Capítulo 26
1387palabras
2022-08-08 15:00
El doctor revisa mi mano y dice que he sanado completamente.
Al salir del consultorio, voy a la sala de espera donde esta Sam.
—¿Qué te dijo el doctor?

—Todo bien. La mano ya no está inflamada, pero aún no puedo jugar bádminton.
—Lo siento por Dilan. No ha podido ganar ni un solo partido esta semana y tenía la esperanza de que la próxima fuera mejor. —Sam me habla sin mirarme el rostro.
Desde mi discusión con Juan es su casa. Y las mini peleas que hemos tenido esta semana, noto que se está comportando muy extraño. A pesar de que hablamos y nos reconciliamos, evita estar sola conmigo, y cuando es inevitable, siento que está a punto de decirme algo, pero se arrepiente.
Sé que yo se lo pedí. Le puse límites para que no se involucrara más de la cuenta en mi vida. Pero, ¿Acaso no tenemos nada más de que hablar? Eso es muy triste.
—Oye ¿Tienes prisa? Es que… Me voy a encontrar con Alex aquí. —le confieso algo nerviosa, porque puedo percibir que ha estado acumulando mucho durante estos días, y en cualquier momento va a explotar.
—¿Hiciste que te esperará, para luego abandonarme? —pregunta ofendida.

—¡No! Jamás aria eso. No vamos a salir. Solo nos vamos a encontrar aquí, porque debo entregarle algo.
Alex iba a acompañarme, pero el problema del aire acondicionado en su apartamento empeoro. No pudo siquiera asistir a clase por quedarse con los técnicos. Y, además, no terminaron el trabajo.
Julián y él necesitan otro lugar para pasar la noche por que el calor en su casa es insoportable y yo les ofrecí mi nuevo hogar. Al principio no acepto, pero lo hice ver que no tenía ningún caso negarse. No me iban a incomodar, porque yo no voy a mudarme hasta mañana y ellos solo necesitan alojamiento por la noche de hoy.
—¿Y por qué no se lo entregaste en la universidad?

—Porque no nos pudimos ver allí. Sam solo va a ser un momento. Él está por llegar. Mientras, voy a ir a la taquilla a pregunta algo. —omito que, ese “algo” es una cita con el ginecólogo.
—Okey. Pero no te tardes. Tengo mucha hambre.
Camino hacia los cubículos azules y me dirijo al único vacío. No tardan mucho en atenderme y me dan una cita con el ginecólogo para el próximo lunes.
Mi celular suena, y sé quién es.
—¿Ya terminaste con el doctor? —me dice la voz más sexi del mundo.
—Sí. —sonrió como una colegiala al escucharlo.
—Pues yo ya estoy afuera de la clínica. ¿Quieres que entre?
—No es necesario. Ya voy a salir.
—Muy bien. Entonces te espero.
Voy a buscar a Sam y me sorprende no encontrarla en la sala que la deje.
marco su número de móvil, y suena un par de veces antes de contestar.
—¿Dónde estás? —le pregunto.
—Me encontré con un médico que fue compañero de mi mamá. Es un amigo cercano a la familia y me invito a tomar un café. Estamos en la cafetería de la clínica. ¿Quieres venir? No nos vamos a tardar nada.
—No. Es que Alex ya llego y está esperándome a afuera. ¿Qué te parece si voy con él y cuando termines nos encontramos en la entrada?
—Está bien. —pero por su tono de voz, sé que algo no está bien.
—Sam ¿Qué pasa? —le pregunto.
—Nada. —responde ella. pero, no le creo—. No vemos en un rato.
“No te dejes arrastrar al drama otra vez Iv.”
Atravieso la puerta de la clínica y veo a Alex. Continúa sobre su moto, aunque está apagada. Viene vestido igual de monocromático que siempre, solo que esta vez lleva a un atuendo deportivo, como si hubiera estado en el gimnasio.
Cuando nota mi presencia se baja de la moto y va a mi encuentro. Me saluda con un beso. Y busca a alguien detrás de mí.
—¿Y tu amiga?
—Viene en un minuto —mi corazón se ensancha un poquito al tenerlo cerca otra vez—. ¿Cómo les termino de ir?
—Horrible —Alex y yo no movemos un poco para no interponernos entre la gente que entra y sale de la clínica—. El daño terminó siendo un problema eléctrico. El apartamento es un caos. Pero los de mantenimiento prometieron que mañana todo va a estar bien. Y ¿Cómo te fue con el doctor?
—Excelente. Mi mano está bien. Y el lunes tengo la cita con el ginecólogo.
Los labios de Alex hacen una curva hacia arriba.
—Entonces, ayer no estabas hablando solo por la emoción del momento. ¿De verdad lo quieres hacer? —dice en voz baja y no entiendo por qué. No hay nadie cerca de nosotros.
—Claro que sí. Yo…
—Buenas tardes. —Sam aparece tras de mí y se me eriza la piel cuando veo su expresión.
“¿Habrá escuchado algo?”
—Hola, Sam —la saluda amablemente Alex y Sam le brinda una sonrisa que no le llega a los ojos.
Un silencio incómodo nos abruma a los tres por unos segundos, pero gracias al cielo, un teléfono suena y rompe el muro de hielo que se forma al rededor.
“¿Qué carajo le pasa ahora a Sam?”
—Lo siento chicas. Es el tipo que está arreglando mi apartamento. Debo contestar. —Dice Alex mientras contesta su teléfono y se aleja unos pasos de nosotras.
—¿Por qué necesitas otra cita con el ginecólogo? Tu revisión semestral fue apenas hace dos meses. —si hace unos minutos hablaba como si tuviera miedo de romper algo, ahora su voz es como una espada dispuesta a corta lo que se le atraviese.
“Dios… Como puede ser que lleve registro de mis citas médicas.”
—Quiero intentar planificar nuevamente. —no tiene caso ocultárselo. Ella no es estúpida. Toda la semana he estado con Alex todo el tiempo libre que me queda.
Los ojos de Sam se empañan, pero ella lucha para mantener las lágrimas en su lugar.
Está enojada.
Está triste.
Pero, sobre todo.
Está decepcionada.
Y no porque me esté acostando con Alex. Si no porque se lo oculte.
—¿Por qué no me contaste que te estás acostado con él? —su reclamo es lo suficientemente fuerte como para que Alex voltee a vernos y note que algo no anda bien.
—Por qué no tengo que hacerlo —respondo a la defensiva.
—Antes nos decíamos todo. —su voz se quiebra e intenta recuperar la compostura—. ¿Qué estoy diciendo? Es ridículo decir “antes” como si hubieran pasado años. La semana pasada nos decíamos todo. —una pequeña gota, logra escapar de sus ojos y ella la retira con rabia.
“Recuerda Ivana. No te dejes envolver en su drama.”
—Yo te lo dije Sam. El tema de Alex es algo que solo me concierne a mí —cuando pronuncio su nombre, lo busco para encontrar apoyo. Él ya no está en el teléfono, pero mantiene la distancia suficiente para darnos privacidad y de igual manera, escuchar todo lo que pasa. —sé que no vas a entender lo que hay entre nosotros, y ya me harté que juzgues cada cosa que hago y con la que no estás de acuerdo. Y no intestes excusarte, por qué es lo único que has hecho desde que nos viste juntos esa noche en el coche. No necesitas decir nada. Lo puedo ver en tus ojos cada vez que te digo que estoy con él, o que lo voy a ver. Todo lo referente a Alex te parece incorrecto. Y te juro Sam. Por todos los dioses. Con él, no hay nada incorrecto… simplemente…
—Te estás acostando con él por despecho. —dice tangente y señalando en dirección al hombre confundido que está a solo unos pasos de nosotras.
“¡Cómo se atreve a decir eso! ¡Y delante de él!”
—¡¿Qué?! ¡Claro que no! —me excuso y miro a Alex con la esperanza de que me crea.
—Te estás acostando con él solo porque Mateo volvió con una chica que te hace sentir insegura. —Sam jamás me heriría así. O por lo menos no a propósito.
Pero eso ya no importa.
Cualquier atisbo de serenidad y paciencia que tenía, me abandona. Y la bomba llena de mierda, que he estado acumulando durante años, quiere estallar. Y no lo voy a evitar. No me importa si Alex nos escucha. Esta vez le voy a dejar claro a Samara, todo lo que siento y pienso.