Capítulo 12
1072palabras
2022-08-03 05:53
Sentí que alguien acariciaba mi cabello y me dio escalofrío. La sensación me hizo mover un poco, pero estaba tan cómoda que lo ignore. Me encontraba aferrada a un cuerpo, de la misma forma en cómo me aferraba a mis almohadas a la hora de dormir, con una entre mis brazos y la otra entre mis piernas.
Tarde unos cuantos segundos en entender que dicho cuerpo no podía pertenecer a Sam.
Mi amiga no era tan grande. Pero fue el olor de su colonia, lo que hizo que terminara de abrir los ojos y confirmar que estaba aferrada como una garrapata a Mateo, y él, de igual forma me abrazaba con todo su cuerpo mientras acariciaba mi cabello.

Si hubiera sido cualquier otro de mis amigos, me hubiera apartado, pero no lo hice. Todo se sentía tan correcto que no pensé en nada más y solo disfruté el momento.
Acaricie su rostro para que abriera los ojos, sabía que estaba despierto. A pesar de la oscuridad, podría ver perfectamente su cara. Estábamos tan cerca y cómodos que despertarnos solo hizo nuestro abrazo más profundo.
—Ya todos se fueron. Si quieres nos podemos ir a casa. —me dijo en un susurro.
—No puedo dejar a Sam aquí.
Mi amiga seguía profundamente dormida al otro lado.
—Entonces me quedo contigo.

Moví mi rostro tan solo un poco para mirarlo mejor. Pero nuestros labios se rozaron y fue imposible detener lo que paso a continuación.
Nos besamos por primera vez. En muchas ocasiones estuvimos a punto de hacerlo, pero yo me la ingeniaba para evitarlo. No quería que mi relación con Mateo fuera un fracaso, lo amaba,
de eso estaba segura, y si las cosas no funcionaban, no solo iba a perder a mi novio, Iba a perder a mi mejor amigo. Pero las ganas de estar juntos solo se acumularon, y por eso, un simple roce de labios desencadeno una sesión de sexo con ropa, en la cama de Dilan y con Sam acostada al otro lado.
Al principio fuimos muy torpes, pues ninguno de los dos tenía experiencia en el tema.

El beso se fue volviendo intenso y sentía las consecuencias en todo el cuerpo, Sus manos eran tímidas y solo acariciaban mi cintura. Pero poco a poco tomaron confianza y se deslizó bajo mi blusa. Subió despacio hasta llegar a mi pecho y comenzó a acariciarme sobre el sostén.
Estaba muy nerviosa. A pesar de que ya había tenido unos cuantos besos apasionados, nunca nadie me había tocado así. Pero Mateo se sentía casa vez más seguro, y en un movimiento, paso de estar a mi lado a estar sobre mí. Abandono mis labios y comenzó a besar mi cuello bajando hasta mi escote. Con su mano, movió mi blusa junto con la copa del bra, solo lo necesario para dejar uno de mis pechos al descubierto. Jugo con mi pezón hasta que mis nervios desaparecieron. Sentía como su miembro crecía bajo sus pantalones y sé acercaba más a mi entrepierna para que el roce nos diera placer a ambos.
Cuando lo sentí tan erecto y dispuesto a desnudarme, el miedo me golpeo como un choque eléctrico y le tuve que pedir que se detuviera.
—No podemos hacerlo.
—¿Qué? —Mateo aún seguía embriagado por la pasión del momento.
—No aquí. No ahora. Sam está en esta misma cama. —Todo lo que decía sonaba a una excusa barata. Todo para no confesarle que no estaba lista. Pero Mateo no era cualquier chico, Él me conocía desde los tres años.
—¿Y si esta no fuera la cama de Dilan? ¿Y si Sam no estuviera aquí? —Me lo dijo muy despacio. No era un reproche por no querer acostarme con él, Era una petición a que fuera sincera.
—No estoy lista —reconocí agachando la mirada.
—Oye, mírame —tomo mi rostro en sus manos y me obligo a verlo—. No tienes nada de qué preocuparte o avergonzarte. Esto va a pasar cuando tú quieras. Yo te amo y lo único que quiero es que dejemos de negar lo que sentimos, y estemos juntos.
—Pero… —su declaración de amor no me tomo por sorpresa, yo también lo amaba, de lo que no estaba segura era de comenzar una relación.
—Pero nada. Hemos estado sin estar durante mucho tiempo. Sé que no lo hemos hablado, pero es más que evidente. Desde hace tiempo dejamos de ser solo amigos y ya es hora de que sea oficial. No quiero seguir viendo como los demás chicos intentan acercarse a ti. Eso me está matando de celos Iv —recordé que esa noche un par de amigos de Dilan me invitaron a bailar y me pidieron el número del móvil delante de Mateo— Quiero que estemos juntos y que todos sepan que somos una pareja.
—Mateo yo…
—Sé que somos amigos, y que no quieres que nuestra relación se arruine, créeme, yo también lo he pensado, pero no tiene que ser así. Juntos vamos a hacer que funciones. Aunque, si me lo he imaginado todo y no quieres estar conmigo, dímelo, te prometo que lo voy a entender, pero no me tengas así, sin saber que suelo estoy pisando.
Su rostro se descompuso con la última frase y a mí se rompió el corazón al ver su sufrimiento.
Estar en el limbo, es una sensación horrible. Yo lo sabía más que nadie y el alma se me arrugo al pensar que le estaba causando ese tipo de dolor al amor de mi vida.
Porque eso era Mateo.
El amor de mi vida.
La respuesta a su pregunta decidí dársela con un beso. Yo también lo amaba y aunque estar justos me daba mucho miedo porque sabía que si las cosas no salían bien la recuperación iba a ser imposible. La idea de perderlo dolía aún más.
Pasaron los días, las semanas, los meses, y el miedo a que las cosas no funcionaran desapareció.
Todo era… simplemente perfecto.
Nuestras familias lo aceptaron.
Nuestros amigos dijeron que ya era hora. Cosa que nos causó mucha gracia porque era a lo que más le temíamos.
Intentamos tener relaciones algunas veces, pero yo seguía sin estar lista y él lo comprendo.
Fueron los mejores meses.
Todas las heridas del pasado, cicatrizaron y se borraron.
Con Mateo a mi lado, me sentía feliz. Completamente feliz.
Pero como Alex bien lo dijo el día en que nos conocíamos.
Nada dura para siempre.
Ni siquiera los momentos de dicha.