Capítulo 52
2533palabras
2022-08-29 15:00
No sé cuánto tiempo estuve inconsciente, pero al abrir los ojos noto que tengo a mi alrededor más personas de las que recuerdo.
Estoy acostada en mi cama, la madre de Sam está a un lado limpiando mi herida y cuando ve que estoy despierta me sonríe con cariño.
—No te preocupes linda. La herida no es profunda. Te desmallaste por el shock. La sangre suele hacer demasiado ruido. Pero vas a estar bien, solo hay que cuidar que no se infecte.

Al otro lado de la cama esta Sam llorando y sosteniendo una de mis manos.
—Yo voy a cuidarte. No te preocupes. —dice mi amiga.
Y por último esta Alex, que, desde un rincón, nos vigila como un halcón.
Él está… No sé cómo está, pero parece una hermosa escultura de porcelana que en cualquier momento puede romperse.
Quiero levantarme y abrazarlo. Decirle que estoy bien y que no se preocupe. Pero el shock ya está retrocediendo, y la conciencia de lo sucedido, no solo hoy, sino en las últimas semanas; comienza a volver y a levantar las murallas que me protegen de las personas que me lastiman. Así que evito su mirada y me concentro en lo que esté pasando afuera.
Desde la sala, llegan los gritos de mis humanos que aún pelean.

—¡ESTO ES LO ÚLTIMO! —grita Carlos. Y si… por primera vez escucho a mi hermano mayor gritar—¡Cruzaste una la línea! ¡Personalmente, me voy a encargar de que está vez no te salgas con tuya! Ni siquiera mamá lo va a evitar. Te voy a demandar por robo y violencia intrafamiliar. De mi cuenta corre que pases un largo periodo en prisión.
—¡De qué mierdas estás hablando! ¿Qué robo? Y lo de Ivana… ya te dije que esa estúpida se calló.
Alex se pone tenso al oír eso último y alcanzo a escuchar cuando murmura “Lo voy a matar” antes de ponerse de pie he intenta salir de la habitación, pero Sam lo toma del brazo y lo detiene pidiéndole que no empeore las cosas. Alex la escucha y retrocede a su lugar. Ese gesto de complicidad entre los dos, me advierte que, en estos últimos días, se acercaron más de lo que mi amiga me contó en sus mensajes.
—¡¿Me crees estúpido?! ¡¿De verdad pensaste que no me iba a dar cuenta?! —sigue gritando Carlos— Has estado sacando cosas valiosas de la casa. Las joyas de mamá, los cubiertos de plata, las cámaras antiguas que colecciona Ivana. ¡A todos nos has robado! Incluso, intestaste llevarte de forma ilegal el auto que está en la cochera. Y como no lo lograste, entonces agredes a Ivana para quitarle el de papá. ¡A ver! Genio… Dime… ¿Qué pensabas hacer con él? Venderlo por partes y así poder financiar tus vicios. O es que ya te metiste en un nuevo problema con quien te vende esa basura.

—No tienes como probar nada —se defiende David—. Es mi palabra contra la tuya y contra la de ella.
—Jajajajaja —estoy segura, que la risa de Carlos, es por lo mismo que estoy sonriendo yo— De verdad que eres estúpido —exacto. Muy estúpido— Tanta droga te quemo las neuronas. No voy a seguir perdiendo mi tiempo discutiendo contigo. La policía ya viene en camino.
—¡¿Qué?! —Ahora la voz amenazante de David se desvanece y es remplazada por miedo— No te creo… Mamá no lo va a permitir.
—Pero ¿qué crees? Ella no está. Te tengo en mis manos.
—Carlos… te juro que voy a devolverlo todo.
—No te preocupes. Ya recuperé lo más importante. Las joyas de mama y las cámaras de Iv. Pero eso no te hace menos culpable. Hazte a la idea, de que vas a pasar un largo tiempo encerrado. Y no me va a importar que mis padres me odien. Jamás voy a perdonarte que hayas lastimado a Ivana.
—Ya está listo. —dice la mamá de Sam y todos en la habitación reaccionamos como si hubiéramos despertado abruptamente de un sueño—. Si te da mucha impresión cambiar el vendaje, puedes llamarme o Sam… ella sabe cómo hacerlo. Y ponte hielo en la cara. Te voy a dar unos antiinflamatorios para el dolor. Y cariño… me sentiría más tranquila si te quedas con nosotras. Por lo menos hasta que tus padres vuelvan.
—Gracias… Si, lo voy a hacer.
—Muy bien. Me voy porque Katty está sola. —La doctora guarda todas sus pertenencias en su maletín y antes de salir, le pide a Sam que la acompañe porque necesita hablar con la policía y con Carlos, y este último la pone muy nerviosa, un sentimiento muy natural de todas mujeres hacia mi hermano.
Alex y yo nos quedamos solos y siento como si las paredes de la habitación intentaran comprimirse.
—¿Cómo entraste? —trato de romper el hielo e intento entender todo lo que paso.
—Una ventana del segundo piso estaba abierta… Escalar el muro fue bastante fácil. Tu casa no es muy segura. —responde con la mirada baja.
—Gracias… si no hubieras llegado… no sé… —la voz se me quiebra al imaginar lo mal que pudo haber salido todo y Alex corre a mi lado, me arropa en sus brazos y me dejo llenar por la sensación de seguridad que produce estar así de cerca con él—. No lo reconozco. Estaba como un loco…
—No te preocupes amor. Ya todo está bien. —me da un beso en la frente y todo el cuerpo se me tensa.
“Amor… Así que no lo soñé. Me llama amor.”
“Solo un hombre me ha dicho así y ha significado algo… Mateo.”
Me escabulló de sus brazos y pongo distancia entre nosotros.
“No puedo seguir con esto. Que me haya ayudado en este momento, no borra lo que me hizo.”
“Y tampoco borra el hecho de que, en algún lugar de la casa, hay otro hombre que me llama amor, y a él le prometí intentar arreglar nuestra relación. Esta vez, pienso cumplir con todas las promesas que le haga.”
—¿Qué estás haciendo aquí? —además de la distancia física, con mi voz, pretendo dejar claro que no se me ha olvidado lo que paso la última vez que nos vimos.
—Iv… —Alex vuelve a acercarse y toma mi rostro en sus manos— Sé que no quieres verme… pero solo necesito que me escuches… Cariño, te juro que entre esa chica y yo no pasó nada.
—Por Dios Alex… —digo exhausta —¿En serio pretendes que me crea eso?
—Sé que todo se vio muy mal. Pero te prometo que hay una explicación. Yo jamás te haría una cosa así. —sus manos se sienten frías y temblorosas. Sus ojos son suplicantes, como los de alguien que acaba de ser condenado a muerte y sabe que es inocente. Una parte de mí quiere creerle, pero el sentido común y la experiencia de mi pasado con Simón, no me lo permiten.
—Tú no me debes fidelidad… ni ahora ni antes. Nunca hablamos de ser exclusivos. Pero no voy a negar que la situación me supero. Primero pones en peligro tu vida, después de que me prometiste no volverlo hacer. Y luego te encuentro semidesnudo con otra chica, después de que confesé mis sentimientos por ti. No Alex. La verdad no hay nada que puedas decir para cambiar la forma en como veo las cosas ahora.
—No voy a justificar haber roto mi promesa y supongo que no vale la pena jurarte, que no lo voy a volver hacer, porque no tengo derecho a que me creas. Solo me queda esperar que me des la oportunidad de demostrarte que yo no soy la persona que viste ese día. Estaba enojado, confundido y borracho. Lo único que pensaba era en salir de ese lugar, no recordé la conversación que tuvimos sobre conducir ebrio hasta que llegué al bar. Allí analicé todo lo que había pasado y entendí por qué llorabas y me pedías que me bajara de la moto. Iv te juro que no quise lastimarte, necesitaba estar solo.
—Pero, no estabas solo. Estabas desnudo con una chica, encerrado en una bodega. Pero como ya te dije, tú eras libre de hacer lo que quisieras, no me debes fidelidad. El cómo eso me afecte, es asunto mío.
—Pero si me debo fidelidad a mí. Y yo te quiero Iv. No me interesa estar con nadie más.
“¿Por qué? ¿Por qué me dice esto justo ahora?”
“¿En serio te dice dos palabras bonitas y ya le crees todo? ¡Madura Ivana!”
—De verdad piezas que soy tan estúpida como para creer que dos personas semidesnudas, encerradas en una bodega, estaban haciendo… ¿Qué? ¿Rezando?
“Ya deja de reclamarle como si fueras su novia y dile que se vaya.”
—Se rompió una botella en el bar —dice ignorando mi sarcasmo—. Mi camisa estaba empapada y uno de los chicos me dijo que podía usar su suéter. Fui a la bodega para buscarlo, al igual que por una botella para reemplazar la que se rompió. No me di cuenta que Susana me seguía hasta que la tuve sobre mí. No sé por qué lo hizo. Ella es la chica con quien estuve antes de conocerte y las cosas se acabaron porque ella lo decidió. Quería una relación formal, yo no estaba dispuesto a ternera y otro chico le pidió que fuera su novia, así que terminamos bien, como amigos y cada quien siguió con su vida. La volví a ver la noche que me llamaste y ella respondió el teléfono. Estaba triste porque las cosas con su novio no resultaron como ella las imagino, e intento acercarse a mí de nuevo, pero le dije que no, que yo estaba con alguien más, y cuando se lo explique, le deje claro que yo ya no estaba disponible y que solo quería estar contigo. Lo entendió y no volvió a mencionar el tema, incluso dijo que se alegraba de que por fin hubiera encontrado a alguien con quien compartir algo más que la cama. Tal vez por eso no me sentí amenazado cuando la vi en la bodega, solo era una amiga y yo estaba muy ebrio Iv. No pude reaccionar rápido. Cuando vi que estaba comenzando a desnudarse, le pedí que se detuviera, en ese momento aparecieron Julián y Vanessa y lograron quitármela de encima. Sé cómo se escucha, como si fuera un pobre desvalido de quien intentaron abusar, pero es la verdad. Te juro que es la verdad. Por favor dime que me crees…
“Mierda… Si le creo.”
“¿Por qué no me hablo de tal Susana antes?”
“¿Y cuándo querías que lo hiciera? ¿Mientras llorabas por Sam o mientras te besaba las tetas?”
“Yo le hablé de Mateo.”
“Pero Mateo fue importante… es importante. Susana no es nadie, solo una de tantas que han pasado por la cama de Alex y se han ido sin dejar rastro.”
“¿Y de qué me sirve saber eso? ¿De qué me sirve que no se acostara con ella? Cuando sepa que yo si me acosté con Mateo, no va a querer verme.”
—No. No sé si pueda… —la ansiedad que deje en casa de mi hermano termina por alcanzarme.
“¿Y Ahora? ¿Qué se supone que debo hacer?”
“Si no te quieres volver loca, usa el sentido común. Coloca las cosas en una balanza. ¿Qué pesa más? ¿Una relación que no tiene ni pies ni cabeza? O ¿Una relación de años, que fue construida por la amistad, la lealtad y el amor que dos personas se tiene?”
—Iv... —Mateo nos interrumpe entrando a la habitación. Mira a Alex por un segundo, pero luego se concentra en mí y se cerciora de que esté bien. Sam entra en silencio tras él y toma su lugar a mi lado— Carlos se fue a la comisaria. Se llevaron a David.
—¿De verdad lo va a denunciar? —pregunto más por el temor a la idea del daño que esto le puede hacer a mi familia, que porque dude de las intenciones de mi hermano mayor. Él nunca amenaza, lo que dice que va a hacer, es más poderoso que un decreto bíblico.
—Sí. Esta vez ni tu madre lo va a poder evitar. —dice Sam medio asqueada.
—¿Crees que ella ya lo sepa? —le pregunto a cualquiera que tenga la respuesta, ya que no sé lo que paso mientras estuve inconsciente.
—No sé. Pero si no lo ha hecho, muy pronto lo sabrá. —dice Mateo.
—Si… —me imagino el ataque de nervios que va a sufrir, porque una cosa es lo que nos pueda pasar a Carlos y a mí, pero otra muy diferente lo que le pase a David. Es muy triste decirlo, pero eso la convierte en una persona que no me agrada. No sé muy bien por qué, pero David es su debilidad—. Es mejor que yo se lo diga. La voy a llamar.
—Oye… —Mateo se detiene y por un instante pienso que no va a decir lo que tiene en mente, pero toma aire y prosigue con su idea—. Antes de que la llames. Carlos dice que, si quieres, podemos volver a su casa y quedarnos allí hasta que te encuentres mejor.
Alex no es ningún estúpido y seguro saco la conclusión obvia después del comentario de Mateo.
Mi exnovio, por quien admití tener aun sentimientos, y yo; estábamos solos en una casa a las afueras de la ciudad. Mientras creía que él —Alex—, estaba acostándose con otra chica.
Sus ojos escudriñan los míos, asiéndome mil preguntas y la única respuesta que le doy es ignorarlo mientras le pongo toda mi atención a Mateo.
“Ya tomé mi decisión y no pienso echarme para atrás.”
—No quiero hacer ese viaje tan largo con la pierna así. Mejor me quedo con Sam.
—Muy bien. Entonces yo también me quedo con Sam. No creo que a ella le importe ¿Verdad? —pregunta mirando a mi amiga, que aprieta mi mano nerviosa sin saber que hacer o decir mientras mira a Alex que cada vez está más quieto, y a Mateo que no para de mirarme y sonreír.
—No… supongo que no importa. —dice por fin Sam.
—Imagino que aun guardas la mitad de tus cosas en su casa y no necesitas llevar nada de aquí.
—Imaginas bien.
—Bueno… entonces dame un minuto, recojo algo cómodo para dormir y vuelvo. No quiero que Sam se traume al verme en bóxer.
—¿Cómo así? ¿Vas a dormir con nosotras? —pregunta Sam confundida
—Sámara, ya madura. Ni que fuera la primera vez que dormimos los tres en la misma cama. —Mateo me guiñe un ojo y yo no puedo evitar sonreír, mientras se aleja y sale a buscar sus cosas.
—¡Que! —la cara de mi amiga se convierte en un tomate— ¡Ivana! Dime que me está tomando el pelo. Tú nunca arias algo así…
—Volviste con él —susurra Alex desde el rincón.
—Yo… —su rostro se descompone y puedo ver que sus ojos alcanzan a cristalizase y aunque se rompe el alma, no lo saco de error.
—Te prometí que me iba a ser a un lado y lo voy a cumplir. Espero que algún día puedas perdóname todo lo malo. No voy a molestarte más.
Y con esa última frase, Alex sale de mi casa y de mi vida.