Capítulo 57
2030palabras
2022-08-28 00:00
Los eventos relatados por Levi.
Aproximadamente dos horas después, y luego de un festival de sangre colapsado, me encontraba de pie, junto al capo de la droga golpeado la fortaleza de los vampiros. Definitivamente, mi lobo detestaba tener que caminar detrás de ese pedazo de mi****, pero si eso significaba recuperar a Dina, no me importaban sus sentimientos heridos. Lo único que en ese momento odiaba tanto como mi lobo, era la placa que tenía que llevar, algo que los vampiros usaban para sus "mascotas", o como nos gustaba llamarlos: "luncheras andantes".
Entonces, tragué y traté de evitar que mis dedos con comezón me la arrancaran. De hecho, tenía que ser gris, con un toque plateado, lo suficiente para engañar a la recepcionista, pero no para debilitar a mi lobo. Inevitablemente, abrazaba mi garganta como una segunda piel y era incómoda como el infierno, como si una inminente amenaza de asfixia estuviera constantemente en el aire.
¡Y pensar que algunas personas la llevaban voluntariamente...!
—Marco Grove aquí para ver al Rey Lucian —dijo con voz temblorosa. En ese momento, tuve que tragarme un gruñido. Él nos prometió que cooperaría si le perdonábamos la vida y la de su "amada", como compañeros pero en términos vampíricos. El resto de su clan estaba muerto. Estuve de acuerdo en un término, él no me llamaría "perro" mientras llevara una placa. Ya era demasiado lo que mi lobo estaba soportando, y no creo que hubiera resistido a que él también lo insultara.
—No permitimos perros sin bozales —frunció el ceño la recepcionista, recorriéndome con su mirada.
—¡Será mejor que corrija eso! —mi lobo comenzó a gruñir, tratando de destruir la barrera mental que me impedía derribarlo. Estaba furioso y quería sangre, por lo que intenté cerrar los ojos y pensar en Dina. Esto era para ella, por lo que no tuvo más remedio que ignorarlo, al menos por el momento...
—Está bien entrenado, no necesita un bozal —Marco sonrió y se volvió hacia mí— ¡Siéntate!
¡Pensé que iba a morir en ese instante! Desafortunadamente, no tenía más opción que apretar los dientes, mientras luchaba contra mi lobo.
¡Mátalo! ¡Mátalo! ¡Mátalo AHORA!
A continuación, me puse de rodillas, mi lobo estaba absolutamente furioso y, para ser honesto, jamás me había sentido tan en sintonía con la ira de mi bestia. En ese preciso instante, comencé a sentir como si mi corazón estuviera oprimiendo mi pecho y mi respiración se hubiera vuelto lenta y controlada. Además, me zumbaban los oídos, por lo que casi me pierdo el resto de la conversación.
—¿Los está esperando? —preguntó la recepcionista, mientras se reía al vernos de rodillas. Por lo cierto, ella no debería haber hecho eso.
¡Mátala! ¡Mátala! ¡Mátala AHORA!
¡Todavía no! Le advertí a mi lobo, percibiendo que mis ojos habían comenzado a cambiar lenta, pero seguramente. A este ritmo, toda mi manada sabría mi secreto a la mañana siguiente. ¿Si me importaba? ¡Por ahora no ...! Aunque tendría que cruzar aquel puente cuando llegara el momento indicado.
—N...no —soltó el idiota tartamudo, y mentalmente gemí. ¡Aquel calvo estaba actuando de forma más sospechosa que si hubiera llevado un cartel!—. P... pero es urgente que yo... yo lo vea de inmediato.
Afortunadamente, la recepcionista no pareció darse cuenta y comenzó a tocar la pantalla, y como sospechaba, se requería una doble biofirma para obtener acceso.
—Aquí tienes…
De repente, salté de mi posición arrodillada e instantáneamente maté a la recepcionista. Luego, me volví hacia las pantallas frente mío y con un pequeño dispositivo que yo mismo había diseñado, hackeé su sistema, pasando por alto sus alarmas y medidas de seguridad.
—¡Vamos todos, vengan y entren aquí! —Gruñí a través del enlace mental, y, repentinamente, los lobos invadieron el vestíbulo, mientras yo continuaba abriéndome camino hacia su fortaleza. Como sospechaba, su red de seguridad constaban con dos sistemas operativos separados, por lo que una vez que llegáramos al sótano y a la guarida de los vampiros, serían alertados de nuestra presencia.
Lo, que por supuesto, yo ya tenía en cuenta, por lo que me conecté mentalmente con mis generales, informándoles de mis hallazgos y qué curso de acción tomaríamos. De inmediato, todos ocuparon sus lugares asignados y comenzaron a trabajar. Luego, quité el dispositivo y tomé la tarjeta de acceso que ahora actuaba como llave maestra para todo lo podría llegar a encontrar en ese nivel.
¡Es hora de ir por Dina! Pero primero…
En tanto, miré a Marco a los ojos, quien se volvió absolutamente pálido al instante, mientras me acercaba a él como el depredador que era.
—Tú... tú dijiste... —tartamudeó de nuevo. Y luego lo maté.
—Yo te lo advertí —me burlé, dejando caer su cabeza en el suelo— ¡Soy un lobo no un maldito perro!
De prisa, me dirigí al ascensor junto con Rita y el resto de los guerreros. A continuación, pasé la tarjeta y el panel se iluminó con un nuevo conjunto de números, que nos llevarían a las profundidades del subsuelo. Finalmente, presioné un botón que decía "vestíbulo principal".
¡Definitivamente, un buen lugar para comenzar con nuestro plan!
En ese instante, enlacé mentalmente aquella decisión a mis guerreros, haciéndoles saber dónde creía que se encontraba ese nivel, para que pudieran hacer lo que les había asignado.
Ciertamente, estaba tan concentrado en aquella misión, que recién cuando mi lobo comenzó a gruñir, me di cuenta de que Rita me estaba recorriendo con su mirada.
—¿Qué? —Le pregunté, con un poco más de rudeza de lo que pretendía, aunque Rita permaneció imperturbable, entrecerrándome los ojos.
—¿Me imagino que no esperaras que Dina lave eso? —respondió, señalando mi camisa. De prisa, incline la mirada y pude observar sangre cubriendo la mayor parte de la tela negra. Y, luego, percibí una sonrisa a mis espaldas, aunque la guerrera rápidamente bajó los ojos, cuando se encontró con mi mirada. Yo no estaba de humor, sin embargo, pude advertir lo gracioso de aquella situación. Supongo que Dina tenía razón en eso, no había manera, de que alguna vez olvidáramos el hecho de que me había emparejado con mi doncella...
Enseguida, puse los ojos en blanco y dejé que hiciera lo que quisiera para escapar de la tensión. Estaba seguro, que jamás me arrepentiría de mi decisión de haber escogido a Dina como mi pareja. Incluso ahora, sabiendo lo que en realidad era, iba a luchar por ella y aunque hubiera cosas que todavía no encajaban, de todos modos, sabía que la resolveríamos juntos.
De repente, al observarla de reojo, noté que, Rita tenía problemas con el arma que le había dado. Era una simple Mágnum calibre 45 de mano. En efecto, sabía que en cierto sentido era demasiado para ella, pero no quería correr el riesgo de darle algo más pequeño. Necesitaba saber que, sin importar lo que se interpusiera en su camino, podría matarlo o al menos inmovilizarlo. Además, había asignado cuatro guardias para que la mantuvieran a salvo, pero en verdad, habíamos comenzado una guerra, así que, de todos modos no me arriesgaría. Seguramente, Mick me patearía el trasero si permitía que algo le pasara a su compañera, mientras él permanecía encerrado.
Rápidamente, me incliné y empujé el pasador de seguridad, y al instante, ella se sonrojó por haber cometido un error de novata.
—Por favor, no le digas a Michael —susurró, e inmediatamente sonreí. Dudo mucho que alguien lo encontrara divertido, pero más entretenido era el hecho de que ella pensara que podría llegar a contárselo
—Sin promesas —me reí antes de lanzar otra mirada al panel.
¡Ya casi llegamos!
Una vez que salimos, gruñí una vez más a través del enlace mental —¡Localicen a Beta Danvers y a mi compañera! ¡Maten a todo lo que se mueva o no se rinda!
Seguidamente, Un "¡Sí, Alfa!" Resonó en mi mente.
De pronto, fui golpeado por una ola de inquietud y angustia, como si estuviera a punto de enfermarme ¿Estaría nervioso? Entonces olfateé el aire, advirtiendo que estaba saturado de vampiros y plata, listo para saludarnos.
—¡Escudos al frente! —Ordené y lobos los colocaron en su lugar.
—¡Levi!
De hecho, mi nombre comenzó a resonar en mi cabeza. La voz estaba llena de pánico y miedo.
—¿Dónde demonios estás? ¡Te necesito!
¡Era Dina!
Indudablemente, un oleaje de emociones se precipitó a través de mi cuerpo. Me sentía aliviado de poder sentir y conectar con mi pareja, aunque inquieto y preocupado por lo que le estaba pasando. Y luego me invadió la rabia, ante cualquiera que se hubiera atrevido a ponerla en peligro.
No te preocupes mi amor, la arrullé, sintiendo la angustia y el dolor en el que se encontraba. ¡Voy en camino!
Instantáneamente, sentí que la conexión con mi pareja fortalecía nuestro vínculo y resolución. En realidad, me abrió la mente para hacer lo que fuera necesario, luchar, recuperarla, incluso si eso significaba destrozar aquel complejo ladrillo por ladrillo, estaba decidido a recuperar a mi pareja.
—¡Todo el mundo! Retumbé a través del enlace mental. ¡Apéguense al plan! ¡Manténganse abajo y protegidos!
—¡SÍ ALFA! —Contestaron fuerte y claro.
—Dame el arma grande —le hice un gesto al lobo detrás mío, y me entregó el artefacto más grande que había traído.
—¿Una bazuca? —Rita exclamó en estado de shock, al reconocer aquel gran misil de mano.
—¿No le digas a Dina? —Sonreí cuando capté la mirada de Rita. ¿Qué? ¿Pensaba que solo las mujeres eran sometidas a un entrenamiento intenso para convertirse en líderes? ¿Qué porque había derrotado a un forastero, no me habían sometido a duras pruebas, preparándome para situaciones como esta? Cuando me gané mi derecho como Alfa, lo hice en el sentido literal de la palabra...
En ese preciso instante, respiré para calmarme y esperé la apertura. En el momento, en que las puertas del elevador se abrieron a tan solo una pulgada de distancia, los disparos comenzaron a llover sobre nosotros. Mis lobos se refugiaron detrás de los escudos, esperando mi señal. Me mantuve firme, sintiendo que una de las balas casi me roza, ya que estaba expuesto en su mayor parte.
Entonces, la puerta se abrió por completo...
—¡AHORA!
Rápidamente, disparé la bazuca y explotó en medio de los disparos, lo que les dio tiempo a mis hombres para recurrir a granadas y bombas de gas. Y mientras los vampiros se mantenían ocupados con nosotros, el resto de los guerreros se escabulló por las rejillas de ventilación, atacando por la espalda.
En verdad, no teníamos tiempo para comenzar una guerra con todo el clan, solo necesitábamos un líder, un pequeño número de guerreros infiltrados y el resto de mi ejército listo para asaltar y acabar con todo lo que había quedado atrás. Era la forma de guerra más antigua y simple, pero la más eficiente.
¡El Caballo de Troya!
Por lo cierto, mi lobo no tardó mucho en rogar por el control y felizmente se lo concedí. Él no se transformó, pero como una bestia salvaje atravesó la horda de vampiros que venían en tropel hacia nosotros. La única vez que se detuvo y miró a su alrededor fue para asegurarse de que la pareja de su hermano estuviera protegida como yo le había ordenado. Pero para ser honesto, ella se defendió con creces y se veía absolutamente atemorizante con una pistola cargada de balas de plata.
Justo en ese momento, destrocé la cara de un vampiro sin nombre y continué buscando a mi pareja. Definitivamente, aquel complejo parecía una base militar de Resident Evil, con una gran cantidad de paneles a pruebas de balas, paredes de concreto, descansos sobre el área principal de operaciones y una sala de control, aunque no tenía idea para qué serviría.
Nuevamente, una bala rozó mi cuello y rápidamente me giré para encarar al tirador, pero cuando estaba a punto de lanzarme hacia él, y tomarlo del cuello, listo para arrancarlo de su horrible trasero se escuchó...
—¡Alfa Stone!
Casi sin dudarlo, me volteé, y mis ojos encontraron de inmediato el origen de aquella voz, por lo que un fuerte rugido surgió de mi pecho. ¡En una de las plataformas elevadas de la sala, estaba mi compañera en los brazos de aquel monstruo!
La habitación, de pronto, quedó en silencio.
—¡Creo que tengo algo tuyo!