Capítulo 21
2217palabras
2022-08-05 15:00
Logro conciliar el sueño casi de inmediato, pero no de forma profunda como antes.
Imágenes vividas comienzan a aparecer ante mis ojos. Alex y yo, desnudos, haciéndolo al aire libre. Estamos en el césped, nos movemos con violencia, mientras un círculo de personas nos observan. Entre ellos solo puedo distinguir la cara de Mateo. Me detengo inmediatamente por la emoción de volverlo a ver y camino hacia él, lo beso y lo llevo hacia la mitad de círculo.
Como normalmente los sueños son raros, las circunstancias cambian y ya no estábamos en el césped. Ahora los tres, Alex, Mateo, y yo, no encontramos desnudos, en mi habitación. Los dos me penetran al mismo tiempo y yo convulsiono de placer.
Alex muerde mis senos y Mateo mi cuello y oreja. Sé que estoy soñando, pero todo se siente tan real y tan extremo. Ambos entran y salen con perfecta sincronización. Y Cuando estoy a punto de gritar por el orgasmo que estalla en mis entrañas, me despierto con el corazón latiendo a mil.
“No puedo creer que un simple sueño me haga sentir esto.”
“Un trío Ivana ¡En serio!”
“Incluso estás húmeda.”
Intento recuperar la compostura, pero siento a alguien acariciarme la cintura.
—Estabas teniendo un sueño húmedo. —el tono de Alex me desconcierta porque no fue una pregunta. Es una afirmación.
“Que vergüenza.”
—¿Cómo sabes? —me volteo para mirar su rostro. No pretendo esconder lo que estoy sintiendo.
—Llevas un rato geminado como una gatita.
Me ruborizo por unos segundos al pensar que quede tan expuesta. Pero mi color es remplazado por el de un cadáver, cuando pienso que tal vez, no solo gemí. También está la posibilidad de haber mencionado algún nombre.
—¿Estabas soñando conmigo?
—Si… —Digo la mitad de la verdad.
—¿Y Quieres que haga tus sueños realidad? —Alex acerca su cuerpo al mío y siento que está completamente excitado.
—Sí. —respondo igual de excitada.
—Recuerdo que esto te gusta ¿verdad? —hace a un lado la tela de mi ropa interior, y sus dedos comienza a hacer magia.
—¡Oh por dios!
—Dime que estabas soñando. —pronuncia las palabras como una serpiente hipnotizante.
—No…
Alex para de masturbarme y yo casi lloro.
—Dime que estabas soñando.
—Esto es tortura Alex, no puedes… —el aire me falta, no puedo creer que me esté haciendo esto— No puedes dejarme así.
Él se acerca y me da un beso corto pero profundo.
—Si me dices que estabas soñando, sería más fácil hacerlo realidad.
—No quiero que se haga realidad.
Mi respuesta le sorprende y se separa un poco de mí para observarme mejor.
—¿Qué soñaste? —su voz sexi desapareció.
“¿En serio me va a hacer decirle?”
—Hablar de los sueños es… muy raro.
—No tienes que tener vergüenza conmigo —toma un mechón de mi cabello y lo pone tras la oreja— ¿A caso te estaba haciendo daño?
—¡¿Qué?! ¡No! Como crees.
—Tu misma lo dijiste, los sueños son raros.
—¿Por qué quieres saber?
—Me da curiosidad. Si te hubieras escuchado, también la tendrías.
Los dedos de Alex se comportan como plumas y acaricia mis piernas. El muy malvado sabe lo que hace, me toca de tal forma que me provoca pequeños sepamos, pero siempre conservando los límites. Nunca llega a donde quiero.
Enloquecida por sus caricias, y ansiosa por tenerlo dentro de mí, decido contarle mi sueño.
—Lo estábamos haciendo en la zona verde de la universidad. ¿Feliz?
—¿Eso es todo? —sus dedos se acercan un poco más y su lengua se pasea en mi cuello.
—Había… muchas personas mirándonos —un gemido desesperado, escapa de mi boca y puedo sentir a Alex sonriendo.
—¿Y?… —Ahora su boca está en mis pezones, y sus dedos muy cerca de mi zona V.
—Luego todo se puso mi raro. Estábamos en mi habitación y había una persona más.
Alex se quedó tieso como una estatua. Luego se incorpora y me mira con una sonrisa que hasta ahora no había visto.
—¿Un trío?
—No te emociones tanto. —le doy un pequeño empujón para que me deje levantar de la cama, ya no estoy segura de querer seguir con este juego. Pero él tiene otra idea y me aprisiona bajo su cuerpo.
—¿Con un chico o una chica?
—¿Eso que importa? No quiero que se haga realidad ¿Entiendes?
—¿Estás segura? Porque al parecer tu subconsciente quiere otra cosa.
Recordar el sueño y los participantes en él, solo hace que me comience a incomodar.
“¿Por qué después de todo este tiempo vuelvo a soñar con Mateo?”
—Puedes… solo… olvídalo.
No sé qué ve en mi cara, o que nota en mi tono de voz, pero accede a dejar el tema atrás.
Sus labios vuelven a llenar los míos. Todo su peso esta sobre mí y comienza a faltarme el aire.
Gracias a Cielo para y se mueve un poco para buscar un condón en la mesita del lado de la cama. Pero en el momento que lo consigue, continúa robándome el oxígeno.
Sin parar de besarme, pone sus brazos bajo mis rodillas y abre mis piernas.
Entra sin pedir permiso y con tanta fuerza que grito de dolor.
—¿Te lastimé? —pregunta preocupado.
—No —aunque si dolió, el placer es mucho mayor—, sigue, no pares, por favor, no pares.
Sus movimientos son contundentes y rápidos. Nuestras leguas están como en una especia de guerra que ambos ganamos al llegar al éxtasis.
Fue rápido.
Pero, en definitiva, maravilloso.
Definitivamente esta es la mejor forma de comenzar un día.
Entre jadeos y sonrisas, Alex se mueve a un lado de cama.
—Te lo juro mujer. El sexo contigo supera cualquier otra cosa que haya experimentado.
—¿Si pudiste terminar tu trabajo? —cambio el tema, para no demostrar que sus palabras me generan cierta emoción, que se supone no debo sentir en una relación como la nuestra.
—Sí. Gracias al cielo, porque no hubiera logrado concentrarme otra vez después de escucharte gemir entre sueños.
—Todavía no lo puedo creer. Qué vergüenza —me cubro la cara con las manos para ocultar mi pena.
—Nooo, fue demasiado erótico y sexi. Estaba desesperado por qué despertarás y poder complacerte.
—Pues gracias. Te ganaste una medalla de oro.
Lo miro otra vez y no puedo creer como todo ha cambiado en tan poco tiempo.
“Sé que esto no va a durar siempre. Pero si pienso aprovecharlo al máximo”
Miro el reloj que cuelga en una de las paredes y marca las 7:00 am. Como mi primera clase es a las 8:00 am, lo más seguro es que Sam está por llegar.
Me pongo de pie y busco mi ropa.
—¿A dónde vas?
—Tengo clase a las ocho. Sam ya viene con ropa limpia.
Fue como una invocación porque apenas termino de hablar mi celular suena.
—Vez, ahí está. —le digo a Alex enseñándole la foto que aparece cuando mi amiga llama— Hola Sam —Digo juguetona.
—Ya estoy afuera. En este edificio dejan entrar a todo el mundo. Que inseguridad.
—¿Y por qué no tocas la puerta como una persona normal?
—No quiero ser impertinente.
Volteo los ojos y Alex se ríe de mi actitud.
—Dame un segundo, ya te abro.
Me pongo la camisa de Alex y salgo al encuentro con mi amiga.
Al abrir la puerta, me mira de arriba abajo, pero no hace ningún comentario. Abre su bolso y saca la bolsa que contiene mis cosas y luego comienza a irse.
—¿No me vas a esperar? —pregunto algo disgustada por su actitud. Aunque con su voz no dice nada, sus ojos me están juzgando.
—No quiero ser impertinente.
—¿Y desde cuándo?
—Yo no soy impertinente.
—Deja de decir la palabra impertinente —le digo exasperada— Además, si lo eres. Siempre te metes en todo y quieres opinar en todo. No vengas con esa falsa modestia amiga —Sam me retira la mirada, porque sabe que tengo razón—. La dos vamos para el mismo lugar. Solo déjame tomar una ducha y salimos.
Le abro la puerta mientras ella entra. Con sus ojos comienza a escanear todo el lugar.
Se moría por entrar aquí. La conozco lo suficiente para saber que la curiosidad de conocer la casa de Alex la estaba carcomiendo desde el momento que le dije que estaba aquí.
Su expresión fue la misma que la mía. Sorpresa absoluta, al ver más orden que en su propia casa.
—Espérame, no me tardo nada. —le señalo el sofá y ella hace lo que le digo.
Primero entro a la habitación de Alex para sacar mis cosas de allí, incluido el kit de aseo dental que llevo a todas partes desde que me hice el tratamiento de ortodoncia. Él ya está quedándose dormido, así que tengo mucho cuidado de no hacer ruido. Es junto que duerma, así sea un par de horas.
Tomo una ducha de cinco minutos. Saco las cosas de la bolsa de Sam y en este caso agradezco su delirio de madre. Empaco todo lo que necesito para organizarme: Ropa interior, crema humectante para el cuerpo y el rostro; perfume, Kit de maquillaje y accesorios para complementar mi ouffit. Todo hace parte de las cosas que dejo en casa de Sam, ya que es, donde paso la mayor parte de mi tiempo.
Me tardo quince minutos para estar lista.
Salgo de baño para decirle a Sam que ya nos podemos ir, pero la escena que me encuentro, me mata de risa.
Mi amiga está sentada tal cual, como la deje, solo que su rostro se encuentra totalmente perturbado al ver a Julián desnudo esperando afuera del baño.
Yo también me sorprendo un poco. Ayer por lo menos traía su ropa interior, pero ahora solamente lo cubre sus propias manos.
—¡Dios mujer! Si me quedo sin vejiga, tú me vas a donar la tuya –dice dando brinquitos.
Julián entra al baño y ni siquiera se molesta en cerrar la puerta. El sonido de un líquido chocando contra otro, combinado con el de un bufido exagerado de placer, hace que mi amiga se ponga verde, y no logro contenerme más. Me rio como hace mucho tiempo no lo hacía.
—A mí no me parece gracioso Iv —me reclama Sam—. ¿Qué hace ese tipo caminando desnudo, así como así?
—Pues esta es mi casa y yo camino como se me da la gana. —Julián aparece tras de mí ya un poco más tranquilo.
—¡Por dios… tapate! ¿No te da vergüenza? —grita Sam al notar que, el poco pudor que había, desapareció y ya ni siquiera se cubre el miembro con las manos.
“Creo que esta es la primera vez que Sam ve a un hombre desnudo”
—Si no te gusta lo que vez bonita, cierra los ojos. O ¿En serio estoy tan mal Iv?
Lo miro, y la verdad es no. No esta para nada mal. Es alto delgado, con sus músculos bien definido, pero no de una forma exagerada. Su cabello es estilo soldado y su pene… pues, aunque me gusta más el Alex, estoy bastante segura que puede hacer feliz a cualquier mujer. Su novia definitivamente tiene suerte.
—Mejor me voy a llevar a Sam de aquí, no vaya a ser que dejes traumada a mi pobre amiga —fue mi respuesta a su pregunta—. Alex apenas se durmió. No hagas mucho escándalo y por favor, deja que descanse lo más que pueda.
—Si Alex no descansa lo suficiente no es culpa mía —lo dice mientras me laza una mirada sugerente y acerca su boca a mis oídos para susurrarme— A mí no me engañas. Aquí las paredes son de cartón.
—¡Ya nos vamos! —Escapo de la mirada de Julián y tomo a Sam de la mano, ya que se niega a abrir los ojos, y nos sacó del apartamento.
—Ya estas a salvo.
—Dios santo Iv, como pudiste pasar la noche con dos hombres. —mi amiga está muy atormentada.
—No pase la noche con dos hombres —me ofende su comentario— ¿Qué pasa contigo? Estuve con Alex, y si soy sincera, ni siquiera con él, porque se la paso estudiando hasta la madrugada. Y Julián pues… solo es Julián, se siente cómodo con su cuerpo y con su casa.
—Hablas de ellos como si los conocieras hace años, pero te recuerdo que solo los conoces hace 5 minutos.
—Los conozco lo suficiente —digo irritada por volver a lo mismo.
—Yo sé que no quieres que intervenga, pero me aterra pensar que te estás metiendo en problemas, has cambiado de una forma increíble. Y yo no sé cómo sentirme al respecto.
—Sam… vámonos a la universidad ¿Ok? Y si es en silencio mejor, porque no quiero volver a discutir contigo.
*****
Llegamos a la facultad y seguimos sin dirigirnos la palabra. Ya se está volviendo incómodo.
Sam es la primera en hablar.
—Hoy puedes volver a tu casa sin ningún temor.
—¿Qué? —pregunto por qué no entiendo a qué viene eso.
—De que no tienes que buscar excusas para quedarte en otros lugares, ni de pedirme que le mienta a tu familia. Mateo Y Scarlette se van a ir el resto de la semana para la casa de campo de su familia.
“Scarlette. Ya había olvidado su nombre.”
—Okey, supongo que es bueno saberlo.
—¿Cuánto tiempo lo vas a evitar?
—Todo el que sea necesario.
—Él preguntó por ti. —Sam se siente incómoda.
—No quiero saber más Sam, déjalo así.
Y doy por terminada la conversación.