Capítulo 52
1744palabras
2022-08-23 00:00
Punto de vista de Dina
Si alguna vez vuelvo a ver a un vampiro seguramente será muy pronto.
Tenía la visión borrosa debido a la droga con la cual me habían intoxicado, y todo mi cuerpo temblaba como gelatina. Me sentía aturdida e incluso mi loba parecía acusar los efectos de la droga. Mi loba actuaba de manera incoherente, así que la inhibí para evitar que me causara molestias.
Levanté la mirada y noté que me hallaba en una especie de celda. Todo estaba oscuro; la única luz provenía de una pequeña ventana practicada en una puerta al otro lado de la pared. Intenté levantarme, pero fue entonces cuando me di cuenta de que mis manos y pies estaban esposados. Traté de liberarme inútilmente. ¡Qué extraña situación!
Podía sentir a mi loba. Si no me habían intoxicado con plata, ¿por qué mis fuerzas flaqueaban?. Lo intenté de nuevo sin éxito y tampoco conseguí comunicarme telepáticamente con Levi. Solo logré obtener un aullido de mi loba, que estaba actuando como si alguien le hubiera prendido fuego en la cola. Ella sentía dolor, aullaba y jadeaba. Traté de contactarla, pero parecía que había una barrera invisible entre nosotras. Su comportamiento me estaba provocando una migraña, así que la desactivé.
Suspiré aliviada una vez que se cortó la conexión con mi loba. Por fin algo de paz. Ya podía pensar con claridad.
Fue entonces cuando percibí el olor a sangre. Miré a mi alrededor y mis ojos se posaron en el hombre en la celda contigua a la mía.
"¡Michael!", llamé y entonces aquel Beta alto y oscuro abrió los ojos y me miró.
"Hola, cariño", dijo con su característica sonrisa. Pero el cansancio y el dolor en su voz eran evidentes. "¿Cómo estás?"
Estaba tendido en el suelo, y sus manos y pies también estaban esposados. Sus manos descansaban sobre su estómago. Estaba desnudo. La desnudez no suponía un problema para los hombres lobo; sin embargo, el frío era demasiado intenso para un licántropo. Estaba temblando y el gran charco de sangre en el que yacía empeoraba su situación.
"Soy yo quien debería estar preguntándote eso", exclamé conmocionada. "Tú eres el que está herido". Intenté acercarme a él, pero entonces me di cuenta de que era presa de una parálisis. Vi que se miraba el estómago.
"No te alteres", se rio entre dientes. “No es más que plomo; no me hará mucho daño”.
Intentó levantarse, pero el dolor que sentía se lo impedía, así que seguía postrado allí.
“Quédate quieto, o morirás desangrado…”, le advertí, tratando de levantarme una vez más. Esfuerzo inútil. Refunfuñé.
Estaba harta de ser una doncella en apuros. Debía encontrar la manera de salir de aquel trance por el que estaba pasando.
“¿Puedes establecer comunicación telepática?”, preguntó Michael, y podría jurar que sonrió al decir esto.
"No", refunfuñé, tratando de levantarme de nuevo. "¡Y me ofende que me lo preguntes! Eso fue precisamente lo primero que intenté hacer en cuanto desperté". Con gran esfuerzo logré levantarme y apoyarme contra la pared, encogida. "¿Y tú?", pregunté jadeando.
"No", respondió, mirándome con indiferencia. "Y me ofende que me lo hayas preguntado...".
Volteé los ojos y de nuevo intenté mover mis extremidades. Había oído decir que la mayoría de los vampiros dormían durante el día, lo que significaba que disponíamos de poco tiempo para escapar de allí.
"Tenemos que salir de aquí antes de la puesta de sol", señalé alarmada, aunque no había forma de saber qué hora del día era.
"No te preocupes, lo lograremos", contestó él encogiéndose de hombros, pero pronto no se sintió tan seguro de ello. "¿Has ideado algún ingenioso plan de escape?", me preguntó.
"Tú eres el Beta", le dije. "Se supone que eres un as para esta clase de cosas".
“Y tú eres la Luna”, replicó él. Entonces le lancé una mirada feroz.
“Pero aún no he comenzado mi entrenamiento”, me defendí. "¿Y cuál es tu excusa?"
“¡Touché!”, exclamó, dándose por vencido. Me limité a suspirar.
¡Estábamos perdidos! ¡Jamás lograríamos salir de aquel abominable lugar!
"Ahora que lo pienso, estoy acostumbrado a que Levi se exprese así", prosiguió él con una sonrisa triste. "¡Maldita sea, soy un inútil!”
"¡Ya deja de lamentarte! Compadecernos de nosotros mismos no nos va a ayudar a salir de aquí", dije tratando de animarlo un poco. Se volvió hacia mí con una mirada de sorpresa. Luego, su sorpresa dio paso una sonrisa sincera y sus ojos azules se iluminaron mientras echaba la cabeza hacia atrás.
"Veo que Levi tenía razón", observó él. Su malicia habitual ahora se había tornado en ingenuidad y cariño. “Eres una Luna perfecta”, me elogió.
Sorprendida por sus palabras, me sonrojé. ¿A qué venía aquello? ¿Acaso él creía que moriría allí y había querido dirigirme sus últimas palabras? ¡Pues yo no tenía la menor intención de rendirme y morir allí!
"No nos rendiremos", sentencié con firmeza, dispuesta a abofetearlo para hacerle entrar en razón, si ello fuese preciso, en cuanto recobrase la sensibilidad de mi mano. Pero él solo sonrió, como si urdiese un plan de escape, y echó un vistazo a su alrededor.
"¿Tienes agujas o ganchos para el cabello?", preguntó, recobrando la actitud serena, firme y segura de un Beta. Vaya, eso estaba mejor, mucho mejor. Sonreí complacida.
"Parece que estás confundiéndome con Rita. Por lo general, llevo mi cabello suelto. Solo en contadas ocasiones lo llevo recogido en una cola de caballo, así que lamentablemente el arma más letal de que dispondría sería la banda elástica con la que la sujeto", expliqué.
"Rita", suspiró Michael hablando como en sueños. Cerró los ojos y una sonrisa se dibujó en sus labios. “No te imaginas cuánto la extraño. Solo ansío salir de aquí y fo...”. Dejó la oración inconclusa, pues se dio cuenta de que estaba hablando en voz alta. Me miró como lo haría un niño que fuese sorprendido con las manos en un tarro de galletas. Cuando le devolví la mirada él corrigió: "Y darle un caluroso abrazo, quiero decir".
"Estoy segura de que ella también quiere abrazarte", respondí en tono de burla. ¡Qué bueno era saber que mi Beta tenía sus prioridades claras! Luego refunfuñé: "¿Tienes una navaja multiusos?"
Ahora era él quien frunciría el ceño. "Lo siento. La dejé en mi otro trasero", respondió sarcásticamente.
"Debe haber algo que podamos usar para escapar", gruñí, al tiempo que buscaba alrededor algo que pudiera sacarnos de allí. "¿No conoces alguna táctica de supervivencia que pueda ayudarnos a liberarnos? Tal vez podríamos usar un cordón o algo por el estilo".
"¿Tienes un cordón?, me preguntó como si en efecto supiese cómo valerse de un cordón para escapar de allí. Bajé la mirada a mis pies, que, dicho sea de paso, estaban desnudos.
"Por desgracia no tengo uno", suspiré, al tiempo que advertía que había recobrado la sensibilidad en mis pies. "Pero en todo caso te tengo buenas noticias: ya puedo mover los dedos de los pies", añadí.
"¿Acaso los dedos de tus pies poseen superpoderes que nos permitan regresar a casa?", preguntó con hilaridad.
"Michael, la verdad es que en ocasiones me preocupa tu actitud", me burlé.
Él sonrió pero al instante se puso serio de nuevo. Pude ver que su herida evolucionaba satisfactoriamente. Cualquiera que fuese la droga con la que nos habían intoxicado, al parecer no afectaba la capacidad de autosanación de nuestro organismo. La herida de Michael estaba sanando, solo que con mayor lentitud de lo que una herida semejante sanaría normalmente. La hemorragia había cesado, así que él sobreviviría. Bueno, a menos que los vampiros regresaran para concluir su trabajo.
Suspiré, sintiéndome exhausta. Hubo un silencio. Ninguno de los dos sabía qué decir ni qué hacer ahora. "¿Por qué razón querrían secuestrarte?", preguntó Michael, rompiendo el silencio.
"¿Acaso no es evidente? Piensan obligar a Levi a hacer algo que él no desea hacer realmente...", me mofé, para sorpresa de Michael. Pero Michael meneó la cabeza antes de que yo hubiese concluido mi razonamiento.
"No lo creo", replicó él con firmeza, discrepando del argumento que yo acababa de exponer.
"¿Por qué no lo crees?", repuse entonces, ansiosa por saber qué pensaba él al respecto.
"Porque Levi no era el blanco", suspiró y luego me miró. "El blanco eras tú".
"No puedo creer lo que estás diciendo", repuse con ojos como platos pues yo jamás había contemplado tal posibilidad.
"Debes estar bromeando. ¿Por qué alguien pretendería secuestrarme? Nadie se fijaría en mí. A decir verdad, no sé por qué Levi se muestra interesado en mí, pero...", proseguí.
"Pues no veo por qué te sorprendes tanto. Ya habían intentado secuestrarte en anteriores ocasiones", repuso Michael volteando los ojos, sorprendido ante mi ingenuidad
"Sí, es verdad. Pero eso fue idea de Dylan, ¿verdad? Levi dijo que ... ¡Espera un momento! Jamás concluimos aquella conversación", contesté. "Pero, pero .... ¿por qué?", tartamudeé.
"Llevamos meses devanándonos los sesos intentando comprender por qué alguien querría raptarte. No logro comprender por qué tú habrías de ser el blanco", gruñó Michael, frustrado ante la ausencia de posibles respuestas a tal pregunta.
"Pues yo no...", comencé a decir, pero me interrumpí, abrumada por la confusión. Quería cerrar los ojos y tratar de hallar las respuestas que ellos necesitaban desesperadamente. Pero solo conseguía ver en mi mente el rostro de Dylan gritándome con desprecio.
Aunque odiara admitirlo, él tenía razón. Yo era incapaz de entender por qué razón esos malditos chupasangre pretendían raptarme, así que no podría ayudar ni a Levi, ni a Michael ni a nadie más. Era una completa inútil.
"Siento haberte interrogado con tanta violencia", se disculpó Michael con aparente sinceridad.
"No te preocupes", respondí, al tiempo que apartaba mi rostro para ocultar mis lágrimas. Traté de respirar hondo pero solo solté un jadeo ahogado. ¡Maldición! ¿Por qué Levi no me había dicho nada? Debía ser porque yo era una inútil redomada. Él sabía que en cualquier caso yo no podría ser útil.
"Claro que sí me preocupo", replicó él, sintiéndose culpable, mientras yo volteaba los ojos, sintiendo cómo la tristeza daba paso a la ira.
"No me explico por qué está sucediendo esto", dije apretando los dientes, intentando defenderme. "Ojalá...", dije sintiendo un nudo en la garganta. Sentía la boca seca y la garganta obstruida. "Ojalá no hubiese salido con Dylan aquella noche. Si no lo hubiese hecho no te habrían disparado, Rita no habría perdido a su pareja y Levi no estaría metido en este lío. Ojalá jamás lo hubiese conocido". Mi corazón estaba destrozado porque no era cierto.
"