Capítulo 55
2045palabras
2022-08-26 00:00
Los eventos relatados por Dina.
—Tú... —murmuré, incapaz de apartar los ojos de aquel cuerpo sin vida que yacía a mi lado, negándome a aceptar que podía ser verdad— ¿Tú lo mataste? —Le pregunté, mientras levantaba la vista y observaba al vampiro frente mío. Entonces, él me miró y una sonrisa siniestra comenzó a deslizarse por su rostro, aunque en verdad no necesitaba responderme ¡Ya lo sabía …!
—¡¡¡TÚ LO MATASTE!!!

Inmediatamente, me lancé sobre él, deseando arrancarle la garganta, aunque fácilmente anticipó el movimiento, y agarró mis brazos, fijándolos contra mi espalda, para luego empujarme contra la pared. No pude evitar gritar nuevamente, la ira y el dolor recorrían mi cuerpo. ¿Y la peor parte? Mi celo estaba reaccionando a aquel contacto masculino. De hecho, el calor y la sensación de aquel roce calmaron el dolor en mi centro, que permanecía hambriento por más.
—Sí —simplemente murmuró cerca de mi oído y su cálido aliento envío escalofríos por mi espalda— ¡Y mataré a tu precioso alfa con la misma facilidad si no empiezas a cooperar! —De repente, inhaló con fuerza, y una leve risa vibró en su pecho, cuando olió mi excitación en el aire. Aunque estaba muerta de vergüenza, no podía evitar que mi cuerpo reaccionara de ese modo. Y de alguna manera sádica, eso también pareció excitar a mi captor. —Ahora, puede que no tenga un lobo disponible, pero siempre morí por saber si un hombre lobo y un vampiro realmente podrían hacer un híbrido —Rápidamente, me volteó y sentí un terrible dolor en mi espalda, mientras me golpeaba contra la pared, obligándome a presionar mi cuerpo contra el suyo. Luego, sus delgados y fríos dedos tomaron mi barbilla, forzándome a mirar sus repugnantes ojos rojos. —¿Qué tipo de híbrido resultaría, cuando tu sangre es la de un Lobo Huargo?
—¡Estás loco! —gruñí en su cara, tratando de ignorar aquellos escalofríos de placer que me invadían por completo, mientras su cuerpo presionaba al mío, por lo que en ese momento, era absolutamente incapaz de registrar cuáles serían sus planes conmigo.
—Dices loco —reflexionó, y una expresión divertida brilló en sus ojos—. Prefiero que me llames visionario.
A continuación, me tomó del brazo y antes de que pudiera darme cuenta lo que estaba sucediendo, me arrojó sobre su hombro. Grité de dolor y frustración cuando sus largas zancadas nos sacaron de aquella prisión. Definitivamente, luché contra él en cada paso del camino y cuando me di vuelta, todavía podía ver el cuerpo sin vida de Michael mientras los secuaces vampiros lo arrastraban. Sin dudas, me dolía el corazón y mis ojos comenzaron a llenarse de lágrimas.
Él se había ido.

Realmente, se había marchado para siempre...
Entonces, grité fuerte, tratando de luchar contra las drogas en mi sistema, aquel vampiro debajo mío y mi cuerpo que trabajaba en mi contra. Rápidamente, traté de alcanzar a mi lobo, pero no importaba cuánto nos acercáramos el uno al otro, de todos modos se sentía como si estuviéramos a kilómetros de distancia. Quería acurrucarme y llorar de desesperación. Michael ya no estaba más. Mi lobo se había ido. Nunca me sentí tan sola en mi vida...
Pero aquella desesperación pronto se convirtió en ira. ¡No estaba dispuesta a rendirme! ¡Michael no había ofrecido su vida por una Luna débil e inútil! Necesitaba detenerme y pensar. Levi seguramente llegaría en cualquier momento. ¡Lo sé! ¡Podía sentirlo! Lo único que tenía que hacer era buscar una manera de detenerlo por un momento. ¡Tenía que hacer algo para ganar tiempo hasta que él viniera a sacarnos de aquel lugar!
—¿Por qué estás haciendo esto? —Gruñí, golpeando mis puños contra su dura espalda, y en ese preciso instante, oí que se abría una puerta, y de prisa me llevaban a una especie de dormitorio.

—Para volver a poner a los humanos en su lugar —dijo, arrojándome sobre una cama improvisada. En tanto, no perdí ni un segundo de mi tiempo, y enseguida salté tratando de crear la mayor distancia posible con aquel monstruo, aunque él solo observó mis acciones con un brillo divertido en sus ojos, por lo que, inevitablemente, gruñí con enojo.
¿Humanos? ¿En serio? ¿Esto tiene que ver con la ignorancia humana?
—Son solo humanos —gruñí, tratando de hacerme lo más pequeño posible en aquella esquina. —¡No saben lo que hacen!
De pronto, otra ola de calor paralizó mi cuerpo, por lo que suspiré de dolor. ¡Maldita sea, estúpido calor! Mientras aquel bastardo no me tocaba, mi cuerpo se convertía en un volcán carnal de dolor y lujuria, por lo que grité, tratando de empujar todo lo que sentía a un lado, aunque inevitablemente el dolor solamente disminuyó cuando sentí que sus dedos trazaban el contorno de mi mejilla.
—Pero lo hacen, ¿no? —continuó con su habitual voz suave, mientras su cálido aliento me hacía cosquillas en la piel—. Dime —y tomó mi barbilla, obligándome a mirarlo— ¿Por qué deberían gobernar el mundo? ¿Qué bien le hacen a nuestra madre naturaleza, que tanto proclaman cuidar? —luego, me dejó caer bruscamente y volvió a levantarse—. Envenenan nuestros ríos, talan nuestros bosques y contaminan nuestra atmósfera, convirtiendo el único mundo en el que podemos vivir en un terreno estéril —Indudablemente, mi corazón se estremeció, cuando me di cuenta de que se estaba desabrochando los pantalones—. Hubo un tiempo, en el que respetaba a los humanos y pensaba que sus avances eran divertidos y curiosos —continuó mientras se los quitaba y también se sacaba la camisa. En efecto, mis entrañas comenzaron a retorcerse con absoluto terror. ¿Por favor? ¡No! Pero instantáneamente sus palabras resonaron en mi mente, y de repente sus intenciones se volvieron tan claras como la luz del día.
Quería usarme para criar Lobos Huargos...
Seguramente, Dylan lo había convencido de que yo era una especie de lobo legendario, que podía concederle la dominación mundial que tanto anhelaba.
—Pero la codicia los consumió —continuó—, ofreciéndoles nada más que pequeños placeres transitorios sin preocuparse ni tener en cuenta la devastación que dejan atrás. Han perdido de vista lo que realmente importa, ya no les interesa la naturaleza. Ni siquiera se preocupan por el otro, su propia carne y sangre —En tanto, se paró frente a mí en toda su gloria desnuda, por lo que se me nublaron los ojos y apenas pude seguir su contorno— ¡Maldición! Violan, matan, engañan y tienen sexo con todo lo que se les cruza —De repente, estaba justo a mi lado, mientras envolvía la mano alrededor de mi garganta y me obligaba a levantarme del suelo— ¿O me equivoco, mi fiera exótica?
En ese preciso instante, no pude evitar suspirar aturdida, cuando su roce se sintió como fuego en mi piel, mientras presionaba firmemente su cuerpo contra el mío, haciéndome sentir cada centímetro de su piel. Su miembro duro presionaba contra mi abdomen, sin importar cuánto intentara evitarlo, y de pronto, una lágrima traicionera se escapó de mi ojo y corrió por mi mejilla.
—No sientas lástima por ellos, pequeña loba —susurró cerca de mi oído, mordisqueando mi lóbulo—. Matar a lo que temen está en su naturaleza —De pronto, su lengua húmeda y caliente trazó la línea de mi lágrima, por lo que cerré los ojos y reprimí un grito, a medida que él lamía aquel líquido salado. Mientras tanto, mi cuerpo se retorcía en sus manos, tratando desesperadamente de escapar. —Una vez que los gobernemos, ese mismo miedo los obligará a someterse. Dejarán sus armas y se inclinarán ante sus superiores —Enseguida, su mano viajó por la línea de mi gran bata de hospital dando rienda suelta por un momento, antes de que comenzara a viajar nuevamente, aunque esta vez, trazando las líneas de mi cuerpo desnudo, provocándome terribles escalofríos—. La misma naturaleza que los ha mantenido en la cima de la cadena alimenticia durante milenios, será, inevitablemente, testigo de su propia ruina.
A continuación, ahogué otro grito e intenté con todas mis fuerzas, dejar de llorar, y aunque quería pelear con él, mi cuerpo se sentía absolutamente débil. Definitivamente, la necesidad que se acumulaba dentro mío era paralizante y, me gustara o no, su roce atenuaba el dolor, aunque lo hiciera con absoluta vergüenza y repugnancia.
—No… —susurré entre dientes, mientras sus manos se acercaban cada vez más a mi centro, pudiéndolo sentir sonriendo contra mi piel, a medida que me separaba las piernas con absoluta facilidad. Indudablemente, se sentía como si un estallido de dolor e ira me estuviera hirviendo la sangre ¿Por qué? ¿Por qué no podía luchar contra él?
De hecho, mi sexo palpitaba y mi deseo goteaba por mis muslos. No podía evitar que mi cuerpo lo deseara, y el dolor se volvía cada vea más fuerte.. ¡Mi loba estaba aullando por su pareja! Pero él no estaba aquí...
Enseguida, el vampiro inhaló bruscamente, captando mi olor y mi excitación, por lo que mi cuerpo se estremeció por completo, haciendo que mis pelos se erizaran.
—La droga está funcionando bien contigo —sonrió con confianza y metió sus dedos entre mis pliegues húmedos. De prisa, suspiré y aquella sensación envió un escalofrío de disgusto a través de mi cuerpo, mientras que el dolor finalmente disminuyó lo suficiente como para tener un pensamiento coherente. ¡Necesitaba quitármelo de encima! ¡Estaba todo mal! Las cosas se habían puesto realmente difíciles.
En ese preciso instante, grité por Levi, sin saber si alguien me escucharía. ¿Dónde demonios estás? ¡Te necesito!
—Estás tan mojada. Incluso para mí…
Inevitablemente, grité, cuando uno de sus dedos se introdujo dentro mío, aumentando el placer, mientras se movía por dentro, haciéndome llorar de desesperación. En verdad, no podía entenderlo... era como si mi cuerpo lo deseara, pero mi mente no, como si hubiera una diferencia entre lo que mi cuerpo necesitaba y lo que mi mente y mi corazón realmente querían...
"No te preocupes, mi amor."
En ese momento, lloré de alivio, ya que reconocí la voz de Levi en mi cabeza.
"¡Estoy en camino!"
Repentinamente, sentí que su poder, una vez más, fortalecía a mi lobo y mi propia determinación, e inmediatamente dejé escapar un grito de guerrero, y finalmente logré soltar una de mis manos, que hasta ese momento estaban siendo sujetadas por aquel vampiro. No perdí el tiempo, y me dirigí directamente a su rostro, ya que mi papá siempre me decía que fuera por los ojos y así lo hice. Tan fuerte como pude, presioné un dedo en su ojo, antes de que lograra levantarse y agarrarme de nuevo.
En consecuencia, él rugió de dolor, y al instante, dejó mi sexo para tomar nuevamente mi mano, y aunque luché contra él, logró inmovilizarme con absoluta facilidad.
—¿Por qué, pequeña...? —gruñó en mi cara, mientras yo, absolutamente desafiante, me encontré de frente con su mirada. ¡Parecía listo para matar! Mi corazón latía con fuerza contra mis costillas y una intensa sensación de miedo atravesaba mi columna vertebral. ¡Carajo! ¡No iba a quedarme quieta y dejar que me violara!
¡Yo era la maldita Luna de la Manada Lunar Negra! ¡Y, definitivamente, iba a matar a este hijo de pu**, aunque fuera lo último que hiciera!
Por lo cierto, la adrenalina parecía estar contrarrestando el efecto de la droga que me habían inyectado, y finalmente pude poner en práctica parte del entrenamiento de mi padre, y aunque no había recuperado mi fuerza por completo, logré quitármelo de encima por segunda vez.
De inmediato, ambos nos levantamos, y él susurró mientras tomaba una posición de pelea. Sin duda alguna, él iba a ganar, pero como había dicho antes, no había forma de que cayera sin antes haber dado pelea hasta la muerte.
De pronto, una intensa alarma comenzó a sonar en todo el recinto, por lo que él aprovechó aquella distracción para golpearme y estrellarme contra la pared, impactando con fuerza mi cabeza.
No pude evitar, suspirar, al sentir que el dolor atravesaba mi cuerpo como agujas. Repentinamente, mis piernas cedieron y la habitación comenzó a dar vueltas. Seguidamente, escuché que alguien gritaba, y a continuación, la respuesta del Rey. Entonces, un furioso rugido vibró desde su pecho, haciendo temblar las paredes. Luego, me levantó del suelo, mientras me encontraba con sus ojos, que en ese momento se parecían a los de un demonio.
—Ven aquí, pequeña perra —gruñó, empujándome hacia la puerta— ¡Tu compañero ha venido por ti!