Capítulo 47
1295palabras
2022-08-20 00:01
El punto de vista de Dina
Al despertar me sentía como si un camión me hubiese pasado por encima. Cada uno de los músculos de mi cuerpo me dolía y experimentaba una desagradable sensación en mi garganta, como si alguien hubiese intentado limpiarla con un cepillo de acero.
"Ella ya puede respirar por sí sola", escuché que decía alguien junto a mí. "Eso es una muy buena señal, Alfa", agregó esa persona.
¿Alfa? ¿Habría oído bien? ¿Acaso Levi se encontraba allí?, pensaba en ese momento.
"Le---", dije con dificultad, tratando de llamarlo, pero mi voz era ronca y áspera, como la de alguien que se hubiera pasado toda la noche gritando. Tenía un sabor metálico en la boca y, por alguna razón, sentía como si tuviera una tonelada de ladrillos encima de mí, aplastándome.
Hice un esfuerzo desesperado por abrir los ojos, pero lo único que pude percibir fue la más completa oscuridad.
"¡Dina!", exclamó entonces una voz aterciopelada a mi lado. Aquella voz era inconfundible; la reconocería en cualquier parte del mundo donde me encontrase.
"¡Levi!", suspiré, sintiendo lágrimas en mis párpados, al tiempo que podía sentir cómo las manos fuertes de él agarraban mis delicadas manos.
"¡Dina, has despertado!" exclamó él, mientras yo sentía cómo sus cálidos labios besaban mi mano, mi mejilla y mi cabello, para luego estrecharme contra él . Él apoyó su cabeza en la mía, inhalando mi aroma con avidez, como si estuviese inhalando algún tipo de droga. Podía sentir claramente cómo todo su cuerpo se estremecía. Su lobo interno aullaba con gran placer y satisfacción.
Yo también respiré hondo, inhalando placenteramente aquel mágico aroma, mezcla de madera y pino, dejándome envolver por el efecto sedante de aquella combinación de esencias que despertaba a mi loba interior de un profundo sueño. Ella lucía débil, pero la presencia de su compañero la hacía aullar de placer y menear la cola con entusiasmo. Yo desearía poder hacer lo mismo como muestra de satisfacción.
Al momento de caer inconsciente, el temor se había apoderado de mí, pues pensaba que bien podría ser mi último día en este mundo y lo habría pasado enojada y resentida con mi pareja. Escucharlo ahora no hacía más que intensificar aquel lamento; sentía el deseo intenso de disculparme por haber llegado a dudar de él. Solo quería decirle que lo amaba y que jamás volvería a dudar de él.
Hice un nuevo intento por abrir los ojos, pero la oscuridad seguía envolviéndome. ¿Por qué extraña razón me hallaba sumida en la oscuridad? Intenté abrir los ojos una vez más, y en esta ocasión me di cuenta de que ya estaban abiertos. Durante unos instantes me sentí sobrecogida por el pánico. ¿Acaso había perdido la visión?
"Levi...", acerté a decir con un hilo de voz que apenas sí lograba reconocer como la mía. "No puedo ... no puedo ver", proseguí, presa de la angustia.
Mi respiración volvió a tornarse superficial. ¿Qué me sucedía? ¿Por qué me sentía mal? Mi garganta se cerró y mi cuerpo fue presa de un temblor repentino. Los vellos de mi nuca se erizaron y la sangre que corría por mis venas se congeló. ¿Qué era lo que estaba sucediendo?
Me esforcé desesperadamente por llamar a Levi, pero no conseguí pronunciar una sola sílaba. Me habían puesto un aparato que mostraba que ahora mi corazón latía desbocado.
"Silencio", me dijo entonces Levi, con la intención de tranquilizarme, mientras acariciaba suavemente mis cabellos y besaba mi cabeza. "Has estado sometida a demasiada presión últimamente. Ahora solo relájate y olvida todas tus preocupaciones. Respira profundamente", añadió.
"No te alteres", dijo la voz que había oído anteriormente, y deduje que se trataba de una enfermera. "Todo esto te lo ha causado la plata. Te cayó un poco de plata en los ojos, pero te recuperarás, no te preocupes. Solo es cuestión de que tu lobo interior luche contra el veneno y lo venza. Seguramente acabará venciéndolo", declaró ella con la intención de calmar mi ansiedad.
"Plata", murmuré, aún respirando con dificultad. "¿Plata? ¡Eso era! ¡La rosa! Alguien pretendía conseguir que él... ¡la vida de él corría peligro...! ".
Traté de hablar de nuevo, de gritar para advertirle del peligro que corría, pero no pude, mis vías respiratorias estaban obstruidas. "¡Necesito respirar!", fue todo lo que logré decir, con la respiración entrecortada.
"Recuéstese, por favor", me indicó la enfermera mientras yo sentía cómo sus manos se posaban en mi cuerpo para separarme del pecho de Levi y llevarme a la cama. Mi loba interna quería gruñir, pero no podía hacerlo porque sus fuerzas eran exiguas. Sentía que estaba a punto de desmayarme. "Toma. Ponte esto alrededor de la nariz y verás que tu respiración vuelve a la normalidad poco a poco", me confortó la enfermera, al tiempo que insertaba un tubo de oxígeno en mis fosas nasales. Entonces inhalé un par de veces y luego experimenté un enorme alivio. Esa enfermera realmente sabía lo que hacía.
"Tus cuerdas vocales y tus vías respiratorias resultaron bastante afectadas por la plata", me explicó ella una vez que me hube calmado. "De no haber sido por Alfa Stone, seguramente habrías muerto. Fue él quien salvó tu vida", añadió.
"¿Está usted diciendo que la intervención de Alfa Stone fue lo que salvó mi vida?", pregunté incrédula.
De repente, mi mente se iluminó y comprendí en qué forma él me había librado de las garras de la muerte. Había sido el poder que emanaba de mi loba. ¡Era el poder de un macho alfa, el aura de Levi!. Era su sangre ...
Mis ojos estaban de nuevo irritados por las lágrimas. Él había logrado unirnos. Nuestras mentes, cuerpos y espíritu se habían fundido en una sola esencia. Él practicaba los rituales de unión más sagrados y poderosos, y había unido nuestras vidas, pero al hacerlo me había dotado de un poder mayor, lo cual iba en detrimento de su poder, pues ahora él era un ser más vulnerable. Si algo llegase a sucederme, entonces él...
Fui incapaz de articular una respuesta, pero pronto logré hallar lo que buscaba: la mano de Levi. Sus dedos estaban entrelazados con los míos y la cálida sensación que tal gesto me transmitía hizo que yo soltase un suspiro de alivio. En un ademán de profundo agradecimiento hacia él, besé su mano, con los ojos cerrados, pues no quería derramar lágrimas. ¡Así que él había tenido ese gesto tan noble y considerado conmigo!
¡Qué inmenso amor sentí en ese momento por Levi! Sentía cómo acariciaba mi barbilla con suavidad, dándome un beso suave en la cabeza.
"Estoy dispuesto a hacer cualquier cosa por ti, mi vida", me susurró al oído, sonriendo ampliamente.
Yo no lo sabía, pero mi corazón se llenó de alegría al oír aquella declaración tan conmovedora.
"Creo que será mejor que los deje a solas", dijo la enfermera en tono comprensivo y se marchó, cerrando la puerta a sus espaldas. Aprovechando que ahora estábamos solos, Levi se tendió en la cama junto a mí, estrechándome en sus brazos.
"¡Qué bien! ¡Muchísimo mejor", exclamó él con el corazón henchido de alegría al tener la ocasión de disfrutar de aquel hermoso momento junto a mí.
Yo sonreí ampliamente, sintiendo cómo me embargaba una embriagadora sensación de paz. La cálida presencia de mi compañero junto a mí bastaba para asegurar mi pronta recuperación.
Solo hasta ese instante logré percibir plenamente el poder y el magnetismo que él irradiaba, su omnipresente y siniestra aura de fortaleza que ahora me brindaba una maravillosa sensación de seguridad. Si bien otras personas se sentían intimidadas por su apariencia, a mí, en cambio, su presencia me infundía una tranquilidad inefable.
Al abrigo de su presencia, me sumí en un sueño, pero luego una melodiosa voz que resonó en la habitación hizo que despertara.