Capítulo 56
1985palabras
2022-08-27 00:00
Varias horas antes.
Los eventos relatados por Levi.
El plan era bastante simple, encontrar a Dina, patear a Mick en las bo** y matar a quien se interpusiera en nuestro camino.

El rastreador, afortunadamente, reconoció su olor en la Ciudad y localizó el edificio. Una fortaleza típica de vampiros: una enorme construcción en forma de torre con muchos empleadores humanos de comida rápida, que se extendía tanto en el subsuelo, como en los pisos superiores.
Inmediatamente, inspeccioné el edificio con un par de mis mejores guerreros, que en términos humanos serían mis generales. Mientras tanto, discutíamos el ataque, obviamente estaban entrenados para lidiar con este tipo de situaciones, por lo que esto no era más que un paseo por el parque para ellos, hasta que uno de mis hombres señaló un problema evidente.
—No podrás entrar, a menos que seas un vampiro, Alfa —dijo y rápidamente gruñí por lo bajo, por lo que volví a tomar mis binoculares para observar a la gente que entraba y salía de aquel edificio. Su sistema de seguridad era avanzado, sin mencionar que probablemente había alguna firma biológica para acceder a los niveles inferiores.
Inevitablemente, no pude evitar fruncir el ceño.
En cualquier otro momento, me hubiera arriesgado y hubiera escogido a cualquier vampiro para ver si eso me otorgaba el acceso que necesitaba. Pero conocía lo suficiente al el Rey Lucian para dar por hecho algo tan sencillo. No había vivido durante cientos de años tan solo porque era un idiota. La paranoia lo había mantenido con vida hasta que se volvió lo suficientemente poderoso como para rodearse de algunos de los subordinados más temidos y poderosos que había podido conseguir.
En definitiva, necesitaba a alguien que conociera a Lucian y que pudiera hacerme entrar. Y desafortunadamente, sabía quien podía ser esa persona...

—Conozco una manera de entrar —murmuré y conecté mentalmente a los guerreros para que se colocaran en posición y estuvieran listos para atacar, una vez que volviéramos. Dejé el puesto y regresé al auto con Rita, que me seguía de cerca, junto con sus dos guardaespaldas. ¿Qué? ¡Sí, la compañera de mi hermano! ¡No estaba dispuesto a correr el riesgo de que ella saliera lastimada porque de seguro que no se iba a quedar sentada en casa esperando de brazos cruzados como la esposa de un buen pastor.
—¿Conoces a un vampiro? —Rita preguntó asombrada. Los guardias no dijeron nada, pero noté el cruce de sus miradas.
—Algo así —gemí, sin ganas de realizar este viaje por el camino de la memoria, aunque de todos modos tenía que hacerlo, y ya había perdido suficiente tiempo.
Una vez que el sol se puso, tomé el volante, tratando de mantener mi lobo bajo control. Y aunque hasta el momento, podía dominarlo, la rabia todavía resultaba tentadora para digerir. Definitivamente, la paciencia no era su punto fuerte y quería destrozar a alguien ¡Ya! Preferentemente al propio Lucian ...

A continuación, estacioné el coche cerca de la entrada al túnel subterráneo y les pedí que esperaran mientras salía. Pero, como era de esperar, Rita ya estaba a mi lado, antes de que pudiera darme vuelta. Su mirada obstinada y sus brazos cruzados me provocaron a desafiarla, por lo que respiré hondo y traté de contar las razones por las que no debía matarla.
¡Y llegué a dos!
En verdad, los había conducido a un lugar de mi pasado del que no estaba muy orgulloso. Mi hombre Lobo había venido aquí a drogarse con sangre de vampiro y, considerando que había sido adicto a esa mie**, estaba más que ansioso por regresar.
Pero esta vez lo necesitaba para Dina.
Su jefe, un capo de la droga vampiro italiano, estaba dentro del círculo cerrado de vampiros con el que Lucian se asociaba. Lo sabía porque a veces los había visto juntos mientras esperaba mi dosis. Él era mi única oportunidad de entrar, sin haberles declarado primero una guerra total.
En tanto, caminé hasta la entrada, escondiéndome de cualquier rayo de sol, y llamé a la puerta, una vez, tres veces, y una vez más. Entonces esperé, en el lugar, deseando que el código de entrada no hubiera cambiado desde la última vez que había estado allí...
—¿Qué es este lugar? —Rita hizo la pregunta que los demás no se habían atrevido a sugerir, con cierto tono de ansiedad en su voz, lo que indicaba que estaba tratando de ocultar, la manera en que sus dientes rechinaban de miedo.
—Es un club de sangre —respondí brevemente. Odiaba admitirlo, pero me sentía absolutamente nervioso. Mi corazón estaba completamente acelerado y mis palmas habían comenzado a sudar. Me invadían preguntas como: ¿Y si se habían mudado? ¿Y si el código era diferente? ¿Y si hubieran matado a Marco y alguien más se hubiera hecho cargo? En ese momento, no pude evitar golpear mis pies con inquietud.
¡Necesitaba ir hasta allí para continuar con el plan y debía hacerlo por Dina!
—¿Por qué...? —Rita comenzó a preguntar, pero la mirada que le disparé la silenció al instante, por lo que enseguida inclinó su mirada y permaneció callada. En tanto, dejé que mis ojos la recorrieran, era delgada y no tenía muchos músculos, pero con el entrenamiento adecuado, no tenía ninguna duda de que sería una excelente luchadora, incluso usando su tamaño a su favor. Sin embargo, no podía estimar su estado mental, tan solo con lo que conocía de su vida hasta ahora, ¿Podría siquiera manejar lo que estaba a punto de enfrentar? Sin dudas, apreté los dientes. ¡Ella no debería estar allí! Ese lugar no era para alguien como ella; ¡Diablos, aquel lugar no era para nadie, especialmente un hombre lobo!
Mick iba a matarme cuando se enterara...
Estaba a punto de derribar la puerta cuando la pequeña escotilla se abrió y aparecieron un par de ojos, provocando que los lobos detrás mío abrieran los suyos con sorpresa.
—¿Quién está ahí? —preguntó aquella profunda voz detrás de la puerta.
—Dile a Marco Grove que Levi Stone está aquí para verlo —respondí en un tono neutral, tratando de ignorar la reacción de los miembros de mi manada. De repente, la escotilla se cerró y un segundo después se abrió la puerta y el vampiro en la entrada se rio maliciosamente.
—Bienvenido de nuevo, Señor Stone —sonrió. Sí, ríete todo lo que quieras, pensé para mis adentros sintiendo que mi sonrisa de lobo era igual de astuta—. El portero era Maria Grove, el hermano de Marco. El hombre que necesitaba en ese momento, se encontraba en ese lugar y pude gritar de alivio.
Luego, caminé detrás de Maria por un pasillo oscuro, que se abría camino hacia unas escaleras, una que conducía a las oficinas del siguiente nivel, y la otra que llevaba a la planta baja del propio club.
Seguidamente, observé a la multitud, la música me lastimaba los oídos, pero a los lobos y vampiros no parecía importarles. El hedor a sudor, sangre y vómito atropelló mis sentidos y sentí una necesidad abrumadora de darme la vuelta e irme. Mi lobo gimió, recordándome como había estado encerrado en mi conciencia durante días en aquel momento, solo para regresar débil y dolorido. Todavía hasta el día de hoy, eso todavía lo asustaba, aunque hubiera traído recuerdos felices a mi mente, de cuando era despreocupado y feliz...
¡Mentira! ¡Todo eso era falso!
Rápidamente, tranquilicé a mi lobo, y le recordé la promesa que le habíamos hecho a la tía Sally, acerca de nuestro futuro con Dina, aunque eso no encajaba en todo esto, pero logró calmarlo y su centro de atención volvió a la ira, que, definitivamente, alimentaría mis acciones aquella noche. De pronto, aparté los ojos de aquella escena y continué tras Maria...
—Oh mi...! —De repente, sonó detrás mío, me di la vuelta y noté una mirada horrible en el rostro de Rita. ¡Aquellos dos guerreros no eran los mejores! Sí se habían preparado para lo peor, esto había superado sus expectativas.
—¡Ignóralos! —Gruñí, volviendo su atención hacia mí— ¡Es su elección! ¡No tiene por qué preocuparnos!
—¿Cómo puedes decir eso? —expresó Rita, pero eso fue más que suficiente para empujar a mi lobo al límite, por lo que me elevé sobre ella en cuestión de segundos, empujándola contra la pared y mi mano amenazó con cortarle el suministro de aire si me desafiaba de nuevo.
—No puedes ayudar a las personas que no quieren ser salvadas —dije entre dientes, y mi porte de alfa fue lo suficiente como para sofocarla, e hice que los dos guardias bajaran la cabeza en señal de sumisión—. Y necesito salvar a mi compañera y mi hermano. ¿Puedes concentrarte en eso? ¿O preferirías que te envíe a casa?
Rápidamente, ella sacudió la cabeza y la solté. Aunque pude notar que aún me desafiaba con sus ojos, pero fue lo suficientemente inteligente como para guardar silencio después de eso. Bien. ¡Era mentalmente fuerte! Casi podía sonreírle a mi Beta Hembra.
Sin embargo, percibí algunas miradas en el resto de los guerreros, pero nadie dijo nada. Y si alguien llegaba a hacerlo, tenía maneras de silenciarlos, aunque no tenía tiempo para ocuparme de aquellas preocupaciones. Necesitaba a mi compañera de vuelta.
Eso era lo único que importaba en aquel momento.
A continuación, Maria abrió una puerta que conducía a una amplia oficina, con una pared de vidrio, que brindaba una vista perfecta de las "actividades" del club en la planta baja, y que afortunadamente, no permitía que entrara ni el ruido ni el hedor, lo cual fue una especie de alivio, aunque no planeaba quedarme por demasiado tiempo.
—Levi Stone —exclamó Marco en un tono demasiado amistoso, levantándose de su silla para encontrarse conmigo. Era aproximadamente una pulgada más bajo que yo y, como la mayoría de los vampiros, tenía una constitución delgada. Estaba deteriorado, un tema que odiaba que le recordaran, pero era un verdadero italiano de corazón. Así que, por supuesto, me vería envuelto en un incómodo abrazo de oso, que odiaba con pasión. ¡A menos que fuera Dina envolviéndome con sus brazos, quería matarlo!
—No te he visto por un tiempo ¿Quieres lo mismo de siempre?
¿Me estaba preguntando si yo quería lo mismo de siempre? Mentalmente me encogí. ¿No me diga que se había acordado?
Mi lobo gruñó y devolvió mi atención a donde se suponía que debía estar.
—No, gracias —respondí en un tono frío y crucé los brazos sobre mi pecho—. Necesito que me lleves con el Rey Lucian.
Por lo cierto, el vampiro me miró por un rato, parpadeando sin parar y casi sin poder ocultar la sorpresa que sentía, empezó a reír. Unos cuantos gruñidos al principio, hasta que luego se convirtieron en un estallido de carcajadas, mientras sus lacayos seguían su ejemplo. Mentalmente, me sentí incómodo ante su teatralidad y reprimí un gruñido.
Definitivamente, no tenía tiempo para eso...
—¿Te han crecido las pel*** de repente? —Marco preguntó mientras la risa se apagaba lentamente ¿Estás desafiando al Rey mismo?
—Él fue quien empezó todo, y yo solo lo estoy terminando —respondí indiferente cerrando mis ojos junto con los suyos—. Mueve tu trasero…
—¡No, ah! Te olvidas de algo, Levi —me interrumpió con una sonrisa siniestra, moviendo un dedo frente a mi cara—. No soy uno de tus perros a los que puedas mandar.
En aquel momento, no pude evitar suspirar, y eché la cabeza para atrás.
¡Yo no…!
"¡Dame el control!"
¿Mmm? ¿Mi lobo acaba de pedir permiso para tomar el control? Más imágenes se amontonaron en mi mente y dejé que tuviera lo que quería. Una sonrisa comenzó a deslizarse por mis labios, aunque finalmente terminó siendo una risa entre dientes. Entonces, Volví a mirar al vampiro y disfruté al ver cómo su rostro blanco se volvía casi transparente por el miedo, al ver que mis ojos ahora estaban más rojos que los suyos...
—Esperaba que te resistieras —le dije contento de que finalmente hubiéramos podido llegar a un acuerdo.