Capítulo 42
2200palabras
2022-08-20 15:00
Tengo sentimientos muy fuertes por los dos. Y si el día de mañana me toca elegir… No sabría qué hacer. Aunque no puedo ser presumida, que Juan nos haya traicionado así, no significa que Mateo quiera volver. Y Alex… Alex sigue evadiendo el tema. Las veces que los sentimientos han surgido, encuentra un motivo para darle vuelta a la situación. Ayer estuvo muy cerca, pero luego, lo que fuera que tuviera con sus padres, lo devolvió al mundo real y levanto el muro de nuevo. Y Ahora que le confieso lo que siento, solo me besa y no dice nada.
“Tal vez esa es su forma de demostrar lo que siente.”
“Pero yo necesito más…”

—¿Estás bien? —Alex vuelve pronto con la cara limpia y una curación mediocre.
—No en realidad. —digo bajando la mirada.
Se acerca, me tumba en la cama y queda sobre mí.
—Yo sé cómo hacerte sentir bien. —su aliento, ahora mentolado, llega a mi oído como una suave brisa.
Desliza su mano bajo mi blusa y acaricia uno de mis pechos mientras besa mi clavícula.
—Alex…

—Mmm…
Abre mis piernas y se acomoda entre ellas. Comienza a moverse y aunque, de por medio está nuestra ropa, puedo sentir su excitación.
—Alex para… —intento detenerlo porque no se siente bien hacer esto justo ahora. Quiero hablar con él. Necesito saber que piensa sobre lo que confesé y no pienso permitirle evadir más el tema.
Pero él no me escucha y sigue explorando mi cuerpo con su lengua y sus dedos.

Se aferra más a mí y sus besos se vuelven más profundos. Baja por todo mi cuello hasta llegar al escote, y aunque mi mente sigue gritándome que lo detenga, mi cuerpo es un traicionero y lo recibe feliz.
En menos de dos minutos estoy desnuda de la cintura para arriba.
“Dile que pare.”
—Alex… —insisto otra vez.
—Mmm
—Por favor detente. —trato de poner más fuerza en mis palabras para llamar su atención.
Y esta vez, si se detiene.
—¿Qué pasa? —pregunta sin disimular que está excitado, ebrio y ahora también frustrado.
—Tenemos que hablar. —intento calmarlo, pero no lo consigo.
—¿Y no podemos hacerlo luego?
—No… No puedo seguir con esto.
—¿A qué te refieres?
—Hace unos minutos te confesé que tengo sentimientos por ti. Y tú… no dijiste nada.
—Te pedí que te quedaras. —dice como si eso fuera suficiente—. Quiero que te quedes.
—¿Y para qué quieres que me quede? —en mi carrera de comunicación aprendí que, haciendo las preguntas correctas, puedo conseguir la información que necesito. Incluso si la otra parte no quiere dármela.
—Quiero estar contigo.
—¿Quieres estar conmigo o solo tener sexo conmigo?
Nos observamos por un momento y su cara es un monumento a la frustración.
—Iv no… —vuelve a levantar el muro y ya comienzo a sentirme harta de la situación.
—Okey… es evidente que tú no sabes lo que quieres. Pero yo sí sé lo que no quiero. Y ya no voy a hacer más esto. —enfatizo mis palabras señalándonos a ambos y la escena pre-sexo que nos rodea—. No puedo tener relaciones contigo y luego fingir que entre nosotros no hay nada.
—¡Mierda Ivana! —Alex se levanta y pone distancia entre nosotros— Nuestra relación nunca ha sido así.
—¡Ya lo sé! Y eso es lo que más me confunde, porque estos días han sido increíbles. He vivido contigo en una semana, lo que nunca viví en mis dos relaciones anteriores. Con Mateo todo fue amor, compañerismo, amistad y con Simón… todo fue sexo. Contigo he tenido las dos cosas, queríamos que solo fuera divertido y excitante, pero, lo demás también llego. Fue tan rápido que no nos dimos cuenta, pero aquí está, y yo lo acepto ¿Por qué tú no lo haces? O si me volví loca y me lo imaginé todo, entonces dímelo. ¡Pero dime algo maldita sea! No me trates como a una niña que entretienes con un caramelo para que deje de llorar.
—Okey —Alex se frota el rostro y acomoda su cabello. Observa mi desnudez tanto física como emocional. Comienza a caminar de un lado a otro, como si estuviera buscando algo que perdió y necesita con desesperación— ¿Quieres que hable? —me mira con el ojo inyectado de sangre— Entonces voy a hablar.
<Yo lo único que he querido durante años es hacer música, compartirla con la gente y ser el mejor en lo que hago. No puedo poner en riesgo todo lo que he conseguido por ti.>>
—¿Por mí? ¿Pero por qué tiene que ser así? ¿Por qué soy un obstáculo?
—¿A caso no te das cuenta?... Hoy casi hago que me echen de la universidad porque un desequilibrado mental me grito en la cara que nunca ibas a quererme. He consumido más licor en estos últimos tres días que en el resto del año. Y todo porque no sé cómo comportarme, que hacer o que decir. Quiero estar contigo cada minuto del día. Cada vez que me dices que vas a hablar con tus amigos, me muero de miedo con solo pesar que alguno de ellos por fin te va a convencer de dejarme. Cuando te veo llorar quiero matar al culpable. Y si todo esto ha pasado en solo una semana, no sé qué va a ser de mí en un mes. Ganar la batalla de las bandas es lo único que he querido en mucho tiempo. Ahora también te quiero a ti, pero, a menos que tú puedas decirme que no sientes nada por Mateo, entonces prefiero tomarte la palabra y que dejemos todo así, ates de que se complique más e irremediablemente nos hagamos daño.
—Yo… —quiero decirle que si, besarlo, abrazarlo y prometerle que Mateo es parte del pasado, pero…—no puedo —termino confesando.
—Me lo imaginé.
Alex toma una chaqueta y sale de su habitación.
Me pongo mi camisa y olvido el brasier porque no puedo permitir que se vaya en ese estado.
Lo presioné para que expresara sus sentimientos. Ahora está enojado, borracho y decepcionado.
“Que inteligente eres Ivana. ¿Qué pretendías que pasara? ¿Ha? Ya sabes lo que siente ¿Ahora que vas a hacer con eso?”
“Lo voy a solucionar. Le pediré tiempo para arreglar las cosas y él lo va a entender. Solo necesito que está sobrio. El licor no le permite pensar con claridad.”
“Los borrachos y los niños siempre dicen la verdad.”
“¡Hay ya cállate!”
Salgo por la puerta y oprimo el botón que llama al asesor. Cuando llega presiono el símbolo del parqueadero. Tarda unos segundos en bajar. Al llegar busco a Alex y lo encontró subiéndose a su motocicleta.
—¡Alex…! —grito aterrada al imaginar todos los futuros escenarios horribles por la imprudencia que está a punto de cometer. Él me mira desde la distancia, se pone el casco, y con ese gesto que grita lo poco que le importa lo que yo esté sintiendo, me manda a comer mierda— ¡Bájate de la maldita moto! —grito desesperada, pero él sigue retándome y la enciende— ¡Mierda Alex… me lo prometiste! —lloro, pero al hombre no le importa y acelera. Corro a mi auto para tratar de alcanzarlo, pero Alex desaparece en cuestión de segundos.
—Iv ¿Qué paso? ¿Dónde está Alex? —Julián aparece agitado.
—No lo sé… Salió como un loco en su motocicleta.
Un dolor agudo que comienza en mi pecho, sube hasta mi cabeza. Me agacho y abrazo mis piernas en un intento de encontrar aire.
—Oye Iv, tranquila… Ya lo van a solucionar.
—No… ¿No viste lo ebrio que estaba? Si le pasa algo… va a ser mi culpa.
—Ven. Vamos arriba. Alex es un hombre de hábitos. Siempre va a los mismos lugares. Lo vamos a encontrar e iremos por él.
*****
Pasan tres horas y nadie da razón de Alex. Julián llama a todos sus amigos, incluso a chicas con las que salió antes, pero ninguna lo ha visto.
—Si no sabemos nada de él en media hora, entonces comenzaremos a llamar a los hospitales. —dice Julián preocupado.
—¡Lo encontré! —grita Vanessa emocionada—. Está en el bar donde trabaja los fines de semana.
Los tres salimos corriendo del apartamento.
Llegamos al local y vamos directo a la barra.
Alex no está por ningún lado.
Julián habla con uno de los chicos que atienden el bar y vuelve con nosotras.
—Dice que tuvo un pequeño accidente con una botella y se fue a la bodega.
—¿Pero, está bien? —pregunto nerviosa.
—No lo sé.
—Pues vamos y se lo preguntamos. —dice Vanessa.
—No creo que sea buena idea que yo vaya. Él no querrá verme. Solo necesito cerciorarme que está sano y salvo. Ustedes pueden ir a ver y avisarme si algo ocurre, pero si todo está bien, lo mejor es que me vaya.
—Iv. No. Sea lo que sea que haya pasado o dicho, lo hizo estando ebrio. Espera aquí, yo hablo con él, trato que entre en razón y luego arreglan sus cosas —me pide Julián.
Hago caso a lo que dice y los espero cerca a los baños mientras ellos doblan la esquina de un corredor y van a buscar a Alex.
Pero me comienzo a inquietar. No sé cuantos minutos han pasado, pero si lo suficiente para que me preocupe que ninguno de los tres salga de la bodega.
Me acerco y miro la puerta que está cerrada.
“¿Y si le paso algo y no me quieren decir?”
La ansiedad me empuja hacia la puerta cerrada, pero cuando voy a tomar la manija, esta se mueve y una chica alta y rubia sale del lugar con el labial corrido y tratando de poner sus pechos en su lugar bajo el pequeño top rosa que lleva medio puesto.
Me quedo observándola un momento mientras se pierde en el corredor.
“¿Dónde la he visto?”
Volteo a mirar, y un Alex completamente borracho y semidesnudo me observa con la mirada perdida. Julián y Vanessa intenta mantenerlo en pie y no se percatan de mi presencia hasta que el hombre, con quien esperaba rehacer mi vida amorosa, pronuncia mi nombre en un susurro.
Siento como si fuera la espectadora de una de esas películas donde por más que prestas atención no entiendes lo que está sucediendo. Pero luego el personaje principal hace algo al final, que conecta los hechos con el principio y todo tiene sentido.
“Es la chica de las historias de Vanessa. La que contesto el teléfono de Alex.”
“Ellos estaban…”
Todo a mi alrededor comienza a distorsionarse. Como si me hubieran drogado sin darme cuenta.
“Tienes que salir de aquí.”
Intento correr hacia mi auto, pero, a pesar de que es lunes, el bar está lleno y la multitud me impide ir más rápido.
—¡Iv Espera!
Julián grita tras de mí, pero lo evito hasta llegar a la entrada y como estacione mi auto justo al frente del bar, me subo rápido en el y logro arrancar justo cuando los tres amigos salen por la puerta.
Desde el espejo retrovisor, veo como Alex, aun sin camisa, corre intentando alcanzarme, pero yo acelero y entro en la autopista principal perdiéndolo de vista.
Mi teléfono comienza a vibrar y con el primer sonido lo apago.
No me permito pensar en nada de lo que paso hoy. Me concentro al máximo en la carretera y conduzco durante dos horas hasta llegar a mi destino.
*****
Tengo que volver a encender mi celular para poder entrar a la casa de Carlos.
Ignoro todos los mensajes y llamas que tengo pendientes.
Solo quiero poner en orden algunos asuntos y luego volver a apagarlo.
Primero llamo a Dilan. Le pido ayuda para que me consiga una excusa médica y así poder faltar a clases el resto de semana sin problemas.
Luego llamo a Sam. No le cuento lo que paso con Alex, pero en vista de todos los acontecimientos del día, entiende que desee alejarme y acepta ayudarme siendo la intermediaria entre los profesores y yo. Voy a enviarle todos mis trabajos y ella se encargará de entregarlos. Le pido que solo me contacte por correo electrónico y lo haga si es necesario.
Por último, llamo a mi mamá.
Y cuando escuchó su voz, toda la fortaleza que he intentado mantener, me abandona.