Capítulo 41
2461palabras
2022-08-19 15:00
Dilan ha estado conduciendo por una hora sin rumbo fijo.
Tengo miedo de ir a mi casa o a mi apartamento. Juan está fuera de sí, y puede aparecerse en cualquiera de los dos lugares. De igual forma, Alex puede buscarme y ahorita mismo no puedo darle la cara.
“¿Qué voy a hacer?”

“Nada.”
Por mi mente no pasa ni una sola idea.
—No podemos seguir así —Sam rompe el silencio retomando la actitud mandona que tanto la caracteriza.
“Por lo menos ella está mejorando.”
—Olvide que tengo una cita médica en media hora. —digo a nadie en particular.
—Pues, cancélala y vamos a un sitio en donde podamos beber algo fuerte. —propone Dilan.

—¡Hay por Dios! Es lunes y no son ni las dos de la tarde. —regaña Sam.
—Pues tú, vete a tu casa Hermana Sam.
—No me hables así…
—Ustedes dos… no empiecen —digo exhausta—. Y Sam tiene razón. Ya me siento bastante mal como para sumarle una resaca a mi vida.

—Como quieras. Yo solo quiero hacer más fácil la digestión de toda esta mierda.
—Oye… y a todas estás ¿Tú cómo te enteraste? —pregunto, porque yo no se lo dije y sé que Sam tampoco.
—Mateo… Él está muy, muy enojado. Y… ya sabes, impaciente porque no ha podido hablar contigo.
—No quiero hablar con él. —a pesar de todo lo sucedido en las últimas horas, sigo sin querer verlo, Aunque, la razón es diferente.
—Iv…
—Ya sé… no puedo evitarlo por siempre. Y antes me negaba a verlo porque estaba enojada, pero ahora… La verdad no sé qué le voy a decir.
—Eso es lo de menos.
—Di… por favor no me presiones. Déjame poner en orden mis ideas y te prometo que yo misma voy a ir a tocar su puerta cuando me sienta lista.
—Pero no olvides que su estancia en la ciudad no es muy larga.
—Dilan déjala… —me defiende Sam.
—Es que… Ya han pasado por mucho y todo esto solamente se solucionará, si hablan. Iv. Ustedes más que nadie se merecen una oportunidad. No la dejes pasar por algo tan trivial. Estoy seguro de que cuando se vean sabrás exactamente que decir.
“Una oportunidad…”
“Dejar a Alex y volver con Mateo.”
“No puedes dejar a alguien que nunca has tenido.”
“Pero ¿Eso significa que debería volver con Mateo?”
“¿Por qué no? Somos la pareja perfecta.”
“¿Son o eran la pareja perfecta? Han pasado dos años, Ivana. Y a esta edad, donde todo pasa tan rápido y hay que tomar decisiones trascendentales, dos años es mucho tiempo. Ninguno de los dos es la misma persona.”
“Yo sigo siendo la misma…”
“¿En serio? La Ivana de hace dos años tendría la relación que tienes con Alex. Porque te recuerdo que hace dos años ni siquiera fuiste capas de acostarte con el hombre que amabas.”
“…”
—Quiero estar sola. —encuentro la mirada de Dilan y Sam por el espejo retrovisor.
—Iv, perdón. No quise incomodarte más de lo que estas. —se disculpa mi amigo.
—No. Tú tienes razón, pero ahorita necesito estar sola y pensar en lo que voy a hacer…
Al final, con mucho esfuerzo y promesas, los convenzo de dejarme en la clínica y ellos se van a resolver sus propios asuntos.
Decidí acudir a mi cita con el ginecólogo, pero esta no tarda mucho. Me receta unas pastillas diferentes a las anteriores y me dice que, si también me enferman, entonces podremos evaluar otros métodos.
Reclamo el medicamento en la farmacia y camino hacia el paradero de taxis.
“Y ahora… ¿A dónde voy?”
“Y ¿si Dilan tiene razón y mejor vas y hablas con Mateo de una vez?”
“No… Aún no. Primero necesito saber qué es lo que siento.”
Le indico al conductor la dirección de mi apartamento y en el camino marco el número telefónico de mi hermano mayor.
—Iv.
—Sé que estás ocupado, pero solo necesito pedirte un favor rápido.
—Dime.
—¿Puedo usar tu casa por un par de días?
—¿Y tú nuevo apartamento?
—Muchas personas conocen la dirección y necesito estar sola.
—Muy bien. Voy a avisar en la recepción que tú vas y no tendrás problemas. La puerta se abre con una clave que cambia cada tres minutos, así que llamarme cuando esté allí.
—Gracias.
Llego a mi residencia temerosa de encontrarme con alguien cerca, pero no sucede.
Empaco un poco de ropa en el bolso que utilizo para la universidad y me dispongo a salir lo más rápido posible, pero el sonido de mi teléfono me detiene.
Es un número desconocido. Lo dejo ir a buzón, pero insisten.
—¿Hola?
—¿Tú sabes que le sucedió a Alex? —pregunta preocupado un hombre al otro lado de la línea.
—¿Julián?
—Si… Tome tu número del teléfono de Alex sin que se diera cuenta. Él… no quería que te llamara.
—¿Qué le paso?
—Eso te pregunto yo a ti. Salió antes de clase para ir a buscarte y cuando lo volví a ver estaba borracho y con la cara y las manos reventadas.
—¿Qué?...
“Dios… Alex se quedó con Juan y sabrá qué cosas le dijo ese loco para sacarlo de quicio.”
—Le dije que fuéramos al hospital porque creo que necesita puntos, Pero se encerró en su cuarto y no quiere hablar ni conmigo ni con Vanessa. ¿Podrías venir e intentar hablar con él?
—Tú mismo dijiste que él no quería que me llamaras.
—Si… pero ya sabes. A veces uno dice que no quiere algo porque en realidad es lo único que necesita.
—Juli…
—Iv… Yo sé que ustedes no están en una relación, que mi amigo no es tu novio y no le debes nada, pero estoy preocupado. Te juro que nunca lo había visto actuar así. Alex es de esas personas que parecen tener todo bajo control. Solo… ven y si no te recibe entonces pensaré que otra cosa hacer.
—Okey… —accedo porque no podría estar tranquila sin saber qué fue lo que paso después de que me fui.
Uso un GPS para evitar el tráfico de la ciudad y llego a casa de Alex en diez minutos.
Vanessa abre, y al entrar no la saludo. Solamente le pregunto dónde está su amigo y ella señala la puerta cerrada de su habitación.
—Alex… —lo llamo mientras golpeo la madera— ¿Puedo pasar? —Silencio absoluto— Julián me dijo que estás herido. Por favor déjame entrar a verte.
Los tres nos miramos preocupados por la falta de respuesta y decido jugarme la última carta, la definitiva.
—Oye… Yo sé que todo esto es mi culpa y de verdad, siento mucho que hayas terminado tan implicado en todo el drama de mi vida. Estoy muy avergonzada, no solo por hoy, sino por todo lo que ha pasado desde el día que me conociste. Mi intención nunca fue dañarte. Si no quieres hablar conmigo lo entiendo. Me voy a ir y no te voy a molestar más, pero deja entrar a tus amigos para que ellos te ayuden.
Doy un último vistazo a la puerta y en silencio me despido del hombre que se esconde detrás.
—Lo siento, hice lo que puede. —le digo a Julián.
—Yo también lo siento… pensé que tú… no sé. Creí que iba a ser diferente esta vez.
Julián deja de hablar abruptamente y deja su mirada fija sobre mi hombro. Yo sigo la dirección de sus ojos y lo que encuentro le hace una nueva grieta a mi corazón.
El rostro hermoso con el que he estado soñando en la última semana, está manchado de sangre y unos de sus ojos está cerrado por completo.
Alex no dice nada, solo abre la puerta y me hace una señal para que entre.
Al principio dudo en seguirlo. Temo lo que pueda pasar ahí dentro. Se me contrae el pecho al imaginar que todo llego a su fin, que ya no voy a volver a sentir su cuerpo como si fuera uno solo junto al mío. Soy consciente de lo poco que hemos vivido, pero todo ha sido tan intenso, excitante y sobre todo real, que no sé si estoy lista para que se acabe. Igual debo hacerle frente a la situación y camino directo a mi juicio.
Alex va hacia un extremo de su cama y se sienta mirando al suelo.
Yo me quedo de pie, apoyada en la puerta cerrada tras de mí. Lo observo desde donde estoy. Completamente inmóvil y sin saber qué hacer o decir.
—¿Por qué lloras? —me pregunta sin mirarme.
Toco mi rostro e intento secarlo.
“He llorado tanto últimamente que ni siquiera me di cuenta de cuando comencé a hacerlo hoy.”
—Por nada —Alex me mira confundido—. O por todo… no lo sé.
—¿De verdad pesabas alejarte de mí? O ¿solo lo dijiste para forzarme a salir?
—Si… pensaba hacerlo. Todo lo que dije es verdad. Si me lo pides. No te molestaré más.
Alex levanta la cabeza, he intenta buscar un rastro de mentira en mis palabras. Lo sé por qué ya lo ha hecho antes. Pero no encuentra nada porque estoy siendo honesta.
A estas alturas creo que lo mejor es dejarlo en paz. Sin importar lo que yo sienta por él o lo que crea que él siente por mí, la verdad es que Alex no quiere esto en su vida. Me lo dijo, desde un principio fue claro conmigo. No quería dramas, y últimamente a donde quiera que yo voy me veo rodeada de problemas, mentiras y un pasado que se empeña en convertirse en presente.
—No es tu culpa.
—¿Qué cosa?
—Esto —dice señalando su cara—. Debí marcharme cuando tú lo hiciste, pero tu amigo…
—Él no es mi amigo.
—Bueno… ese tipo sabe cómo provocar a la gente. Incluso, creo que lo disfruto. Quería sufrir y yo le di lo que buscaba.
—Y tú también te llevaste lo tuyo.
—¿Qué? ¿Este golpe? No. No logro tocarme ni un pelo, pero uno de sus amigos intervino y me dio un puñetazo lo suficientemente fuerte como para hacerme reaccionar. Es más, se lo agradezco porque si no aparece y algún decano descubre la escena, me quitan beca sin importarles que falte solo algunas semanas para graduarme. —Alex se encierra en sus propios pensamientos y luego prosigue—. ¿Cómo pudiste mantener una relación tan larga con alguien así?
—Tú lo dijiste. Él sabe exactamente que palabras usar para conseguir lo que quiere.
—Al parecer no logro conseguirlo todo —por su mirada entiendo que se refiere a mí— y eso lo termino volviendo loco.
—Ya no quiero hablar más de Juan.
—¿Y de Mateo? … —ese nombre en sus labios hace que viaje a mi infancia y vuelvo a sentir la culpa de cuando Martha descubría mis travesuras y como mucho amor me decía que todo iba a estar bien, pero en fondo yo sabía que no era así— ¿Todavía sigues pensado lo mismo que hace un par de días? O ¿Juan tiene razón y vas a volver con él?
—Alex…
—Iv… solo respóndeme. Vas a volver con tu exnovio, ¿sí o no? —a pesar de estar ebrio, sus palabras son amables, pero contundentes. Está desorientado. Julián dijo hace un momento que Alex es de las personas que tiene todo bajo control y con esta situación lo perdió.
Me gustaría poder decirle algo definitivo. Devolverle la paz que le robe cuando me cruce en su camino. Por la forma en cómo me mira, sé que lo único que quiere es certeza, incluso si la respuesta a su pregunta es un: “Sí. Voy a volver con Mateo.” Pero no puedo decirlo. Ni siquiera puedo pensarlo sin que la garganta se me sierre.
—No es tan simple. —mi voz refleja mis emociones, mi confusión y lo perdida que estoy. Solo espero que el hombre frente a mí me comprenda.
—Si lo es. —insiste.
—No. Para mí no lo es. —el nudo en mi garganta se hace más fuerte, pero me esfuerzo para continuar hablando— En primer lugar, ni siquiera he hablado con él. Además, el hecho de que Juan nos haya manipulado hasta hacernos terminar, no nos quita toda la culpa de lo que paso. He estado enojada con Mateo durante casi dos años…
—Ósea que si vas a volver con él. —dice como si estuviera hablando con el mismo.
—¿No me estás escuchando?
—El problema no es lo que dices, sino lo que no dices. Y no te he escuchado decir que no lo quieres. Te conozco hace poco, pero es suficiente para saber que, si todavía lo quieres, todo eso que dijiste antes no va a importar. Tarde o temprano vas a volver con él.
—Tienes razón —confieso—, y tal vez si todo esto hubiera pasado una semana antes, las cosas serían más simples, pero…
“Cállate Ivana. No compliques más las cosas.”
—¿Pero qué, Iv?... —Alex se levanta de la cama y se acerca hasta donde yo estoy, y aunque solo me analiza con un solo ojo, me sigo sintiendo desnuda ante su mirada.
—Pero… no lo logre. No pude separar mis emociones del sexo. Fui muy ingenua al creer que podría mantener una relación así. Y ya sé que tú no sientes lo mismo que yo, pero sin importar lo que pase entre nosotros, yo no podría volver con Mateo y pretender tener lo mismo que teníamos hace años, mientras me sienta de esta forma por ti.
Mientras tuve el valor de hablar, las palabras fluyeron, pero ahora la ansiedad de esperar la reacción de Alex, hace que mi cuerpo tiemble.
Él no dice nada. Y con cada segundo de silencio, mis temblores empeoran. Las manos se me ponen pesadas y heladas como si la sangre hubiera dejado de circular por ellas.
“Okey… si no va a decir nada mejor, sales de aquí antes de que te pongas a llorar.”
—Lo… lo siento —digo en un susurro y me dispongo a salir de la habitación, pero cuando abro la puerta una mano sobre mi hombro la vuelve a cerrar.
En un movimiento, Alex se pone en medio de la puerta y yo y en un segundo movimiento me atrae hacia él y me besa.
Recibo sus labios como un medicamento para la ansiedad, pero me aparto al sentir un sabor a hierro mezclado con alcohol en mi lengua.
—¿Qué pasa? —me pregunta confundido.
—Que siento que estoy besando a un vampiro que acaba de cenar.
Se ríe de mi comentario y ese sonido hace que el color vuelve a recorrer mis venas.
Alex sale de la habitación disculpándose y me pide que lo espere mientras se limpia e intenta ponerse sobrio.
Me acomodo en su cama y mi mente viaja a la única noche que pase en ella, específicamente al sueño donde tenía relaciones con Alex y Mateo al tiempo.
“Mateo.”
“Alex.”
“No sé qué carajos sentir.”