Capítulo 25
2560palabras
2022-08-07 15:00
El apartamento se ve mucho mejor que en las fotos. Cuando vi el anuncio creí que era pequeño. Pero esto es perfecto.
Es un lugar de concepto abierto. Lo único que tiene puerta es el baño. Para llegar al sitio donde está la cama, debo subir un par de escalones y la división de la habitación con el resto del espacio, es una estantería llena de libros y plantas. La decoración combina entre lo moderno y vintage. Tiene todo lo necesario. Una cocina bien equipada, barra para el desayuno; un sofá grande y dos sillones. Televisión, equipo de sonido, incluso, una consola de videojuegos. El baño es bellísimo. Más pequeño que el mío y no tiene tina, pero perfecto. Puedo evitar los baños de burbuja por un mes. Pero lo mejor de todo es la cama. Con solo verla me provoca echarme sobre y llevar a Alex conmigo para estrenarla. Se ve tan acolchada y limpia que no dudo que dormiré cada noche como un oso en hibernación; el espaldar es una obra de arte hecha en acero inoxidable. Y para finalizar, las ventanas de la habitación son perfecta para hacer fotografía urbana.
—¿Y qué opinan? —nos pregunta Jeison, el arrendatario.
—Es perfecto —dijo mientras acaricio el edredón que cubre la cama.
—La dueña vive hace un par de año en Italia. Normalmente lo arrienda por días a viajeros que prefieren evitar los hoteles. Pero le expuse tu caso y acepto. Si te gusta, entonces podemos firmar los papeles y en el momento que hagas la transferencia, te entrego las llaves.
—Okey —salto de la emoción que me produce esta nueva aventura—. ¿Dónde firmo?
Jeison abre su bolso y saca una carpeta con papeles, me la entrega y me señala los espacios a firmar.
—Aquí está el valor de tu estancia por un mes. Debes dejar un depósito en caso de que se deba reparar algo, si no es así, se te devolverá cuando termine el contrato. También hay un inventario de todas las cosas que tiene el lugar y juntos verificaremos el estado en que se encuentran al momento de entregarte las llaves.
Leo cada detalle que me señala Jeison, pero me desconcentro al ver que Alex tiene el ceño fruncido.
—¿Te pasa algo? — pregunto en voz baja para qué solo él me escuche.
—No… ¿podemos hablar un segundo?
El otro chico nos mira y cuando entiende lo que Alex quiere, se retira al pequeño balcón, para darnos un poco de espacio.
—¿Hay algún problema?
—Iv, lo siento, pero es que no entiendo. ¿Qué necesidad tienes de hacer esto? —dice señalando todo el apartamento—. Lo que vas a pagar por vivir aquí un mes, lo pago yo por seis meses. ¿Por qué no aceptas lo que tu hermano te ofrece y te quedas en su casa? Yo puedo ir a recogerte, en moto el viaje es más rápido.
—Oye, gracias. Pero no, gracias —trato de calmarlo poniendo mi mano en su pecho—. Yo quiero hacer esto. Este lugar es perfecto. Además, no estoy solo pagando un alquiler, también están los muebles, el internet, los servicios públicos y la administración del edificio. Todo va incluido en el precio. Incluso la limpieza para entregar el apartamento. Te prometo que me lo puedo permitir, ya te dije que casi nunca gasto mi dinero. Y en cuento tu ofrecimiento de transportarme a la casa de mi hermano. No podrías, así quisieras. Está a dos horas de la ciudad, tú tienes mucho que hacer y a mí no me gusta perder el tiempo en el tráfico.
—Podemos decirle a Julián. Él y yo podemos turnarnos.
—Alex… Cuando mis padres se vallan van a dejarme el auto de alguno de los dos. Siempre es así. No voy a necesitar chofer.
—Pero si aceptas su auto ¿No estarías yendo en contra de lo que te propones hacer?
—Ellos me dejan el auto, pero los gastos de la gasolina y la limpieza corren por mi cuenta.
—Chicos —La voz de Jeison nos interrumpe cuando vuelve a la habitación—. Acabó de recibir una llamada. Hay otra pareja interesada. Ellos vienen de vacaciones por una semana y quieren el lugar. Si ustedes tienen alguna duda…
—¡No! —digo con demasiada fuerza. No pienso perder el apartamento —Ya te firmo lo que tenga firmar y en este mimo momento hago la transferencia.
Alex me mira con desaprobación, pero Jeison y yo lo ignoramos.
Después de cuarenta minutos, el trato queda cerrado y me quedo con las llaves de mi hogar temporal. Si quisiera, hoy mismo podría pasar la noche aquí.
Alex se queda en el balcón mientras yo termino los trámites. Y ahora que nos quedamos solos, camino hacia él y rodeo con mis brazos su cintura mientras me da la espalda.
—¿Estás molesto?
No me responde, pero niega con la cabeza.
—Alex. No me mientas. Es obvio que hay algo que te disgusta —le doy un beso en la espalda para intentar tranquilizarlo un poco.
Él responde con un pequeño suspiro, da media vuelta y quedamos frente a frente.
—No es que me moleste —me responde, mientras acaricia mi rostro—. Pero… no sé… supongo que ya lo sabía…
—¿De qué estás hablando?
—De que hablabas en serio cuando me dijiste que eres una caprichosa.
Doy un paso hacia atrás y lo miro entre confundida y ofendida.
—No me mires así —sonríe y me vuelve a atraer hacia él—. Es solo que nuca había sido testigo de tal derroche de dinero. Tienes dos casas y amigos dispuestos a darte alojamiento. Aun así, prefieres gastar esta pequeña fortuna, con tal de hacer lo que quieres.
—Pero, es mi dinero. Trabaje muy duro por él y me lo quiero gastar en algo importante para mí —digo sintiéndome un poco mal por la imagen que estoy dando y mi tono de voz lo demuestra—. Esto es muy importante para mí.
—Lo sé —Alex me besa en la frente y acaricia mi cabello— Perdóname por comportarme así —toma mi rostro entre sus manos y me mira fijamente—. El apartamento es muy bonito.
—¿De verdad lo crees?
—Sí. Es perfecto para ti.
—Si fuera mío, le hubiera puesto una bañera. Pero puedo sobrevivir sin ella.
Alex se ríe de mi comentario, pero no de una forma burlona. Le doy un pequeño golpe para que se detenga y lo hace mientras acerca su rostro al mío y me llena de pequeños besos la frente, los pómulos, la nariz, la barbilla y finalmente la boca.
Nos quedamos ahí de pie, medio besándonos, medio acariciándonos, y el acto en sí se vuelve muy… romántico. O por lo menos es lo que yo creo. Y no quiero pensar mucho en eso.
—La cama se ve muy cómoda —le digo para romper el aura llena de corazones que nos rodea.
Sin decir nada, Alex me levanta como si fuera una muñeca y me lleva hasta el lugar en donde había ensoñado tenerlo desde que cruzamos la puerta.
No lo dudo ni por un segundo y me dedico a subir la temperatura. Me desnudo con rapidez y lo atraigo hacía a mí besándolo con fuerza. Al principio él se ve un poco reacio he intenta volver a ritmo lento de antes, pero yo lo seduzco. Le quito el pantalón y comienzo a acariciar su pene sobre el bóxer.
Nunca había hecho esto antes. No soy muy experta, pero al ver la cara de Alex puedo pensar que no lo estoy haciendo tan Mal.
Él gime en mis labios, su miembro comienza a crecer bajo mi mano y me atrevo a dar el segundo paso. Bajo el bóxer y lo dejo salir. Cuando estoy a punto de seguir con mi primer intento de masturbar a alguien, Alex me empuja hacia la cama y se acomoda entre mis piernas.
—Si sigues haciendo eso, no voy a durar ni diez segundos —me dice con voz ronca.
—Entonces saltémonos los preliminares. Yo ya estoy lista.
Alex me toca para verificar que efectivamente estoy más que preparada para recibirlo y una sonrisa malvada se dibuja en sus labios.
—Muy bien, Ivana. Entonces voy a darte lo que deseas.
Se pone de pie y va por su pantalón para buscar un condón.
—Mierda… —lo oigo decir en vos baja—. ¡Mierda, mierda, mierda! —Ahora se queja con más fuerza.
Me siento al borde de la cama y lo miro sacudir su billetera. De ella caen tarjetas, fotografías, dinero y algunos papeles. Pero nunca un condón.
—Siempre cargo uno conmigo. Pero casi nunca lo uso, porque en mi apartamento siempre tengo la caja y pues allí es donde… tú me entiendes —asiento con la cabeza al mismo tiempo que intento alejar de mi mente la imagen de Alex cogiendo con alguien más —Olvide reponer el condón que usamos esa noche en la galería.
Pone sus ojos en mí, luego en su pene erecto y se cubre el rostro con las manos.
Cuando vuelve a mirarme puedo notar que el calor lo está consumiendo, y lo entiendo por qué a mí me pasa lo mismo.
—Iv… y si…
—No —ya sé lo que me está pidiendo con sus ojos llenos de deseo, pero tengo que ser fuerte.
—Yo te prometo que estoy sano. Solo he tenido sexo sin protección una vez y fue hace mucho tiempo. Luego me hice análisis para un empleo. Y te juro que todo salió perfecto.
—Alex, no.
—Sí. Tienes razón, no conocemos hace poco y no tienes por qué creerme. Discúlpame —Se sienta a mi lado y comienza a hacer ejercicios de respiración profunda.
—No es eso. Te creo. Es imprudente de mi parte hacerlo, pero te creo —Alex me mira y su rostro se ve un poco más tranquilo—. El problema es que, si lo hacemos sin condón hoy, el riesgo de que tengamos un pequeño Alex o una pequeña Ivana en nueve meses, es muy alto. Y estoy segura de que ninguno de los dos quiere eso.
—¿No planificas?
—Nop
—Ivana, no puedes tener una vida sexual activa y no cuidarte.
“Él tiene razón.”
—En mi defensa. Yo no tenía una vida sexual activa hasta que te conocí, y eso pasó hace apenas cinco días —reflexiono un poco en ese hecho y no lo puedo creer—. Antes de ti solo hubo una persona, y con él siempre usé condón. Incluso yo era quien los compraba. No planifico con cualquier otro método, porque las hormonas me enferman y me quitan las ganas de coger.
—Entonces. No hay nada que hacer.
—Tengo planeado pedir una cita con el ginecólogo, para estudiar que otras opciones tengo.
—Oye, no te preocupes. Es tu cuerpo. Si no quieres meterle píldoras o medicamentos, yo lo entiendo.
—No es eso… es que. Un amigo siempre habla de lo fantástico que es el sexo cuando no hay un condón de por medio y yo quiero intentarlo —siento como mis mejillas cambian de color.
—No tienes que avergonzarte por decir lo que quieres.
—Si ya sé, pero aún no me acostumbro.
—Oye… cuando estés preparada, yo voy a estar más que feliz de demostrarte que, tu amigo tiene mucha razón.
Lo miro y muevo mi cabeza de arriba abajo para manifestar que estoy muy de acuerdo con su ofrecimiento.
—Y mientras tanto ¿Qué vamos a hacer? —le digo cuando observo el mástil entre sus piernas.
—La pregunta Ivana es ¿Qué no vamos a hacer? —Alex vuelve a incorporarme en la cama—. La penetración no es la única forma de encontrar placer.
Y con esas últimas palabras, sus manos y labios, crean un equipo de elite que toca y chupa en perfecta sincronización, para darme placer en lugares que nunca me imaginé que podía sentir tales cosas. Pero el momento en que veo juegos artificiales como nunca antes, es cuando el dúo dinámico se estaciona en mi vagina.
El sexo oral me volvió loca desde la primera vez que Simón lo hizo. Pero ahora, con Alex paseando su lengua por cada rincón, y tocándome como si fuera su guitarra. Comienzo a sentir que estoy a punto de tener un viaje astral.
Un fuerte gemido escapa de mi garganta sin que lo pueda contener. Me aferro a su cabello y lo sostengo deseando que esto no termine nunca.
—¡Oh Alex!
Él agarra con fuerza mis nalgas y mete su cara como si estuviera en un concurso de tartas. Mientras me lame como una paleta, mi cuerpo comienza a sentir pequeños sepamos que rápidamente se transforman en un orgasmo glorioso.
Él se incorpora y no me deja recuperar el aliento.
En sus labios siento el sabor de mí existís y no me importa.
Alex mete dos dedos en mi abertura. Y sin dejar de besarme, los saca y los mete sin piedad, mientras su pulgar tortura mi clítoris.
Tiro de su cabello para poder recuperar un poco de aire. Y noto que el rostro de mi amante se asemeja al de un toro frente a una bandera roja.
—¿Quieres que pare? —me pregunta entre jadeos.
—¡Ni se te ocurra! Solo necesitaba un poco de aire.
—¿Y ya lo conseguiste?
—Sí.
—Perfecto.
Mis labios vuelven a quedar prisioneros de los suyos y en pocos segundos exploto como pólvora.
Alex cae a mi lado cierra los ojos y trata de regular su respiración. Yo lo miro embelesada con su belleza y agradecida por la suerte que tengo de haber dado con un amante tan perfecto.
Su pene sigue erecto y me decido hacer algo al respecto.
Con Simón, el sexo oral era el acto principal, aunque siempre fue del él hacía a mí, porque según me dijo una vez, no se sentía muy cómodo con que alguien atrapara a su “compañero” entre los dientes. Pero es bien sabido que a la mayoría de los hombres les gusta, y yo lo quiero intentar. Quiero darle el placer que él acaba de darme.
Me siento en la cama y comienzo con un pequeño masaje mientras planeo como seguir.
Alex ve mis intenciones y trata de calmarme acariciando mi espalda.
—No tienes que hacerlo.
—Pero quiero hacerlo. Solo prométeme que, si no te gusta, me vas a decir.
—Si me va a gustar.
—Alex…
—Te lo prometo.
Y con esa frase, me meto su miembro a la boca y lo chupo como si fuera mi sabor favorito de helado.
Los gemidos de Alex, llegan a mis oídos.
Recuerdo lo que Dilan me dijo una vez. “La clave de un buen oral, es evitar a toda costa los dientes.” Y eso hago. Chupo y chupo y con cada signo de placer que Alex manifiesta, me atrevo a ir más a fondo.
—Iv para. Me voy a correr.
Pero yo no me quiero detener. Esto es tan existente que incluso siento que también me voy a correr, y con mis dedos busco otro orgasmo.
—Iv. No me quiero correr en tu boca.
Escucho la petición del hombre frente a mí y decido terminar mi trabajo con las manos.
Mientras con una lo masturbo a él, con la otra me toco yo, y así ambos llegamos al éxtasis al mismo tiempo.
—Estoy comenzado a ver las ventajas de que vivas sola —dice Alex un rato después, cuando ambos volvemos a tener oxígeno en los pulmones.
—Sí. Este va a ser un mes muy intenso.
Ambos nos miramos y nos sonreímos con la promesa de que nuestra aventura sexual, no hace más que comenzar.