Capítulo 35
2109palabras
2022-08-13 15:00
—Yo de verdad lo siento mucho —Dice Sam por centésima vez desde que llego hace media hora.
Tras la llegada de Juan, Sam y Dilan no se hicieron esperar.
Llegaron a mi apartamento, con la clara intención de hablar sobre nuestro breve y traumático encuentro horas atrás, pero la presencia de Juan los freno y confundió hasta que yo le explique que los cuatro teníamos que hablar.
Juan y yo hablamos con Sam. Le contamos nuestra historia, lo que llevamos cargando durante estos últimos años. Le hacemos entender que lo hicimos porque la queremos, pero que siempre hemos tenido la esperanza de que ella abra los ojos y entienda que su comportamiento no es normal, que necesita ayuda y que esa ayuda nosotros no podríamos dársela por más que quisiéramos.
—Creo que, aunque nuestras intenciones fueron las mejores, solo te hicimos más daño al alimentar la fantasía en la que querías vivir —le dice Juan mientras la abraza—. Sam, ninguno de nosotros entiende el dolor de perder a un ser amado de forma tan definitiva. Por más que la muerte de tu padre nos doliera, porque también lo queríamos. Nuca va a ser igual al dolor que sientes tú. Pero, por tu bien y el de todas las personas que te rodean y te queremos, debes afrontarlo, encontrar la manera de aceptar que la vida se trata de eso, que todo siempre está cambiando y que tú no tienes el control.
Las palabras de Juan no me sorprenden. Ese es el hombre que siempre consideré mi amigo y al que siempre acudí en busca de consejo.
—Él tiene razón Sam —digo mientras conservo mi distancia y fulmino a Dilan con la mirada, ya que es el único que no se ha dignado a pronunciar ni una sola palabra—. Y quiero pedirte una disculpa por haber explotado de la manera en que lo he hecho esta semana. Pero es que ya no podía más. Todos llegamos a un punto en el que no sabemos cómo hablarte o como tratarte porque sentimos que en cualquier momento vas a romperte y eso nos está comenzando a enloquecer. Nosotros hemos hecho mucho por amor a ti. Y lo único que te pedimos es que por amor a ti y a nosotros, busques ayuda profesional. Queremos que estés bien y no que vivas fingiendo que estás bien.
Después de mucho llanto, explicaciones y reclamos. Juan y yo logramos convencer a Sam de que busque un psicólogo.
Ya con todos más calmados, nos tomamos una cerveza y al finalizarla descanso y siento como si me quitaran de encima el peso del mundo.
Todos nos quedamos ensimismados en nuestra propia mente durante un rato, pero la cosa más rara pasa cuando mis tres acompañantes dicen al mismo tiempo… “Iv, ¿Podemos hablar?”
Los miro a todos asombrada. Sé de qué quiere hablar conmigo cada uno. Sam y Dilan quieren dar explicaciones por lo que vi esta noche, y Juan, no estoy muy segura, pero supongo que quiere hablar sobre nosotros y el cómo vamos a arreglar nuestra relación, y como me siento muy agradecida por su ayuda hoy, estoy dispuesta a darle esa oportunidad. Aunque no esta noche.
Le pido Juan que lleve a Sam a su casa, con la promesa de que lo voy a buscar para que hablemos de lo que él quiera y esa promesa la extiendo a Sam después de pedirle que primero coma y duerma bien.
Pero a Dilan lo dejo que se quede.
—¡¿Tu diminuta cabeza si logra entender que te aprovechaste de Sam?! —Le grito en el momento que nos quedamos solos— No. Claro que no, porque como siempre, estabas pensando con la cabeza equivocada.
—Iv… no
—¡No Dilan! No te atrevas a excusarte. Me vas a escuchar. Yo jamás me he metido en tu vida sexual. Que te cojas cada fin de semana a tres chicas distintas, que asistas a fiestas sexuales, incluso que te enredes con mujeres casadas. Eso a mí no me importa, tú sabrás lo que haces. Pero cruzaste una línea.
—Iv te juro que no fue mi intención, yo le dije que no, que era una mala idea, pero ella se puso a llorar y a decir que yo la rechazaba porque la consideraba insípida, fea y no porque fuera una mala idea.
—Te creo —digo de verdad. Ya he escuchado a mi amiga tratarse a sí misma de esa forma—. Eso es algo que diría Sam, pero no es una excusa. Debiste ser firme y decir que no. Ella está vulnerable. Acostarte con ella en ese momento fue como si lo hubieras hecho una mujer ebria —la cara de Dilan se descompone y me da un poco de pena porque sé que la situación lo supero. Ese es el efecto que tiene Sam en todos nosotros—. ¿Comprendes que fuiste su primera vez? Ella no va a ser como las otras chicas que al día siguiente van a tener problemas para recordar tu nombre. A Sam jamás se le va a olvidar lo que paso. Y tú muy en el fondo sabes que para ella no fue solo sexo, ni la pérdida de su virginidad. Ella hizo el amor con el chico al que ha querido desde que es una niña, y que mañana llegues y le digas, “oye beby, no te enganches, nada más estábamos disfrutando de la vida,” vas a ser que sienta como un pedazo de mierda y todo el esfuerzo que hicimos Juan y yo hoy no va a servir para nada.
—Yo no le haría eso a Sam. —La voz de mi amigo se ahoga, incluso creo que pierde el equilibrio ante la dosis de realidad que acabo de lanzarle encima.
—Entonces ¿Qué vas a hacer? —digo un poco más calmada.
—No sé…
—Solo no le mientas Dilan. Juan tiene razón, no podemos seguir alimentando su mundo de fantasía. Mañana ve a su casa, deja el ego afuera y se honestó, si tienes que llorar y disculparte hazlo. Pero no le des esperanzas frente a algo que no va a poder ser.
—Iv… ella lo sabe. Ella me aseguro que lo único que deseaba, era deshacerse del peso que le generaba ser aun virgen y que quería hacerlo con alguien en quien confiera y que supiera como hacerla sentir bien. Dijo que yo era su mejor amigo y tenía fama de buen amante. Me prometió que no iban a haber dramas, que ni siquiera teníamos que volverlo hacer. Yo le creí, y a pesar de eso, me negué. Luego se puso a llorar y dijo todo eso que te conté. Yo intenté consolarla, le dije que esas no eran las mejores circunstancias. Le propuse esperar a que arreglara las cosas contigo y se sintiera mejor. Prometí que si después de eso seguía pensando lo mismo iba a hacer que su primera vez fuera inolvidable, pero ella no paraba de decir que solo era una excusa para deshacerme de ella. Me dijo que, si en su lugar estuvieras tú, yo no me negaría y correría a meterme entre tus piernas sin pensarlo. Yo no sabía que más hacer o que decir, solamente me acerque para abrazarla y tratar de consolarla y sin darme cuenta como paso, Sam me estaba comiendo la boca. Y sabes que, no lo hace nada mal para no tener experiencia. Mi compañero reaccionó al instante, y ella lo noto. Una cosa llevó a la otra y en cuestión de minutos estábamos en la posición que nos encontraste. —Mi amigo respira exhausto y cuando recupera un poco el aire concluye con su discurso— Yo sé que no fueron las circunstancias más adecuadas. Pero yo no abuse de Sam, por favor no digas eso otra vez.
—Solo cerciórate de que cuando Sam haya tenido tiempo de asimilar todo lo que paso, siga opinado igual. Porque yo voy a hacerlo, y si no es así, voy a arrancarte el pito.
*****
Eran las dos de la mañana cuando Dilan se fue y me quede sola con mis pensamientos.
Ahora son las tres y sigo dando vueltas en mi cama sobre analizando lo sucedido las últimas horas.
De una u otra forma la situación con mi grupo de amigos está comenzando a solucionarse, o por lo menos eso espero, pero lo que más ansiedad me causa, es la actitud de Alex.
Cada parte de mí cree que él se siente igual que yo. Con necesidad de más y con miedo de decirlo. Pero cuando dice cosas como: “Si quieres volver con Mateo, yo me hago a un lado” o me deja claro que no quiere que tenga nada ver con su banda y grupo de amigos, mi voz interior me regaña por volver a los malos hábitos de construir castillos en el aire.
“Es un dulce sueño, pero mejor ve despertando antes de que lo confundas con la realidad.”
Ignoro mi razón, y como es obvio que no voy a lograr conciliar el sueño, tomo mi teléfono y busco a Alex en redes sociales.
Su perfil está casi vacío. Ha publicado nueve imágenes, de las cuales solo una es una foto suya en primer plano cantando. Las demás son: el logo de la banda, un par de frases filosóficas, una foto a blanco y negro de la banda ensayando, una foto de un perro y las demás son imágenes de diferentes guitarras.
No logro deducir mucho ante la falta de información en su perfil y voy al de sus amigos para investigar si en el perfil de ellos encuentro algo que me ayude a conocer un poco más a Alex.
El primer perfil que veo es el de la banda, he inmediatamente entiendo la desesperación de Vanessa. Es un completo desastre y no representa en absoluto el talento que tienen los chicos. Se me ocurren cientos de ideas para hacer algo que ayude a que todo el mundo los conozca. Los miembros de la banda no son solo talentosos, son muy guapos. Y en su Instagram únicamente hay videos grabados desde un teléfono mientras ellos ensayan o participan de algún evento. El sonido es terrible y la imagen da pena ajena.
“Ese es su problema.”
“Pero puedo ayudar.”
“Alex no quiere que te metas.”
“Pero puedo recomendar a alguien que los ayude.”
“Si claro. Vas a ser tan estúpida como para recomendar a otra chica para que se una al club de las novias.”
“No necesariamente tiene que ser una chica.”
“Pero la única persona que conoces que sea tan buena con la cámara y que esté disponible para ayudarlos con el trabajo, es una chica.”
“Si… tienes razón. No es problema mío. Que se las arreglen como puedan.”
Encuentro el perfil de Vanessa y ese si da gusto verlo, pero necesitaría de toda una tarde para revisarlo porque tiene más de mil publicaciones. Por hoy nada más me centro en las historias. Sus videos comienzan 15 horas antes mostrando cada actividad que la amiga de mí… Alex ha hecho durante el día, incluso hay un par de fotos de la banda mientras ensayan y luego del grupo de amigos en el bar. Al parecer se la pasaron tan bien que terminaron ebrios y cantando rancheras.
Las dos últimas historias son de hace diez minutos y en ellas se ve a Julián borracho abrazado al cuello de su mejor amigo mientras llora y bebe de su vaso. Todo parece muy normal hasta que una chica se acerca a mí… a Alex, le susurra algo al oído y este se ríe como si estuviera en un Stan Comedí.
Las imágenes se acaban, pero yo quiero más. Busco inmediatamente al resto de la banda, pero sus perfiles son incluso peor que el de Alex.
“Respira, respira, le puedo haber dicho cualquier cosa…”
“¿Y si le estabas haciendo alguna propuesta indecente? Cuando salió de aquí, él tenía ganas de…”
“No. No, no. No vallas por ese camino por qué vas a cometer una estupidez.”
“Él dijo que no quería ir con sus amigos ¿Por qué se fue de fiesta?”
“¿Qué querías? ¿Que se fuera a su casa como un niño bueno, se tomara su leche y se acostara a dormir?”
“Pues siiiiiii.”
Me levanto de mi cama y voy a buscar un vaso con agua. Mientras me lo bebo intento recuperar la compostura, pero no lo logro.
“Llámalo.”
“¿Y qué le voy a decir?”
“Ya se te ocurrirá algo, solo llámalo.”
Vuelvo a la cama y busco mi celular. Lo pienso una vez más, pero a la mierda, hasta que no hable con él no voy a tener paz.
El teléfono suena un par de veces y al otro lado responde una voz femenina.