Capítulo 43
1692palabras
2022-08-21 15:00
—Mami… —digo sollozando.
—Cariño ¿Estás bien?
—No.
Me desahogo y se lo cuento todo.
La parte de la historia, que incluye a Alex, le modifico la forma en que nos conocimos y la clase de relación que teníamos. En cambio, digo que es un chico de la universidad con el que he estado saliendo y se estaba convirtiendo en alguien importante en mi vida.
La verdad.
Solo que un poco editada.
Pero al final lloro más de lo que hablo y ella me escucha con mucha paciencia.
—Tranquila hija. Mañana tomo un avión y voy a estar contigo cuando menos lo pienses.
—No… —Sabía que diría algo así. Mi mamá es una madre osa. Necesita estar cerca a sus cachorros, sobre todo cuando estos sufren. Tal vez por eso siempre ha preferido a mi hermano David. De los tres, es el que más problema tiene y creo que, de alguna manera, eso la hace sentirse en su rol, a pesar de que sus hijos ya son adultos.
—Estoy preocupada Ivana. No lloras así desde que terminaste con Mateo. En ese tiempo pensé que te me ibas a morir de tristeza, corazón. No voy a permitir que pases por esto sola.
—Pero no estoy sola. Todavía tengo a Sam y a Dilan, incluso Carlos me apoya. No tienes que venir. No me mortifiques con la culpa de arrebatarte tu tiempo con papá.
—¿Estás segura?
—Si… yo solo quería escucharte, hablar contigo y advertirte que voy a apagar mi celular. No quiero que te vuelvas loca. Voy a estar bien, pero necesito pensar y no lo voy a lograr si mi teléfono suena cada cinco minutos.
—No estoy de acuerdo… pero lo voy a aceptar solo si me envías, así sea un mensaje que me confirme que estás bien. Si no quieres usar tu teléfono, un correo electrónico basta, pero no voy a aceptar menos hija. Si no recibo noticias tuyas un solo día, voy a ir a buscarte.
La idea no me gusta. Quiero estar desconectada por completo, pero debo ceder o mi madre no me va a dejar en paz.
—Muy bien… un correo electrónico al día.
Termino las llamadas, apago mi celular y lo guardo en un cajón.
Voy hacia el baño y siento una pequeña alegría al ver la bañera de mi hermano. Doy gracias al cielo porque una de las pocas cosas que tengo en común con Carlos son los baños largos y relajantes. Pongo a llenar la tina, me desnudo y me miro al espejo.
Tengo la nariz y los ojos rojos. Las lágrimas caen sin que yo pueda hacer algo al respecto.
Le doy la espalda a mi reflejo porque odio verme así.
“Tienes que parar de llorar Ivana. Solo respira, concéntrate y respira.”
Entro a la bañera. El contacto con el agua tibia, acaricia mi piel y me relaja. Cierro los ojos y comienzo a sentir mi respiración.
“Inhala en cuatro segundos, exhala en cinco…”
Intento seguir los consejos para controlar la ansiedad, pero cuando creo lograrlo, imágenes de Alex y su nueva amante me arrollan y me arrebatan la poca paz que consigo con mi lamentable meditación.
El baño no me da el resultado que yo esperaba.
Salgo de la tina y me pongo la bata extra grande que encuentro en uno de los cajones. Me acuesto en la cama mirando por un largo rato el cajón donde guarde mi celular.
“No lo hagas. No lo Hagas.”
Pasan un par de minutos más, y no logro aguantar. Me levanto, abro el cajón, tomo el teléfono y vuelvo al baño.
Abro el tanque de agua del inodoro y tiro el celular.
—Fuiste un buen amigo, pero por mi paz mental, es necesario que mueras.
“Sin teléfono, no hay tentación. Un peso menos.”
Vuelvo a la cama, y aunque mi mente es un desastre, el resto de mi cuerpo está agotado. Y como siempre me pasa cuando me siento así, mi energía desciende a cero y me apago por completo hasta el día siguiente.
*****
Abro los ojos y me toma un rato recordar donde estoy. Pero tras ubicarme en el tiempo y el espacio, el peso de todos los acontecimientos de los últimos días, cae sobre mí y me resulta físicamente imposible levantarme de la cama.
Estoy atrapada en mi propia mente.
No sé qué sentir.
No sé qué pensar.
“Solo enfrenta una cosa a la vez. Vas a poner todo en orden. Tú puedes.”
Intento hacer mis ejercicios de respiración y enfocarme en un solo sentimiento. O mejor dicho, en una sola de las personas que son la causa de mi tormenta emocional.
“Comencemos con Juan.”
Cuando pienso en Juan… duele.
Duele como cuando alguien que amas muere.
Porque eso es exactamente lo que paso. Mi amigo murió. Eso que habita su cuerpo no es el niño con el que yo crecí. Y todas las mentiras y traiciones quedan opacadas por el sentimiento de pérdida. No existe nada que se pueda hacer o decir para que esto cambie. Solo es lo que. Ya no va a volver a ser parte de mi vida.
Inhaló, retengo la respiración por unos segundos y mientras dejo salir el aire, saco a Juan de mi sistema.
“Ahora Mateo…”
Mateo aborda muchas cosas. Es una nube oscura que me atormenta hace años, pero yo estaba a salvo bajo mi paraguas, aunque ahora la tormenta se lo llevo y yo estoy expuesta a ahogarme bajo toda esta mierda que está lloviendo.
No puedo seguir enojada con él. Sería injusto. Pero… ¿Eso significa que si hago a un lado el resentimiento pueda volver a estar en una relación con él?
Supongo que si podría.
Incluso la idea de verlo, reconciliarnos y retomar nuestros planes de irnos al otro lado del mundo me da un poco de tranquilidad.
“Tal vez pueda…”
“¿Estás segura? ¿Quieres irte para por fin estar con Mateo o solo te quieres alejar de Alex?”
Alex…
Alex…
Alex tuvo sexo con otra chica horas después de terminar conmigo, pero…
A caso, ¿tengo derecho a sentirme traicionada?
No… Yo no era su novia, nunca fui más que una amiga con beneficio.
Él no me traiciono. No fue desleal y no me mintió.
Pero saber eso no hace que duela menos.
Mierda… le confesé mis sentimientos y él se fue y se cogió a otra. No importa que no sea mi novio. Él no debió…
“No puedo lidiar con esto ahora.”
El aire se escapa de mis pulmones, el pecho se me contrae y siento como si tuviera el corazón en mis oídos.
“Me voy a morir. Me voy a morir.”
Cierro los ojos y el rostro con el maquillaje corrido de la chica en la bodega me persigue como un fantasma.
Cuando Simón se acostó con una de sus fans, lo que me dolía era el ego. Fue un golpe directo al orgullo.
Pero esto…
Esto me está destrozando el alma.
El estómago me arde y un sabor ácido me llega a la garganta…
Necesito comer, pero no puedo levantarme de la cama.
El dolor me saca de mi mente y logro prestar atención a mi alrededor.
No sé que horas sean, pero ya está oscureciendo.
He estado acostada todo el día.
Intento moverme y todos mis músculos lo recienten.
“Esfuérzate. Tienes que pararte. De amor no te vas a morir.”
Como mucho dolor y esfuerzo logro llegar a la cocina. Pero en vista de que mi hermano no viene a su casa, las provisiones son bastante lamentables.
“¿Y si pido algo a domicilio?”
“¿Cómo? ¿Por mensajes de humo?”
“Cierto… Tire el celular. Pero aún tengo la computadora.”
Busco un restaurante que esté cerca y tenga entregas a domicilio, pero solo hay pizzerías.
La opción es buena para sacarme del apuro en el que estoy, pero no puedo comer pizza todos los días. Además, no sé cuánto me vaya a quedar.
“Tal vez convenza a Carlos de dejarme vivir aquí.”
Pido una pizza mediana y busco la página de algún supermercado para hacer compras más decentes.
Me entretengo un rato en eso y luego abro mi correo electrónico para revesar si mi madre, algún profesor o Sam me escribieron y efectivamente el primer mensaje de la bandeja de entrada le pertenece a mi amiga.
<< Iv. Te pongo al día.
Para que después no digas que no hago nada por ti… Entregue tu fraudulenta excusa médica y todos los profesores lo aceptaron. Les dije que yo iba a entregar tus trabajos y se comprometieron a enviarte el material de las clases por correo electrónico.
También hable con el profesor Jose, le explique que no podrías ayudarlo con la galería de arte y que me enviabas a mí para relevarte. Te manda buenos deseos y espera que mejores, además me pidió que te dijera que te escribió a tu correo electrónico porque tiene información muy importante para ti.
Y ¿A que no adivinas a quien me encontré en la galería mientras ayudaba con el archivo?
A tu Estrella de Rock.
Y he de decirte, amiga, que se le veía bastante mal.
¿Qué carajos le paso en la cara?
Me pregunto por ti.
Intente evadirlo y no contarle nada como me pediste. Pero Iv. Me acorralo, estaba muy molesto y no creía nada de lo que decía. No me quedo de otra que decirle la verdad. Que estás en casa de tu hermano. Lo bueno es que ni Dilan ni yo sabemos dónde está y no tuve que mentirle cuando le dije que los únicos que conocían la ubicación de esa casa eran los miembros de tu familia. Eso no lo convenció del todo, pero al final se rindió y me suplico que te dijera que devuelvas sus llamadas o revises tus mensajes.
Iv… ¿Qué paso entre ustedes?
Ya sé que no me vas a contar, pero si quieres hablar, aquí estoy… prometo no juzgar.
Otra persona que está buscándote desesperadamente es Mateo.
Yo sé que no quieres hablar del tema, pero en serio tienes que llamarlo. Por favor Iv. No se hagan más esto. No soporto verlos a dos sufriendo así.
Bueno, amiga.
No siendo más… espero que vuelvas pronto.
Te quiero>>