Capítulo 13
2237palabras
2022-08-03 05:54
Una tarde, como de costumbre, Mateo llego a mi casa, pero para mi sorpresa estaba ebrio y en sus ojos se evidenciaba que las lágrimas lo habían estado acompañando durante un rato.
—Amor ¿Qué pasa? —Corrí hacia él, pensado lo peor. Nunca lo había visto llorar, ni siquiera cuando éramos niños.
—Los odio —dijo con la voz ronca—. Lo único que quieren es deshacerse de mí. ¡¿Tan difícil es entender que me quiero quedar?!

Yo no entendía ni una sola palabra.
—¿De estas hablando? ¿A quién odias?
—A mis padres.
Mateo caminaba de un lado a otro como buscando algo, y yo comenzaba a preocuparme por sus palabras.
—Cariño, voy a necesitar más información.
Me miro desde el otro lado de la sala para luego ver hacia el suelo.

—No te lo había dicho antes, porque pensé que los convencería.
—¿Convencerlos de qué?
—Quieren que me vaya a Australia. Melissa los convenció de que haya tengo más opciones para descubrir que quiero hacer con mi vida, y ellos estuvieron de acuerdo. Ya se cansaron de ver como “desperdicio mi tiempo.”
—Pero dijeron que te iban a dar un año.

—Y ese año se cumple al final del verano Iv.
En ese instante, yo también comencé a llorar.
Había estado tan contenta, que perdí la noción del tiempo. Y ahora mi amor se iba al otro lado del mundo.
—Voy a escoger cualquier universidad, cualquier carrera y tal vez así cambien de opinión —Dijo al ver las lágrimas que inundaban mis ojos.
—No puedes —Aunque estuviera triste por su partida, debía ser sensata y hacerlo entender el error que iba a cometer—. Si hay algo de lo que siempre has estado seguro, es de que no quieres perder el tiempo estudiando algo que no te apasione. La universidad es cara, y difícil. Solo perderías tiempo, dinero y energía.
Mateo sabía que tenía razón. Aunque no supiera que hacer con su vida, si estaba muy seguro de lo que no quería hacer.
—Puedo revelarme —Dijo más para él, que para mí—. No me pueden obligar a subirme a un avión. Conseguiré un empleo, buscaré un apartamento y me iré a vivir solo, ya tengo casi 19 años, soy mayor de edad y puedo hacer lo que quiera.
—Pero terminarás enemistado con tu familia. ¿Eso es lo que quieres? Cariño vivir solo no es cualquier cosa.
—¿Y a ti qué te pasa? —Mateo alza la voz y me mira con rabia— ¿A caso quieres que me vaya? Por Dios Iv. Es Australia, ni siquiera vamos a poder hablar por teléfono, porque mi día va a comenzar cuando el tuyo termina.
Él tenía razón, pero todos sus planes solo iban a empeorar la situación. Yo lo conocía, sabía lo mucho que amaba a su familia, y cuando se le pasara la rabia del momento, toda la culpa iba a recaer en mí. Porque era obvio que la única razón que tenía para quedarse, era yo. Y sus padres iban a odiarme de la misma manera en que odian a mi hermano.
—¿Cómo puedes pensar algo así? —mi llanto salió de forma desenfrenada— No quiero que te vayas. Pero tampoco quiero que cometas una estupidez solo por quedarte conmigo.
—Iv yo no…
—No se te ocurra mentirme. Sé que Australia no es el país al que querías viajar. Pero siempre que imaginamos nuestro futuro lo hicimos pensando en que íbamos a estudiar en universidades extrajeras, aprenderíamos nuevos idiomas y tendríamos veranos increíbles viajando por el mundo.
—Yo lo sé, lo sé —Mateo me abraza y trata de tranquilizarme—, Y aún quiero hacer todo eso, pero lo quiero hacer contigo.
—Pero a mí me falta un año de prepa. Y tus padres no van a permitir que te quedes otro año en casa sin tener ningún plan.
—Lo sé. Les dije que podía conseguir un empleo de medio tiempo y estudiar algún idioma mientras escogía una carrera, pero se negaron. Están cerrados en la idea de que me vaya.
—¿Y nosotros? ¿No les importa lo que pase con nuestra relación?
—Ellos nos apoyan, pero dicen que somos muy jóvenes y que no podemos poner en pausa nuestro futuro por un noviazgo.
Me aferré a su pecho y ambos lloramos desconsolados al entender que no había vuelta atrás.
Al final del verano Mateo tendría que irse y yo me quedaría sola.
Con el pasar de los días, pudimos asimilar mejor las cosas he hicimos planes.
Buscaríamos una hora intermedia para hablar por teléfono.
Nos enviaríamos mensajes y fotos todo el tiempo así no pudiéramos responder en ese mismo momento.
Haríamos citas por videollamada.
Concluimos que yo iba a estar muy ocupada tratando de sobrevivir al último año. Y él iba a estar muy ocupado tratando de sobrevivir a Melissa y planeando su futuro. Así que el tiempo se iba a ir volando.
Cuando menos lo imagináramos, yo iba a estar graduándome y tomando un avión hacia Australia. Yo sabía lo que quería estudiar y allí había universidades excelentes que ofrecían el programa. O, en caso de que Mateo siguiera con su vida inconclusa, él iba a volver y encontraríamos alguna solución juntos.
Esa era nuestra promesa.
Esperarnos.
Sin importar la distancia, permaneceríamos juntos.
A los dos meses, después de que Mateo se fue, llamo muy emocionado y me contó que había descubierto la vocación de su vida.
—Voy a ser biólogo marino Iv. El mar es otro mundo. Vivir cerca de él ha sido como volver a nacer, no sé cómo explicártelo. Te juro que este es el segundo amor de mi vida. Y lo mejor es que, aquí tengo mucho de dónde escoger, no solo para estudiar, también para trabajar. Un amigo de mi tía, tiene un centro de rescate acuático y me ofreció un empleo de medio tiempo.
Su felicidad me llenaba el corazón. Había estado tan confundido y desubicado durante tanto tiempo, que escucharlo hablar así me hinchaba el pecho de orgullo.
En ese momento entendí que la posibilidad de que él volviera era nula. Pero no importaba, porque yo había estado investigando y tenía un par de opciones para estudiar cine en una universidad australiana.
La distancia fue difícil, pero con la expectativa de nuestro reencuentro aproximándose, se hacía más fácil.
Hasta que el padre de Sam murió.
Sam callo en una depresión que nos asustó mucho a todos.
Y todo cambio.
Mateo y yo decidimos desde el principio, que no íbamos a permitir que nuestros amigos interfieran en nuestra relación. Por eso les contábamos solo lo necesario.
Nuestros planes de vivir juntos en Australia era algo que manteníamos entre los dos.
Y por eso cuando Sam comenzó a hacer planes del cómo íbamos a estudiar los cuatro juntos en la misma universidad, no me atreví a romper su burbuja.
Paso horas buscando un lugar que ofreciera algo que nos gustara a todos, y así fue que dio con la INEMM.
No tenían cine entre sus programas de pregrado, pero si Comunicación Audiovisual y eso se asemejaba bastante. Además, ella estudiaría Comunicación Social y podríamos ver algunas materias juntas. Toda la emoción de planificar nuestro futuro la ayudaba a olvidarse del dolor que le producía la muerte de su padre. Aunque al día siguiente, todos deducíamos, cuando la veíamos con los ojos hinchados, que, en la noche, la tristeza la consumía en sus sueños.
Luego, cuando no pudo evadir más el dolor, comenzaron los episodios.
No comía.
No dormía.
Se encerraba en su habitación durante días.
Y no hubo poder humano que la convenciera de asistir a un psicólogo.
Su madre, en condición de doctora, consulto con un colega psiquiatra y le recetaron unos medicamentos que la ayudaron a salir del hoyo.
Pero seguía mal. Su actitud hacia la vida cambio por completo, y el miedo a perder a un ser querido, se convirtió en un espíritu maligno que comenzó a vivir a través de ella.
—Tal vez pueda comenzar la universidad acá y luego pedir un intercambio. —le dije a Mateo en una de nuestras citas por videollamada.
—¿Estás hablando en serio? —Su voz era cansada.
Llevábamos semanas discutiéndolo.
Al principio le prometí que iba a encontrar el momento correcto para hablar con Sam de nuestros planes. Pero ese momento nunca llego.
—Cariño yo no puedo solo irme y dejarla así.
—Pero faltan meses para que terminen la prepa, esperemos un poco más.
—Sabes que los trámites universitarios deben hacerse con tiempo. Sobre todo, si vas a estudiar en el extranjero. Para ti no fue difícil porque naciste en Australia. Pero yo no.
—No puedo creer, que de verdad no vayas a venir.
—Si voy a ir. Solo voy a tardarme un poco más.
—¿Y cuanto es un poco más Ivana? —la frustración de mi novio me causaba tanto dolor, que cada vez que hablábamos terminaba llorando—. Tu misma lo dijiste. Si Sam no acepta ir a un psicólogo, tal vez no mejore nunca. Sabes que también la quiero y me duele que esté pasando por algo tan horrible, pero tú eres su amiga, no su madre. No tienes ninguna responsabilidad con ella.
—Amor…
—No, estoy cansado, mejor hablamos luego, aquí ya esta tarde y mañana debo madrugar.
Y así era cada vez. Alguno de los dos se molestaba y colgaba la llamada.
Las peleas solo empeoraron, y ya Sam no era la excusa.
Cualquier cosa hacía que alguno de los dos explotara. “Me dejaste en visto”, “no me llamaste” y escenas de celos tontas por fotos sacadas de contexto, eran algunas de las razones para comenzar una discusión. Hasta que una vez llorando le confesé que mi peor miedo se estaba volviendo realidad, me estaba quedando sin novio y sin amigo. Lo iba a perder.
Él se sentía igual y decidimos que antes de hacernos más daño lo mejor era terminar y darle tiempo al tiempo.
Fue terriblemente doloroso. Nunca nada en la vida me había hecho sentir así. Todas las noches lloraba, soñaba que lo seguía y cada vez que lo alcanzaba se me volvía a escapar. El dolor emocional transmutó al físico. Migrañas horribles, gastritis y espasmos musculares, eran algunos de los síntomas que me producía el estrés al que estaba sometida. Juan y Dilan me ayudaron a superarlo. Sam estaba tan sumergida en su propio dolor, que ni siquiera se enteró.
Mateo y yo intentamos recuperar nuestra amistad. Al principio recibía mensajes generales, me contaba cómo iba su trabajo y su estudio, me enviaba fotos que tomaba cuando iba a bucear. Pero cada vez eso mensajes fueron menos. Me di cuenta de que ya no hablaba ni con Juan ni con Sam, hasta que al final solo se comunicaba con Dilan.
Se excusaba en que estaba muy ocupado. Pero yo me había vuelto una enferma de las redes sociales. Descubrí que su “apretada agenda” se debía a sus nuevos amigos, pero, sobre todo, a una hija de Afrodita, de cabello oscuro, piel perfecta y bronceada, y ojos claros. Ella interactuaba con todas las publicaciones que él hacía, dándole me gusta y dejando algún comentario.
Aunque todo parecía muy amistoso, no podía dejar de pensar que ella tenía todo para enamorar a Mateo. Era hermosa, divertida, tenía una vida perfecta —aunque en Instagram todas las vidas son así—, pero lo más importante, es que ella estaba cerca de él y muy poco tiempo después, descubrí que tan cerca.
Debido a que no me atrevía a darle follow, en ninguna de sus redes sociales, me acostumbre a buscar su perfil, para actualizarme sobre la vida de Mateo.
Con él, solo hablamos atreves de Dilan y no decía mucho en realidad. Pero ella, publicaba cada detalle de su vida y como mi exnovio era parte activa de ella podía enterarme de algunas cosas que jamás él me hubiera contado.
La sorpresa de mi vida me la llevé, cuando publico una foto con Mateo besando su mejilla mientras ella sonreía feliz. En el estado solo decía “Love is in the air” y mi corazón se rompió.
Quería llamarlo y pedirle una explicación, pero ¿qué derecho tenía? Ya no éramos nada.
Además, mi intención de hablarle, solo sirvió para darme cuenta de que me había bloqueado en todas sus redes sociales. Me saco por completo de su vida. Incluso advirtió a su nueva novia y ella también se aseguró de que yo no tuviera ningún tipo de información, porque de igual forma, me bloqueo.
Me vi tentada más de una vez a abrir una cuenta falsa para poder stalkearlos, pero Juan me lo impidió, me ayudo a entender que solo me iba a hacer más daño y ya era suficiente.
Y luego… llego Simón.
Tuve mi primera vez con él para vengarme de Mateo.
Me creí enamorada de Simón
Pensé que había superado a Mateo.
No deje de cometer un error tras otro.
Simón sé que cogió a otra en mis narices.
Pero…
Aprendí de mis errores. Me levanté. Resurgí de las cenizas. Y estoy en mi mejor momento, intentando disfrutar mi vida al máximo.
Y no voy a permitir que mi pasado vuelva a hundirme en el hueco del que tanto me costó salir.
Yo:
¡Me importa una mierda si vuelve! Yo no tengo nada que decirle.
Le envió el mensaje a Dilan y espero que me entienda y no intente hacerme cambiar de opinión, porque si eso pasa, se me va a salir el Ferrer y no me va a importar perder al único amigo que me queda.