Capítulo 54
2166palabras
2022-08-31 15:00
No me di cuenta cuando Mateo volvió, pero al abrir los ojos, de lo primero que soy consiente es de su cuerpo aferrado al mío.
Estoy sudando. Tengo Calor. Mucho calor.
Por un lado, está él, envolviéndome con sus piernas y brazos. Por el otro, esta Sam lo suficientemente cerca como para sentir su calor corporal.
A la distancia escucho como un teléfono vibra y gracias a todos los dioses del Olimpo, ese sonido es suficiente para que mis dos compañeros de cama reaccionen y me den espacio para respirar.
Mateo, medio zombi, busca el celular que suena y me lo entrega al ver en la pantalla el nombre de mi papá.
Me levanto de la cama y salgo al corredor para hablar más tranquila.
—Papi…
—Cariño, ¿Cómo estás? —mi padre es parecido a Carlos, solo las situaciones extremas hacen que exterioricen sus emociones, y ahora es obvio que está preocupado.
—Físicamente, estoy bien. Pero no voy a negarte que aún no puedo creer lo que paso. Supongo que Carlos ya te contó todo.
—Sí. Apenas nos enteramos tu madre y yo. Ella está… —un silencio incómodo atraviesa la línea y me hace suponer lo que está pasando.
Si es papá quien me llama, se debe a que mi mamá está más preocupada por David, que cualquier otra cosa.
Hablo un par de minutos más por celular. Le aseguro a papá que estoy bien y que no es necesario que vuelva. Él accede porque confía en Carlos y me pide que le haga caso en todo lo que diga. Pero también me advierte que mamá está buscando un vuelvo para volver y lo más probable es que nos complique las cosas.
Es claro que ya tuvieron una pelea. Papá quiere seguir la idea de mi hermano mayor y dejar que David pase una temporada en la cárcel. Obviamente, nuestra madre no lo va a permitir, y su pelea solo es el principio de la batalla que se avecina.
Vuelvo a la habitación. Mateo y Sam ya están despiertos.
—Dilan, viene para acá. —dice mi amiga— podemos desayunar los cuatro juntos como hacíamos antes.
Cada uno nos damos una ducha rápida y entre los tres preparamos café, tostadas, huevos revueltos y picamos fruta. Pero lo que prometía ser un rato agradable entre amigos, se convierte en un completo drama cuando le terminamos de contar a Dilan, todo lo sucedido la noche anterior.
—¡Voy a matar a ese hijo de puta! —grita mi amigo.
—Pues vas a tener que formarte. Hay una fila muy larga para eso. —dice Mateo.
—¿Por qué no me llamaron? O sea que ese imbécil te mata y yo ni me entero.
—Porque ayer era viernes, y tú nos tienes prohibido llamarte específicamente ese día —le dice Sam tan tranquila, que me siento orgullosa; y a Dilan se le descompone el rostro al entender que Sam es muy consciente de lo que estuvo haciendo anoche.
—Pues tenemos que dejar de hacer eso ¿Okey? Nueva regla… Si alguien está en peligro de muerte, me pueden llamar.
—Gracias… ¿Qué haríamos sin ti? —le responde Sam poniendo los ojos en blanco.
—Sam… —le hago un gesto de “¿Qué carajos te pasa?” pero ella me ignora.
—Okey —Dilan se pone de pie y nos mira a todos con los ojos inyectados de sangre—. Ya entendí. Siempre soy el último en esterarse de las cosas importantes. Todos ustedes me ven como un maldito chiste ¿Verdad? Solo cuentan conmigo para las trivialidades y para que les sirva de payaso. Pero cuando es algo relevante, Sam tiene a Iv e Iv tiene a Sam, y antes de que Juan enloqueciera, era la segunda opción de la dos. Incluso tú —señala a Mateo—, quien pensé, era mi mejor amigo, me hiciste a un lado porque pensaste que yo era demasiado inmaduro o superficial para entender tu situación…
—Dilan… No digas eso. —intento calmarlo, pero no funciona.
—¿Qué? ¿Vas a negarlo? No me insultes de esa forma. Estos días han sido esclarecedores. Hemos mostrado nuestras verdaderas caras. Tú te desahogaste y lanzaste toda la mierda que habías estado acumulando. Juan se quitó la careta. Sam por fin abrió los ojos a la realidad, y ahora me toca a mí. Y así es como me siento Ivana. Como un premio de consolación para todos los que he creído que son mis amigos.
—Eso no es cierto… — intenta decir Sam, pero Dilan la interrumpe antes de que termine su idea.
—A ¿No? Entonces dime por qué me has estado evitando toda la semana. Conseguiste de mí lo que querías, luego prometiste que todo iba a seguir siendo igual, pero tiene que pasar algo como esto para que me des la cara. Yo sé que ustedes piensan que todo me causa risa y me importa una mierda. Pero si tengo sentimientos. Y a ustedes dos las quiero tanto que podría matar a cualquiera que la lastime. —la voz de Dilan se quiebra y nos da la espalda para que no lo veamos llorar.
Mateo, Sam y yo estamos en Shock. Es la primera vez que nuestro amigo habla de esa forma y nos muestra algo diferente de su personalidad. Yo siempre he sabido que nos quiere. Nunca lo dice, pero si lo ha demostrado de muchas maneras. Principalmente, porque él, al igual que yo, renuncio a sus sueños y planes para cuidar a Sam. Pero nunca lo expreso con palabras y mucho menos se había mostrado vulnerable ante nosotros.
—Di. Nosotras lo sabemos. Y te Juro que te queremos. Pero tienes que entender algo. Siempre has ido por la vida restándole importancia a cosas que nosotras vemos de manera diferente. Y supongo que no acudimos a ti porque de niños siempre te burlabas de las situaciones que nos provocaban dolor. Para ti eran estupideces. Y no te culpo, todos éramos unos niños inmaduros, pero tal vez de forma inconsciente, creamos el hábito de buscar refugio en donde sabíamos que lo encontraríamos, en mi caso ese refugió es Sam, y si, también Juan lo llego hacer. De verdad discúlpame por no darme cuenta del daño que te hacía. Mi intención nunca fue menospreciarte, solo… no creí que mis asuntos personales te importaran tanto.
—Hermano. Perdón —dice Mateo— Tienes razón en todo. Cometí un error a no hablar contigo y créeme, las consecuencias de eso me están pasando factura. Si de algo sirve, prometo que no va a volver a pasar.
—Y yo no te he estado evitando —dice Sam—. Intento poner mi vida en orden, cumplir con la promesa que les hice. Que haya estado alejada estos días no tiene nada que ver contigo.
Entre los tres, tranquilizamos a Dilan, le hacemos saber lo importante que es para nosotros y por fin, después de dos años, los cuatro volvemos a estar juntos, como si el tiempo no hubiera pasado.
*****
En la tarde, después de hablar con Dilan, todos tienen asuntos que resolver. Dilan no dice mucho, pero al parecer tiene algo importante que hacer con su papá. Mateo prometió estar en su casa para ayudar a sus padres con asuntos de la mudanza. Y Julián recoge a Sam para que lo acompañe al ensayo de la banda.
Ambos intentan convencerme de ir con ellos, pero digo que no. Con solo pensar en que voy a ver a Alex, me pongo nerviosa. No confió en mí. No sé si pueda ignorarlo y pretender que ya no me importa. Así que, por el bien de los dos, es mejor que nos acostumbremos a estar separados. Porque incluso, si mi relación con Mateo no llega a ningún lado, Alex y yo no tenemos ninguna oportunidad. Ya decidí mudarme, salir de esta ciudad en busca de mis propios sueños, y no pienso volver a tener una relación a distancia. Eso jamás.
Decido aprovechar la ausencia de mis amigos, y voy en busca de mi hermano mayor a su oficina, y así, poder enterarme como termino todo, la noche anterior.
—Mamá llega mañana. Es mejor que te prepares, porque las cosas se van a poner feas —Carlos y yo estamos en el sofá de su oficina, él tiene las ojeras marcadas y aunque esta impecable como siempre, se nota que paso una noche horrible.
—Yo te apoyo en todo —tomo su mano para que mi sentimiento no se quede solo en palabras— ¿Y papá?
—Él dice que haga lo que considere necesario. No quiere que pelee con mamá, pero tampoco perdona a David por lo que te hizo.
La posición de mi mamá quedo muy clara. No recibí ni siquiera un mensaje de texto suyo para averiguar cómo estoy.
—¿Por qué lo sobreprotege tanto? —es una pregunta que le echo mil veces a Carlos y espero que ahora si me la responda.
Mi hermano respira profundo, da un largo trago, a lo que supongo es whisky, y se toma un par de segundos más, para decidir si responder o no a las dudas que he tenido durante toda mi vida. ¿Por qué mamá quiere más a David? ¿Qué hicimos de malo Carlos y yo, para que ella lo prefiera a él?
—David fue un niño muy enfermo. De pequeño, salía y entraba de los hospitales tan seguido, que incluso mamá opto por adecuar una habitación especial para él con equipo médico. Eventualmente mejoro. Pero ella continúo obsesionada y ansiosa, pensando que en cualquier momento podría recaer. Lo mimaba, le permitía hacer cualquier cosa, ignoraba lo malo que hacía y exaltaba de forma exagerada lo bueno. Todo lo que David quería, lo conseguía. Pero él solo era un niño siendo un niño acostumbrado a ser él bebe de mamá. Hasta que naciste tú y robaste la atención que el tanto amaba.
<Cuando entendió como lograr la atención permanente de nuestra madre, comenzó a hacerse daño. Comía cosas que lo hacían vomitar, un día se partido una mano al caerse de un árbol que había trepado ciento de veces, cada semana le dolía una parte del cuerpo diferente. Y no sé, tal vez soy injusto, pero llego un punto en el que ni papá ni yo le creíamos absolutamente nada.
Después de tantas mentiras, hasta la verdad se escucha falsa.
A medida que fue creciendo, las cosas dejaron de ser travesuras. Creo que ni siquiera David entiende el por qué hace lo que hace. Se lastima con alcohol, drogas y se coloca en situaciones extremas, poniendo su vida en peligro e involucrándose con personas que lo pueden dañar. >>
—Ósea qué… ¿Es así porque está celoso de mí?
—Comenzó siendo así. Pero la verdadera culpable es mamá por no haberlo dejado crecer. David es un adulto y es hora de que se entere de ello. Porque no puede seguir escondiéndose bajo de la falda de su mami toda la vida.
—¿Vas a pelear con mamá?
—Después de ayer. Lo único que me interesa es protegerte. Y si eso implica batirme en una batalla con ella. Lo voy a hacer. Pero voy a necesitar tu ayuda.
—¿Qué quieres que haga?
—Quiero que lo denuncies oficialmente. Por agredirte y por robarte.
—Okey…
—Y quiero que te vayas de la casa antes de que mamá vuelva. Cuando se trata de David, ella se vuelve ciega, no entiende de razones. Y si se entera que lo denunciaste, te va a ver como su peor enemiga. Quiero evitarte el disgusto de tener que lidiar con eso, aunque no creo que pueda hacerlo por mucho tiempo. Así que, como ella no sabe dónde es tu apartamento, ya hablé con el arrendatario y pagué el alquiler hasta el final del verano.
—¿Supones que la pelea dure tanto? —pregunto entre sorprendida y asustada.
—Incluso puede extenderse más.
—¿Y por qué mejor, no me quedo en tu casa?
—Porque allí te encontraría. Además, en mi casa solo hay una cama y creo que voy a comenzar a usarla más seguido.
—Entonces, ¿Vamos a dejarla sola? —mi madre odia estar sola.
—Sí. Tal vez así se dé cuenta que tiene más hijos.
—No se Charli. Esto no me está gustando nada.
—A mí tampoco. Somos tres contra dos y en este tipo de luchas normalmente nadie gana al final.