Capítulo 61
1950palabras
2022-09-07 15:00
El timbre por fin suena y el corazón se me cae al piso cuando veo a los dos hombres en la puerta.
—Pensé que te habías ido —le digo a Mateo emocionada por verlo.
—Dilan, me ayudo a entender que irme antes de tu cumpleaños sería una estupidez —miro agradecida a mi otro amigo y termino de abrirles la puerta para que pasen—. Estás hermosa —dice Mateo en mi oído cuando pasa cerca de mí y me entrega un sobre— Feliz cumpleaños.
Abro su regalo en el instante, y su contenido me confunde.
—¿Dos billetes de avión?
—Dos pasajes a Islandia. Los compré hace unos días cuando supuse que tú y yo… ya sabes. Pero no importa. Mi intención siempre fue dártelos de cumpleaños porque que sé que has querido fotografiar auroras boreales durante mucho tiempo y no lo has hecho. Los vuelos están abiertos. Puedes ir cuando quieras y con quien quieras.
Es un regalo hermoso. Y en circunstancias diferentes, podría ser perfecto, pero me siento incómoda, porque es algo que compro para los dos y ahora me dice que lo use con alguien más.
—Mateo no… —devuelvo los billetes al sobre e intento regresárselo.
—Por favor Iv… No los rechaces. Si ya no quieres ir a Islandia, entonces cambia el destino y ve donde quieras.
—Islandia no es el problema… Tú compraste esto para los dos y no me siento cómoda aceptándolo.
—Yo compré esto pensando en ti. Para que cumplas uno de tus sus sueños. El resto no importa. Si de verdad no quieres que me sienta peor de lo que ya me siento, acéptalos y envíame fotos cuando vayas. Si tú eres feliz, yo soy feliz.
Me prometí hoy no llorar, pero se me está haciendo cada vez más difícil.
—Oigan. —nos regaña Sam—. Ya dejen de hacer lo que están haciendo. Hoy es solo para celebrar. Además, quien sabe cuándo volvamos a estar todos juntos. Mateo vuelve a Australia, Iv se muda a Los Ángeles, Dilan a Boston. Y aunque yo me quedo aquí, voy a comenzar una nueva etapa en mi vida. Aún no sé cómo, pero les prometo que los voy a sorprender.
—Que se prepare el mundo. Sámara por fin va a salir de su caja de cristal y no saben lo que les espera… —dice Dilan y Sam le saca la lengua.
—Mejor nos vamos antes de que perdamos la reserva —nos recuerda Mateo— Además quiero aprovechar cada minuto de la noche, porque en la madrugada tengo mi vuelo a Australia, y no pienso perder el tiempo con ustedes dos peleando.
—¿De verdad te tienes que ir tan pronto?
—Ya terminé lo que vine hacer Iv. Nada me retiene en este lugar. Además, mis padres me necesitan allá para terminar la logística de su regreso.
—Okey... —no insisto ni intento retenerlo porque sé que no voy a lograr nada. Solo me queda disfrutar de esta noche con mis amigos y guardar un hermoso momento en los archivos de mi historia.
Primero vamos a cenar a un restaurante caro y elegante donde la comida se sirve por tiempos.
Dilan bromea sobre lo ridículamente pequeña que es la comida e invita un chiste con cada plato que nos ponen en la mesa. Pero al final, todos salimos satisfechos.
Llegamos a una discoteca a la cual teníamos planeado visitar desde que se inauguró semanas atrás, pero siempre se presentaba algo que dañaba nuestros planes.
Bailamos. No importa el género que suene, los cuatro no la pasamos en la pista, incluso, haciendo algunas veces el ridículo.
Ya avanzada la noche, el DJ coloca Shape of You de Ed Sheeran, y Dilan me pide que bailemos. Los dos comenzamos a movernos al ritmo de la música y a nuestro lado Sam hace lo mismo con un desconocido bastante guapo y no puedo ignorar la incomodidad de mi pareja al ver como este chico toma a nuestra amiga de la cadera y la atrae más hacia él.
—He tranquilo. —le digo a mi amigo que está cada vez más tenso.
—Si se llega a sobrepasar lo mato.
—Últimamente, amenazas con matar a muchas personas. ¿Tengo que preocuparme? —Dilan no responde a mi pregunta y sigue vigilando como un halcón a la pareja de nuestro lado. —¿La quieres? —es una pregunta que me ha estado rondando desde que los chicos llegaron a mi casa y Dilan se quedó viendo a Sam como si fuera su sabor favorito de helado.
—Claro que la quiero. Igual que a ti. —responde sin problema y me da un beso en la frente.
—Sabes que no me refiero a eso —tomo su rostro con suavidad y le pido que me mire— ¿Por qué no se lo dices?
—No tiene caso Iv —los dos nos quedamos en medio de la pista, quietos mientras los demás bailan a nuestro alrededor— Yo soy quien soy. Ella merece algo mejor.
—¿Por qué no dejas que sea ella quien decida eso?
—Voy a mudarme, ¿recuerdas? Y no a otro barrio o ciudad. Voy a irme del país. Por lo menos durante cuatro años. Y ni siquiera eso, es lo más nos separa a Sam y a mí. Yo no me siento capaz de tener una relación monógama. Y Sam es la chica que siempre ha soñado con encontrar su príncipe azul para vivir con él, feliz por siempre. ¿Para qué revolver las cosas si como amigos estamos bien? No puedo darle lo que ella quiere y si le digo lo que siento, solo va a arruinar lo que ya tenemos. Así que por favor no se lo menciones. Sé que ustedes no tienen secretos, pero espero que tú más que nadie me entienda y me guardes este a mí.
—Claro. No te preocupes. —abrazo a mi amigo en un intento de darle consuelo porque entiendo perfectamente como se siente querer a alguien y saber que lo mejor para ambos es estar separados.
Miro a Mateo que nos observa desde la mesa y mi corazón se contrae.
“Solo unas horas. Eso es lo único que me queda antes de que se vaya y no volverlo a ver.”
Dilan tiene razón al mantener distancia de Sam. Es consiente que sus intereses en la vida los separan, al igual que a Mateo y a mí, y eso no sucedió estas últimas semanas, sucedió hace años.
Nos encontrábamos tan aferrados el uno al otro, que no nos dimos cuenta lo perdidos que estábamos. Tuvimos que separarnos para que él lograra encontrar algo más que amar aparte de mí. Ahora sé que, si yo me hubiera ido a Australia como se lo prometí, lo nuestro no hubiera funcionado y el cataclismo que sucedió dentro mi por la claustrofobia que sentía en la relación con mis amigos, tarde o temprano, también hubiera sucedido con Mateo.
La canción se termina y camino de vuelta a la mesa porque quiero abrazarlo. Quiero estar con él hasta el último momento y luego dejarlo ir para que ambos podamos seguir con nuestras vidas.
—Iv… —Dilan, me detiene antes de llegar a donde nuestros amigos— No creas que me olvido comprarte un regalo.
—No te preocupes por eso… Tú pagaste la cena y a demás convenciste a Mateo de que se quedara. Créeme, eso es lo mejor que pudiste darme.
—Si, ya sé… soy el mejor…
Y ahí está.
Mi amigo.
El Dilan de siempre.
—Pero no me refería a eso —continúa diciendo mientras llena de orgullo su pecho—. Al lado de tu cama dejé una bolsa. No quise dártela delante de ellos porque puede prestarse para malas interpretaciones.
—¿Qué es? —la intriga me mata porque de Dilan puedo esperar cualquier cosa.
—Ya lo verás cuando vuelvas. Y si lo usas pensando en mí, házmelo saber. —finalizará con una sonrisa coqueta y mi cabeza se ilumina.
—Hay por Dios… ¿Me compraste juguetes sexuales?
Dilan guiñé un ojo y yo reviento de risa.
Mateo y Sam nos observan confundidos y nos piden que les contemos el chiste, pero ninguno de los dos responde, en cambio, yo me acerco a mi ex y le pido que baile conmigo.
No presto atención a la canción, solo sé que es lenta y me permite abrazarlo por unos minutos.
—Te voy a extrañar. —le digo al oído.
—Yo también.
—Sabes que sin importar lo que pase siempre vas a ser parte de mi vida ¿Verdad?
—Lo sé. —su voz es cada vez más ronca.
—Prométeme que estás bien.
—Lo voy a estar. —dice, pero esta vez mirándome a los ojos— Y tú prométeme que vas a ser feliz.
—Sí. Lo prometo.
—¿Puedo besarte? —su mirada está perdida. No puede ocultar la tristeza que le causa nuestra separación. Y yo, a pesar de toda la emoción que me causa la nueva aventura que me espera, comparto su dolor y en respuesta a su pregunta, lo beso.
Nuestros labios se acarician intentando alargar el tiempo. Pero nuestro beso sabor a sal se termina con la última nota de la canción y volvemos a la realidad en donde el reloj marca la hora que nos avisa que nuestro tiempo se acabó.
—Deja que te acompañe al aeropuerto —le suplicando llorando.
—No. Si vas conmigo no voy a tener la fuerza para subirme al avión.
Lo abrazo fuerte y lloro sin importarme que un montón de desconocidos nos observan.
—Júrame que vas a cumplir tu promesa y no me vas a sacar a tu vida.
—Te lo juro —dice devolviéndome el abrazo.
Son las cuatro de la mañana. Y afuera del lugar donde celebre con tres de las personas que más quiero mi cumpleaños número 19, me separo de mi primer amor, que entre lágrimas se despide de sus amigos y toma un taxi directo al aeropuerto.
Mateo solo acepta que Dilan lo acompañe. Sus padres van a encontrarse con él para entregarle su equipaje y a las seis en punto su avión dejará el suelo para volar directamente a donde rehízo su vida sin mí. Y yo, junto con Sam, tomo un taxi para volver a mi apartamento e intentar dormir con la esperanza de que cuando abra los ojos solamente me sucedan cosas buenas, porque no podría soportar un golpe más.
Cierro los ojos mientras el conductor nos lleva a casa e intento hacer una lista mental de todo lo bueno que tengo en mi vida y así aminorar el dolor que me causa separarme de Mateo otra vez.
“Carlos, papá, Sam, Dilan, Brenda, incluso el profesor Jose, quien ha creído siempre en mi talento y gracias a él tengo la oportunidad de hacer mis sueños realidad. Tengo muchas cosas por las cuales agradecer…”
—Iv… —Sam me llama tocando mi hombro y no me queda más remedio que abrir los ojos— mira… —me entrega su teléfono desbloqueado y en la pantalla veo su historial de conversación con Julián.
El último mensaje fue enviado a las once de la noche y es bastante largo.
Juli:
Hola Hermosa.
Te llamé, apenas bajamos del escenario, pero no contestas. Supongo que la fiesta de Iv se puso bastante buena y me alegro que por lo menos uno de los dos lo esté pasando bien.
Perdimos Sam. Quedamos en segundo lugar. Y Aunque recibimos una cantidad de dinero que ninguno de nuestros ha visto en su vida, nos quedamos sin el contrato con la disquera. Yo estoy bien. Igual, como te había contado, pasara lo que pasara, no pensaba quedarme en la banda. Pero los chicos están bastante mal. Sobre todo, Alex. Apenas dieron el resultado, salió directo al aeropuerto sin hablar con nadie. Supongo que volvió a casa, pero estoy muy preocupado por él.
Por favor llámame a la hora que sea que leas esto. Me encantaría escucharte.
Un beso.