Capítulo 48
1738palabras
2022-08-20 00:01
Punto de vista de Dina
"¿Alfa?", dijo una voz. De inmediato reconocí que era la voz de Michael. "Escuché que ella estaba despierta".
Traté de abrir los ojos nuevamente y esta vez logré distinguir la claridad de la habitación y también a un hombre alto y de cabello oscuro de pie en el umbral de la puerta. Solo borrosas imágenes desfilaban ante mis ojos, pero pronto noté que conforme mi loba interna cobraba fuerzas e ímpetu lograba distinguir todo con mayor claridad. En última instancia, el lobo y el humano realmente se fundían en un solo ser...

"Ya está despierta, en efecto, pero será mejor que descanse", advirtió Levi, visiblemente molesto por aquella intrusión. Su voz sonaba áspera y ronca. Él también parecía haberse quedado dormido. "¿Qué es lo que pretendes?", preguntó. 
“He venido aquí con el propósito de visitar a mi mejor amiga, así que lárgate de inmediato”, replicó otra voz con rudeza, quitando de en medio al beta para entrar en la habitación. Sonreí complacida al oír las cariñosas palabras de mi dolor de cabeza favorito. Una vez que se acercó lo suficiente, logré distinguir su rostro con nitidez, atravesado por una cálida sonrisa. Cuando ella se inclinó para abrazarme advertí que había estado llorando.
Me estremecí un poco en el momento en que ella rozó mi garganta. Al ver mi reacción, ella me soltó y musitó una disculpa. Levi gruñó al observar lo sucedido, pero lo calmé apretando suavemente su mano. En verdad me daba gusto verla allí.
"¿Cómo te sientes?" preguntó, acariciando mi mano con delicadeza, mientras Levi se bajaba de la cama.
"Estoy hecha polvo", contesté con dificultad. El acto de pronunciar esas pocas palabras me hizo sentir tan extenuada como si hubiese acabado de correr un maratón.
"¡Ella no está de ánimo para hablar!", protestó Levi. Aquella era una de las pocas ocasiones en que yo concordaba con él porque, en efecto, me costaba demasiado trabajo articular las palabras.

"Lo siento", repitió Rita, pero justo en el momento en que ella estaba a punto de volverse hacia mí, súbitamente dirigió su mirada hacia el alfa y replicó con brusquedad. "¡Ya deja de lanzarme esa mirada furibunda! ¡No lo sabía!"
Entonces volví la cabeza hacia Levi, que miraba con enfado a Rita. Si hubiese tenido la energía suficiente para hacerlo, sin duda alguna me habría reído de ellos. Resultaba muy fácil percibir la hostilidad que se guardaban mutuamente...
"Creo que ya es hora de que dejen de reñir y gruñir", terció Michael, antes de que yo pudiera calmar los ánimos. Luego, se volvió hacia Levi y le preguntó: "Alfa, ¿te importa si conversamos un rato?"
Su voz sonaba dura y fría. El otrora despreocupado y gracioso amigo se había transformado en un serio y profesional Beta. El tono de su voz me parecía sumamente aterrador. Presa del pánico, sujeté con todas mis fuerzas la mano de Levi. ¡No quería apartarme de él!. Tal vez fuera empalagosa, ¡pero alguien urdía un plan para asesinarlo! ¡Y lo peor de todo era que no tenía forma de advertirle al respecto…!

"¿Cuál es el asunto que quieres que tratemos?", preguntó Levi, suspirando, captando la insinuación.
“Los asuntos que atañen a la manada”, respondió Michael. “Me refiero a…”, comenzó a decir, pero luego se interrumpió y sus ojos fueron de mí a Levi. Era como si considerase inapropiado tocar aquel tema delante de mí. Pero no hacía falta que yo oyera el resto de la frase, pues yo ya sabía qué era lo que iba a decir.
Suspirando, Levi se puso de pie. Pero en esta ocasión yo decidí tirar de su mano para hacer que me mirara directamente a la cara. Meneé mi cabeza pero él no comprendió. Se limitó a prometer que regresaría pronto. En cualquier caso me daba igual. Yo aullé y me volví hacia Rita, esperando ver algún gesto de apoyo de parte suya. 
"Supongo que eres consciente de que somos las futuras hembras Beta y Alfa de la manada, ¿no es así?", le dije. Ella captó al vuelo la indirecta y luego, cruzando los brazos y echando una mirada a los dos machos presentes en la habitación, declaró con firmeza: "Muy pronto nos corresponderá a nosotras ocuparnos de los asuntos de la manada".  
Asentí ante aquella aseveración y apreté con fuerza las manos de Levi. Era crucial que me enterara de qué era lo que sucedía. Debía estar segura de que él no corría ningún peligro.
"No deseo importunarte tan pronto", me dijo Levi. La auténtica preocupación por mí que él demostraba tocaba mis fibras más sensibles. Pero yo no era una niña a la que él debía proteger; yo era su compañera, su congénere. Y si íbamos a guiar la manada juntos, era preciso hacerle notar que mantenerme en la ignorancia, incluso sobre aquello que no era agradable en absoluto, no era precisamente la manera más astuta de brindarme protección.
Entonces fruncí el ceño y me volví hacia Rita, esperando que ella les dijera lo que yo pretendía comunicarles. Ella sonrió ampliamente y, volviéndose hacia Levi, le dijo, sonriendo con satisfacción: "Dejen de joder y digan de una buena vez si ya hallaron a ese maldito". 
Bien, tal vez yo habría usado un lenguaje más florido, pero los tiempos desesperados requieren medidas desesperadas. Meneé la cabeza y me volví hacia Levi, que exhaló un triste suspiro, frotándose la nuca. Luego, miró a Michael y este le devolvió la mirada. Eran mentes gemelas, sin duda.
Me mofé de él y estuve a punto de golpearlo, pero se sentó de nuevo. Él le hizo una señal con la cabeza a Michael y una leve sonrisa se dibujó en su rostro. Luego, se volvió hacia nosotras y contestó, ahora con expresión seria: "Se podría decir que sí y no". "Nos enteramos de que Angela entregó el paquete...". Fruncí el entrecejo al recordar el nombre de la acosadora de Levi.
Seguramente estaba obsesionada con él, y una mujer despreciada puede llegar a constituir un peligro bastante serio. La pregunta era si ella realmente podría hacer algo así. "Pero ella fue coaccionada para hacerlo", prosiguió él, confirmando mis sospechas. "Hallamos rastros de la presencia de al menos un par de vampiros en su apartamento y ya hemos enviado perseguidores tras ellos". Luego, suspirando hondo, miró a Levi y aclaró cuál era su destino: "Se dirigieron a la Ciudad del Pecado".
"¡La Ciudad del Pecado!", dije con un grito ahogado, al tiempo que la sangre se helaba en mis venas. "Esa es la mayor y más poderosa fortaleza vampírica del mundo entero! ¿Por qué razón ...".
"El Rey de los Vampiros", dijo, y la manera en que pronunció tales palabras me hizo pensar que, de alguna manera, él ya lo sabía, o al menos lo sospechaba. Quería preguntar, pero sentía una gran opresión en el pecho, como si el mismo estuviese presionado por un edificio de ladrillos, lo cual me impedía hablar. "¿Qué demonios pretende hacer?", gimió Levi, al tiempo que se echaba hacia atrás.
Por un instante me pareció sentir que su mirada se clavaba en mí, pero luego pensé que en realidad no era así. Seguramente la imaginación me había jugado una mala pasada.
Bien, veamos, ¿por qué razón el Rey Vampiro estaría tras él? Levi era poderoso, de ello no cabía duda, lo que lo convertiría en una amenaza en potencia, así que tal vez ese era el motivo por el cual quería deshacerse de él. 
En ese momento consideré otra siniestra posibilidad: ¿Y si en realidad yo fuera el blanco? El intento de secuestro, el ataque de los vampiros, y ahora una rosa de encaje de color plateado... Todo ello encajaba, no parecía tratarse de una simple coincidencia. Levi pensaba que Dylan estaba involucrado en ello, pero él no tenía amigos que ostentasen tan magnífico poder, ¿o sí?
No puede ser, pensé, meneando la cabeza. Tal vez no guardase relación... "¿Acaso no es más interesante la pregunta de cómo logran dos vampiros entrar a nuestros dominios sin que nadie advierta su presencia?", interrogó Rita, lo cual me llevaba de nuevo al punto en cuestión: ¿Por qué el Rey de los Vampiros deseaba que Levi muriese?
"¡Mick!", refunfuñó Levi mientras se frotaba el puente de la nariz, en un intento por refrenar a su lobo interno. "¡Tu compañera me está importunando de nuevo!".
Debo admitir sin reservas que me resultó extraño ver a Levi tratando de contener su lobo interior. Nunca lo había visto lidiar con ese problema, pero tampoco fue una sorpresa para mí. Me asombraba el gran grado de control que él tenía sobre su lobo interno cada día. Con un movimiento automático, traté de tomar sus manos de nuevo. Él movió la cabeza con violencia y nuestras miradas se cruzaron.
Entonces la tensión de su cuerpo desapareció y una pálida sonrisa se dibujó en sus labios, al tiempo que acariciaba mi piel con suavidad. Me sobresalté al sentir cómo aquel calor que me era familiar se esparcía por todo mi cuerpo. Ese hombre...
"Seguramente se valen de sustancias químicas para enmascarar su esencia", le explicó Michael a su congénere. ¿Acaso no cuesta una fortuna toda esa parafernalia?, pensé, recordando que la bruja que mi mamá me llevó a ver para que me hiciera mi tatuaje había dicho algo al respecto. Pero si el Rey de los Vampiros era la mente maestra detrás de todo aquello, entonces no creo que la capital constituyera un problema.
"¿Qué me dices acerca de hacer respetar las fronteras?", prosiguió Rita, lo cual le valió un gruñido de Levi.
"Esa tarea ya se está adelantando. Los turnos de vigilancia siguen un patrón irregular", explicó él, apretando los dientes, mientras Michael se aproximaba a su congénere. Le lancé a Levi una mirada de advertencia para que dejara de gruñir. Entendí que ya había tomado precauciones y que le disgustaba que le interrogaran al respecto, pero debía ser honesto. Él refunfuñó, dio un hondo suspiro y agregó: "No sabemos si han logrado cruzar la frontera eludiendo la vigilancia de las patrullas".
Aquellas palabras tuvieron un efecto devastador en mí. El alma se me fue a los pies. Nada más tenía sentido. Me negaba a creerlo, y mi loba interna tampoco daba crédito a esas palabras.
Hice una seña para que me entregaran algo en donde pudiera hacer una anotación, así que Michael me dio su teléfono y rápidamente escribí en el mismo aquel nombre al que todo se remontaba: ¡DYLAN!