causa mía.
Quiero que vuelva a sonreír, a cantar y a tocar su guitarra como la estrella que es.
Retiro las lágrimas de su rostro y luego, como respuesta a su pregunta, lo beso, despacio y profundo para que el calor nos envuelva.
Mi piel amenaza con estallar en llamas con solo el roce de sus dedos en el límite, mi vestido.
“Necesito más, y lo necesito ahora.”
Los dos estamos ansiosos. Nos movemos rápido hasta su habitación, pero no dejamos de besarnos en ningún momento.
Yo me quito el vestido y las botas para quedar solo en bragas y Alex se quita su pantalón.
Ambos sabemos lo que queremos, no hay necesidad de preliminares. Estamos listos para estar juntos. Me recuesto en la cama, Alex se quita su bóxer, luego me saca el panti, y finalmente se une a mí.
Mi cuerpo lo recibe como al agua que me ayudo a conseguir esa calurosa y sofocante tarde que nos conocimos. Y más que refrescarme, hace que el alma me vuelva al cuerpo.
—La idea no volver a hacer esto, me estaba volviendo loco —susurra en mi odio mientras se mueve en mi interior. —no voy a aguantar mucho amor. Lo siento.
Pero no tengo nada que perdonarle porque exploto con fuerza al mismo tiempo que él.
Fue corto. Muy corto, pero intenso. Los músculos se me contraen, la piel me hormiguea, me hace falta el aire y el corazón intenta salírseme del pecho.
—Dios Iv… —exclama agotado el hombre a mí a lado.
—Si, eso mismo digo…
Nos quedamos acostados uno al lado del otro intentando recuperar el aliento. Y cuando ya estamos mejor, Alex decide retomar la conversación haciendo la pregunta del millón de dólares.
—Ahí una cosa que aún no me queda clara. Si no vas a irte a Australia ¿Por qué pediste un traslado de universidad?